En el cine los hermanos Coen o Tim Burton homenajean visualmente a Kubrick y no es menos cierto que muchos fotógrafos lo han hecho siguiendo la esencia sus películas. Las poderosas imágenes que nos brindó en la pantalla grande también lo son cuando vemos los resultados de su Leica III cuando decidía salir a disparar sobre la Nueva York de la década de los años cuarenta.
Se puede decir sin vacilación alguna que Kubrick nació fotógrafo y luego se convirtió en director de cine. Después de vender una fotografía de un vendedor de periódicos con el corazón desgarrado al reaccionar a la muerte del presidente Franklin D. Roosevelt por veinticinco dólares, trabajó durante cinco años para la conocida revista The Look, publicación que estuvo activa desde 1937 a 1972.
Dicha revista ayudó a desarrollar la mirada de este genio. Entre 1945 y 1950 Stanley Kubrick trabajó como fotógrafo en su plantel. No era por supuesto el famoso director de cine, era Stanley, el adolescente del Bronx con una misteriosa sensibilidad fotográfica. Solo tenia 17 años.
Con frecuencia su cámara se enfocaba sobre su ciudad natal, obteniendo inspiración de la variedad de personalidades que vivían en sus espacios. Fotografías de nightclubs, escenas callejeras, eventos deportivos, fueron sus primeras imágenes publicadas.
En esos trabajos Kubrick capturó el sentimiento de la vida cotidiana de un modo que contradecía su poca edad. Las colecciones del Museo de la Ciudad de Nueva York guardan 129 series de trabajos para la revista de este gran fotógrafo, estas incluyen mas de 15.000 imágenes individuales, la mayoría nunca se publicó. En 1953 el fotógrafo decidió abandonar su cámara de imagen fija por otro dispositivo capaz de captar 24 imágenes por segundo: el cinematógrafo. “Fear and Desire” fue su primer largometraje, un precedente de todo aquello que estaría por llegar.
Los aficionados a sus películas sabemos la capacidad que poseía para crear planos cinematográficos únicos. Sin embargo, esa habilidad, en muchas ocasiones, es producto de haber desarrollado lo que algunos llaman “ojo de fotógrafo”. Es decir, saber interpretar adecuadamente qué plano es el idóneo en según qué tipo de situación.
Kubrick no fue menos, y su particular punto de vista está también influenciado por diversas cualidades a lo largo de su trayectoria. No se nace sabiendo dónde hay que poner la cámara, y el director es un ejemplo de cómo incluso los más grandes referentes empezaron desde abajo.Sus imágenes no se hicieron populares hasta después de su muerte gracias a Rainer Crone, quien había pedido permiso al director para indagar entre sus negativos y archivos fotográficos. Pero la búsqueda no iba a ser tan fácil, ya que según explicó Crone, el norteamericano no tenía ninguna copia de los negativos realizados durante su época como reportero. Después de doce años de investigación, se descubrió que gran parte del material que representaba la etapa de Stanley Kubrick como fotógrafo había sido donado por la revista en la que trabajó al Museo de la Ciudad de Nueva York.
“Creo más en captar la acción espontánea que en la representación cuidadosa de una imagen, es el más válido y expresivo uso de la fotografía”, palabras del propio Stanley que nos hacen comprender qué tipo de fotografía es la defendida por el autor: la callejera, aquella que se presta al libre albedrío y azar de los acontecimientos.





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