domingo, 2 de febrero de 2025

DOMINGOS DE CURIOSIDADES. HOY, DETRÁS DE ESCENA DE, "LUNA DE AVELLANEDA", DE JUAN JOSÉ CAMPANELLA

 

"LUNA DE AVELLANEDA", DE JUAN JOSÉ CAMPANELLA.

 

 

Carnavales de 1959. La voz de Alberto Castillo retumba mágicamente en el salón del club Luna de Avellaneda. Hay 400 almas desbordadas de emoción, codo contra codo: cuatrocientas historias de pasiones y milongas, meciéndose al compás del cantor. "Siga el baile", invita Castillo. El público le obedece como a una deidad.

La secuencia, montaje mediante, dura alrededor de siete minutos, suficientes para ocupar el protagonismo narrativo de "Luna de Avellaneda", la película de Juan José Campanella, realizada con capitales argentinos y españoles.

En la evocación de esos siete minutos se dispara el resto de la película. 

 

 

 ¿Qué dijo el director de su película?

 
En una entrevista del año 2009, Juan José Campanella dice lo siguiente con respecto a su filme "Luna de Avellaneda":
“En el 2002, poco antes de empezar a escribir Luna de Avellaneda, decidí volver de Estados Unidos y vivir en Argentina: compro una casa y me mudo. Y si bien el contexto de Luna de Avellaneda está relacionado con lo que estaba pasando socialmente en ese momento en Argentina, en realidad, está hablando del lugar de pertenencia. El personaje de la película nace en el club y ése es su lugar. Esa elección está íntimamente relacionada conmigo: me doy cuenta de que nací acá y de que es inevitable para mí no vivir Argentina. Y no es que vuelvo porque me va mal, al contrario, de hecho, sigo
trabajando en Estados Unidos. Pero el corazón tira, ¡y cómo tira! Si no hubiera vivido afuera quizás no me hubiera dado cuenta de esto, nunca”.

 Campanella habla también de la esperanza
que transmiten sus películas:


“En mi vida no me gusta pensar que los problemas no tienen solución, mucho menos en el cine. Por eso en mis películas no me gusta presentar un problema, por más grande que sea, donde no haya lugar para una mínima esperanza, porque además, el cine, como yo lo concibo, es comunicación y llega a muchas personas, por lo que implica una responsabilidad. Luna de Avellaneda fue estrenada en la época del caos posterior a diciembre de 2001. La película fue declarada de Interés Nacional porque excedió lo cinematográfico, le sirvió a mucha gente que estaba abatida en ese momento para darle esperanza, para tratar de luchar contra el cierre de ‘sus propios clubes de barrio’”.

 

 


 

Juan José Campanella,  describió qué lo sedujo de esa historia para plasmarla en imágenes.

"Es una historia con varios personajes en un mismo ambiente -detalla el realizador-. Tiene una mezcla de humor y dramatismo, que es lo único que nos sale (se refiere al trabajo que realiza con su coguionista, Fernando Castets), no porque lo busquemos. Pero tiene bastante de autocrítico, de reflexivo y de tratar de ver qué nos pasó. Si bien no se deja de hablar nunca del club, la película, desde allí, se abre a otros temas. El film es local en cuanto a su medio ambiente y su lenguaje, pero plantea una discusión que se está dando en todo el mundo: la lucha entre el raciocinio y el espíritu. Sin llegar a la queja: no quisimos enfatizar el desencanto, sino reflexionar sobre lo que podemos hacer con lo que tenemos". 

"Hay un mensaje que es el esfuerzo por no rendirse. Aquí se vivieron situaciones límite que nos hicieron recapacitar como sociedad. Por lo menos durante un año la gente se replanteó si éste es el lugar para quedarse o no. Y sobre este tipo de gente nunca se hace una película".

Cuando le preguntaron, ¿Cuál fue el punto de partida para realizar la película?, respondió:

"Haber conocido el club Juventud Unida de Llavallol. La intención inicial era filmar otra historia, basada en un cuento, sobre dos equipos de fútbol. Investigando para ver cómo se movían los equipos de Primera "D", hablamos con Atilio Pozzobón. Nos dijo que no nos podíamos perder Juventud Unida. En dos visitas descartamos la historia que queríamos hacer y decidimos contar esto. Nos sorprendió lo que los tipos logran en ese club. Es otra Argentina. Nosotros nos enteramos por los medios de cosas de la gente que está en el candelero, que es de cuarta para abajo, y te queda la impresión de que en la Argentina no hay moral, no hay decencia, no hay resistencia. Y conocés gente que, a pesar de todas las contras, no se rinde. Nos dieron ganas de hablar de ellos".


 


Acerca del realismo social, pero distinto del que imperaba en el cine argentino de la época, :

 "En un sentido, sí. La gente del club leía el guion y sentía que habíamos captado todo. Pero el término "realismo" se identifica con los peores aspectos de la sociedad. ¿Sólo es realista lo marginal? No; esa no es la única parte de la realidad".
 

Con respecto a si "Luna de Avellaneda" es una película cargada de nostalgia, respondió:

"No, porque se muestran las actividades que todavía tienen los clubes. Y con buena calidad: te parece mentira que, con los medios que tienen, a dos pesos la cuota -y con gente que no puede pagar- en Juventud Unida logren las cosas que logran. La gran mayoría de los extras que intervinieron en el film, así como la coreografía, es del club Juventud Unida. El nivel que tienen es impresionante. No embellecimos nada. Todos los elementos que se usan en la escenografía se pueden encontrar en cualquier club".
 

Y agregó, "hasta los '70, cuando empezó la decadencia de los clubes, la gente tenía mucho tiempo libre. Trabajaba ocho horas, dormía otras ocho y el resto, hacía vida social. Ahora, al club van los pibes que tienen actividades específicas, o los viejos. Lo que no ves es gente de 40 años jugando a las cartas o haciendo otras cosas. Se perdió el espíritu comunitario.

 
¿Quién  canta en la escena inicial?, le preguntaron a Campanella en una entrevista
 

"En la escena inicial. Obviamente que no es Alberto Castillo sino un doble, pero lo acompaña la orquesta de Jorge Dragone, que fue el acompañante real de Castillo en aquellos años. Canta "Así se baila el tango" y "Siga el baile". 

 Al final de la película, va la música de Jaime Roos mezclando su versión de "Siga el baile" con la de Dragone. Allí se fusiona 1959 con el presente".
 

¿Cómo fue reconstruir un baile de carnaval, casi 50 años  años después?, le preguntaron al cineasta


"Hice un gran trabajo de búsqueda de elementos, personajes. De 400 extras (más la orquesta, los tamborileros y Castillo), 360 son gente de milongas, de club. ¡Los milongueros terminaron esa parte del rodaje llorando! Es que allí estaban sus historias personales de fracasos, de triunfos, de cómo pudieron resistir en nuestros días". 


 



 Al poco tiempo de estrenarse "Luna de Avellaneda" (2004), Le preguntaron a Ricardo Darín, en una entrevista, si consideraba que había cosas que se podían cambiar. El actor respondió:

"La metáfora de la película apunta hacia  lo que puede hacer cada uno. Venimos atravesando etapas en las que por acumulación o por desgaste, por lo que les pasa a los demás o a nosotros mismos, es fácil pensar en que nada conduce a nada. Esa es la demostración clara de que estuvimos al borde de quedar petrificados, incapaces de reacción alguna. La pregunta que me hago es: ¿y no se puede hacer algo? No estoy hablando de que nos tomemos de las manos y salgamos a la calle. Uno, en lo concreto, ¿no puede hacer algo? Lo que pasa es que tendríamos que cambiar la fórmula. Una de las definiciones populares que más circula es "los números no cierran" y cuando se llega a ese punto ya no quedan ni derecho a preguntar ni necesidad del otro de justificarse. Hay cosas que no se miden con matemáticas. No sé si el terreno de lo perdido es el de lo irrescatable. En nuestro país algo perverso está impidiendo que las cosas funcionen y no creo que sea una cuestión de números. ¿No se puede hacer nada..?, como se pregunta mi personaje. Estoy convencido de que se pueden hacer muchas cosas, aunque los números no cierren".

 

 



¿De qué nos habla la película?

 
Uno de los temas fundamentales de "Luna de
Avellaneda"
es la pérdida del lugar de pertenencia. Tanto para Román como para el resto de los socios, el club es una parte esencial de su identidad. Para ellos, ser miembros de Luna de Avellaneda significa pertenecer a una comunidad que tiene como valores fundamentales la solidaridad, la amistad, la honestidad y la confianza. En una época de crisis social, política y económica como la que se vivía en la Argentina. Cuando Campanella comenzó a escribir el guion, el club funcionaba como el único lugar donde estos valores seguían vigentes. Por eso, estos personajes se aferran al club. Si lo vendieran, estarían vendiendo una parte de su propia identidad. Perder el club, equivale a perder el vínculo con la comunidad.

 


 

 La ficción estuvo al borde de convertirse en  realidad, ya que en el año 2016, el Club Juventud Unida de Lavallol estuvo a punto de cerrar sus puertas, debido a las excesivas  boletas de luz y de gas, que les resultaban impagables. Algo que se viene repitiendo desde el año pasado, pero con la salvedad de que han elevado la cantidad de socios , ya tienen 500, y estos siguen colaborando con su cuota social, para que el club siga en pie, así como tantos clubes de barrio que están haciendo frente a los embates de nuestra realidad.

"Luna de Avellaneda" es una maravillosa película de lucha y sentimientos, magníficamente dirigida, fotografiada, ambientada e interpretada, con excelentes actores, que nos recuerda que, incluso, cuando los poderes económicos y políticos nos venden la idea de que no hay más salida que el neoliberalismo, queda la lucha por la dignidad y la justicia social.

 

Si querés ver la película completa , debajo te dejo el link.👇

 

https://atrapadosporlaimagen.blogspot.com/2025/02/cine-para-fotografos-y-algo-mas-hoy.html#comment-form



Idea, Investigación y Edición: Isa Santoro.

Administradora de Atrapados por la Imagen.





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