Editorial Online de Atrapados por la Imagen Presenta: EL BANCO VACÍO

 

Queridos amigos, nos complace compartir una nueva obra literaria de Pedro Pablo Lilli, fotógrafo destacado de nuestra comunidad, quien se sumó, a nuestra  Editorial Online, Espacio Literario para nuevos autores, con su obra "La oportunidad"

Hoy  los invitamos a disfrutar de esta nueva presentación;  un  nuevo relato de su autoría, 

"El banco vacío".

Agradecemos a todos por su constante apoyo y valoración.

¡¡Felicitaciones  y éxitos Pablo!!

Muchas gracias por esta nueva entrega.

Afectuosamente.

Tesi Salado

Luisiana Ayriwa

Laura Jakulis

EL BANCO VACÍO

Una tarde, a principios del verano, un hombre de piel ajada y ojos tristes, se sentó en un banco de la plaza. Permaneció inmóvil, la mirada fija en el infinito, hasta quedar disecado al sol.

Ni perros, ni pájaros ni vándalos lo incomodaron mientras permaneció vivo. Tampoco después de muerto. Las hormigas, por ejemplo, al chocar con su pie inmóvil, bordeaban la suela para no lastimar el cuero del calzado.

Pasaron las estaciones y el inicio del nuevo verano lo encontró compuestamente sentado. La piel ajada, los ojos tristes con la mirada fija en el infinito.

Una noche de ese verano salí  alcoholizado de una fiesta. Me había hastiado tanta frivolidad e ignorancia. El Maestro, como se referían al homenajeado, era un pintor, arrogante, fatuo, que debía su inmerecida reputación a la fortuna del suegro. Era éste quien pagaba todas sus muestras con agasajos y compraba todos los premios. Terminados los discursos, los aplausos y los canapés, robé una botella de espumante y busqué, en la confusión de invitados, espejos, camareros y cortinados de  voile, a una conocida, con la que nos debíamos un encuentro íntimo. La ví salir a un balcón, copa en mano, con el galerista más importante de la ciudad. Antes, me sonrió, buscando complicidad. Los pintores ciertas cosas las aceptamos. Especialmente los que no tenemos nada que ofrecer ni nada que esperar.  Bajé a la calle. Había una linda luna y un campanario sonó la medianoche.

Cuando llegué a la plaza me senté junto al hombre disecado, de piel ajada y ojos tristes. Abrí el espumante e, indiferente a que no aceptara beber conmigo, le conté de mí. Parecía escucharme interesado; los ojos tristes, la mirada fija en el infinito. No es fácil encontrar quien te escuche. Especialmente los que no tenemos nada que ofrecer. Hablé sin parar como un obseso. Me prodigué en confesiones y justificaciones. Me desahogué. Bajé la guardia. Lloré. Le pregunté si creía y en qué creía… Borracho como estaba, le pasé el brazo sobre la espalda. Tomé aire y comencé a cantar entre sollozos. El me escuchaba en silencio. Me dormí sobre su hombro y, al despertar, era casi mediodía.

Se lo llevaron al llegar el otoño, un día que yo no estaba. Aseguran que lo atesora un museo inglés.

Ni perros, ni pájaros ni vándalos profanan el banco vacío. Las hormigas, por ejemplo, continúan por el sendero que bordeaba la suela de su zapato.

Pedro Pablo Lilli - Octubre, 2020.