martes, 15 de abril de 2025

" Un Zorzal en el Botánico " .-

Licencia Creative Commons
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.

solo vivir


 

Licencia Creative Commons
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.

ATRAPADOS POR LA IMAGEN PRESENTA: "SERIES DESTACADAS DEL MES DE MARZO 2025"

 


¡La series fotográfícas pueden contar historias, reales o de ficción...!


"Atrapados por la imagen, presenta a los ganadores del mes de Marzo"


MARZO 2025



Queridos amigos, tenemos el honor de compartir con ustedes, a los autores que han sido distinguidos en la categoría:


 "Series Fotográficas" 


"En los proyectos premiados, destacamos , narrativa, creatividad y habilidad técnica".



CATEGORÍA, DOCUMENTAL Y PERIODÍSTICA 

ROBERTO JORGE ESCUDERO




ANA CECILIA VACCARI



PEDRO PABLO LILLI





RICKY KIMMICH




CATEGORÍA,  ABSTRACTOS Y REFLEJOS

HÉCTOR DANIEL CAPPUCCIO




SILVIA ELENA LANZA






CATEGORÍA, DISEÑO

OS OSMO





CATEGORÍA, EL POEMA ILUSTRADO

MERCEDES PASINI - MARÍA GILA




"Atrapados por la Imagen felicita a los autores premiados, por la belleza y calidad plasmadas en sus obras fotográficas. También queremos expresar nuestro sincero agradecimiento a todos los amigos que participan mes a mes, con sus creaciones, enriqueciendo este espacio dedicado al arte."



Diseño gráfico: Laura Jakulis




 Saludos Afectuosos...

Administración de Atrapados por la Imagen.

Licencia Creative Commons
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.

lunes, 14 de abril de 2025

" Frente al Lago " .-

Licencia Creative Commons
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.

Serie: A bordo de un kayak amarillo.







 

Licencia Creative Commons
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.

©EDITORIAL ATRAPADOS POR LA IMAGEN PRESENTA : "Gemelos" - Autor: MARCELO COLUSSI

 

 ATRAPADOS POR LA IMAGEN


Cuentos y Relatos Presenta a...


MARCELO COLUSSI


en...

GEMELOS


Cuento perteneciente a su libro:

"HISTORIAS INSUFRIBLES"


Edición: Editorial Atrapados por la Imagen

RL-2022-18030193-APN-DNDA#MJ

REGISTRO DE PROPIEDAD INTELECTUAL
______________________

Editorial Atrapados por la Imagen, es un espacio dedicado a difundir...


¡El arte de todos!



GEMELOS

MARCELO COLUSSI


    Gervasio y Asdrúbal, mellizos univitelinos, eran dos gotas de agua. Incluso sus padres, de pequeños, tenían dificultad para identificarlos. Así fue siempre; los años no marcaron diferencias entre ellos. Al menos en lo físico. En sus historias de vida, sí. Profundas diferencias. 

    Asdrúbal nunca salió de su ciudad natal; su puesto de empleado administrativo en una empresa fúnebre no daba para tanto. A duras penas pudo criar a sus dos hijos; con 38 años, su patrimonio era una modesta casa aún hipotecada, y una bicicleta de la que se sentía sumamente orgulloso (bien cromada, lustrada afanosamente cada día). Por el contrario Gervasio, muy joven todavía, había salido del país con una beca para terminar su formación musical en uno de los conservatorios más prestigiosos de Europa. Su brillante carrera de director de orquesta sinfónica le había dado una considerable cuenta bancaria, y aprovechando su inveterada soltería, era un elegante Don Juan. De tanto en tanto volvía a su ciudad de origen. Los encuentros con su hermano eran escasos, pero muy efusivos. 

    Estando en su terruño, recibía numerosas invitaciones para dirigir la Sinfónica Nacional. No por mala voluntad sino por interminables compromisos previos, nunca podía aceptar. Le hubiese encantado hacerlo, pero su agencia de promociones le tenía siempre reservada una muy apretada agenda. Gervasio se quejó, y finalmente un diciembre, para unos días antes de las Fiestas Navideñas, se programó una actuación en su urbe natal. Él propuso hacerlo gratuito, pero las autoridades (Ministerio Nacional de Cultura y Alcaldía Municipal de la ciudad capital) le rogaron encarecidamente poder cobrar una colaboración mínima destinada a una obra caritativa: un hogar de huérfanos que recientemente había sufrido un pavoroso incendio. Gervasio aceptó de muy buen grado. El público, al saber de su presencia en esa actuación esperada por años, agotó las entradas en dos días. La suma recaudada no era poca; serviría para la reconstrucción del hogar destruido. 

    Aprovecharía la estancia en la ciudad visitando viejos amigos, para estar con su familia y para ensayar algo con la orquesta. Como el tiempo no daba para mucho, se comprometió a dirigir solo una obra. Para el caso, aunque no fuese la más propicia para la época, eligió la Obertura de la ópera “Las bodas de Fígaro”, de Mozart. Fragmento insigne, representativo por antonomasia del período clásico europeo, razonó que eso no podía dejar de gustarle a nadie. 

    Llegó al país el día 20 de diciembre. Su hermano Asdrúbal fue a esperarlo al aeropuerto. Sabiendo que éste no disponía de un gran presupuesto, Gervasio pagó el taxi hasta la casa, dejando una generosa propina al conductor. Sin perder mayor tiempo, luego de instalado con su pequeño núcleo familiar -los padres habían fallecido hacía años-, los dos días siguientes ensayó toda la tarde con la orquesta.

    El día 23 era la presentación. La orquesta, que ya tenía ensayada la obra hacía tiempo, bajo la batuta de Gervasio logró una compaginación perfecta. Su oído absoluto le permitía escuchar el más mínimo error de algún instrumento; siendo un exquisito de la afinación, de la pulcritud de las formas así como de la expresividad más profunda, con pocos ensayos la orquesta logró un nivel de perfección pocas veces visto. Uno de los violines dijo que resultaba un honor ser dirigido por un director de ese quilate. “¡Hasta nos pagan por esto!”

Toda la familia de Asdrúbal, es decir: su esposa y sus dos hijos -que odiaban la música clásica- irían a la gala. Además de la participación de Gervasio como director invitado, la presentación de la orquesta contemplaba otras obras, más propicias para la ocasión: villancicos y tonadas navideñas, alguna música ligera, un samba brasileño, un tango argentino. Gervasio cerraría la noche. Pero algo pasó ese mediodía, cuando se disponían a almorzar.

    El director sufrió un paro cardíaco. Tuvo que ser llevado de urgencia a un hospital. Aún en estado grave, pudo decirle algo a su hermano. Con lágrimas en los ojos, se dirigió a Asdrúbal explicándole que no podía quedar mal con el público, que hacía años que quería regalarle esto a su ciudad, que desde meses atrás ya había concretado la presentación de esa noche, y que por favor, “hermanito gemelo, esta noche vas a dirigir la orquesta”. . 

Asdrúbal quedó petrificado. “¡¿Cómo?! No, Gerva. ¡Imposible! ¿Cómo voy a dirigir yo?”

    Con voz entrecortada, mientras lo llevaban en la camilla, el director alcanzó a decir: “En mi pantalón azul está el teléfono de U., el contacto. Hay que mover un poco los brazos ante la orquesta y ya…” No pudo seguir hablando. Las enfermeras alejaron a Asdrúbal, quien quedó de una sola pieza. Justo en ese momento sonó su teléfono. Era U., el empresario de la ciudad que había arreglado los contactos. Con voz melosa preguntó: “Usted perdone, pero como su hermano me dejó su número, y yo lo llamé varias veces a Gervasio sin respuesta, pensé que algo había pasado. ¿Está él por ahí?”

    Resuelto, sin pensarlo dos veces, Asdrúbal respondió con firmeza: “Sí, es que mi hermano ahora no puede atender, pero ya confirmó que hoy estará por allá”. Casi con picardía, agregó: “Me dijo que por nada del mundo querría fallar”. “Perfecto, de acuerdo. Lo esperamos a la hora convenida. Y usted, por supuesto, también está invitado”, agregó con cortesía el administrador.

    Asdrúbal quedó mareado. Entre el estado de salud de su hermano y el compromiso que acaba de tomar, sentía que la vida le iba a estallar. Pensó en salir corriendo, pero… ¿hacia dónde? Ahora no podía dar marcha atrás con lo del concierto de la noche. Le daba vergüenza reconocer la decisión tomada ante su esposa; lo trataría, como de costumbre, de imbécil. No decirle, tampoco era posible. Pensó en el día siguiente, cuando ya todo estuviera terminado y pudiera ocuparse del estado de salud de Gervasio. Pero la realidad era otra: ahí estaba el director en una sala de cuidados intensivos dejándole una tarea imposible de no cumplir, y ahí estaban su esposa y sus hijos, quienes no podrían entender que él se hiciera pasar por director de orquesta. 

    Cerrando los ojos, tomando valor, con una voz apenas audible, le contó a su cónyuge lo acontecido. Ella, contrariamente a lo que Asdrúbal suponía, lo felicitó. “¡Gran hermano! Hiciste lo correcto”. Eso lo llenó de energía. 

    Mientras su núcleo familiar permanecía en el hospital a la espera de novedades, él marchó a la casa. Nunca había usado un frac; de hecho, le parecía ridícula esa vestimenta. Gervasio lo había dejado correctamente colgado en su habitación, listo para la función de la noche. Le sentó perfectamente, porque ambos hermanos seguían siendo idénticos. Ya era media tarde, por lo que decidió marchar al teatro. Como no tenía para un taxi, tuvo que ir en transporte público.

    Todo el mundo, cargado de regalos como es lo típico para esa época navideña, no dejaba de mirarle con sorpresa. “¿Sería un chiste? ¿Una curiosa publicidad? ¿Un loco escapado del manicomio?”, se preguntaban los pasajeros. Asdrúbal tuvo que poner su mejor cara de desentendido (de tonto) y mirar el techo del vehículo todo el recorrido para no encontrar las miradas de la gente. 

    Llegado al teatro, lo saludaron en francés. “En español. En español está bien”, se apresuró a responder. Comenzó a sentir que le gustaba mucho su papel. Al rato vino el concertino a saludarlo: “¡Un gusto, Maestro! Entonces, arrancamos en piano ma non troppo y luego el tutti lo atacamos en fortissimo, para lograr clima, tal como quedamos en los ensayos, ¿verdad?” Sin siquiera dudarlo, la respuesta fue inmediata: “¡Por supuesto!”

    Vio que el papel a actuar no era tan fácil, por lo que se le ocurrió algo para salvar la situación. “Como suelo hacer siempre en mis conciertos, prefiero quedarme en silencio, concentrado, y en una habitación yo solito, hasta el momento de entrar en escena”. Los rodeantes se miraron algo sorprendidos, pero no dudaron en consentirlo. “Por supuesto. Como usted diga, Maestro”.

    Sintió que respiraba. Quedó solo en un lujoso cuarto, pequeño, muy bien iluminado. Una mujer, con ceremonial respeto, le ofreció algo de tomar. “Jugo de tomate” pidió. Sabía que esa era una bebida preferida por su hermano. 

    Entre sudores fríos, un ensayo mental de qué haría ya en el escenario, las hipótesis que barajaba por si se descubría todo, y la seguridad que estaba actuando en lo correcto, llegó el momento en que tocaron a la puerta para avisarle que era su turno. 

    Salió a escena. Los músicos se pusieron de pie para recibirlo, y el público comenzó a aplaudir rabiosamente. La sensación que tuvo el impostor director fue fabulosa. Una bocanada de seguridad, de energía. Envidió a su hermano, que vivía esas situaciones continuamente. “¿Por qué a mí me tocó ser un empleaducho?”, se maldijo, al mismo tiempo que pensaba aprovechar al máximo los pocos minutos que duraría su actuación. Esa tarde, mientras se ponía el frac, buscó alguna información en internet sobre la obra que ahora iba a dirigir. Felizmente era corta: no más de cinco minutos. No era particularmente complicada; al menos, eso creía viendo alguna grabación de su hermano que encontró por allí. 

    Tenía alguna idea, muy parcial, de lo que hacía un director delante de la orquesta. Igual que Gervasio, dirigiría con batuta (así se lo había visto hacer a su hermano). Los nervios lo tensaban, pero juntó fuerzas, y la ejecución comenzó. Como era una muy acompasada orquesta con largos años de ensayo, las cosas salieron bien. Algún músico tuvo una rara sensación, porque el director parecía excesivamente histriónico. De todos modos, eso no impidió una brillante interpretación. En realidad, nadie sospechó nada. Los aplausos se prolongaron interminables. Tal como había visto hacer en algunos videos, y también a Gervasio, Asdrúbal saludó con un apretón de manos al primer violín, hizo poner de pie a todos los músicos, y saludó reiteradas veces con profundas inclinaciones de cabeza. No hubo bis, con lo que los integrantes de la orquesta quedaron sorprendidos: habían ensayado dos obras más, que inexplicablemente no se ejecutaron. Cuando ya luego de la función los organizadores le preguntaron el porqué de ese rápido retiro sin interpretaciones fuera de programa, dijo con nerviosismo: “en otro momento se los voy a explicar”. La terminante respuesta cerró cualquier posterior comentario.

    Ya en el foyer comenzó a recibir innumerables felicitaciones. Quería preguntar por la salud de su hermano, pero no encontraba el momento. Además, eso podía levantar sospechas. Estoicamente soportó interminables apretones de mano y besos en la mejilla. No faltaron reclamos por la falta de bis luego de la Obertura de Mozart. “Ah… ¡un día se los voy a explicar!”, replicaba con una sonrisa cortés. Nadie hizo comentarios sobre la calidad de la audición. “Por lo visto”, pensaba satisfecho, “nadie dudó…O, al menos, si se dieron cuenta, nadie dijo nada”. 

    Gervasio salió muy rápidamente de la internación. En pocos días estuvo recuperado, y antes de las dos semanas, contrariando las indicaciones médicas, ya volaba nuevamente para seguir su apretada agenda. La vida siguió sin mayores variantes para ambos hermanos: el director, cosechando aplausos y viajando profusamente, siempre con muchas mujeres ocasionales pero sin ninguna fija. Asdrúbal, con su impecable bicicleta, continuaba siendo el mismo empleado meticuloso, puntal y servicial (“insufriblemente aburrido”, según su parecer). 

    Un día de tantos -fue un miércoles por la tarde, jornada brumosa y con llovizna- recibió una carta en su oficina de la empresa fúnebre. Su sorpresa fue mayúscula, pero nunca tan grande como la de su jefe y compañeros de trabajo: venía firmada por el Ministro de Cultura y por el Alcalde Municipal. Lo citaban para dentro de dos días al mismo teatro donde se había ofrecido el concierto algún tiempo atrás.

    “¿Se habrán dado cuenta?”, comenzó a preguntarse angustiado. “¿Qué les voy a decir ahora?”, temblaba sudoroso. La gente de la oficina percibió su reacción. Inmediatamente lo apoyaron, le ofrecieron un vaso de agua, le preguntaron qué le estaba pasando. Asdrúbal, tremendamente golpeado, pidió permiso para retirarse. El jefe no pudo oponerse, viendo el estado en que se encontraba, pálido, tembloroso.

    Camino de regreso a su casa iba mascullando qué hacer. Le daba una tremenda vergüenza contárselo a su esposa, porque sabría que le recriminaría -¡por tonto!- el cambio de identidad. “¿Para qué hice eso? ¡¿Para qué mierda habré hecho eso?!”, se recriminaba acremente. “Todo por salvar a ese Don Juan del demonio…”

    Llegó a pensar en suicidarse y no afrontar la situación. “¿Iría preso por usurpador?”. Estaba desconsolado. El día siguiente no fue a trabajar. Inventó cualquier excusa, pidiéndose libres dos días. El viernes, finalmente, no encontrando alternativas, aceptó su “infausta suerte”, como decía, y se presentó en el teatro. Había mucho menos gente que cuando la función de gala aquel 23 de diciembre. Contrariamente, había infinidad de periodistas. Se asustó mucho.

    Aunque lo recibieron con mucha cortesía, nadie le explicó nada de qué se trataba toda esa parafernalia. Lo hicieron esperar un rato en la misma sala donde él había permanecido solo antes del concierto. Luego de un período de angustiante espera, que se le hizo insufriblemente largo, fue llamado.

    Su sorpresa fue mayúscula. Sobre el escenario lo esperaban, en persona, el Excelentísimo Señor Ministro Nacional de Cultura, Dr.…, y una serie interminable de apellidos de distinguidas familias, y el Excelentísimo Señor Alcalde, Don…. Ya ni pudo escuchar los apellidos, porque los fogonazos de las cámaras fotográficas y los reflectores de las cámaras de televisión lo encandilaron haciéndolo trastabillar. Se le otorgó la Medalla al Mérito Ciudadano por haber salvado tan dignamente aquella histórica velada de diciembre, reemplazando a su hermano hospitalizado. 

    El mismo Gervasio, días después del evento, se encargó de esclarecer los hechos, pidiendo que se agradeciera efusivamente en forma pública a su hermano por tamaña valentía.

    Ahora Asdrúbal se hizo amante de la música clásica, y suele escenificar ante un espejo la actuación de un director de orquesta sinfónica. Además, se compró, usado, un bonito frac, con el que se pasa dirigiendo obras clásicas algunos domingos por la mañana. 


 Todos los Derechos de Autor y Propiedad Intelectual, pertenecen a: 

©Marcelo Colussi

Guatemala

Cuento perteneciente a su libro:

"HISTORIAS INSUFRIBLES"

Ilustración: Libre de la Web

Edición: Editorial Atrapados por la Imagen

Abril 2025

Agradecemos a todos nuestros amigos, lectores y seguidores, por sus visitas y valoraciones.


Afectuosamente...


Administración de Atrapados por la Imagen.



Mi Lugar en el Mundo

 




Licencia Creative Commons
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.

domingo, 13 de abril de 2025

" Otoño camino a Cañuelas " .-

Licencia Creative Commons
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.

Serie Jardin Botanico (Informe Isa Santoro) Ana Vaccari





 

Licencia Creative Commons
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.

DOMINGO DE CURIOSIDADES. HOY, HISTORIA DEL JARDÍN BOTÁNICO CARLOS THAYS.

 JARDÍN BOTÁNICO CARLOS THAYS, UN OASIS NATURAL EN MEDIO DE LA CIUDAD.




En el corazón de la ciudad de Buenos Aires, un oasis de paz y belleza espera a los visitantes: el Jardín Botánico Carlos Thays. Este lugar mágico, que alberga una colección invaluable de plantas de todo el entorno, es mucho más que un simple jardín. Es un testimonio de la pasión por la naturaleza, un legado de la historia y un centro de investigación científica.

Hoy vamos a adentrarnos un poco en su historia, y voy a acercarte algunos datos que, tal vez, no conocías.






LOS ORÍGENES

La historia del Jardín Botánico se remonta a 1892, cuando el arquitecto y paisajista francés Carlos Thays, por entonces Director General de Paseos Públicos de la Capital, presentó un proyecto ambicioso: la creación de un Jardín Botánico de aclimatación para la ciudad. Thays, reconocido por su trabajo en la transformación de la ciudad, visualizó un espacio donde la flora del entorno se reuniera en armonía.

El lugar elegido fue el terreno ocupado por el Departamento Nacional de Agricultura y el Museo Histórico Natural, ubicado en la calle Santa Fe, junto al Parque 3 de Febrero. Thays argumentó que la proximidad a los paseos de Palermo y el Jardín Zoológico lo convertían en un sitio ideal para este proyecto.

Tras seis años de trabajo ininterrumpido, el Jardín Botánico abrió sus puertas al público el 7 de septiembre de 1898. Desde entonces, se ha convertido en un ícono de la ciudad, un lugar donde la naturaleza se fusiona con la historia y la ciencia.

EL JARDÍN Y SUS ESPECIES.

El jardín ocupa más de siete hectáreas, y reúne aproximadamente 1500 especies, organizadas según los lineamientos ideados por su creador, Carlos Thays.

Uno de los sectores agrupa en su mayoría ejemplares organizados por su origen geográfico, con especies de Asia, África, Oceanía, Europa y América respectivamente, destacándose el área de flora de las provincias argentinas, por su riqueza e importancia. Entre algunas de ellas figuran especies nativas como tipa, cedro salteño, ibirá-puitá, chichita, quebracho colorado, carnaval y aguaribay.

Otro sector, denominado sistemático, agrupa ejemplares por familia botánica. En su recorrido hay cinco invernáculos, donde se ubican especies con requerimientos ambientales específicos: de propagación, de bulbosas, para cactus y suculentas y el gran invernáculo principal, con una colección de especies tropicales y subtropicales.

Este último invernáculo estilo “art nouveau” fue traído en el año 1897 desde Francia. El mismo representa un importante ejemplo de la utilización de hierro y vidrio en las construcciones de principio de siglo.






UNA BIBLIOTECA BRITÁNICA Y UN JARDÍN DE MARIPOSAS.

Por su extensión, el jardín incluye varias atracciones, además de su colección de 1500 especies. Cuenta con una biblioteca de botánica, tres jardines de estilo (uno francés, uno romano y uno oriental), un herbario, cinco invernaderos, un jardín de mariposas, una gran colección de esculturas y la casona de estilo inglés, en la que se realizan muestras de arte temporarias y talleres. Además, allí funciona también la Escuela de Jardinería del Gobierno de la Ciudad.




LAS ESCULTURAS DEL JARDÍN BOTÁNICO

El jardín alberga una interesante colección de esculturas, de variados materiales y estilos, cuyos motivos evocan a la naturaleza, la historia o la música. 

Ondina del Plata

La Ondina del Plata, es una pieza de sello academicista que, aún cuando evoca a las ninfas del agua de la mitología escandinava, buscó ser un homenaje a la mujer americana. El yeso original de esta obra, realizada mientras el autor se formaba en Florencia gracias a una beca otorgada por Sarmiento, integra hoy el patrimonio del Museo de Bellas Artes de Mendoza. La primera versión en mármol de esta escultura es la que se encuentra emplazada en el centro del la fuente, La Primavera en el Jardín Botánico Carlos Thays.


La Ondina del Plata es una figura de 1,60 metros y evoca a una deidad de la mitología escandinava, que con gesto despreocupado y una leve sonrisa recoge su cabello con la mano izquierda, para evitar que el mismo oculte su mirada con el movimiento de la brisa.



Los Primeros Fríos

Grupo escultórico en mármol realizado por Miguel Blay y Fábregas, catalán nacido en Gerona en 1866, que en 1906 fuera adquirido por Eduardo Schiaffino, fundador del Museo Nacional de Bellas Artes.
Representa a un anciano sentado cuyas manos entrelazadas expresan el crudo rigor del invierno. Junto a él se encuentra una niña recostada en su pecho que alza su mirada hacia el anciano requiriendo protección.




La Loba Romana

La Loba Romana es una de las esculturas que embellecen el Jardín Botánico de la Ciudad de Buenos Aires.  Copia en bronce del original de la Lupa Capitolina, que se creía realizado en época de los etruscos; investigaciones recientes sitúan su origen en el siglo XI a XIII, en plena Edad Media. Según la leyenda, los gemelos Rómulo y Remo, hijos de Marte, fueron abandonados en el río Tíber por orden del Rey Amulio, cuya hija había incumplido el mandato paterno de virginidad. Los hermanos fueron recogidos y amamantados por la loba Luperca y cuando crecieron pelearon por las colinas que sirvieron como terreno de formación de la nueva ciudad, hasta la muerte de Remo a manos de Rómulo.




Canto de la Cosechadora de Antonio Canova

Se trata de una doncella que participa de la cosecha, llevando en sus brazos las mieses recién segadas. Su semblante refleja el regocijo por la abundancia obtenida.

Fue comprada por la Municipalidad y emplazada en el Parque Tres de Febrero el 11 de marzo de 1948. El 12 de noviembre de 1977, se procedió a emplazar la escultura en el Jardín Botánico Carlos Thays para evitar el vandalismo.

Su estilo estaba inspirado en gran medida en el arte de la Antigua Grecia.



Esquines en el Jardín Romano del Jardín Botánico, diseñado por Carlos Thays

La figura de Esquines, tiene el cuerpo cubierto por una túnica. Durante mucho tiempo se pensó que se trataba de Plinio, poseedor de hermosos jardines en su villa en la Antigua Roma. Esa había sido la idea de Carlos Thays al encargar la figura a Europa pero, se supone, le fue enviada otra pieza, copia de una figura del orador griego, similar a la que se encuentra en el Museo Nacional de Nápoles. La falta de certificados de autenticidad puede haber facilitado este malentendido.

Esquines está ubicado en el centro del Jardín Romano, diseñado por Carlos Thays e inspirado en los antiguos jardines romanos de comienzos de la Era Cristiana. Fue un orador ateniense, rival de Demóstenes, que representa el pensamiento griego del siglo IV AC.

Representado de pie, la escultura de la túnica que lo viste sigue dos reglas del arte de la época: la sumisión de la ropa a la forma del cuerpo y la búsqueda de la estilización con base geométrica, que tiene en cuenta a la vez las articulaciones del cuerpo y las texturas particulares de la vestimenta.




L’aquaiolo 

Estatua-fuente en bronce, obra del escultor italiano Vincenzo Gemito.

La obra original se encuentra en L’Aquaiolo Museo Michelangiolesco en Caprese Michelangelo, Italia.

Su nombre significa “el aguatero” y representa a un adolescente desnudo que ofrece beber con un gesto y una sonrisa que van más allá de la oferta del agua. Sobre su cadera derecha lleva apoyado un cántaro que vuelca el agua y sirve como surtidor para la fuente que se encuentra a sus pies. En su mano izquierda lleva un jarro pequeño que ofrece amablemente.





La Venus de Médici, la diosa del amor, la belleza y la fertilidad.

La Venus de Médici es una famosa escultura que representa a la diosa del amor, la belleza y la fertilidad en la mitología romana. También conocida como la Afrodita de Médici, se cree que fue creada durante el período helenístico en la antigua Grecia, posiblemente por el escultor griego Praxíteles.

La Venus de Médici es una escultura de mármol que muestra a una figura femenina desnuda y de tamaño natural. La estatua se caracteriza por su elegante pose, con la diosa de pie, con una pierna ligeramente adelantada y los brazos descansando suavemente a los costados. Su rostro tiene una expresión serena y tranquila, y su cabello está recogido en un moño. La escultura captura la belleza idealizada del cuerpo femenino y ha sido admirada a lo largo de los siglos como una representación de la perfección estética.

La Venus de Médici lleva su nombre debido a su conexión con la familia Médici.



El Mensaje de Mercurio

Obra en resina. Dios romano del Comercio, Mercurio está representado como un joven cuyo cuerpo responde a los cánones de la belleza de la escultura en la Grecia Clásica.

La obra original fue destruida por la caída de un árbol. Por eso se decidió su reemplazo a través de un concurso organizado por el Jardín Botánico, que fue adjudicado a Ricardo Celma y Eduardo Lloreda en el 2006. En la base, la escultura exhibe los símbolos de todas las religiones y el de la paz.

Celma y Lloreda afirman que su Mercurio, de estilo neoclásico y trabajado en resina, "es una creación con todos los elementos del original, como su casco alado o su cetro color oro, pero diseñados de otra manera. En la base de la estatua están los símbolos de todas las religiones y el de la paz". Ese es "El mensaje de Mercurio".




Fuente Decorativa

Una fuente, como elemento arquitectónico de un espacio urbano o doméstico, es un ingenio hidráulico compuesto por caños, grifos o surtidores de agua, y uno o varios pilones, pilas o estanques. Puede tener uso utilitario, ambiental o decorativo.



Columna Meteorológica

 La Columna Meteorológica fue obsequiada por la comunidad austro-húngara al gobierno nacional con motivo del Centenario de la Revolución de Mayo, en 1910, como agradecimiento al país por recibir a centenares de inmigrantes.

La inmigración croata en la Argentina puede dividirse en tres etapas históricas. La primera va desde la aparición de los croatas en este suelo hasta la Primera Guerra Mundial. La segunda abarca el período entre ambas Guerras Mundiales, y la tercera se extiende desde la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días. Si bien la primera y segunda etapa pueden considerarse como inmigraciones económicas, así como la tercera una inmigración política, las tres tienen como denominador común la lucha por la libertad frente al sojuzgamiento ejercido por distintos poderes, haya sido éste el imperio austro-húngaro, la monarquía servia o el actual régimen comunista yugoslavo.

La columna fue realizada por el ingeniero húngaro José Marcovich



Bañista

Representa un desnudo femenino que apoya su mano izquierda sobre un tronco talado mientras la mano derecha sostiene un velo que la cubre pudorosamente. De líneas delicadas, es una obra magnífica en su composición.

Donada por la Sra. María M. Pedemonta, estuvo emplazada en el Parque Tres de Febrero hasta el 29 de diciembre de 1944. En junio de 1965 se trasladó a los depósitos del Departamento Monumentos y Obras de Arte para restaurarla en base antiguas fotografías, ya que la cabeza había sido rota y robada.

Finalmente, el 3 de setiembre de 1970, se colocó en el Jardín Botánico.

CRÓNICA

El hombre que amaba a la Bañista