lunes, 22 de noviembre de 2021

Editorial Online y Atrapados por la Imagen Presentan... "Retratos"


Nuevo relato, de Pedro Pablo Lilli.



Queridos amigos, nos complace compartir con todos ustedes:
"Retratos"


Material inédito de Pedro Pablo Lilli, fotógrafo destacado de nuestra comunidad, y autor literario en la Editorial Online de Atrapados por la Imagen, espacio dedicado a nuevos artistas.


¡¡Felicitaciones y éxitos Pablo en esta nueva entrega!!


Agradecemos a todos ustedes por sus visitas y valoraciones. Afectuosamente.

Administración de Atrapados por la Imagen.


 


Retratos








- ¿Qué tengo que hacer? ¿Matarme? - se preguntó el camarero mirando el mar tras la ventana.

Bruno Mandeville lo escuchó claramente. El salón comedor había quedado desierto. Los otros huéspedes del hotel, una joven pareja y un trío de amigas que vacacionaban festejando la reciente jubilación ya se habían retirado.

Dudó si era mejor simular no haber escuchado o intervenir . Se mojó los labios con el fernet a la menta que acompañaba el café.

- Aldo - llamó con tono invitante - ¿Quiere que lo hablemos?

El muchacho se acercó avergonzado y se disculpó.

-Estoy aturdido. Mi hijo murió en el parto. Mi mujer también....yo no puedo más.


Dos grandes gustos se había concedido ese año, Bruno Mandeville. Uno, comprarse un icónico Alfa Romeo descapotable  y el otro, tomarse unas vacaciones en la costa, fuera de temporada. 

La noche que llegó al confortable hotel alejado del centro, durante la cena se sintió observado por las tres amigas. Evidentemente lo habían reconocido. Las veía reflejadas en el vidrio del ventanal junto a su mesa. Sonrió para sí. Su fama había llegado pocos años atrás después de una distinción en la Bienal de San Pablo. Sus cuadros, ahora, se vendían bien y las muestras se sucedían con una completa agenda armada por un representante en Barcelona en combinación con otro en San Francisco, California.

Sabía que su estrella, encendida después de una acertada intuición mercantilista, antes o después dejaría de brillar. ¿Había traicionado a sus Maestros y a sus denodados esfuerzos por emularlos? No era realmente así. Pero no estaba plenamente satisfecho de sus obras, aún cuando les debía prensa y buenos ingresos.

Su primer golpe de fortuna, había sido en ocasión de  una muestra en Punta del Este; una colección de siete retratos femeninos, en carbonilla,  complementados con un detalle en acuarela bordó. Uno de ellos, "Brigitte Bordó" que presentaba una BB veinteañera con sombrero, había sido objeto de una disputa para adjudicárselo, entre la mujer de un fuerte empresario de San Pablo y un afamado modisto. El cuadro quedó en manos de la señora.  La historia recorrió el mundo y desde entonces no hacía más que pintar mujeres en carbonilla con algún particular bordó. ¿Hasta cuándo?


 Necesitaba descansar, limpiar la mente.  Reencontrarse a sí mismo y pintar, libre de los condicionamientos de los galeristas y en todo caso cambiar de temas o tipo de retratos.

Poco después de su llegada, los otros huéspedes partieron. Quedó solo.

Alternaba las horas de mar, paseando con su descapotable rojo entre los campos de girasoles  y pintando en la playa o en el puerto.


- ¿Ve esa edificación? - le preguntó Aldo que se había acercado al verlo con el caballete en el balneario del Hotel -  Es el Orfanato. Celia y yo, que no tuvimos padres, crecimos ahí.  En pabellones separados, pero juntos durante todo el día. Siempre fuimos novios. Desde antes de tomar la comunión...El primer beso me lo dio ella, en esa duna. ¿La ve? A mí me daba vergüenza. "Los novios se besan, bobo" me dijo. Cuando cumplí los dieciocho, el Director me consiguió un trabajo de marinero en un buque mercante como auxiliar de cocina. Volví al cabo de dos años. Celia había sido ubicada como mucama en este hotel. Fue ella la que me hizo contratar como camarero para que estuviéramos juntos. "Para siempre", dijo...- Aldo se interrumpió - discúlpeme- y se retiró dejando a Bruno Mandeville a solas, en la orilla, mirando oscurecer.


La cena fue un trance angustiante. Todavía fresco el eco de la conversación en la playa, los dos hombres evitaron hablar y mirarse a los ojos. La soledad de la sala comedor, bien iluminada, desde donde no se veía el mar sino el reflejo de mesas vacías en los vidrios de las ventanas y en los grandes espejos murales, subrayaba la recíproca aflicción.

Finalizada la cena, Bruno pidió al camarero:

- Por favor, hágame compañía compartiendo una copa de coñac. - El joven, sorprendido, dudó - ¡Sea gentil! - insistió.

- Ud. es un pintor importante...¿Puedo pedirle, yo, una cortesía?

Se miraron, uno sentado, el otro de pie. En silencio. Aldo, finalmente rendido, se dejó caer sobre la silla frente al huésped. Sacó una foto del bolsillo de su chaqueta de camarero y se la entregó.

- Es Celia.

Bruno pudo apreciar una hermosa joven, pecosa, sonriente, en el esplendor de su edad.

- ¡Bonita! 

- No tuvimos padres ni familia. En el orfanato nadie es amado personalmente. Te atienden con más pena que cariño. A todos por igual. Y los huérfanos somos desconfiados y belicosos porque le tenemos rabia a la vida. Crecemos con miedo al día que salgamos de la prisión. No sabemos qué hay afuera. No conocemos a nadie. Nadie nos espera. A nuestras espaldas no hay nada ni nadie...¿ Ud. me entiende ? Yo tuve una sola cosa linda en la vida: Celia. A ella le debo todo, ¡absolutamente todo! Me enseñó a dibujar y a cantar. ¡A reír! Yo no hablaba de chico. Creían que era mudo. Celia me hizo hablar. Hicieron una fiesta...me aplaudieron. Pero después todo siguió normal...bueno, normal no: yo tenía a Celia y nada me molestaba como antes. Me sentía eufórico. Perdí el miedo al futuro. "Vamos a estar siempre juntos" me dijo y yo le creí...Ella era mi combustible...hay motores que funcionan a nafta o, a gasoil, yo funciono a Celia... sin combustible un motor se detiene, no sirve...  Yo hablo con ella, pero no es lo mismo...Íbamos a ser padres ¡nosotros! ¡dos huérfanos! ¿Sabe Ud., de verdad, qué es ser feliz? ¿Sabe lo que es pensar que la Vida finalmente se acordó de uno? - Inspiró hondo.

Acto seguido sacó  un sobre que apoyó delicadamente sobre la mesa frente a Bruno.

- Es la última ecografía de Fede, nuestro hijo.

Luego, con los ojos nublados y la voz quebrada pidió:

- Por favor, píntame un retrato de Fede... como si hubiera nacido vivo...


Por la mañana encontró todo listo para el desayuno.

Afortunadamente Aldo no estaba. No tenía ánimo para reencontrarlo. Después de la conversación de la noche anterior, no había dormido bien. Le había resultado difícil explicarle porqué no podía satisfacer su pedido y cuando se despidieron sintió que lo dejaba en el más profundo desconsuelo.

La descripción de la vida en el Orfanato junto a la historia de trágico desenlace y el desquiciado pedido del cuadro lo habían atormentado toda la noche.

En pesadillas el feto era traído por las olas que lo arrojaban a la orilla haciéndolo rodar hasta sus pies. Había un olor fuerte, a sangre y agua de mar. El nonato lo miraba implorante y suplicaba ayuda con horribles alaridos...


Bebió la segunda taza de café con leche mirando el mar fuera de la ventana, calmo y cautivante con sus estratos acuarelados en degradé de verdes y azules. Una playa de gaviotas revoloteando detrás de la rompiente y valvas nacaradas en la arena, que en nada se parecía a la del sueño.

Mordió una tostada sin ganas. Se sirvió un poco más de café. Prendió la pipa con mucha parsimonia e intentó encontrar algún pensamiento.


- ¿Qué me cuesta? - pensó.

Extrañamente las sombrillas del balneario estaban cerradas. Eran de lona azul marino. Junto a cada una había un par de sillones de mimbre blanco. Aldo las abría por la mañana y las cerraba al atardecer,  a pesar de que el hotel tenía un solo huésped y que éste no las usara.

- El retrato de un niño subiendo esa duna...- pensó.

Corrió con la mano hacia el centro de la mesa las miguitas de pan tostado junto a la taza.

- Un retrato de Celia con su bebito...- pensó.

El sol se reflejaba en la mascarilla del descapotable rojo estacionado frente a la playa.

- Mejor un retrato de Celia y Aldo con su bebito...- pensó.

El termostato de la cafetera eléctrica encendió el aparato y el indicador luminoso amarillo.

Un grito desgarrador se escuchó en la despensa del sótano. Corrió a ver. La cocinera no cesaba de gritar

- ¡Aldo! ¡Aldo se quitó la vida!


Pedro Pablo Lilli

Noviembre 2021


11 comentarios:

  1. Un trabajo visual y literario, muy rico en detalles. Me traslada a lugares y eventos de estas historias de vidas fragmentadas por experiencias y emociones, que se diluyen en un relato atrapante; que conmueve y sensibiliza, con un final inesperado. Excelente presentación Pablo, felicitaciones!! Te deseo el mejor de los éxitos!! Vamos por más!!

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Mil gracias a vos, Ly! Productora gráfica del cuento, cuidadosa siempre de cada detalle...Valoro muchísimo tu colaboración.

      Borrar
  2. Cuando una historia nos sumerge y podemos parar de leer es un muy buen cuento. Felicitaciones.

    ResponderBorrar
  3. La aguda percepción de un artista exitoso ¿habrá llegado tan lejos como para intuir una situación que de allí en más va a empañar su estado de ánimo?
    Impecable forma de narrar la vida como la suma de instantes inesperados.

    ResponderBorrar
  4. La fragilidad humana fruto de las emociones... Gracias, Marta, lectora sensible y profunda.

    ResponderBorrar
  5. Muy íntimo. Esa soledad para siempre, de uno y otro personaje.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Sí, cuando el desconsuelo por la soledad priva del poder de reacción... Gracias, Marilyn!

      Borrar
  6. Pablo, un cuento que mantiene al lector curioso del destino de los dos personajes, las descripciones pintan los personajes y se aprecian los detalles que enriquecen la narración. Sin dudas esas situaciones difíciles de la vida muy bien descriptas por el autor, que nos sorprenden y emocionan . Gracias Pablo por esta nueva entrega, te deseamos muchos éxitos. !!!

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Muchas gracias, Tesi! Bien decís: dos destinos, uno casi anunciado y el otro que seguramente quedará marcado y -de algún modo- tomará un giro.

      Borrar
  7. Un cuento desgarrador!!! tantas emociones se tejen a medida que leemos tu relato Pablo!! termino el mismo, y siento la angustia que llevará por siempre este casual pintor de la vida!!!! gracias amigo por tu arte!!!!

    ResponderBorrar

deja tu comentario gracias!