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lunes, 19 de octubre de 2020

Editorial Online de Atrapados por la Imagen Presenta: LA OPORTUNIDAD

 











Queridos amigos, estamos muy felices y agradecidas por la respuesta y el apoyo constante  recibido de parte de nuestro lectores online, y de toda la comunidad de Atrapados, a nuestro Espacio Literario, que sigue creciendo. 


Nos complace presentar,  a través de la Editorial Online de Atrapados por la imagen, en el segmento Cuentos y Relatos: "La oportunidad ". Una obra literaria de Pedro Pablo Lilli, autor destacado  de nuestra comunidad, que desde hace mucho tiempo comparte sus imágenes en el blog. 


Hoy, en este espacio exclusivo para nuevos artistas, amantes del arte literario, nos concede el gran honor de publicar un cuento de su autoría.



Pablo estamos muy felices por esta nueva propuesta,  que revela tu mirada creativa. 


Gracias por haber confiado, una vez más, en Atrapados.

Te deseamos el mejor de los éxitos, y ojalá este sea solo el inicio de un gran proyecto en común.


Con mucho afecto.

Laura Jakulis

Tesi Salado

Luisiana Ayriwa


LA OPORTUNIDAD


I


Entregó las llaves de la camioneta al valet del garaje del edificio y, ya en el ascensor, decidió que pedalearía hasta la hora de cenar. En el departamento no había nadie, Sandrina y los chicos estarían por llegar.

Se preparó un té, un earl grey, que bebió  a pequeños sorbos, mirando el río por la ventana de la cocina. Probó una porción del crujiente  strudel que su mujer, según la tradición familiar, preparaba los días jueves con la receta de la abuela. Descolgó, luego, la bici del pequeño placard, hecho a medida en el ingreso, se colgó una mochila ya armada con anterioridad y salió.
-¡Mutis por el foro!, pensó. Sintió placer pedaleando.  -Tendría que haberlo hecho antes... En los años transcurridos en el Golfo Pérsico era su rutina diaria salir a pedalear después del trabajo. Planeaba, ya entonces, cubrir Buenos Aires-Puerto Montt en bicicleta.
La cálida luz del atardecer que se reflejaba en los edificios, los semáforos cambiantes, las vidrieras que se iluminaban, los pasantes que salían de las oficinas , invitaban a continuar, alejándose del centro. 
La noche lo alcanzó, cruzando la última calle de la ciudad. Se detuvo más adelante, en una YPF. Fue al baño y aprovechó para recargar la botellita de agua. Tomó el celular, que estaba apagado, e hizo una llamada.








II

No lo veía desde aquella cena en mi casa de Amsterdam, cuando yo había iniciado a embalar mis cosas para regresar a Argentina. Me lo había presentado, diez años atrás, un amigo en común.
-Fijate si podés darle una mano: está pasando un momento difícil, sin trabajo, con dudas, desorientado-, dijo, al recomendármelo.
La empresa holandesa de Ingeniería para la que trabajaba desde mi graduación, tenía obras desparramadas por todo el mundo.  Logré incorporarlo a una, en   Etiopía, donde  yo era el Vice Director. Luego se sucedieron otras en los países del Golfo Pérsico. Nuestra amistad se fue forjando compartiendo esos años importantes de nuestras vidas. Éramos jóvenes, motivados por trabajos de gran envergadura, con responsabilidades crecientes y con ingresos muy por encima de la media.
Yo no tenía ninguna relación sentimental estable y él, por el contrario, había dejado mujer y dos hijitos en Buenos Aires.
Nos perdimos de vista cuando él  volvió junto a los suyos y yo seguí con esa vida, con base de apoyo en Holanda. Ahora estaba cansado, disponía de discretos ahorros y me preparaba para regresar a Mendoza con la idea de construir y explotar un complejo turístico.

Guardaba un inquietante recuerdo de aquella noche. Él estaba de paso por Amsterdam, por motivos de negocios. Lo invité a cenar a casa. Compré unos shawarmas de cordero espectaculares que hacían en la rotisería árabe de la vuelta y un par de botellas de un excepcional Malbec mendocino. La velada  transcurrió repasando las tantas anécdotas que nos ligaban. Hilarantes, conmovedoras y, por último, las de secreto-guardar. Inevitablemente, recordamos a Cory y la fiesta de despedida cuando nuestra colega chilena decidió volver a su Puerto Montt. -El nuestro no era un ambiente para ella, dije, tratando de resultar convincente. -No, no lo era, suspiró dolido.
Le pregunté por sus negocios. Tras un momento de silencio, en el que lo noté pensativo, comentó haber cerrado un Contrato con una distribuidora de insumos farmacéuticos.  - Están interesados en Medio Oriente y Latinoamérica ….
-Bueno, todos países donde sabés cómo moverte... -Así es!- respondió chasqueando complacido la lengua, tras un sorbo del Malbec. -No serán los shawarmas que hacía Ahmad, pero no tienen nada que  envidiarles, dictaminó. 

Brindamos por mis cabañas en los Andes y por su nueva actividad. -¡De construir diques y puentes, a vender insumos farmacéuticos!- lo insité a hablar, sonriendo intrigado, después de que habíamos vaciado las dos botellas de Malbec y un porrón de ginebra. Su mirada tomó un brillo inusual -Sangre-, precisó, con desafecto. -La guerra necesita, fundamentalmente, dos cosas: armas para pelear y sangre para los heridos. La guerra ofrece excelentes oportunidades.






III

Un par de años después de mi regreso a Mendoza, durante los cuales no nos vimos, me llamó. Le comenté que mis planes no habían salido como esperaba y que estaba buscando alternativas. Sin dejarme agregar palabra, me pidió que fuera a verlo la semana próxima. Que tenía una propuesta. No podía adelantar nada, pero era una oportunidad.

La cálida luz del atardecer que se reflejaba en los edificios, los semáforos cambiantes, las vidrieras que se iluminaban, los pasantes que salían de las oficinas , invitaban a caminar las cuadras que separaban la estación del subte del suntuoso edificio donde me había citado. Las recorrí a gusto, casi olvidando la pregunta que me obsesionaba desde su llamada: ¿cuál sería esa propuesta? La oportunidad. Esperaba solo, que no fuera  algo relacionado con la guerra o similares.
Durante el viaje en ómnibus desde Mendoza, mil ideas bizarras se me habían cruzado por la mente: ¿si en vez de sangre era droga? ¿Y si la propuesta  fuese vender armas? ¿O ingresar en el  narcotráfico? Imposible: él me conocía bien. No se atrevería. Es más, en aquellos años en Medio Oriente nos habían ofrecido participar en todo tipo de tráfico, cosa que nunca habíamos tomado en consideración. Ninguno de los dos.
Yo estaba atravesando un momento difícil. Solo, sin trabajo, con dudas, desorientado. Esa llamada colma de conjeturas, me había hecho bien. ¡Las vueltas de la Vida!, pensé.

IV

Me recibió, el hijo mayor, un muchachito verdaderamente simpático. -Papá estará por llegar. Evidentemente salió con la bici, porque no la veo-, dijo señalando un pequeño placard, hecho a medida en el ingreso, -no la usa nunca y Mamá quería mandarla al garaje.
Media hora después llegaron Sandrina y el hijo menor. Miré a los tres atentamente. Yo había escuchado hablar mucho de ellos. Y ellos de mí.
-Papá contó que eras domador de camellos. Entre las risotadas nos acomodamos en la sala, decorada con gran gusto (recordé que Sandrina era arquitecta). -¡En serio! Me mandó una foto con vos, que llevé a la escuela.
Se sentaron curiosos frente a mí. Los recordaba en una fotografía familiar, en la playa. Los chicos con palita y baldecito, la mamá abrazada al papá. Ella, sonriente, estaba en bikini, con el cabello suelto.
Tuve el gusto de contarles  las obras importantes que habíamos hecho juntos, los países lejanos donde habíamos trabajado, sus usos y costumbres más divertidos. Reconocí un plato de cobre grabado, colgado en la pared. Yo tenía uno igual. Los habíamos comprado en Bagdad antes de la Tormenta en el Desierto, la guerra contra Saddam Hussein. El mayor nos sirvió un earl grey tea con un strudel crujiente y especiado. -Lo hice yo-, dijo Sandrina. -¿A ver si te gusta? Por lo visto, tu amigo lo probó y ¡salió disparado en bicicleta!-, rió.
Mientras lo esperábamos, fumamos varios cigarrillos y conversamos amenamente mirando, de tanto en tanto, el reloj. A los celulares no respondía. A ninguno de los dos.
Sandrina se acomodó mejor en su poltrona. -Llevamos una vida de locos-, dijo con hartazgo. -Nos vemos poco. Yo con mi trabajo, él con sus negocios. Arqueé las cejas, interrogante y ella agregó -¡ya ni sé en qué anda! Viaja permanentemente: México, Colombia, Brasil...ahora quiere hacer algo en Ciudad del Este. Se frenó de golpe y, ojos a los ojos, nos leímos consternados el mismo inquietante pensamiento. Desarmé nuestra incomodidad, preguntando -¿no viajó más a los países del Golfo? -Poco-, se acomodó un mechón detrás de la oreja con un gesto instintivo y continuó - en sociedad con unos árabes, compró un complejo residencial en Uruguay, pero no sé bien en qué quedó eso. Sus lindos ojos verdegris, adquirieron una expresión resignada, -en las vacaciones ¡pocas! elegimos otros destinos. Lejos de aclararme las ideas mis conjeturas aumentaban y, con ellas, mi ansiedad.

Se había hecho noche. Consideré inútil prolongar la espera. Buscaría un hotel y al día siguiente, con más tiempo y menos cansados, nos veríamos. Me auguraba que no le hubiera pasado nada con la bici. Para no inquietarlos no expresé mi preocupación.
Mientras me despedía sonó el celular del mayor. Hizo señas con la mano y fue hacia su dormitorio escuchando instrucciones precisas. Con Sandrina nos miramos en silencio. Encendió otro cigarrillo. Su rostro armonioso, se endureció.

-Papá se disculpa. Está en una reunión de la que no puede escapar y tiene para rato. -¡Pero si está en bici!- retrucó  la mujer disgustada. Mirándome turbado, el jovencito, agregó -dice que te va a llamar mañana.

Pedro Pablo Lilli
Rosario, Octubre 2020






Reseña de Marta L. Puey

El autor plantea un enigma con recursos atractivos que implican al lector desde la primera línea.

La sutileza se lleva las palmas en esta historia.

Lo visual se enfatiza en los escenarios del presente acompañando a un relato minucioso.

A los personajes principales se los definió claramente, no necesitan nombre, no así con el personaje femenino que aparece al principio, tomando fuerza al final.

La historia comienza cuando ya está terminando, para luego relatar el vínculo que los unió en tiempos pasados y lugares remotos que de manera ingeniosa, el autor, involucra al lector a conjeturar sobre las andanzas compartidas.

LA OPORTUNIDAD es el título perfecto para este cuento que me remite a este fragmento: “Después reflexioné que todas las cosas le suceden a uno, precisamente, precisamente ahora. Siglos de siglos y solo en el presente ocurren los hechos. De EL JARDÍN DE LOS SENDEROS BIFURCADOS J L Borges”. El autor nos muestra un personaje frustrado, como al pasar y en un marco de respeto nos revela que él advierte una mujer “que en la foto lleva el cabello suelto”, repara en “sus lindos ojos verdegris”, en contexto de preocupación suma esta frase: “Se frenó de golpe y, ojos a los ojos, nos leímos consternados el mismo inquietante pensamiento”; “minutos después volvieron a mirarse a los ojos”,  y suma, “una mujer de rostro armonioso”.

Sandrine una mujer que en el inicio del cuento asoma y hacia el final se instala en la historia.

Reitero, la sutileza reina en este cuento.

LA OPORTUNIDAD, es el título perfecto.

LA OPORTUNIDAD, es un cuento que, publicado sin firma, nadie dudaría que fue escrito por un hombre.

5 comentarios:

  1. Excelente relato Pedro, gracias por sumergirnos en un mundo diferente, y que la imaginación nunca se acabe!!! gracias nuevamente por pensar en Atrapados!!!!!

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  2. Pedro Pablo Lilli, tiene el don de escribir en letra grande y letra chica. allí la sutileza,.
    Un cuento que empieza por un final y termina con un comienzo. Gracias por el generoso reconocimiento y espacio dado

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  3. Algo... Me recuerda!!! Algunos amigos pueden ayudar!!!!

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  4. Pablo, felicitaciones por tu primer relato, nos da mucho gusto que lo publique en nuestra Editorial on Line. Una historia de vida, donde todo se sugiere y deja al lector la libre interpretación. Te deseo exitos. Gracias amigo !!!

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  5. Excelente relato y presentación Pablo!!. Adhiero a la reseña de Marta Puey, y destaco tu creatividad, esa capacidad para diseñar un nuevo universo en letras. Felicitaciones amigo, éxitos con este nuevo proyecto!! Gracias por elegirnos una vez más!!

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