ATRAPADOS POR LA IMAGEN
Cuentos y Relatos Presenta a...
patricia balda
"Nueva artista de Atrapados por la Imagen"
en...
"el viejo"
"Cuento inédito para Atrapados por la Imagen"
Ilustraciones realizadas por el dibujante: Lautaro Manes
Edición: Editorial Atrapados por la Imagen
RL-2022-18030193-APN-DNDA#MJ
Registro de propiedad intelectual
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Ilustración: Lautaro Manes |
"el viejo"
Si hay algo que se aprende en la escuela de policía es a aguantar y esperar. Aguantamos la fajina, el baile, el boludeo. Afuera de la escuela se aprende que hay que seguir aguantando. Por eso acepté el traslado de Vidal a Vivorata sin quejarme y cuando la comisaria me dijo: “Oficial mantenga los ojos bien abiertos, lo quiero con los ojos bien abiertos”. También mi compañero me recibió con un discurso sobre la prevención y la confianza. En un momento dijo “Una noche estaremos espalda con espalda y tu vida estará en mis manos y la mía en la tuya”. Hasta se emocionó el viejo y a mí me gustó, hay que estar en la Fuerza para entenderlo. Bueno, la cosa es que cuando pasó lo que pasó ya llevábamos cuatro meses patrullando juntos. Era la madrugada del 8 de diciembre, veníamos de una larga de 24. Faltaban cuatro horas para dejar la guardia. La noche estaba tranquila. El viejo manejaba y yo cebaba unos mates. Llevaba la ventana abierta y el aire fresco me daba en la cara, estábamos positivos veníamos de una buena racha. En ese momento lo único que quería era terminar mi turno, volver a casa, dormir un poco y completar los preparativos. Había invitado al viejo a cenar, por fin iba a conocer a la negra. Lo tenía aburrido de tanto hablarle de ella. Entonces clavó los frenos y yo me tire el agua caliente del mate encima.
-Mierda, ¿qué pasó?
-Poné las balizas pibe, tenemos que cortar la ruta -. Lo dijo sin darme mucha bola cómo si fuera otro, un genio el viejo. Corrí detrás de él y me gritó. -Poné la balizas o querés agrandar la cagada.
Regresé al patrullero, corté la ruta y otra vez corrí detrás del viejo. Él alumbró un bulto que estaba atravesado en la ruta con su linterna y dijo:
-Occiso femenino, adulto.
Siguió caminando hasta el auto, era un Citroën C4 blanco. Yo me quedé junto a la mujer. No podía sacarle los ojos de encima. Era como ver un títere. Sus brazos y piernas hasta su cabeza estaban doblados de cualquier forma. Me agaché para acomodarla y el viejo gritó.
-¿Qué haces pibe? ¡No la toques! ¿Sos boludo?
Yo solo quería acomodarla, era tan feo verla así, y ella era tan joven. No podía dejar de mirarla. Una de sus manos estaba como retorcida. Feo muy feo. La luz de la linterna la hacía brillar, me acerqué y miré mejor. Lo que brillaba era una pulsera. Pensé que tal vez fuera de plata. La luz venía de unas campanitas que colgaban de ella. Te preguntarás como pude fijarme en eso; bueno para no mirar a la mujer con la cabeza reventada en medio de un charco de sangre, toda mal acomodada como un títere que revolearon al piso. Fue en ese momento que se me revolvió la panza y estaba meta hacer arcadas cuando el viejo grita.
-Pibe le vas a lanzar encima. Vení, el masculino sigue acá. Hablale, que no se duerma, no lo dejes solo.
Yo nada, ni una palabra. Vomité a unos metros del auto y cambiamos de lugar. El viejo se comunicó con la comisaría pidió refuerzos, llamó a la ambulancia. Se encargó de todo, un maestro. Cada tanto gritaba
-¡Que no se duerma Pibe, hablale, que no se duerma!
Le obedecí, empecé a hablarle y ya no paré. Le dije algo más o menos así: “tranquilo flaco, el viejo no es un vigi de dos días, sabe lo que hace tiene todo bajo control. Vos tranquilo, todo va estar bien”. Tuve que parar porque empecé con las arcadas. Hay dos cosas que no soy buchón y mentiroso. Me costó, pero seguí. Esta vez le hablé de mí. “De chico quise ser policía, veía un uniformado y quería ser policía. El uniforme, los borcegos, el arma en la cintura y la idea de ayudar me hacían pensar que era el mejor trabajo del mundo. Se lleva adentro, es como creer en Dios se siente o no se siente. Yo entré decidido y bueno flaco a veces se trata de aguantar ¿viste?. Siempre hay alguno que te boludea. Si hacés porque hacés y si no hacés porque no hacés, como en todos lados. -No te duermas flaco el viejo es un campeón todo va a estar bien”. Tené presente que estaba muy nervioso y las cosas se confunden por eso lo que te cuento a lo mejor no es idéntico a lo que pasó. De esto si estoy seguro: al decirle todo va a estar bien volví a tener arcadas y el viejo otra vez al rescate.
-¡Que no se te duerma Pibe!
A falta de tema arranqué a contarle de la Negra, ahora que lo pienso re desubicado estuve. ---Sabés flaco hoy mi novia cumple años, treinta, yo la cargo porque los cumple el día de la Virgen. A veces le digo como una negra tan linda y tan puta pudo nacer el día de la Virgen, se ríe y me mira embobada. Son raras las mujeres, nunca sabés qué es lo que les va a gustar. Espero que la fiesta la haga feliz -. El viejo me dio la idea -Una fiesta sorpresa – dijo -porque cumple treinta y bueno nada, hice como mil horas CORES para juntar la plata”. Eso le estaba diciendo palabra más, palabra menos, cuando llegó la ambulancia, recién ahí respiré. Al flaco lo llevaron al HIGA, a ella a la morgue judicial y yo me alejé a vomitar tranquilo lejos de las miradas de los otros vigis.
Del accidente no hay mucho que contar, lo que sigue es esperar el resultado de las pericias. El siniestro ocurrió cerca de las 4 y 30 de la madrugada, las circunstancias se desconocen, no colisionó con nada, volcó y se fue dando tumbos a la cuneta. Ella salió despedida y el flaco que tenía el cinturón puesto quedó dentro del auto. Él sufrió múltiples fracturas y ella bueno ya te dije feo muy feo.
-¿Qué pasó después?
-Una mano del viejo me trajo de vuelta, apretó bien fuerte mi hombro y dijo.
-Ya está pibe, ya está.
Yo levanté la cabeza y murmuré avergonzado.
-¿Espalda con espalda?
-Sí campeón.
Entonces caminamos hasta la patrulla. No me sentía muy tranquilo pero el viejo acababa de decirme campeón. Pensé que tenía suerte. Sí, suerte. Salimos al mediodía, cuatro horas más tarde de nuestro horario habitual. Antes el viejo se encargó del papeleo, yo cebé unos mates y lo dejé hacer. Me indicó dónde y firmé.
Eran la una de la tarde cuando llegué casa. Después de ducharme me acosté un rato. La Negra no iba a volver hasta la noche, estaba en lo de la madre. A eso de las cuatro llegaron las amigas a preparar el patio y el quincho para la fiesta. Trajeron guirnalda flores y algunas luces. Yo seguía con la panza revuelta y sin ganas de comer. Me preguntaron por el cotillón. Estaba en lo de mi hermana, así que tuve que ir a buscarlo y apurarme porque había que verlo para poder organizar qué le daban a unos y a otros. “Organizarlo, mujeres tenían que ser” pensé. No tardé más de veinte minutos. Regresé con el famoso cotillón y la torta. A las siete trajeron el bufet, lo dulce y las bebidas. Al rato llegó el chico de la música a probar sonido. Recién con la música a todo trapo y las luces encendidas estuve seguro de que la fiesta sería inolvidable.
Eran las diez de la noche cuando llegó la Negra, los invitados estaban en el jardín y el quincho. La casa vacía y a oscuras. Solo la luz de la cocina encendida. Yo miraba la tele con una cerveza en la mano.
-Hola Negrita linda.
-Boludo te olvidaste, te olvidaste, todo el día esperando que me llames - frunció los labios como me gusta a mí y comenzó a pucherear. No pude más, salté de la silla y la abracé.
-No Negrita, no
La di vuelta y su espalda quedó apoyada en mi pecho, entonces dejé de abrazarla, le tapé los ojos con mis manos y la llevé al jardín. Al entrar se oyó
- ¡Sorpresa!
Le dí un empujoncito y se encendieron las luces y el flaco de la música puso nuestra canción y la Negra gritó de alegría y se puso a saltar abrazada a las amigas y yo busqué la mirada del viejo y el viejo me dijo.
-Campeón.
No, no recuerdo en que momento le presenté al viejo. Recuerdo que el cotillón fue un éxito, que bailamos, que hicimos caraoque, trencitos. Recuerdo a la Negra feliz como nunca la había visto y la fiesta creciendo siempre más. Más alegría, más vino, más cerveza. Bailé tanto, salté tanto, que en algún momento de la noche no pude y me senté.
Tengo en mi defensa que había sido un día largo, y por momentos difícil. Estaba, ahí, sentado feliz muy feliz cuando sentí las manos de la Negra en mi espalda. Las manos de la negra como mariposas revoloteando en mi espalda. Me puse mimoso, ella me estaba abrazando. Cruzó sus manos sobre mi pecho y yo las busqué para besarlas y fue ahí en ese momento que escuché: “Mantenga los ojos bien abiertos, lo quiero con los ojos bien abiertos”. Sí en el momento que mi boca lujuriosa en un camino ascendente besaba los dedos, la palma de la mano y la muñeca de la Negra. Hasta llegar a...
-¿No es hermosa? Mirá, mirá como brilla, me la regaló tu amigo.
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Edición: Editorial Atrapados por la Imagen
Junio 2025

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Patricia, un cuento atrapante, sin duda, con un final inimaginable, qué nos deja entrever muchas cosas! Excelente! Felicitaciones y bienvenida a Atrapados!!! 💜💚
ResponderBorrarAlgo para agregar, la ilustración es maravillosa!! Representa absolutamente el cuento, felicitaciones para Lautaro, también!👏🏼👏🏼
ResponderBorrar“Una noche estaremos espalda con espalda y tu vida estará en mis manos y la mía en la tuya” esta frase que tanto emocionó al Joven policía, resume el pensamiento de tantos otros jóvenes que se alistan para ser futuros agentes de policía, pensado en la justicia y perseguir el delito... ¡Pero el final del cuento, le muestra la verdad... su verdad! ¡"EL VIEJO"!. Un cuento realista, aunque sea ficción, un relato maravilloso de Patricia Balda, ilustrado concienzudamente por el lápiz de Lautaro! ¡Gracias por subirse al tren de Atrapados por la Imagen, sean bienvenidos!!!!
ResponderBorrarAtrapante y linda narración!
ResponderBorrarMuy bueno!
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