Tras la cerrada ovación que puso término a la sesión plenaria del congreso internacional de lingüística y afines, la hermosa taquígrafa recogió sus lápices y sus papeles y se dirigió a la salida abriéndose paso entre un centenar de lingüistas, filólogos, eniólogos, críticos estructuralistas y deconstruccionalistas, todos los cuales siguieron su barboso desplazamiento con una admiración rallana en la grosemática. De pronto, las diversas acuñaciones cerebrales adquirieron vigencia fónica: ¡Qué sintagma, qué polisemia, qué significante, qué diacronía, qué centrar ceterorum, qué zungespitze, qué morfema! La hermosa taquígrafa desfiló impertérrita y adusta entre aquella selva de fonemas. Solo se la vio sonreír, halagada y, tal vez, vulnerable, cuando el joven ordenanza, antes de abrirle la puerta, murmuró casi en su oído: ¡Cosita linda!
Mario Benedetti,
Solo un genio como Mario Benedetti, podía escribir algo asi, a pesar de haber leído bastante de su obra este minicuento no lo conocía!!! bien Enrique por el hallazgo tan valioso, lo disfruté y me hizo sonreír como siempre!!!
ResponderBorrarSi, la verdad que si Laura, es un verdadero hallazgo tambien para mi.
BorrarMe alegra que lo disfrutes.
Enrique me encantó, bello texto con un humor tan refinado . Gracias por compartir con nosotros este hermoso cuento de Benedetti.
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