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sábado, 11 de febrero de 2023

Concurso: EL DÍA QUE LA TIERRA DEJÓ DE GIRAR - Todo tiene un final, todo termina…



Todo tiene un final, todo termina…

Emma esperó que la Tierra se detuviera completamente, dio una vuelta alrededor del planeta para asegurarse y luego inició el descenso de su astronave sobre la costa atlántica patagónica. Una vez posada, detuvo los motores y registró la hora local: 18:26:48 p.m.

Emma entró al primer bar que encontró; había pocos huéspedes, inmóviles como muñecos de cera. Conservaban la expresión que tenían en el preciso instante en que la Tierra dejó de girar. Aún flotaba en el aire el apetitoso aroma de un guiso de mar que estaban comiendo unos pescadores en la mesa junto a la ventana. Consultó el reloj: 18:26:48 p.m.

Recorrió el pueblo silencioso y sin señales de vida: solo muñecas y muñecos de cera. Detrás del mostrador de una heladería, vio uno, muy atractivo y de labios tentadores, reponiendo - inmóvil - el balde de helado de chocolate con pasas de uva. Eran, exactamente las 18:26:48 p.m.

Bajó a la playa. Una enorme colonia de pingüinos-muñecos-de-cera la rodeaba y, más allá, detrás de unas rocas, otra, de lobos-marinos-muñecos-de-cera parecía reposar. Gritó fuerte, pero no hubo respuesta. Tomó una piedra y la lanzó al mar. Controló la hora: 18:26:48 p.m.

Caminó por la orilla hacia el sur, largo rato, para alejarse del museo-de-cera. Ya cansada, se sentó en la arena cubierta de conchillas. Juntó algunas y comenzó a hacer montoncitos de igual tamaño, forma y color. El sol aún estaba alto y el segundero de su reloj multifunciones seguía paralizado. Se esforzó en no perder el autocontrol: como oficial de misiones espaciales tenía el entrenamiento adecuado.

Algo se movió junto a ella y emitió un pequeño sonido lastimoso: era un pichón de pingüino, vivo, atemorizado, que buscaba cobijo. Lo tomó entre sus brazos, lo levantó hacia el cielo, lo besó, comenzó a reír para tranquilizarlo y fortalecerlo, al mismo tiempo que se recargaba de energías. Jugaron hasta el cansancio y finalmente se sentaron frente a la inmensidad del horizonte oceánico a esperar, no sabían qué.

Alan esperó que la Tierra se detuviera completamente y luego inició el descenso sobre la costa atlántica patagónica, junto a otra que, extrañamente, ya estaba estacionada. Una vez posado, detuvo los motores y registró la hora local: 18:27:03 p.m.

Frente a la playa, una ballena emergió y volvió a sumergirse.

Emma no se dio cuenta enseguida, pero el segundero había retomado a contar.


Pedro Pablo Lilli

 

Rosario, Febrero 2023
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4 comentarios:

  1. Tremenda sensación, ante la posibilidad de quedar suspendidos en el tiempo, aunque sea solo por unos instantes, triste responsabilidad para los únicos testigos oculares ( Emma y Alan) de lo sucedido!!! Querido amigo, tu relato me atrapó desde el comienzo, siguiendo atentamente cada palabra!!!! me encantó!!! felicitaciones Pedro!!! te deseamos muchos éxitos!!!!

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  2. Magnífica metáfora de la resistencia.
    Se podrá seguir jugando, se podrá seguir admirando coreografías marinas... Marta Leonor vPuey
    De podrán hacer tantas cosas!
    Felicitaciones Pablo!!

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  3. Pablo, aplaudo tu imaginación y tu humor. Tus relatos nos invitan a reflexionar. Gracias amigo y mucha suerte!!!

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  4. Un relato fantástico, sugerente y creativo que sin dudas nos lleva a la reflexión. Felicitaciones Pablo, éxitos en el concurso!!

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