lunes, 26 de agosto de 2024

©EDITORIAL ATRAPADOS POR LA IMAGEN PRESENTA: - "Crónica de un epílogo irreverente" -

 


Cuentos y Relatos Presenta a...


 

Mario Kelman


"Artista de Atrapados por la Imagen"

en...


"Crónica de un epílogo irreverente"

Parte II


Relato basado en hechos reales


Ilustración: Laura Jakulis 


Relato Inédito Edición:

Editorial Atrapados por la Imagen

RL-2022-18030193-APN-DNDA#MJ

REGISTRO DE:
EDITORIAL  ATRAPADOS POR LA IMAGEN

Editorial Atrapados por la Imagen, es un espacio gratuito dedicado a difundir...

¡El arte de todos!



Este escrito es la continuación de: "Crónica de un dilema de época" 

a la que se puede acceder mediante el siguiente enlace.👇

https://atrapadosporlaimagen.blogspot.com/2024/07/editorial-atrapados-por-la-imagen_01895130568.html#comment-form




"Crónica de un epílogo irreverente"

Parte II



La caída del sol siempre es un espectáculo atractivo.

El viejo inspector de policía aspira profundamente y suspira acompañando la clausura del día. Con dos dedos mayores de su mano alisa ambos lados del fino bigote y entrecierra los ojos, para dejar asomar la misma mirada vacua teñida de pardo.

El crujido de las ramas secas bajo sus pies, devuelve su atención a la tarea y reanuda la acción de juntar y apilar los leños en una pirámide irregular, dentro del círculo de piedras cuidadosamente dispuesto, para evitar que las llamas se propaguen.

Hace un esfuerzo de pensar en nada y dejarse invadir por la naturaleza. 

Sin embargo, no le es posible evitar los pensamientos sobre su último caso antes del retiro. Aún resuenan en su mente los ecos de la pregunta sin respuesta. 

Y vaya una pregunta más, de tantas que surgen de casos que no encuentran resolución. 

“- ¿Femicidio o pacto suicida”

Presa de un súbito escepticismo, se le imponen las preguntas obstinadas, que antes borraba, para poder continuar la vida. 

¿Cuántos casos sin resolver? 

Y los casos resueltos ¿cuántos están efectivamente resueltos?

Haciendo una mueca con su boca, retrae ambas comisuras de los labios hacia los costados, chasquea la lengua contra el paladar y se responde enojado. 

“¿Pero, a quién le importa?”

Crece el cinismo junto al empalidecimiento de los colores y de las formas de la vida y del mundo. 

Un fogón en la noche invita al recuerdo que atrae imágenes que alzan vuelo propio.

Las llamas bailan sobre los maderos entrecruzados. 

El crepitar de la hoguera lanza chispas en varias direcciones, ofreciendo un espectáculo inesperado, que se mixtura con la fragancia de la madera quemada y el humo envolvente. 

Mirar el fuego vivaz en la oscuridad de la noche, produce fascinación y permite revisar cada detalle de la experiencia reciente.

Recuerda sus sensaciones encontradas al entrar en el dormitorio donde yacía el cuerpo de la anciana inclinada hacia un costado, mostrando las ocho heridas mortales. Sobre ella, aún pendulaba el cuerpo dislocado del anciano, pendiendo de la horca fatal.

Vagamente, rememora la teoría de su ayudante novato de una muerte por amor, para evitarse mayores penurias y sufrimientos. Así como el contraste de la mujer policía que sostiene con vehemencia su voto por un femicidio seguido de suicidio.

Nunca pudo pronunciarse sobre los hechos, y tampoco la justicia.

También recuerda que al salir de la habitación funesta, en silencio reflexivo y hastío por la infinita miseria humana; se produce un hallazgo que impacta en su cuerpo, con un golpe que repercute en el pecho y en las sienes donde se agolpa la sangre por los latidos acelerados.

Una carta con un símbolo extraño y el nombre “Normanland”.

¿Una coincidencia?

¿Una carta llevada por el viento?

¿Una firma?

Nunca supo bien por qué, guarda la carta y no la hace pública. Quizás porque sabe que mostrar esa carta despertaría la incredulidad y la burla de sus colegas y superiores.

No obstante, la carta le pesa y sabe que le concierne.

En la inmensa soledad se pregunta qué hace allí, acampando en medio de un valle desolado. 

En ocasiones se tienta con desistir y volver a la ciudad gris. 

Volver a las calles de siempre, abarrotadas de personas anónimas y ausentes que deambulan su indiferencia. Portan pequeñas grandes ambiciones cotidianas, que llevan a oscuros dramas individuales, más o menos disimulados u ocultos. 

De vez en cuando, la pesadumbre se altera por un ruido sordo y seco; un movimiento relampagueante, veloz e imperceptible; que apenas visibiliza la violencia que acompasa la vida del vecindario, en un ritmo sincopado e infaltable a la cita. Ritmo que marca fines y comienzos, vidas y muertes que simplemente transcurren.

Por sobre su existencia inefable, recuerda y mantiene el propósito que lo trajo a esta comarca. Aún le apremian las preguntas que inquieren respuestas. Pese a la jubilación de su condición de policía, decide continuar su última investigación. 

Al pensar en ello, no puede evitar que un reflujo de acidez invada su boca, y le deje el mismo sabor acre de siempre.

Finalmente se pone de pie, se arropa en el gastado impermeable gris desabotonado, que lo protege de las finas gotas que se depositan en cuanta superficie alcance.

El inspector en situación de retiro mantiene en la mirada lívida, las escenas que aún permanecen grabadas en sus retinas. Sus facciones iluminadas por la fogata, adquieren una dimensión fantasmagórica, que se contraen en un rictus tenso, cuando su memoria hilvana los detalles repasados una y otra vez. 

Se nota el miedo y el espanto, aún a flor de piel.

Superado el impasse, emprende la marcha hacia el paraje apuntado, atravesando el llano.

La luna llena asciende sobre la barrera de álamos, iluminando el prado con luz mortecina.

El cielo resplandece una negrura sin estrellas, aunque gradualmente atenuada por la bruma que condensa la humedad del estío.

Próximo al bosquecillo, la neblina se espesa y oculta la silueta del viejo y abandonado castillo de Normanland, dándole un aspecto siempre ultraterreno y atemporal. Según dicen, pese a los cambios del clima, la bruma nunca falta ni abandona el ocultamiento de la misteriosa morada.

Una mole de roca y argamasa, esculpido a cincel; donde comulgan diversos estilos.

Se accede por una calle que divide el paso de personas del paso de carruajes y animales.

El ingreso principal está precedido por un sólido y breve puente levadizo de madera centenaria, sostenido a ambos lados, por cadenas de gruesos eslabones, que se tiende sobre un foso de mediana profundidad, hoy irremediablemente seco.

Se cuenta que en una época, hasta nadaban en él fieros lagartos de afilados colmillos. 

Los postigos delanteros cerrados, tras los cuales una reja de torneado hierro con puntas afiladas, se cierne amenazante, detenida por correas que en un extremo se arrollan en un cilindro con manubrios y un pie afirmado al suelo.

Las paredes exteriores tienen un espesor de tres metros y sus distintos coloridos evidencian las diferentes épocas que llevó su construcción; por la variación de la cantera de procedencia y la especie de las piedras que alimentan su arquitectura.

Una gran torre central al frente y torretas en cada vértice, sostienen la estructura que se alzan hasta los puntos de vigilancia, donde aún invisibles vigías otean los alrededores.

En el recorrido se advierte la hechura de murallas uniendo las torres, en las que se disponen ventanas estratégicas al paso, que permiten ver al exterior sin ser visto. 

Las habitaciones son muy amplias, con muebles de época, austeros pero suficientes para una estadía básica y confortable.

En la planta baja, una gran sala con lo que resta de pesados cortinados de terciopelo rojo, con paredes recubiertas por láminas, tapices y cuadros que no tienen un aspecto terrenal.

El subsuelo es el lugar más sórdido, ocupado por una cárcel. Se dice que ha tenido multitud de prisioneros, incluso algunos presos célebres que requerían discreción en su tratamiento. Una vez ingresados allí, sus almas pierden toda esperanza de salida.

Su nombre “Normanland -tierra de los normandos” resulta un enigma. 

Hay quienes explican que se trata de un nombre actual devenido de su verdadero nombre, cuyas transformaciones en el curso del tiempo, forman parte del ocultamiento de secretos inquietantes. 

Se dice que el nombre original ha sido, literalmente, “Nomanland-tierra de los no hombres” 

Situado en una posición estratégica en el valle, poco y nada se sabe de su historia, pasada y actual.  Como una red extendida, convergen muchas versiones inconexas; lo cual acentúa el interrogante de su procedencia.

Se dice que muchísimos años atrás, el paraje alberga la posta de la legua, que da refugio a los viajeros. Se erige allí por su lugar equidistante de los poblados más cercanos, en una encrucijada obligada por la intersección de los principales caminos.

Por la misma razón, según dicen; se construye una estación de ferrocarril. Sin embargo, no hay testimonio de su inauguración ni funcionamiento. Esta versión se corrobora por el hecho de que nunca se han encontrado vestigios de vías ni señales.

Finalmente, alguna versión peregrina afirma que la antigua mansión ha sido un hermético Hospicio de Salud Mental. No se conoce que nadie que haya sido internado, haya podido salir del encierro para contarlo.  Incluso hay quienes dicen que aún hoy, se suelen divisar en su interior, siluetas en pena que vagan y deambulan sin esperanzas, haciendo oír sus lamentos quejumbrosos.

El inspector en situación de retiro sabe que allí encontrará las respuestas que busca, en una noche inolvidable, cuyo recuerdo jamás se borrará de su memoria.

Ya en el interior, guiado por su instinto y la tenue luz de su linterna de kerosene, avanza con pasos tímidos por un hall. Los ventanales cubiertos por pesados cortinados, apenas permiten el atravesamiento de algún destello de luz exterior por hendijas abiertas y telas raídas. 

El polvo de siglos se acumula en los suelos, muebles y paredes, que remueven en suaves remolinos los pasos del visitante.

A ambos laterales de la arcada del hall se disponen generosos sillones que flanquean el ingreso a la sala principal. Al final de la sala una portentosa escalera de mármol se divide en dos accesos simétricos que llevan a la planta alta, orlada por estupendos barandales.

En el centro del salón aún se encuentra una enorme mesa de sólida madera, con sendas hileras de innumerables sillas. En apariencia una enorme sala de banquetes, con ruinas derruidas, candelabros caídos, platos, vasos, enseres en desorden como señales de agitación y locura de incontables comensales.

Un sudor helado baña el rostro del intruso, a pesar del frío gélido del lugar.

¿Qué enigma vive y palpita entre las paredes del castillo? 

Un ruido lo sobresalta y le obliga a alzar su vista. Súbitamente descubre que en las paredes se extienden una sucesión de cuadros que rodean el ambiente.

Se aproxima con paso vacilante, alza su lámpara y descubre con horror que la pintura que se presenta ante sí, cobra vida y movimiento. La ilustración cuenta la historia oprobiosa del sitio, y cada pintura es un capítulo de la infamia.   

La sala que hoy está desierta y en ruinas, alguna vez ha sido lugar de estridente jolgorio, con bacanales y vértigo. Hombres que gozan de abundancia, manjares, sexo desenfrenado y alcohol.

Sirvientes eunucos tienen la misión constante de retirar fuentes vacías y reponer los alimentos, jarras con bebidas y estimulantes para todos los sentidos.

Risas, gritos, aullidos y carcajadas bestiales atraviesan el aire viciado.

En la serie de cuadros, el último se destaca por su marco prominente y dorado. Allí se presenta un secreto y una revelación que deja sin aliento al espectador forzoso.

Un rostro se asoma sobresaliendo de la superficie y toma una forma grotesca y lúgubre. Con sorna le saluda.

“- Hola Inspector. Veo que halló la carta con mi mensaje. Ud es el único que descifró lo ocurrido. Aunque debo decirle que es un pobre mérito el suyo.

No es por desmerecerlo, pero Ud se ve como un despojo navegando en el mar de indiferencia y decadencia de sus congéneres.

No me preocupa que descubra nuestro secreto porque Ud sabe tan bien como lo sé yo, que aunque lo dijera, nadie le daría crédito a un viejo policía retirado e impotente.

Efectivamente, se encuentra Ud en la tierra de los no-hombres. Esta es su sede y su Hogar.

La mesa ominosa que ha visto en otros cuadros, congrega a la multitud de no-hombres bestiales que periódicamente se reúnen en banquetes desenfrenados e interminables.

El inspector en situación de retiro, escucha asombrado e inmovilizado por un miedo pavoroso. A pesar de todo, afirmado en su instinto policial, recuerda lo que lo trae a este lugar y atina a preguntar si el crimen de la pareja de ancianos fue perpetrado por ellos, obteniendo una respuesta afirmativa.

Una oleada de cólera le anima a alzar la voz e increpar al rostro de un No-Hombre embutido en la irrealidad de una pintura, demandando con un estentóreo – ¿Por queé??

El rostro aterrador ríe, ríe con una risa inhumana y demencial, gozando el momento y el quebranto de su interlocutor.

“- Tontos humanos. 

Nunca comprenderán.

Nunca se trata de crimen de género ni de femicidio. 

Por qué quedarse simplemente con la mascarada, es más profundo que eso.

Siempre ha sido un crimen racial.

El inspector en situación de retiro escucha la explicación inverosímil e intenta comprender.

Es odio racial dirigido contra la mujer.

Los no-hombres odian la diferencia y suprimirán a cualquier otro que pretenda encarnar una diferencia. Y eso incluye a la diferencia sexual.

Es la esencia del racismo, odiar y aniquilar lo diferente.

El nazismo fue el mejor intento logrado en el siglo pasado.

Odio racial contra el otro en tanto diferente.

Mujeres se agregan a la serie de judíos, gitanos, discapacitados, semitas, negros, homosexuales y disidentes políticos. Todos caídos bajo el báculo de la muerte racial.

La segregación y el racismo son la gran ola que asola y barre a la humanidad en la época, imponiendo marginalidad, exclusión y pobreza extrema. 

El inspector intenta recuperarse de la sorpresa y sintiéndose amenazado pregunta por los no-hombres.

Lamentablemente, ocurrió un hecho penoso que provoca la extinción de los no-hombres y este lugar cae en el abandono y en la ruina.

Cada banquete ha sido una orgía inimaginable. Escandalosas búsquedas de saciar los apetitos de toda índole, de todas las formas que Ud pudiera imaginar y más aún.

Todo es válido y está permitido, sin obstáculos a la libertad de consumo.

Pero con el tiempo se produce una grave e inexplicable enfermedad que conduce a la extinción.

El hambre que anima a los comensales no disminuye con los servicios prestados, sino que ha sido objeto de una transformación decisiva. Con cada ingesta o deleite, el hambre no se sacia, sino que por el contrario, crece y aumenta hasta tornarse dolorosa e insoportable. 

En el extremo, el último banquete llega a un climax máximo, que da paso a la violencia.

Los sirvientes se atemorizan y huyen en estampida.

Las mujeres recelan y finalmente optan por apartarse horrorizadas.

Finalmente, los no-hombres se toman unos a otros, se agreden con golpes, cuchillos y dentelladas.

Poco tiempo transcurre hasta que el banquete deviene una pelea caníbal generalizada.

El hambre vuelta irrefrenable rige sobre cualquier sensación o pensamiento que pudiera poner contención al impulso asesino.

Tras encarnizada puja todos contra todos, el desenfreno se atenúa hasta que la muerte trae la quietud.

El banquete infernal de los no-hombres provoca la extinción de su clase.

Cuando el inspector en situación de retiro escucha el relato, respira aliviado. Pero el rostro informe continúa hablando.

Afortunadamente, han sobrevivido un puñado de no-hombres que poco a poco han regresado gradualmente. Se han presentado en ocasiones esporádicas y excepcionales en la humanidad y Ud ha tenido noticia de ellos en su trabajo.  

Pero han crecido en número y ya están casi de regreso en toda su plenitud. Y quizás, por qué no, sembrando las condiciones de un próximo exterminio o destrucción total.

El inspector en situación de retiro, afligido y en pánico, se retira sigilosamente, evitando presencias y objetos; atemorizado por las carcajadas del rostro descompuesto por el frenesí.

Ya fuera de la mansión, el inspector sigue su derrotero a ningún lugar.

Nota al pasar algunas sombras que se insinúan apenas aquí y allá, aproximándose cada vez más y amenazando con tomar consistencia.

Vuelto al mundo, cuenta su experiencia ominosa y advierte;

“- ¡Cuidado, los no-hombres ya están entre nosotros!”


Todos los Derechos de Autor y Propiedad Intelectual, pertenecen a: 

©Mario Kelman

Rosario  - Argentina

año 2024

Ilustradora: Laura Jakulis


Agradecemos a todos nuestros amigos, lectores y seguidores, por sus visitas y valoraciones.



Afectuosamente...


Administración de Atrapados por la Imagen.

Isa Santoro - Liliana Gauna - Laura Jakulis


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7 comentarios:

  1. Querido amigo, Quedé realmente fascinada por tu relato, ¡la idea de una nueva normalidad asusta muchísimo! Será entonces que "Nomanland-Tierra de los no hombres" se está gestando, y casi sin darnos cuenta, ¿ya están aquí? ¡Esperemos que recapacitemos sobre este cambio social y cultural, que no queremos ver, pero que poco a poco se está produciendo! ¡Gracias Mario! ¡Me encanta leerte!

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    1. Muchas gracias Laura, por el comentario y por la ilustración.

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  2. No cabe duda de que los "no-hombres" están entre nosotros. Son visibles. No se esconden. Hablan sin pudor. Actúan impunes. Gozan del dolor que causan. Pero ésto, no es lo irracional o, mejor dicho, no es lo más irracional. Hay comunidades fascinadas que los empoderan y aplauden mientras los no-hombres los ultrajan.

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  3. Gracias Pedro por tu lectura y acompañamiento. Creo que es adecuado darnos cuenta que transitamos un cambio de época.
    Como leyera Baumann, todo deviene líquido.
    Se diluyen las leyes, los sistemas de Justicia, los límites, los objetos y sujetos, los cuerpos vertidos en flujos económicos que circulan a una velocidad vertiginosa, desbordando todo tipo de regulación por arterias informáticas. Sólo el destino de la concentración de capital, la fragmentación social y el advenimiento de corporaciones políticas y sociales que erigen defensas y compiten al borde del abismo y de la guerra apocalíptica. La nueva derecha y regímenes autoritarios se debaten en consignas sacrificiales que llaman a restaurar un orden sólido de hierro, pero que enmascaran nuevas complicidades atroces. Las religiones nuevas y antiguas resisten el torrente avasallante, pero también languidecen. Se abre nuestra época de incertidumbre y de largas sombras.

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  4. Mario, qué impacto esto de los No-hombres y este juego de palabras con Normanland, Nomanland, parafraseando diría No-normal-man, porque ver normales a este tipo de seres, me parece realmente inadmisible! Los vemos a diario y actúan, tal como dice Pablo, con total impunidad. Entonces, hasta que punto puede seguir viéndose normal su accionar?, tal vez esta sea una pregunta retórica!! Un final impactante, el de tu relato. Gracias y Felicitaciones!!! y perdón por la tardanza de mi devolución. Un abrazo!!!

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  5. Gracias Isa por tu lectura y comentario. Comparto contigo el impacto de la época. Estamos asistiendo a un cambio de ciclo marcado por un profundo deterioro de la condición humana. "No-hombre" es un término que intenta nombrar la atrocidad que irrumpe sin pudor, vergüenza e impunidad. Si, son situaciones fuera-de-norma, la excepción que deviene norma donde todo vale. Transitamos tiempos muy difíciles.

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    1. Sin lugar a dudas! Un tiempo que no pensé volver a vivir!! Muchas gracias, Mario!!

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