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lunes, 21 de abril de 2025

©EDITORIAL ATRAPADOS POR LA IMAGEN PRESENTA : MARIO KELMAN en "CANCELACIÓN"

 


ATRAPADOS POR LA IMAGEN



Cuentos y Relatos Presenta a...


MARio kelman


"Artista de Atrapados por la Imagen"


en...


"CANCELACIÓN"

Edición: Editorial Atrapados por la Imagen

RL-2022-18030193-APN-DNDA#MJ

REGISTRO DE PROPIEDAD INTELECTUAL
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Editorial Atrapados por la Imagen, es un espacio dedicado a difundir...

¡El arte de todos!





Conviene estar advertido que la época nos está presentando 

una serie de fenómenos recurrentes con determinaciones precisas 

y un punto en común: evidencian afecciones del lazo social. 

La consecuencia es concluyente: lo patológico 

ha pasado al campo social e involucra la integridad del lazo.

En la serie se suceden violencia disruptiva,

 femicidios, violaciones, incels, poblaciones desplazadas, 

segregación y racismo, marginalidad sistémica, 

miseria material y simbólica 

y cancelaciones…



CANCELACIÓN

 Mario Kelman



De pronto la realidad se arremolina en derredor. 

Sentado en el suelo terroso, contempla absorto, intentando comprender.

¿Qué ocurre?

¿Dónde?

¿Cuándo?

El sol cae lentamente y la luz rojiza se extiende casi al ras de las superficies, alargando las sombras sobre un horizonte que termina ocultándose en la penumbra.

El aire prontamente se enfría, condensando la humedad en una neblina polvorienta que flota a la vera de las vías del ferrocarril. 

El clamor de las chicharras y de los grillos interrumpe el silencio, con una extraña monotonía implacable.

Soledad.

Solo de soledad.

Huérfano de orfandad que abruma.

Inerme.

Por reflejo se pone de pie y echa a andar con paso vacilante, aturdido y extrañado.

La vía del tren es la única referencia que da sentido. 

Esa serpiente de acero que testimonia un saber hacer de otro siglo, abre camino a la urbanidad.

Sin claridad aún en su mente, se pregunta adonde está siendo conducido.

A lo lejos comienza a divisarse el perfil de una estación.

Un edificio de estilo inglés, sobrio y austero que desafía el paso del tiempo.

A un costado del andén, la señalera extiende sus brazos inmóviles, por efecto del desuso y la herrumbre.

El aire acre insufla una leve brisa que seca la boca, alimenta la angustia y amenaza la desesperanza de un encuentro, sin explicación.

La vieja estación recubierta por un sepia ajado de años, desierta y anodina. 

No hay señal de presencia viviente.

La sorpresa del tañir sonoro de la campana, le hace girar violentamente la cabeza y atrae su atención.

La campana suena dislocada por el ocasional golpe de viento.

No hay nadie allí, sólo el vacío en el extremo de la soga que cuelga burlonamente con un movimiento espasmódico hacia los costados.

Llevado por la incomprensión atraviesa el hall del edificio y encuentra una vereda respetable para el ascenso y descenso de los pasajeros, otrora transportados por vehículos de la época gloriosa. 

La calle de tierra invita a continuar la caminata.

La plaza tiene una forma romboidal con un empedrado que atraviesa las diagonales, convergiendo en torno a un círculo central. Se destaca allí una fuente, actualmente seca, que ha de haber tenido una generosa caída de agua en bandejas sucesivas y descendentes, dispuestas irregularmente.

A los costados, la vegetación ha crecido en forma desordenada con la impronta de una naturaleza desbordante y excedida, a consecuencia de la falta de cuidados.

La misma apariencia de profundo abandono sobrevuela y se deposita sobre el caserío del vecindario, a ambos lados de la calle principal. 

Un arrabal extremo sin ciudad a la vista.

En cada metro que avanza se hace más presente el vacío de seres vivientes. 

Ni humanos, ni animales.

Un silencio espeso y oprobioso se mezcla intensamente con la soledad más atroz.

El misterio abismal que no encuentra siquiera la forma de una pregunta.

Así, perturbado y confuso, se recuesta en un umbral. 

Con la llegada de la noche lo gana el cansancio y el sueño.

La claridad del día, le hace entreabrir los ojos y percibir un rumor que lo sobresalta.

Su visión se aclara para divisar una silueta que se le aproxima con movimientos ondulantes, inconfundiblemente femeninos. Alcanza a distinguir los bordes del cuerpo curvilíneos y estilizados. 

Una sombra enigmática recortada por el contraste de la resolana tras ella.  

Su visión se aclara hasta ver una mano tendida que se dirige a él, ofreciendo un cuenco con alimento.

Enfocado en el plato come con avidez. 

Al instante alza la vista y ve alejarse la silueta con movimientos acompasados y lánguidos, hasta desvanecerse lentamente en el aire sin dejar rastros. 

La fragancia inconfundible del cuerpo de una mujer natural, atractiva, vital lo envuelve con la estela de su paso, portadora de la incitación y del misterio etéreo.  

Siguiendo la cerca de madera a su costado, otra figura se aproxima. 

Un niño jugando con su perro avanzan con alegría. 

Se pone de pié y sale a su encuentro. Grita un saludo de bienvenida, dando señal de su presencia.

Cuando ya están cercanos, nuevamente las figuras se disuelven desgranando su cuerpo como copos al aire. 

La situación le deja doblemente perplejo.

¿Dónde está la gente?

¿Adónde se dirigen?

¿Por qué se desvanecen?

¿De dónde vienen, adónde van?

Abstraído en sus cavilaciones actuales, no puede impedir que irrumpan sus recuerdos del pasado.

Este presente inanimado y estéril, le despierta una tristeza tan profunda como el arrepentimiento del pasado, cuando rechazara una y otra vez a cada quién que se acercara sólidamente, pero despierta en él una diferencia.

La irritación lo subleva e invade hasta el último poro en toda su intimidad. 

El enojo puede resultar tan embriagante como el alcohol, cuando lo diverso se vuelve intolerablemente opuesto y hostil.

Tan incomprensible como el desvanecimiento de las figuras actuales, le resulta inexplicable esa extraña satisfacción que brota de su interior al enfrentar y destruir enemigos imaginarios.

En realidad, todo parece muy simple. 

Lo bueno y lo malo. 

El amigo y el enemigo.

Sin complejidades ni matices ni diversidad. 

Lo propio y lo desechable a eliminar.

¿Acaso hay otro modo? 

Es que es necesario contar con certezas.

¡Eso es! 

¡Contar con determinación!

Como quién afirma,

“-¡Morir en la mía!”

Pero ¿de qué se trata en la determinación?

Ante la pregunta, la respuesta que más frecuentemente se ensaya se referencia en los Ideales. 

¡Qué época extraña se vive! 

Por una parte, se anuncia la muerte de Dios y por otra parte, renacen dioses furiosos y mandantes que asumen la forma de fundamentalismos o su contraparte; ponen de manifiesto desvergonzadamente los intereses descarnados ya sin siquiera un disfraz ideológico.

Pero ahora es momento de reflexión.

Para atreverse a saber de qué se está hecho y en qué verdad se está concernido, es preciso contar con el coraje de poder ir más allá del Ideal.

¿Qué habrá de encontrarse en las tinieblas de lo no conocido?

No obstante, más acá, el Ideal puede ser cruel cuando se vuelve único y absoluto.

Cuanto más rígido, más manda, exalta, inhibe y crea un desierto seco de vida. 

Casi siempre, termina en exceso y sacrificio.

Pero ningún ideal pasa por entero a la existencia. 

Hay una existencia que reclama por fuera de los ideales.

No sólo eso, sino que cada Ideal inevitablemente tiene un reverso oculto de sombras, claudicaciones y desenfreno; porta necesariamente su traición resbaladiza y secreta. 

Los personajes de la política muestran hoy los ejemplos más notables.

Siempre hay principios para ofrecer ocultando la pasta que se trafica.

¡Ah! Pero qué difícil tocar el Ideal. 

Siempre que se lo interroga, estallan tempestades. 

Seguramente, siquiera su mención ya despierte incomodidad y animosidad.

Cuando se despeja la causa propia sensible, y ésta toma lugar y una distancia relativa; el ideal se modifica, se torna asequible a lo humano.

Cuando esto no es posible, los ideales se superponen y anulan la causa propia.

Entonces cuando se cuenta con una causa propia distinguida del Ideal, ¿se hace posible un orden diferente de determinaciones?

Dependerá de lo que cada uno ponga o no en el vacío de la causa. 

Por allí, la religión también hace su prédica.

Un ruido en su proximidad lo saca de sus pensamientos.

Una pareja de ancianos camina próximos, en paz, tomados de la mano. 

La serenidad de sus movimientos pausados muestra que ambos conservan la cortesía y dan apoyo al gesto de vida. 

El gesto consiste en la palabra sobre el cuerpo que acompaña.

Ambos ancianos se apoyan amorosamente y muestra que para ellos, cada uno aún cuenta con un lugar para el otro. 

Que haya lugar. 

Lugar para alojar al otro. 

Eso permite el lazo de amor.

Cada amante viste a su partenaire con el vacío que le es propio.

Ese es el interrogante.

¿Qué lugar se deja al otro en tanto diferente?

Pero la ferocidad no cesa.

El personaje se obstina en reafirmar

“- No cederé en la lucha”.

Retoma así la embriaguez odiosa que lo extravía, como quién dice “-Morir con las botas puestas”. 

Mientras que los dos ancianos ya muy próximos, comienzan a desgranarse y difuminarse dispersos por la brisa del atardecer; simultáneamente se siente envuelto en su tormenta de pasiones íntimas. 

El personaje se recuesta en el último árbol y se abandona para experimentar una larga agonía en la peor desolación y orfandad.

Tardíamente descubre que la cancelación del otro es la cancelación de sí mismo.

“- Muero”



 Todos los Derechos de Autor y Propiedad Intelectual, pertenecen a: 


©Mario Kelman

Rosario - Argentina

Ilustraciones: Imágenes libres de la Web

Edición: Editorial Atrapados por la Imagen

Abril 2025



Agradecemos a todos nuestros amigos, lectores y seguidores, por sus visitas y valoraciones.


Afectuosamente...


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10 comentarios:

  1. Una fantástica alegoría de los mandatos que percibe la sometida sociedad de este ventenio del siglo XXI. Mandatos que bajan los Avaros, como bien los definió el Papá Francisco.

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  2. Los mandatos están en todos y en cada uno, transmitidos generacionalmente con la palabra. Son ineliminables. Lo que cuenta es la posición del sujeto, en tanto que pueda separarse de ellos. Desprender y distinguir de los mandatos una causa propia con la que se hace obra en la vida. Cuando eso ocurre, el Ideal se modifica y entran las diferencias en la existencia. Gracias por el comentario.

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  3. Órdenes, decretos, mandatos, Mario que temazo!!!!Muero renunciando o renuncio muriendo?

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  4. Gracias por su lectura. Este cuento es un llamado a tomar nota sobre la seria afección de los lazos sociales. Son los nuevos síntomas.

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  5. Toda ruptura nos lleva a la nada.
    La nada descripta con la maestría de Mario Kelman a la hora de narrar.
    Toda ruptura da paso a una nueva construcción.
    !Excelente!

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  6. "Para atreverse a saber de qué se está hecho y en qué verdad se está concernido, es preciso contar con el coraje de poder ir más allá del Ideal".
    Ir más allá del Ideal es un lugar que Ud conoce y recorre con su exquisita escritura de estilo.
    Gracias por el comentario

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  7. El relato del escritor Mario Kelman, CANCELACIÓN, nos invita a realizar un viaje de introspección sobre nosotros mismos, pero también sobre la sociedad actual y hacia donde se dirige la humanidad. Me quedo con las palabras emitidas por el personaje, entre angustias y certezas... “—No cederé en la lucha”, ¡¡¡es aquí donde puedo ver el camino!!! ¡Gracias, querido Mario! ¡Es un placer leerte!

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    1. Efectivamente, quo vadis humanidad! Un agradecimiento especial por la ilustración y la edición hecha.

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  8. Qué mensaje tan real nos deja este relato, Mario. Al menos es mi lectura del mismo, podrá haber y de hecho las hay, mezquindades, egoísmos, el mirarse uno mismo sin tener en cuenta a los demás. Mi pregunta o tal vez deseo, es saber si al final del camino, terminaremos dándonos cuenta de que, "uno no es, si no es con otro". ¡Muchas gracias Mario! Abrazo grande.

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  9. Gracias Isa. Comparto la incertidumbre. Nos queda seguir apostando cada día, sostener las pequeñas grandes cosas de cada uno en su vida, en compañía de los más cercanos. Así la vida hace su tejido. Abrazo

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