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lunes, 8 de abril de 2024

©EDITORIAL ATRAPADOS POR LA IMAGEN PRESENTA: "DORMIR ABRAZADO A MATILDE"

 

Cuentos y Relatos Presenta a... 


Pedro Pablo Lilli

"Artísta de Atrapados por la Imagen"


en

"Dormir abrazado a Matilde"


Cuento inédito, de Pedro Pablo Lilli

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REGISTRO DE
EDITORIAL ATRAPADOS POR LA IMAGEN


Editorial Atrapados por la Imagen, es un espacio gratuito dedicado a difundir: 

¡El arte de todos!



PH: Pedro Pablo Lilli


"Dormir  abrazado a Matilde"

El último deseo que expresó Imanol “el vasco” Barrenechea,  a sus tres sobrinos fue: "Dormir abrazado a Matilde", su Ama de llaves, que ese día estaba de franco por ser domingo. Dicho esto, cayó en estado de inconsciencia con signos vitales muy débiles, por lo cual se decidió pedir una ambulancia al servicio de emergencias.

— Yo siempre pensé que podía ser gay — dijo Iñigo a sus hermanos, por lo bajo, apenas salieron del dormitorio y tras entornar la puerta.

— ¿Estás loco? ¿De dónde sacaste esa estupidez? — Preguntó Gary en sordina.

— Uno que pavonea de frecuentar tantas mujeres, que se muestra con actrices y modelos en las fiestas del jet set, que aparece en todos los medios abrazado a unas y otras y a quien nunca se le conoció una relación firme, aunque efímera, ¡qué sé yo! a mí me genera dudas.

— Sé sincero: ¿No te acostarías con Matilde? ¡Está muy buena!

— ¡Por supuesto que sí!, aunque parezca siempre un gendarme en guardia.

— ¿Cómo pedirle  a esa mujer, que acceda a semejante cosa? — preguntó Maite, indiferente a la conversación de sus dos hermanos varones. Corrió el cortinado del amplio ventanal de la sala, desde donde se podía admirar el parque que rodeaba la mansión. Estaba atardeciendo y una luz cálida de inicio de otoño hermoseaba, tanto la arboleda perimetral como las flores y los ligustros distribuidos con el arte de un paisajista y la amorosa atención de manos con oficio. Un enorme gato gris caminaba sigilosamente por el borde de la fuente de mayólicas bajo la glorieta. Parecía pronto a saltar sobre una víctima ya identificada.  

Gary, se acomodó en el sillón preferido del tío que miraba al jardín. Lo escoltaban, de un lado, una lámpara de lectura, del otro, una mesa ratona, soporte de una caja de habanos Cohíba, cinco pipas bien usadas y una tabaquera de roble antiguo con todos los accesorios.

— Estos los fumaba Fidel — dijo oliendo extasiado uno de los cigarros.

— Dejá todo como está, no toques nada.— lo amonestó Maite.

Iñigo, tras curiosear las botellas en el rincón-bar de la sala, en el ángulo opuesto al hogar, dispuso, con libertad de dueño de casa, tres vasos sobre el mostrador y preparó una hielera, hecho lo cual y, tras un instante de reflexión, respondió la pregunta:

— Se lo pedimos y ¡punto! Seguramente, él soñó con eso toda la vida y, por algún motivo, no pudo concretarlo— El reloj de péndulo batió ocho campanadas. 

—¡Justo la doméstica se le iba a resistir! ¡La hubiera echado a patadas!

— ¡Andá a saber! De todos modos, lo que se le pide es un acto de caridad frente a la muerte, un acto humanitario; no puede negarse — continuó Iñigo mientras les servía un whisky — ¡No saben lo que les estoy haciendo probar!— luego agregó—: Naturalmente tendrá un costo y habrá que elegir las palabras más adecuadas para que no resulte incómodo para ella. Todo tiene un precio en esta vida. Nada es gratis.

— ¡Pero qué decís! Si nos denuncia, puede salirnos carísimo — saltó Maite

— ¿Qué  puede denunciar?: ¿Qué la última voluntad del tío es dormir abrazado a ella?

— ¡Ni hablar! El tío está muy, pero muy mal. ¿O no lo ven? No sabemos, siquiera, si recobrará la conciencia. Esperemos la evolución de la descompostura antes de cometer errores.

Callados, mirando el parque anochecer, bebieron otro whisky. Habían concurrido por el llamado de la central de monitoreo de alarmas, después que ésta no obtuvo respuesta de los tres primeros en la lista de contactos: Matilde, Elvio y Raúl. Al sentirse descompensado, el tío operó el botón de emergencia médica y no estuvo más en condiciones de atender llamadas. Los tres pensaron lo mismo: sabían poco y nada de la vida del hermano menor de su padre; era casi un desconocido.

Al fin, Iñigo, girando el vaso para hacer sonar los cubos helados, rompió el incómodo silencio:

— Excelente scotch. Esto no es para cualquiera.

Minutos después, llegó la ambulancia y se trasladaron a la clínica.


Imanol Barrenechea, acaudalado hombre de negocios, fue internado con diagnóstico reservado y, a juzgar por el intercambio de miradas entre el médico de emergencia que lo acompañó y el de guardia que lo recibió, la situación debía ser extremadamente crítica.

— ¿Cómo organizamos los turnos para cuidarlo? —preguntó Gary.

— Yo realmente no puedo — se apresuró a declarar Iñigo-  Además, una estructura como ésta, la mejor, la más cara...

— Sí, yo hubiera buscado algo más racional, esto se parece más a un hotel cinco estrellas.

— ¿Pero qué dicen? Vamos a heredar una fortuna inmensa, ¡no me hagan hablar! Nunca, y cuando digo "nunca" es nunca, se interesaron por él y...

— ¡Mirá quién habla!—

— …ahora, al pie del ataúd, especulan con los gastos ¡con la plata de él, para colmo! ¡Dan vergüenza!

— ¡Nada que ver! Acá tienen personal capacitado para asistirlo un millón de veces mejor que cualquiera de nosotros. De noche, si es necesario, podemos pagarle a Matilde para cuidarlo. ¿De qué te reís, estúpido?

— ¡Perdón!: y de paso le satisface el deseo de dormir abrazados!


Durante la semana que Imanol Barrenechea estuvo internado, en particular Maite y Gary, se turnaron para acompañarlo durante las pocas horas que Matilde solicitó ser reemplazada  para atender la casa. En realidad, era la empleada, por propia decisión, quien cubría la guardia, tenía contacto con médicos y enfermeras y estaba siempre presente durante los informes.

Una tarde, en el bar del sanatorio, los tres hermanos se convocaron para analizar los datos que el Administrador y amigo de infancia del tío, el Dr. Elvio Ramasco, había suministrado, en modo muy genérico, a Iñigo, sobre la situación patrimonial: campos y propiedades, acciones de empresas de primera línea y desarrollos inmobiliarios en lugares turísticos de gran interés, sobre todo en Patagonia, Brasil y Caribe.

— Fue cortés, pero muy avaro de información. Dijo lo que saben todos.

— De acuerdo, pero no imaginé tanto.

— ¡Vaya a saber en qué andaba! Nadie hace tanta plata de golpe y porrazo; papá no la hizo. — resopló Maite.

— ¿Deja deudas? — preguntó Gary

— ¡Eh, pará! ¡Ya lo das por muerto!

— Ramasco no comentó nada y no ofreció ningún dato concreto. Repito, citó solo lo que es de dominio público. Lo que no sabía es que hasta tiene un servicio de minibuses de traslado aeroportuario en Miami.


Al cuarto día de internación, Imanol Barrenechea no había recobrado la conciencia y su estado seguía crítico; lo pasaron igualmente a una sala individual, gracias a  la  intermediación de Matilde que se comprometió a permanecer junto al enfermo las veinticuatro horas y colaborar con el personal médico.

 — Nos va a costar una fortuna, esta mujer, pero ¡no hay otra!

— Y decí que todavía no hubo que hablar del “asunto”.

La tarde del viernes, sobrinos y administrador, se reunieron con el escribano de confianza del tío, el Dr. Raúl Ochoa, también amigo de infancia y de cuyo hijo mayor, “el vasco” Barrenechea era el padrino.

— Por lo pronto -dijo el escribano, cerrando la reunión:— lo fundamental en estas circunstancias, es que vayan pensando, más que en la sucesión, en cómo resolverán los cuidados de vuestro tío cuando, como espero y ruego a Dios, salga del sanatorio.

Una vez a solas, Ramasco y Ochoa, compartieron un café, doloridos y preocupados.

— ¡Estos tres no saben nada de la vida del “vasco”! Lo único que les interesa es la plata.

— Por eso me limité a responder estrictamente cada una de las preguntas que formularon. Ni una palabra de más, porque me dan asco. ¡Mi pobre Imanol!


El sábado, después de la visita donde les confirmaron que el estado del tío continuaba altamente comprometido, los sobrinos con sus respectivas parejas, se reunieron a cenar en casa de Maite cuyo marido se ocupó de hacer el asado.

La velada transcurrió, tras un inicio de falsa conmoción, divagando sobre escenarios posibles, en un clima enrarecido por la mutua desconfianza, una fingida camaradería y  en el que cada uno se cuidó muy bien de transparentar sus verdaderas pretensiones. Resultaba evidente que, mientras el tío agonizaba en la clínica, ellos,  desinhibidos por el vino y la ambición, se proyectaban a futuro, indiferentes a su entorno y a  la realidad.

Finalizada la cena, acordaron reencontrarse la tarde siguiente para nivelar las expectativas personales y preparar una serie de preguntas a formular al contador, la semana entrante.

La reunión familiar, entre mates, facturas y tortas fritas, se extendió hasta la noche y, para no interrumpirla, Romina, la pareja de Gary, dueño de casa, propuso:

— Pedimos unas pizzas y unas empanadas; las de acá a la vuelta son muy buenas. En la heladera hay un pack de cerveza. ¿Alguien quiere otra cosa?—

—Tengo un par de botellas de un cabernet formidable, si lo prefieren.— ofreció el anfitrión.

— Comenzamos con la cerveza y seguimos con el vino —  rió Guillermo, marido de Maite.

Durante la comida, las propuestas fueron delineándose con mayor claridad y, finalmente,  Maite y Gary coincidieron en la posición de tomar las riendas de las actividades del tío apoyándose en la experiencia de Ramasco y Ochoa. Iñigo los desconcertó:

— Yo quiero mi parte. Me voy a dedicar a viajar.


Imanol Barrenechea falleció durante la madrugada del martes siguiente. El escribano les fijó audiencia a distancia de quince días, durante los cuales, en un primer momento, los hermanos se reunieron prácticamente a diario. Con el pasar de los encuentros, las relaciones fueron deteriorándose y las comunicaciones entre ellos terminaron desarrollándose en presencia de sus respectivos abogados.

Llegado el día de la Audiencia las posiciones eran irreconciliables.


Los tres se presentaron acompañados por sus legales, motivo por el cual, la exposición del Notario, no pudo realizarse en la oficina del mismo sino en la contigua Sala de Reuniones.

Cuando ingresó la comitiva, sorprendió la presencia de Matilde y de un jovencito, de unos doce años, camisa discreta y prolijamente peinado con gel, que ocupaba la cabecera sentado muy compuesto. Al verlos entrar, esbozó una fresca sonrisa y, ante una señal de Matilde, se puso respetuosamente de pie, imitándola, dejando el celular sobre la mesa. Los recién llegados  cruzaron las miradas. 

— Les presento a Markel Barrenechea- dijo el escribano,— heredero universal e hijo único del Sr. Imanol Barrenechea y de la Sra. Matilde Uda Elizondo.


PH: Pedro Pablo Lilli


©Pedro Pablo Lilli

Febrero, 2024

Rosario - Argentina


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Afectuosamente...


Administración de Atrapados por la Imagen.

Isa santoro - Liliana Gauna - Laura Jakulis


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11 comentarios:

  1. Excelente narrativa con un final anunciado.
    Tragedia de siempre pero agudizada en la época, donde solo las ambiciones mezquinas crecen tanto como la pobreza

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  2. Pablo, qué cuento maravilloso! Cómo se va viendo a través del cuento, el objetivo final de los sobrinos de Imanol. Y que ansiado final, donde la sordidez de ese entretejido de planes, cae irremediablemente ante una realidad inesperada por ellos!! Creo que el final era anunciado o, tal vez, muy similar al que esperábamos todos!
    Felicitaciones, querido amigo!! Y gracias, cómo siempre, por confiar en Atrapados!!!

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    1. Cuántas historias similares a lo largo de los siglos, con final parecido o al contrario... Gracias, Isa! Cómo no confiar en Atrapados!

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  3. Hola, Pablo. bueno, primero, quiero destacar que estoy muy feliz de ver tu cuento publicado en Atrapados!. Con respecto al relato, mientras iba leyendo, como siempre me sucede, voy colocando imágenes en cada personaje, sus caras de desconcierto, ambiciones, desestimación y falta de respeto hacia la persona que se está yendo de este plano, creo que todos esperábamos un final como este, un final justiciero! ¡Tu relato muestra no solo a la sociedad actúal, sino a los lazos familiares, totalmente rotos, dejando de lado el amor, para dar paso a la más miserable ambición!

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    1. Gracias, Laura! Tanto es así, como decís, que, con adecuados cambios, la historia se basa en hechos reales. Siempre honrado de poder publicar en Atrapados por la Imágen, Editorial que no deja de sumar Autores y lectores.

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  4. Muy buen relato don Pedro Pablo. Muy bien narrado. Me sumergirte en esa casona y en esos personajes deleznables. Gracias!!!!!

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    1. Gracias Susi! Tendríamos que ir por el whisky y los cigarros!😂

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  5. La ambición expuesta de manera impecable.
    Muy buen cuento Pablo!!!

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  6. Felicitaciones Pedro ,como siempre haces de un relato cotidiano un cuento de buen gusto !!

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  7. Qué gentil, gracias! Contento de no haberte defraudado!😊

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