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domingo, 2 de noviembre de 2025

DOMINGOS DE CURIOSIDADES. HOY, "LA DOLCE VITA", DE FEDERICO FELLINI

 LA DOLCE VITA, EL DETRÁS DE ESCENA DE UNA OBRA DE ARTE


La película La Dolce Vita, dirigida por Federico Fellini en 1960, se erige como un hito del cine italiano y un reflejo profundo de la sociedad romana de la época. La narrativa sigue al periodista Marcello Rubini, interpretado magistralmente por Marcello Mastroianni, quien se encuentra sumido en una búsqueda constante de la felicidad y el sentido de la vida en un mundo plagado de superficialidad y hedonismo. A través de un estilo visual cuidadosamente elaborado, Fellini presenta una Roma vibrante y llena de contrastes, donde los personajes oscilan entre el esplendor y la desilusión.

Estrenada en 1960, La dolce vita es una de esas películas que trasciende el mero entretenimiento. Bajo la dirección del legendario Federico Fellini, la cinta no solo redefinió la narrativa cinematográfica europea, sino que también se erigió como un espejo crítico de la sociedad de la posguerra. Con una Roma vibrante y llena de contrastes como telón de fondo, la película nos sumerge en un universo de excesos, glamur y decadencia..

Hoy en Domingos de Curiosidades, te voy a contar el detrás de la escena de este mítico film italiano.



Datos de producción

La génesis de La Dolce Vita se remonta a una época de efervescencia cultural y social en Italia, donde el cine comenzaba a explorar nuevas formas de contar historias. Federico Fellini, tras el éxito de Las noches de Cabiria, se propuso crear un film que capturara la superficialidad y el hedonismo de la alta sociedad romana, un reto que ejecutó con maestría y audacia. La elección del elenco fue determinante para el éxito del proyecto: Marcello Mastroianni se convirtió en el epítome del periodista desencantado, encarnando a la perfección a Marcello Rubini, un personaje atrapado entre el brillo superficial y una profunda insatisfacción interior.

Inicialmente, se barajó incluso a otros actores internacionales, pero una noche en Roma cambió los planes al descubrir el carisma único de Mastroianni, lo que convenció a Fellini de que era el candidato ideal. Del mismo modo, la actriz sueca Anita Ekberg fue elegida por su presencia magnética y su inigualable capacidad para encarnar la sensualidad, lo que se evidenció en su inolvidable paseo por la Fontana di Trevi. La adición de Anouk Aimée enriqueció el reparto, aportando sofisticación y un aire enigmático que complementaba la atmósfera del film.


El equipo creativo detrás de cámaras también jugó un papel fundamental. El guion, fruto de la colaboración entre Fellini, Ennio Flaiano, Tullio Pinelli y Brunello Rondi, está repleto de episodios que reflejan la fragmentación de la modernidad. La fotografía, a cargo de Otello Martelli, es un elemento esencial, utilizando el contraste del blanco y negro para enfatizar la dualidad entre la belleza superficial y la oscuridad interna. La banda sonora, compuesta por Nino Rota, oscila entre melodías festivas y tonos melancólicos, creando un ambiente que realza la narrativa sin robar protagonismo.

Las localizaciones fueron seleccionadas con un rigor casi obsesivo: desde la glamorosa Via Veneto hasta la emblemática Fontana di Trevi, cada escenario fue elegido para reflejar la esencia de una Roma que se desdoblaba entre el esplendor y la decadencia. El rodaje se realizó en condiciones desafiantes, con escenas emblemáticas filmadas en climas adversos, lo que obligó al elenco a adaptarse, como ocurrió en la filmación de la famosa escena en la Fontana di Trevi durante un invierno riguroso. Estas decisiones y desafíos técnicos no solo enriquecieron la producción, sino que además dotaron al film de un aura de autenticidad y de lucha creativa que sigue siendo admirada por críticos y aficionados por igual.


Una criatura excepcional

-“Eres mi imaginación hecha realidad” le dijo Federico Fellini a Anita Ekberg cuando la conoció, en Roma, en los jardines del techo del Hotel de Ville en 1959. Él había visto tiempo atrás una fotografía suya en una revista norteamericana: “una poderosa pantera interpretando a una joven traviesa, a horcajadas sobre el pasamanos de una escalera”, tal como él la evocaba. Era como si una de sus estrambóticas caricaturas se hubiera encarnado en la figura rotunda de esa mujer nacida en Malmö, Suecia, en septiembre de 1931 y que había sido señorita Suecia en 1950. Tras participar en Estados Unidos al año siguiente en el concurso de Miss Universo, obtuvo un contrato con Universal Studios e inició una discreta carrera en Hollywood que la llevó a hacer parte del reparto de Abbott and Costello Go to Mars (1953) o Hollywood or Bust (1956), mientras se la relacionaba románticamente con Tyrone Power, Gary Cooper y Frank Sinatra. “Dios mío, no me dejen conocerla alguna vez”, pensó en esos momentos Fellini mientras la veía en la revista. Era exactamente como la había soñado, era el personaje de Sylvia convertido en una mujer real. Todo un buen presagio para La Dolce Vita.


Ahora la tenía frente a sí, caminando hacia él. La acompañaba su marido y sus agentes, seres anónimos que parecían desaparecer “como sombras alrededor de un halo de una fuente luminosa”. Anitona, así iba a rebautizarla. Sin embargo la actriz fue muy cortante con él. –“No me voy a acostar con usted”, le dijo en ese primer encuentro. A Fellini no le sorprendieron sus palabras, la belleza de esa mujer debía ser irresistible para cualquier hombre. La actriz quería saber acerca de su papel, sobre si su personaje era positivo, sobre el guion y respecto a los demás actores y actrices que participarían. Fellini tenía pocas respuestas en ese momento.

Anita Ekberg rememora ese día con menos romanticismo: “yo le dije a Fellini: ‘Déjame ver el guion’. Fellini respondió: ‘El guion no existe’. ‘Esta es una payasada’, le dije a mi agente. Fellini me dijo: ‘Mira, te cuento lo que debes hacer y luego escribimos el guion’. ‘Éste está loco’, le dije a mi agente. ‘Si quieres, escribe tú el guion’, dijo Fellini. ‘Está totalmente loco’, le dije a mi agente. La entrevista terminó sin llegar a ningún acuerdo, pero pocos días después Fellini me envió al hotel unas hojitas con líneas de diálogo escritas en un inglés pésimo, horrendo. Las leí y me ataqué de risa. Me dije a mí misma: ‘A lo mejor sería divertido, pero no puedo hacer una película con un loco como este’. Pero mi agente firmó el contrato y me encontré atrapada”.

Ante la insistencia de Mastroianni por conocerla, Fellini lo invitó a unirse a una cena con la actriz, seguro que ambos se causarían una buena impresión, pero no fue así. La frialdad entre ambos era notoria. Mastroianni le comentó que Anita le recordaba a un soldado de la Wehrmacht que durante una redada lo había forzado a subir a un camión en tiempos de guerra. “Después ella me dijo que no encontró atractivo a Marcello. Y él me dijo que no la encontró atractiva. No tuvo importancia. Yo había encontrado a mí Sylvia”, recordaba Fellini en conversación con la biógrafa Charlotte Chandler.

Curiosidades en el rodaje de La dolce vita

El rodaje de La dolce vita estuvo repleto de anécdotas que han quedado grabadas en la historia del cine. Una de las más conocidas es la filmación de la escena en la Fontana di Trevi. Aunque hoy se celebra como una de las secuencias más icónicas, en su realización se enfrentaron a condiciones climáticas adversas: se filmó en invierno y, según cuenta la leyenda, Anita Ekberg tuvo que soportar temperaturas muy bajas, mientras que Marcello Mastroianni tuvo que recurrir a métodos poco convencionales para mantenerse caliente, como el uso de un traje de neopreno oculto bajo su vestuario.


Además, se dice que en algunas noches de rodaje, la ciudad de Roma misma se convertía en un escenario casi mágico, con técnicos y extras contagiados por la atmósfera de bohemia y desenfreno que se respiraba en el set. El ambiente se veía aún más cargado de tensión cuando se descubrió el origen del término “paparazzi”, derivado del personaje Paparazzo, quien fue concebido para ilustrar la obsesión por la fama. Según algunos rumores, el propio Fellini habría ideado este nombre durante un almuerzo con el equipo, en tono de broma, mientras discutían el creciente fenómeno de los fotógrafos que acechaban a las celebridades.

Otra anécdota interesante es la relación casi mítica que se forjó entre el director y el elenco. Se cuenta que en algunas ocasiones, las improvisaciones de Marcello Mastroianni hicieron reír tanto a todos que, el rodaje se demoró, pero estas desviaciones creativas terminaron enriqueciendo la atmósfera del film. Asimismo, el ambiente en el set era tan relajado y a la vez cargado de tensión existencial, que los actores y el equipo técnico compartían confidencias y anécdotas sobre la vida, convirtiendo el rodaje en una experiencia transformadora para muchos.

La logística del rodaje también presentaba desafíos: filmar en locaciones reales del corazón de Roma implicaba lidiar con el tránsito, turistas y las inclemencias del tiempo, lo que obligaba a una planificación rigurosa y a veces improvisada. Estos retos técnicos y humanos se transformaron en leyenda, y hoy en día, diversas publicaciones especializadas recuerdan con cariño y admiración las peripecias vividas durante la producción de La Dolce Vita..

la escena que erotizó el cine clásico

Las salas de cine italianas fueron testigo de aquello en 1960, una escena que marcaría un antes y un después en la historia del cine. Símbolo de un estilo de vida, de una "dolce vita" romana marcada por las exhibiciones mundanas, la decadencia y los excesos. Una cinta que recogió tantos elogios luminosos como críticas y ataques que arremetían contra la supuesta inmoralidad de la película y que hicieron que, el Centro Católico Cinematográfico colgase al filme la etiqueta de "escluso per tutti" (excluida para todos).


La actriz sueca, declararía ya en su vejez: “ La dolce vita sólo existe por esa escena enloquecedora en la que estábamos Marcello y yo. Más yo, en verdad, que él”. 

Aunque ciertamente la mayoría sólo recuerda esa escena, la cinta de Fellini fue todo un éxito de crítica, se llevó la Palma de Oro en Cannes y el Oscar al mejor vestuario.



ESCENA FINAL

El equipo se trasladó a Passo Scuro, a treinta kilómetros de Roma, a filmar la escena final en la playa. 
Para representar al monstruo marino que emerge del mar frente a los atónitos asistentes, Fellini consiguió una raya gigante. Filmó sus ojos acuosos y la textura blanda de su cuerpo en primer plano y recurrió a un modelo construido por Gherardi solo para un breve plano de lejos. La idea era condensar en esa misteriosa aparición, el abismo al que se precipitaba Marcello luego de la muerte de Steiner y la crisis de sus esperanzas. Pero, al mismo tiempo, Fellini conjugaba un retrato del presente, al citar de manera indirecta un caso policial que había sacudido a la opinión pública hacía unos años. La aparición del cadáver de Wilma Montesi, una joven de 21 años, en una playa de Ostia, que había concluido en un juicio con acusaciones a figuras del gobierno y el jet set. Ese recuerdo ominoso sobrevolaba en el final de la película, condensando la muerte de la inocencia bajo el peso implacable del poder y la indolencia.


Esa criatura marina gigantesca varada en la playa, que Marcello compara con el Leviatán, es una metáfora que subraya, el sentimiento de desolación y la pérdida de rumbo del protagonista. Finalmente, un encuentro con Paola, una joven camarera que había conocido anteriormente, ofrece un atisbo de esperanza. Sin embargo, Marcello es incapaz de escucharla, simbolizando su desconexión total del mundo y de sí mismo.

La música de Nino Rota, innovadora en el uso del Cordovox, un órgano eléctrico cuyo sonido se convirtió en distintivo del universo de Fellini, selló el ambiente fascinante y absurdo de esa playa solitaria, en la que Marcello intentaba comunicarse con una joven que le hacía señas a la distancia. Ese clima de seductor libertinaje, ese saboreo de una inconsciente agonía que se hacía tan inminente como placentera, resultó decisiva para la suerte de la película. Cuando se proyectó para los productores, todos quedaron encantados, nadie creyó que podía resultar ofensiva. Se proyectó el estrenó en toda Italia para el mes de febrero de 1960 y en Milán, la ciudad de Angelo Rizzoli, se daría gratuitamente en el cine Capitol Cinema. Fellini tenía las mejores expectativas porque no podía imaginar nada de lo que vendría.


"¿Sabe lo que la alta burguesía milanesa no pudo tolerar?", dijo Fellini a un periodista tiempo después. "La escena de la orgía. Los trastornó. Sufrieron una lenta agonía al verse a sí mismos en el espejo".

La Dolce Vita no solo desafió las normas cinematográficas de su tiempo, sino que también planteó preguntas profundas sobre la naturaleza del éxito, la búsqueda de sentido y la moralidad en una sociedad cada vez más superficial. A más de seis décadas de su estreno, la película de Fellini sigue siendo una obra maestra, celebrada por su audacia artística y su poderosa narrativa.

Idea, Investigación y Edición: Isa Santoro
Administradora de Atrapados por la Imagen



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2 comentarios:

  1. Amiga, este texto sobre La Dolce Vita está buenísimo. No solo cuenta la historia detrás de la película, sino que te hace sentir como si estuvieras ahí, viendo cómo Fellini daba forma a una obra que terminó marcando al cine para siempre. Me encantó cómo mezcla datos curiosos del rodaje —como lo que pasó con Anita Ekberg en la Fontana di Trevi o cómo nació la palabra “paparazzi” Gracias por tu trabajo, que siempre espero con mucha alegría!!!

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    1. Laura, amiga, qué linda tu devolución, la verdad es que fue atrapante para mí, también, ver cómo se fue forjando esta obra de arte del cine italiano, nada menos que de Federico Fellini. La verdad es que descubrí detalles que no imaginaba. Me alegra muchísimo que te haya gustado. Sinceramente amo hacer este segmento de Domingos de Curiosidades. Gracias por darme el espacio y la libertad para investigar cada cosa que pasa por mi cabeza. Atrapados, atrapa...💜💚

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