©EDITORIAL ATRAPADOS POR LA IMAGEN PRESENTA: Susi Santiago - "Tiempos Insanos"

 

Cuentos y Relatos Presenta a... 

Susi Santiago

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"Tiempos Insanos"

Perteneciente a la antología de cuentos y poemas

"Tiempos"

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"Tiempos Insanos"

En aquellos tiempos, mi padre, rompía la rutina cotidiana yendo al café después de la siesta. Allí, con su sempiterna sonrisa seductora, elegía a su presa. Podía ser la mesa de don Mario con el “Tute cabrero”, o la del Negrito, con esa variante sutil y mortífera, el “tute codillo”. En cualquiera de las dos su prodigiosa memoria lo convertía en el ganador de la copita de anís que se ponía en juego. Pero el ajedrez era otra cosa, le fascinaban las estrategias, la concentración, el análisis. La tarde en que se presentó una partida entre dos reconocidos notables, mi padre estaba absorto, sumergido en el juego, lo sorprendió la voz de mi hermano – Mate en dos movimientos, ganan las blancas, sin vueltas- , sintió que el pecho se le hinchaba de orgullo, su hijo había heredado esa inteligencia memoriosa que lo había impulsado no sólo a sobrevivir, sino a sobresalir. 

Volviendo a  casa para la  cena, aburridamente determinada (era martes a la noche, polenta con leche) dejó caer la idea, porqué César no rendía libre quinto año del Nacional y se instalaba en la capital para estudiar ingeniería, así le ganaba tiempo al tiempo. Mirada simplista, no pudo o no supo ver el profundo abismo que empezaban a bordear. Mi hermano aceptó y ganó el desafío, y a los recién estrenados dieciséis años, recaló en casa de la tía María, hermana de mi madre, mujer sencilla, humilde, amorosa, que tomó con ahínco cuidar esa joya que dejaban en sus manos.

 César eligió Estadística Matemática, carrera donde, su inteligencia estructurada,  le permitió cursar las materias básicas correctamente pero, al avanzar comprendió que era inteligente, pero no brillante, memorioso, pero no creativo, o sea, que pertenecía a la media, que no iba a sobresalir, y entró en  profunda depresión, atrás quedaban los días en que lo trataban como joven genio. Se pasaba los días en cama, tapado totalmente con una frazada, ya hiciera calor o frío, sin bañarse, sumergido en sus acres miasmas , emergiendo solo para alimentarse, de comida o de la impúdica sensualidad de su prima, que aceptaba sus avances con placer y culpa. Y en ese horno, en el amasado de oscuridades, mugre y sensualidad, se terminó de moldear el monstruo. Lo sortearon para el servicio militar, como mejor escuela para aprender mañas y picardías. Comenzó allí su periplo entre diezmar la fortuna de mi padre y sembrar cizaña y odio entre todo aquel que se opusiera a sus intereses. 

Mi padre, tal vez, para tapar la culpa o el fracaso, nunca lo sabré con certeza, le consentía todos sus caprichos, perdiendo en cada empresa mucho dinero. Mi  madre responsabilizaba  a la amebiosis o a embrujos, de lo que le estaba sucediendo a su excepcional hijo. No entraba en su registro que era un enfermo mental, un psicópata perverso, y con ajos, pociones y rituales intentaba recuperar esa alma atormentada. 

Pero César, camuflado por mis padres como un joven no comprendido, siguió adelante con seducciones y estafas materiales y emocionales a cuanta persona le entreabría una puerta. Conoció a Lucia, una mujer árida, fría, fanática de una religión evangélica. Se casaron y pareció que la normalidad, al fin, había llegado a su vida. Tuvieron dos hijos que vivieron la violencia reprimida de sus padres con un estoicismo que aún les perdura, y allí, agazapada, la locura estaba esperando, creciendo, floreciendo de manera aterradora. Un día se fue, abandonó todo y comenzó otra historia, lejos, pero siempre el mismo molde, seducción y fraude. Mis padres murieron convencidos de que, en algún momento la sociedad reconocería la verdadera valía de ese hijo, nunca pudieron asumir la responsabilidad y la carga que le habían puesto al primogénito. No supieron que él terminó sus días en un psiquiátrico luego de intentar prender fuego a su última familia, le habían negado un abrazo. 

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Junio  2024

Rosario - Argentina

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