Paginas de Interés

lunes, 17 de febrero de 2025

©EDITORIAL ATRAPADOS POR LA IMAGEN PRESENTA : "TIBIEZA" de MARTA PUEY

 

ATRAPADOS POR LA IMAGEN


Cuentos y Relatos Presenta a... 



MArta puey 


"Artista de Atrapados por la Imagen"


en...


"TIBIEZA"


Cuento Perteneciente a la Antología de Cuentos...

CASIVEINTE

Publicado por: 

ATRAPADOS POR LA IMAGEN

DISEÑO DE TAPA 

LAURA JAKULIS


RL-2022-18030193-APN-DNDA#MJ

REGISTRO DE PROPIEDAD INTELECTUAL

______________________


Editorial Atrapados por la Imagen, es un espacio dedicado a difundir...



¡El arte de todos!


Remedios Varo - Artísta Surrealista


"TIBIEZA"


    Desde la doble altura, las ventanas destilan luz con color de siesta. Enciendo un cigarrillo, él duerme en el sillón, yo me siento enfrente y abre sus ojos amarillos de mirada vieja, yo entorno los míos... Tres sombras unidas y desparejas van por la vereda del sol. Mi hermano de una mano, yo de la otra. 


Iba a primer grado. Ese día al salir del colegio me esperaba la vecina. Se acercó a mí y dijo: “Tu mamá tuvo una urgencia y me pidió que viniera a retirarte”. Volvimos en silencio, entramos a la casa que compartíamos y fuimos a su cocina, allí dijo: “Sentate que te hago la leche”. -No gracias no quiero leche –respondí.

Ya era tardenoche cuando llegaron los dos. Mi hermano tenía los ojos colorados de llorar y se quedó en el umbral de la puerta. Mamá hablaba bajito con la vecina en un rincón, después nos fuimos a nuestra cocina. Mamá nos sirvió un plato con sopa; mi hermano con la espalda encorvada y la cabeza gacha la ignoraba, yo la revolvía con la cuchara. Llegaron los tíos, nos dieron un beso acariciándonos la cabeza. Mamá dijo: “Bueno, si no la van a tomar vayan a acostarse y apaguen la luz”. Ellos se quedaron murmurando, y escuché que mamá dijo: “Murió…” -y supe qué era urgencia.

A mamá la empezamos a ver poco, comenzó a trabajar como secretaria, llegaba tarde y la traía un auto importante. Ella los sábados arreglaba las dos salas, dejaba comida preparada, se vestía linda y salía. No nos dejaba despedirla en la vereda, pero yo me trepaba a una silla, miraba por la ventana y veía como paraba un auto importante. Un brazo con saco y camisa de gemelos le abría la puerta desde adentro, ella subía y partían. En su ausencia mi hermano no hablaba, yo pasaba el tiempo en el patio del inquilinato saltando la soga y conversando con los vecinos atenta al regreso de mamá. Por la noche me acostaba sola en la cama grande. El domingo a la tardecita ella llegaba con regalos para los dos. Una vez le pregunté por qué los de mi hermano eran más importantes que los míos y me contestó: “No ves lo triste que está, tenés que comprender”. Nunca pude comprender cómo se miden los sentimientos. 

Según mamá yo era atolondrada, de carácter demoledor. Dieciocho años tenía cuando terminé la escuela secundaria con los ausentes y aplazos necesarios para comprender que el estudio no era lo mío.

Llegué en mayo con mi obra en telas enrolladas, un bolso con la ropa necesaria, algunas palabras y frases en francés, contactos y recomendaciones que había logrado en Buenos Aires.

Comencé a convivir con la indiferencia de los parisinos, a contactar galeristas con poco éxito y buscando trabajo para sobrevivir. Pasaron varios meses y el único logro era lavar platos en un café de Montmartre y terminar con la limpieza después de la hora del cierre. Solo un día libre a la semana tenía para lograr mi objetivo. Ese día subí la empinada calle hasta encontrar la dirección. Una vieja puerta de madera con restos de pintura separaba el afuera del adentro. Tomé la pesada aldaba de hierro y la sostuve un espacio de tiempo antes de soltarla y romper por un instante la voz de Nina Simone, que se escapaba al afuera, desgranando un blues sostenido por los acordes de un piano, y la seguí escuchando hasta que ella abrió la puerta. Se amplió el sonido, el espacio y algo dentro de mí.  “Buenas tardes, pasa, pasa”, dijo en español. Su mano tibia se apoyó en mi espalda impulsando mi andar. -Merci – contesté, y me escuché provinciana. Desde la doble altura, los ventanales derramaban luz sobre obras colgadas, otras superpuestas y apoyadas contra las paredes junto a bastidores de madera. Avancé con el rollo de mis telas hacia el centro del espacio. Dos viejos sillones, uno de cuero ajado, el otro cubierto con una manta y un gato que dejó de dormir para observarme con sus ojos amarillos; era todo lo que habitaba en el lugar. Ella se dirigió a un rincón, bajó el volumen de la música y volvió hacia donde yo estaba. Nos sentamos. 


Al lado de Jeannette volví a pintar, crecí y mi obra se hizo conocida. Pasado un tiempo me convocaron a una muestra en Nueva York. Jeannette me despidió en el aeropuerto. Era la primera vez que nos separábamos. Acunada en su abrazo, trasmitiéndome tibieza a través de la fina tela de su blusa me dijo: “Sin miedos, estarás a la altura de ese público, sin miedos, es tu mérito”. 

Miro mi dedo, ya se ha formado una ampolla. El gato estirado sobre el sillón se ha vuelto a dormir.

 París no sabe de letargos, pero mi vida es una larga siesta desde aquel día en Nueva York cuando alguien con el teléfono en la mano me dijo: “Atienda, es de París para usted y dicen que es una urgencia”.


Todos los Derechos de Autor y Propiedad Intelectual, pertenecen a: 


©Marta Puey

Buenos Aires - Argentina

Ilustración: Remedios Varo - Artísta Surrealista

1908 - 1963

Diseño Gráfico: Laura Jakulis

Edición: Editorial Atrapados por la Imagen

Febrero 2025


Agradecemos a todos nuestros amigos, lectores y seguidores, por sus visitas y valoraciones.


Afectuosamente...


Administración de Atrapados por la Imagen.




Licencia Creative Commons
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.

7 comentarios:

  1. Cada lector tiene su propia Antología de Cuentos , de Novelas y/o de Poesías, con las páginas predilectas de sus Autores queridos. En mí Antología de Cuentos, Marta Puey figura con "Tibieza" y "Jacinta y la niebla" ambos de su libro Casiveinte. En la de Novelas, con "Cardo Ruso".
    "Tibieza" es muy representativo de su estilo: con equilibrada sobriedad transmite sin amortiguadores, las emociones y las circunstancias de las vicisitudes narradas. En pocas líneas quedan perfectamente desarrolladas tres historias de una misma protagonista, en tres etapas de su vida. El aliento emotivo que las entrelaza, genera el hilo conductor sutil e inequivocable de la existencia de la protagonista.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Pablo tu devolución es un fino análisis que enriquece el relato.
      Más que agradecida

      Borrar
  2. Martita, qué cuento tan maravilloso y estremecedor!! Realmente conmovedor!! Gracias infinitas por traerlo a Atrapados!! felicitaciones!! Me encantó!! 💜💚

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Gracias Isita por exponer tu sensibilidad, un regalo.

      Borrar
  3. Un relato que impresiona como una seda de superficie tersa. Se desliza, sugiere, recorre suave y cae repetinamente, ante el acontecimiento repetido y único.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Gracias Mario. Tus devoluciones enriquecen el relato sumando finaspercepciones.

      Borrar
  4. ¡Marta Puey es una escritora que logra imágenes a través de su escritura! Esto nos permite imaginar cada lugar descripto en su relato. ¡¡A medida que leemos nos vamos adentrando en una historia maravillosamente contada!! Gracias, querida Marta, por hacernos partícipes de esta y de tantas historias hermosas!!!! ¡¡¡Atrapados te desea muchos éxitos!!!

    ResponderBorrar

deja tu comentario gracias!