Fotografías de autor

¡Este espacio ha sido creado para que todos los amantes de las artes visuales y la literatura, puedan compartir sus trabajos e inquietudes! ¡¡Bienvenidos!!

lunes, 5 de abril de 2021

Editorial Online de Atrapados por la Imagen presenta: "El Alambrado" Un cuento de Oscar Zaitch.

 


"Editorial Online, se complace en presentar una nueva entrega del escritor Oscar Zaitch."  


"EL ALAMBRADO"


Ahora se ocupa  de repartir las sortijas, tres por vuelta. Antes, cuando todo estaba por hacerse, el premio era único y el ritual más solemne, en el momento mágico que todos esperaban con unción. Y que abandonaban desilusionados cuando al volver a pasar por su sitio ya no estaban él ni la sortija entregada a otras manos.

Fue la época en que el negocio comenzaba a prosperar, un inicio que se le ha vuelto borroso porque no  recuerda muy bien cómo llegó a ser el encargado de la calesita. Tal vez había pagado, o bien esos dueños que nunca terminó por conocer se la habían cedido por un acto administrativo misterioso. Pero tan atrás en el tiempo que parecía como si siempre hubiera estado ahí, decidiendo a quién darle sortija y a quienes negárselas.

Después vino la época de la calesita llena, vuelta tras vuelta y a toda hora. Con tanta mano extendida pareció interesante dar tres sortijas en lugar de una: no afectaba las ganancias porque al correrse la voz de los premios extra, aumentó la concurrencia a tal punto que la gente no cabía alrededor de la calesita.

Durante algunos años, la solución fue alejar el alambrado, ampliando el círculo de su territorio. Con un perímetro más extenso, logró ubicar más bancos para los que miraban o esperaban turno. Tanta comodidad para un público satisfecho hizo de aquél entonces el momento de mayor esplendor de la calesita.

Pensando en esa época –mientras agita la pera de madera codiciada por todos- no consigue comprender el modo en que las cosas fueron  cambiando. No para mejor, por supuesto, por más que la calesita sigue llena desde entonces y sus ganancias, iguales. Sucedió que la fama del lugar se fue propagando, y más y más gente venía de todas partes, para compactarse en lo que ya no era el espacio amplio y cómodo de antes,  sino el sitio repleto y escaso que lo obligara a extenderse. Más gente apiñada, más discusiones, forcejeos, disputas y escenas violentas para subir o bajar de una calesita inmutable en tamaño e incapaz de dar cabida a tanta más gente.  

En cierto momento pensó que el asunto regresaría a la normalidad de un modo natural, al alejarse alguna gente por lo desagradable que se había vuelto venir al lugar. Algo así como un equilibrio lógico, con calesita siempre llena pero con menos gente esperando subir.

Nada de eso ocurrió. Por el contrario, se agravaron los conflictos a la vez que aumentó su frecuencia, al punto que tuvo que decidir cambios importantes. Pensó mucho, pidió consejo a los teóricos calesiteros, a expertos en conducta de multitudes, y resolvió algo drástico. Hizo correr el alambrado bien hacia dentro, hasta llegar a un diámetro menor que el original, de modo que poquísima gente pudiera acompañar a los que lograban subir. Y terminó con el libre acceso al sitio: un control estricto y severo seleccionaría desde entonces a quienes podrían entrar, a lo sumo en reemplazo de los que resolvían salir. Al vendaval de críticas que surgieron, respondió que con la medida no se disminuía el uso de la calesita sino que se la ordenaba; que todos podían disfrutar del espectáculo ya que el alambrado no impedía la visión.

Así están las cosas ahora. La multitud de afuera, aumentada con los que debieron salir, ya no está ahí para disfrutar. Hubo avalanchas que amenazaron la integridad del cerco, de modo que se dispusieron mastines adiestrados atados al alambrado, para alejar a los más exaltados.

El sigue repartiendo sortijas. Mira a todos, los estudia y decide. Al que le toca, le toca. Mientras tanto, su inquietud aumenta  pese a que el negocio anda como siempre. Cree que vuelta más, vuelta menos, algo malo tiene que pasar.

Autor: Oscar Zaitch.




5 comentarios:

  1. Qué época, aun quedan algunas en los barrios, y sin dudas conservan la magia de la sortija. Hermoso paseo en el tiempo Oscar. Excelente presentación!! Felicitaciones y éxitos!!

    ResponderBorrar
  2. Oscar una narración de las vicisitudes del dueño de una calesita. Algo que se va perdiendo en el tiempo, pero que tiene su encanto para los niños y un negocio muy difícil para el personaje de la historia. Logrado relato, éxitos!!!

    ResponderBorrar
  3. El yo interno del personaje es genial, puedo sentir el paso del tiempo a medida que avanzo en el relato!! me encanta!!! gracias por la magia de la escritura!!!! abrazos!!!

    ResponderBorrar
  4. De las viscicitudes del tiempo tampoco escapan las calesitas.
    Muy buena metáfora!

    ResponderBorrar

deja tu comentario gracias!