Rino

bestia inmensa, casi ciega, presa imposible

tus huesos acumulan millones de años

tu piel gruesa, impenetrable

de pliegues troquelados por el tiempo

te acoraza



viejo sin dientes, comes hierbas, arbustos o algún fruto

solitario, marcas tu territorio con heces y orina

y allí reinas

aquel que te moleste, conocerá tus embestidas

no será en una competencia mortal

sino de fuerza

solo para alejar al atrevido



y vuelves, tranquilo, a la alianza suave con pájaros perdidos

tu huella vuelve a ser as de trébol delicado



fenomérico perfume te embriaga

tu olfato se deslumbra

tu oído la presiente

Inicias una danza romántica y sin gracia

y si ella escapa, lanzas chillidos quejumbrosos

tu peso no pesa cuando sobre ella te elevas

y allí tu cuerno

trofeo queratinoso de unicornio entristecido

te corona con su brillo

Mabel Beatriz Albesa

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