domingo, 3 de noviembre de 2024

DOMINGO DE CURIOSIDADES. HOY. DETRÁS DE ESCENA DE LA PELÍCULA, "NO HABRÁ MÁS PENAS NI OLVIDO"

 "NO HABRÁ MÁS PENAS NI OLVIDO"




Hizo ya 41 años desde que la novela de Osvaldo Soriano llegó al cine. La película fue dirigida por Héctor Olivera en 1983, y el guion fue adaptado por él mismo, junto a  nuestro enorme dramaturgo, Roberto Cossa. 

Existen algunos datos curiosos acerca de la novela de Soriano y de la película que tal vez no conocías...

Pueblo chico, infierno grande.

Osvaldo Soriano  contó años más tarde: “Escribí No habrá más penas ni olvido acá, en 1974, aunque muchos creen que fue durante el exilio. Era un momento difícil de mi vida. Mi viejo se estaba muriendo. Yo estaba muy sensibilizado por ese disparate que ocurría en el país y que nos desbordaba en todos los aspectos: ¿Qué era eso de que Perón bautizara como peronistas a quienes no lo eran y echara a peronistas que sí lo eran? Todo esto, que tiene explicaciones políticas, a mí me parecía poéticamente siniestro. Y decidí trabajarlo en un pequeño pueblito como Colonia Vela”.

La alusión a una probable y falsa creencia sobre la escritura en el exilio obedece a que el libro apareció en 1978, dos años después del golpe militar, cuando Soriano estaba en Francia. El gran conflicto interno del peronismo de los '70 era radiografiado de manera microscópica en el pueblo de Colonia Vela, inspirado en la localidad tandilense de María Ignacia Vela. Soriano había vivido en Tandil durante su juventud.

Los lectores de Italia, Francia y Polonia leyeron el libro a fines de los '70 (mucho tuvo que ver la intermediación de Julio Cortázar, un fervoroso lector de la novela) hasta que Bruguera la publicó en España. Para 1980 llegó la tercera novela de Soriano, "Cuarteles de invierno", también ambientada en Colonia Vela, pero bajo el férreo control de la dictadura. Los libros de Soriano comenzaron a circular en la Argentina de la dictadura en retirada, y fueron best-sellers. A fines de 1982, Héctor Olivera leyó "No habrá más penas ni olvido" y vio que ahí había una película.




El nacimiento de una película.
 
Sin ser nunca peronista, Héctor Olivera había tenido una relación omnipresente con el peronismo por una cuestión generacional. En agosto del año pasado, en la Biblioteca Nacional, en una proyección de, "No habrá más penas ni olvido" por sus cuarenta años, recordó el día de 1946 en que, siendo cadete del Liceo Militar, con 15 años y vestido de uniforme, respondió al timbre un domingo a la mañana. El visitante era un militar que al verlo le preguntó con tono marcial: “¿La señora de Álzaga?” Olivera se cuadró y respondió: “¡Segundo piso, mi general!” El militar sonrió y, con un tono mucho más amable, que desarmó a Olivera, dijo: “Gracias, m’hijo”. Era Juan Domingo Perón. “Comprendí a partir de ese momento que media Argentina se enamorara del carisma de este hombre”, reflexionó el cineasta. 

OIivera contactó a Soriano y el escritor se encontró maravillado ante la posibilidad de que nada menos que el director de "La Patagonia rebelde" adaptara la novela. También se pusieron de acuerdo apenas Olivera sugirió el nombre de Roberto Cossa para el guion. El dramaturgo era un buen amigo de Soriano.

Imágenes fuertes.

La preproducción arrancó con dudas sobre la conveniencia de filmar la novela en ese momento, ante una apertura democrática que, para muchos, implicaba la casi segura vuelta del peronismo al gobierno. Olivera defendió el sentido de la oportunidad, y sostuvo que había que filmar y estrenar antes de las elecciones. Para él, no se justificaba esperar al vencedor de los comicios. Impuso su postura y eso fue lo que, a la luz de la victoria de Raúl Alfonsín, generó la idea de que el film había sido un vehículo para defenestrar al peronismo. "No habrá más penas ni olvido" llegó a los cines el 22 se septiembre de 1983, cuarenta días antes de las elecciones.
 
Algunas imágenes ayudaron a reforzar ese estereotipo. La más citada es la del cuadro con la célebre frase del primer peronismo, “Para un peronista no hay nada mejor que otro peronista”, que se ve atravesado por balazos disparados por peronistas contra otros peronistas. El guion se valió de otra clásica fórmula del General, aquella según la cual “primero está la Patria, después el movimiento y por último los hombres”. La dice el intendente sobre el final (no está en la novela), dirigida al secretario general, y con ánimo de endilgarle el desastre que ha ocurrido: “Acá tiene que haber un responsable, Suprino", agrega, antes de que la discusión se salde con el mismo resultado que en el libro, pero de manera distinta, más cinematográfica (en vez de un balazo, atropellando con una camioneta que había sido de Fuentes).

No menos impresionante, en una película de grandes actuaciones, era la escena de dos matones de derecha que asesinan al aviador Cerviño, y que plasmó la locura del enfrentamiento. Sabiendo que lo van a matar, Cerviño dice: "Viva Perón". El otro replica con la misma frase al disparar. Quien le da la orden a Norberto Díaz es Armando Capó, que diez años más tarde sería el Perón de "Gatica, el Mono" de Leonardo Favio, y que en la vida real militaba en el Partido Comunista.




El rodaje
 
Olivera tuvo a sus órdenes a un fenomenal
ensamble de actores para una película sólida en sus
interpretaciones: Federico Luppi (Fuentes), Rodolfo Ranni (Llanos), Lautaro Murúa (Guglielmini), Héctor Bidonde (Suprino), Miguel Ángel Solá (Juan), Ulises Dumont (Cerviño), Julio de Grazia (García), Víctor Laplace (Reinaldo) y José María López (Mateo). El reparto lo completaron Arturo Maly, Patricio Contreras, Raúl Rizzo, Fernando Iglesias “Tacholas” y Graciela Dufau.

El lugar de filmación fue Capitán Sarmiento, al norte de la provincia de Buenos Aires. A Olivera le llamó la atención que la novela no tuviera un sacerdote, una figura típica de un pueblo del interior. Para evitar esa suspicacia en el público, Cossa propuso no mostrar la iglesia del pueblo. Que estaba ubicada en la plaza principal, donde se filmó gran parte de la película.
Para poder representar los balazos de los tiroteos entre ambas facciones, la producción contó con dos armeros, suboficiales de la policía, que hicieron unos 800 disparos. En la secuencia en que la patota de derecha que dirige el personaje de Maly ataca a tiros la delegación, llegó una camioneta de la Policía Bonaerense. Olivera cortó y le explicó al subcomisario que bajó del vehículo lo que estaban filmando. “¿Son tiros de verdad?”, preguntó. Cuando le dijeron que sí, se fue y regresó con una metralleta, con la que se puso a disposición del director para disparar. 

José Pablo Feinmann homenajeó a Olivera 
 
En el 2001, Feinmann, le rindió un homenaje a Olivera en PáginaI12. Un texto titulado “Nuestro burgués querido”. Allí recordó su aporte a la película: “En 1983 dibujé un torito. Fue así: mi mujer (la mina que me levanté en 1980) es la escenógrafa –junto con Emilio Basaldúa– del film "No habrá más penas ni olvido", que dirige Olivera sobre la novela de Osvaldo Soriano (se refiere a María Julia Bertotto). Ustedes recordarán que –en esa peli– Ulises Dumont anda en un avioncito que se llama “Torito” y tiene dibujado un toro en el fuselaje. Bien, ese toro lo dibujé yo. Nadie lo sabe, ni siquiera Olivera lo sabe y Soriano se murió antes de que se lo contara, ya que demoré tanto en confesárselo que al final me quedé sin tiempo. Mi mujer me había dicho: “Necesito un dibujo para el toro del avión. ¿No querés hacerlo?”. Sabía lo que me pedía. Yo había estudiado dibujo de historietas de pibe y me las arreglo un poco con el lápiz. De modo que dibujé el torito, que es, en verdad, una copia del toro Ferdinando, un cartoon de Disney. Así las cosas, puedo decir hoy: el torito que está dibujado en el avión de Ulises en No habrá más penas... lo dibujé yo. No me disgustaría que se mencionara el hecho en mi epitafio”.
 
 

 
 Estreno, éxito y polémica

En agosto de 1983, la película ya estaba lista para estrenarse, con las elecciones programadas para el 30 de octubre. El preestreno reunió a un buen número de concurrentes. Olivera recordó que lo felicitaron, pero que también le dieron el pésame, porque se descontaba la victoria de Ítalo Luder. En los días siguientes al estreno, Luppi se cruzó con un dirigente sindical que le dijo que le había gustado el film, pero que su personaje era “un ejemplo de lo que no hay que hacer, tirando tiros todo el tiempo”.

El afiche de la película mostraba al personaje de Luppi sufriendo los golpes con manopla del personaje de Maly. “Ni peronista ni antiperonista: un doloroso testimonio de un pasado violento que no debe repetirse”, decía la frase publicitaria. En esos días, recordó Olivera en la proyección en la Biblioteca Nacional, Hugo del Carril lo llamó molesto por el uso de su versión de la Marcha Peronista. La producción había consultado en Sadaic y pagado el canon correspondiente.

El éxito acompañó a la película en el momento del estreno. Más aún: al día siguiente, el 23 de septiembre, el dictador Reynaldo Bignone dio a conocer la autoamnistía militar. Luder dijo que la medida era legalmente irreprochable (en rigor, si la desconocía borraba con el codo lo que había escrito en el decreto de 1975 como presidente provisional), al contrario de Raúl Alfonsín, que prometió su nulidad si llegaba a la presidencia.
 Carlos Ruckauf, candidato del PJ al Senado por la ciudad de Buenos Aires, tildó a "No habrá más penas ni olvido"  de “película gorila” y criticó a Olivera por no filmar sobre los desaparecidos, cosa que hizo en 1986 con "La noche de los lápices". Al director le resultó llamativo que la crítica viniera de quien como ministro de Trabajo había rubricado el decreto de Luder.

También se dijo que los radicales habían financiado la película, lo cual era falso. De hecho, tres semanas antes del estreno de "No habrá más penas ni olvido" había llegado a los cines "La República perdida", el documental de Miguel Pérez, de mirada filoradical, que sí fue un vehículo de la campaña del alfonsinismo.

El 30 de octubre ganó Alfonsín, y fue la primera derrota justicialista en una elección limpia. Ni el cajón quemado por Herminio Iglesias ni mucho menos la película de Olivera explican tanto la victoria radical como la frescura de la campaña de Alfonsín frente a los mismos rostros de la debacle de 1975. Soriano había vuelto del exilio un mes antes del estreno (estuvo de paso en abril del '83 para la Feria del Libro), con sus tres novelas al tope de las listas de libros más vendidos.
 
 

Premio en Berlín
 
La vuelta a la democracia trajo una noticia para la película: fue seleccionada para competir en el Festival de Berlín de 1984. Fue el puntapié inicial para una seguidilla de éxitos del cine argentino en los grandes festivales durante los años '80. Olivera viajó a Alemania Federal con Soriano y Luppi en febrero del '84; una década antes le habían dado el Oso de Plata por "La Patagonia rebelde". "No habrá más penas ni olvido", le valió el mismo premio. El Oso de Oro fue para "Torrentes de amor" de John Cassavetes. El jurado lo presidió Liv Ullmann, y tuvo entre sus integrantes a Mario Vargas Llosa y a la directora germano-argentina Jeanine Meerapfel. Casi al mismo tiempo, el gobierno de Alfonsín liquidó al Ente de Calificación Cinematográfica, lo que marcó el final de la censura de películas en el país.

 
No habrá mas penas ni olvido
 
Se dice que, el título de la novela de Osvaldo Soriano proviene del famoso tango de Alfredo Le Pera y Carlos Gardel: “Mi Buenos Aires querido” (Mi Buenos Aires querido / cuando yo te vuelva a ver/ no habrá más penas ni olvido). Si bien es cierto que se creía que el autor había escrito la novela durante su exilio y, tal vez de ahí la idea, no se ha encontrado ninguna declaración de Soriano que lo afirme, al menos por escrito. 


A modo de conclusión.

Ángel Berlanga, en "Soriano. Una historia"  define así, la novela: “No habrá más penas ni olvido es un clásico que retrata magistralmente los tironeos internos del peronismo en un momento clave de la historia argentina. Pero excede eso, porque despliega un abanico de intereses y conductas posibles del hombre de cara a la lealtad, el compañerismo, el prejuicio, el oportunismo, la valentía y la cobardía, la especulación, la hipocresía, la ambición. El dogmatismo. El absurdo, las pasiones y la lógica de matar y/o morir en nombre de algo que tiene un nombre que se interpreta distinto". Creo que esta definición, cuadra perfectamente con lo que transmitió Héctor Olivera en la película.
 
 



Idea, Investigación y Edición: Isa Santoro.
Administradora de Atrapados por la Imagen.




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4 comentarios:

  1. Me encantó enterarme de estos entretelones. Felicitaciones!

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    1. Gracias, Mari por tus palabras!!! Abrazo inmenso!!!!💜💚

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  2. Excelente trabajo, Isa. Nos ilustra claramente el complejo contexto en el que se escribió la novela, se la adaptó al cine, se la filmó, se la estrenó y recibió los merecidos laureles. Gracias?

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    1. Pablo muchas gracias por tu devolución, me alegro que te haya gustado. Es tal cuál, la película muestra todo el contexto complejo de esa época!! Abrazo grande!

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