viernes, 21 de junio de 2024

HOMENAJE A JEAN PAUL SARTRE, A 119 AÑOS DE SU NACIMIENTO

JEAN PAUL SARTRE, EL MÁXIMO EXPONENTE DE LA FILOSOFÍA  EXISTENCIALISTA.

La polifacética figura de Jean-Paul Sartre ha pasado a la historia como el máximo exponente del humanismo marxista y del existencialismo ateo. Este filósofo, dramaturgo, activista, periodista político y escritor, nacido en París el 21 de junio de 1905, condensó su pensamiento en una obra en la que sus ideas sobre el Yo y la sociedad fueron claves para el devenir de la psicología. Sartre fue toda su vida un hombre coherente con su pensamiento y sus principios ideológicos, tanto que incluso llegó a rechazar el premio Nobel de Literatura y tomó las armas para luchar por la liberación de Argelia.

El pensamiento filosófico de Sartre sentó las bases de una nueva corriente: la humanista-existencial, y su postura, basada en la responsabilidad del ser humano por encima de sus actos, el autoconocimiento y su famosa idea de "existo luego pienso", marcarían un antes y un después en la literatura existencialista mundial.

Este pensador francés está considerado uno de los grandes filósofos del siglo XX y uno de los impulsores de una corriente filosófica conocida como existencialismo ateo. En 1964, su obra fue galardonada con el Premio Nobel de Literatura, un honor que el escritor decidió rechazar.

SIMONE DE BEAUVOIR Y SARTRE, UNA RELACIÓN FUNDAMENTAL.


El pequeño Jean-Paul perdió muy pronto a su padre, Jean-Baptiste Sartre, que era oficial naval, a causa de una fiebre. El niño recibiría a partir de entonces una educación poco acorde para su edad. Su abuelo le enseñó matemáticas, su madre lo introdujo en la literatura clásica, mientras que Albert Schweitzer, un primo hermano de su madre y premio Nobel de la Paz, lo inició en la filosofía, disciplina que lo atrajo definitivamente cuando leyó "Essai sur les données immédiates de la conscience (Ensayo sobre los datos inmediatos de la consciencia)", de Henri Bergson. 

Jean-Paul Sartre estudiaría en la elitista École Normale Supérieure de París, donde se doctoró en Filosofía. En esa época conoció a Simone de Beauvoir, con la que entablaría una gran amistad, hasta el punto de que acabó convirtiéndose en su compañera de vida y una aliada intelectual indispensable.

Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), Sartre sirvió en ejército francés como meteorólogo y fue capturado por los alemanes en Padoux, pasando nueve meses como prisionero en Nancy y posteriormente en un campo de prisioneros de Tréveris. En aquella época escribía a diario y descubrió la obra de Martin Heidegger, un filosofo que se convertiría en una gran influencia para él. Finalmente, a causa de su mala salud y de su exotropía divergente (estrabismo), una patología que afectaba a su equilibrio, Sartre fue liberado; otras fuentes, sin embargo, afirman que en realidad escapó tras una visita al oftalmólogo.

Sea como fuere, de nuevo en París Sartre participó en la fundación de un grupo clandestino llamado Socialisme et Liberté ("Socialismo y Libertad") junto con Simone de Beauvoir, Maurice Merleau-Ponty, Jean-Toussaint Desanti y algunos estudiantes de la École Normale. Durante la primavera de 1941, Desanti sugirió que el grupo fuese un paso más allá y acabase con la vida de destacados colaboradores de la guerra como Marcel Déat, pero Beauvoir rechazó enérgicamente aquella propuesta argumentado que "ninguno de nosotros se sentía capacitado para fabricar bombas o lanzar granadas".

SARTRE Y LA DEFENSA DE LA UNIÓN SOVIÉTICA.

En los años posteriores a la guerra, Sartre escribió algunas de sus obras más famosas. En 1943, publicó "El ser y la nada", y en su obra de 1948 "Les mains sales" (Manos sucias), Sartre exploró el problema de ser un intelectual políticamente "comprometido". De hecho, abrazó el marxismo, aunque nunca se afilió al Partido Comunista Francés. Asimismo, a finales de la década de 1940, Sartre definió al nacionalismo francés de "provinciano" y en un ensayo publicado en 1949 reclamó unos "Estados Unidos de Europa". En este sentido, aquel mismo año escribía para la revista Politique étrangère: "Si queremos que la civilización francesa sobreviva, debe encajar en el marco de una gran civilización europea. ¿Por qué? He dicho que la civilización es la reflexión sobre una situación compartida. En Italia, en Francia, en el Benelux, en Suecia, en Noruega, en Alemania, en Grecia, en Austria, en todas partes encontramos los mismos problemas y los mismos peligros [...] una política que defiende la autonomía cultural de Europa frente a América y la Unión Soviética, pero también su autonomía política y económica, con el objetivo de hacer de Europa una fuerza única entre los bloques, no un tercer bloque, sino una fuerza autónoma que se negará a dejarse destrozar entre el optimismo americano y el cientificismo ruso".

Por otro lado, Sartre sostenía que la Unión Soviética era un estado "revolucionario" que trabajaba para el progreso de la humanidad y que la única crítica que podía recibir era la de no estar a la altura de sus propios objetivos. También afirmaba que sus críticos debían entender que el Estado soviético necesitaba defenderse de un mundo hostil y justificaba la superioridad moral del bloque del Este, que consideraba necesaria "para mantener la esperanza". El filósofo francés, Maurice Merleau-Ponty calificó a Sartre de "ultrabolchevique" por su negativa a aceptar ninguna crítica que tuviese como blanco a la Unión Soviética.

  



LAS IDEAS "LIBERTARIAS" DE SARTRE.


En 1954, tras la muerte de Stalin, Sartre viajó a la Unión Soviética, donde afirmó encontrar una "completa libertad de crítica", al tiempo que condenaba a Estados Unidos por hundirse cada vez más en el "prefascismo". El filósofo también escribió sobre todos aquellos autores soviéticos que habían sido expulsados de la Unión de Escritores Soviéticos argumentando con ironía que "todavía tenían la oportunidad de rehabilitarse escribiendo mejores libros". Pero a veces las ideas de Sartre podían ser contradictorias, como por ejemplo cuando en 1956 criticó la invasión soviética de Hungría.
 

 Sartre destacaría también por ser un anticolonialista declarado. De hecho, desempeñó un papel destacado en la lucha contra el dominio francés en Argelia, criticando con firmeza el uso de la tortura y la construcción de campos de prisioneros que Francia habían levantado en el país norteafricano. Sartre se convirtió en partidario del FLN (Frente de Liberación Nacional) durante la guerra de Argelia y fue uno de los firmantes del Manifiesto de los 121, un texto que influiría profundamente en la evolución de la izquierda y de la extrema izquierda en Francia. En unas polémicas declaraciones realizadas en el año 1959, Sartre llegó a afirmar que "cada francés era responsable de los crímenes colectivos durante la Guerra de Independencia de Argelia".

 

 SU RECHAZO AL PREMIO NOBEL.

En 1960, Sartre publicó la que, tal vez, fuera su obra más importante, "Crítica de la razón dialéctica", en la que el filósofo intentó unir existencialismo y marxismo. Ese mismo año, acompañado de Simone de Beauvoir, viajó a Cuba donde conoció a Fidel Castro y a Ernesto Che Guevara. Pocos años después, en 1964, Sartre anunció que renunciaba a la literatura en un relato ingenioso en el que narraba los diez primeros años de su vida, "Les Mots" (Las palabras). El libro es un irónico contraataque al novelista y crítico francés Marcel Proust, cuya reputación había eclipsado a la de André Gide (creador del modelo de littérature engagée en la que se basó la generación de Sartre). En octubre de mismo año, Sartre recibió el Premio Nobel de Literatura, pero lo rechazó voluntariamente argumentado que aceptarlo significaría acercarse más a uno de los dos bloques de la Guerra Fría, cuando su ambición, según declaró, era el entendimiento entre ambos.

 


 En sus últimos años, Sartre perdió la visión del ojo izquierdo, algo que lo dejó ciego (la visión del derecho la había perdido a los cuatro años), tras sufrir una trombosis venosa a consecuencia de la hipertensión, y a los excesos con el alcohol y las drogas. Jean-Paul Sartre fallecería el 15 de abril de 1980, a los 74 años de edad, en el hospital de Broussais a consecuencia de un edema pulmonar. Fue enterrado cinco días después, rodeado de una inmensa multitud. Más de 20.000 personas acompañaron al ferétro del escritor en su último viaje hasta su lugar de descanso final, el cementerio de Montparnasse, en París, donde en 1986 se le uniría su amada Simone de Beauvoir.

 

En 1637, el filósofo francés René Descartes publicaba un libro llamado "Discurso del método", una obra que se fundamentaba en la célebre frase “pienso, luego existo” (Cogito ergo sum), y abría, de esta forma, una puerta al racionalismo y al pensamiento moderno —donde todo lo que no pasara por la razón quedaba bajo sospecha—. Ya en el siglo XX, Jean-Paul Sartre, reformulaba la frase con un “existo, luego pienso”, y ponía el acento en el existencialismo y concebía así una particular forma de entender la libertad y, por supuesto, la existencia humana. Y ahora, casi un siglo después, no sería exagerado afirmar que para muchos la frase se ha convertido en un “siento, luego existo”, animados muchas veces por una cultura barata y por una fuerte crisis del pensamiento occidental. 

 

ALGUNAS FRASES DE JEAN PAUL SARTRE. 

 

 
"El hombre nace libre, responsable y sin excusas".
 
     "No hay necesidad de fuego, el infierno son los otros".

    "El mundo podría existir muy bien sin la literatura, e incluso mejor sin el hombre".

    "Felicidad no es hacer lo que uno quiere sino querer lo que uno hace".
 
"Los cobardes son los que se cobijan bajo las normas".
 
"El hombre está condenado a ser libre".

 "Como todos los soñadores, confundí el desencanto con la verdad".
 
"La violencia, sea cual sea la forma en que se manifieste, es un fracaso".
 
"Basta con que un hombre odie a otro para que el odio vaya corriendo hasta la humanidad entera".
 
"Trata de amar al prójimo. Ya me dirás el resultado".
 
"La conciencia sólo puede existir de una manera, y es teniendo conciencia de que existe".
 
"Hemos perdido las mismas ilusiones, hemos seguido los mismos caminos". 

"Ningún hombre es igual a otro. Ni mejor ni peor, es otro. Y si dos están de acuerdo alguna vez, es por un malentendido".

"Lo más desagradable del mal es que a uno lo acostumbra".

"En el amor, uno y uno son uno".
 
"Al querer la libertad descubrimos que ella depende enteramente de la libertad de los demás".

"Voy a sonreír, y mi sonrisa penetrará en tus pupilas, y sabe Dios en lo que se convertirá".
 
"La Nada se da en el seno mismo del ser, en su meollo, como un gusano".
 
" Cuando los ricos se hacen la guerra, son los pobres los que mueren".

"Tu juicio te juzga y te define".
 
"El compromiso es un acto, no una palabra".
 
"Únicamente el que no está avanzando tiene tiempo para molestar".
 
 ''Somos lo que hacemos con lo que hicieron de nosotros''.

 
  
Trabajo de Investigación y Edición: Isa Santoro,
Administradora de Atrapados por la Imagen,



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1 comentario:

  1. Querida amiga, me encanta este merecidísimo homenaje a JEAN PAUL SARTRE, tu nota es apasionante y a pesar del tiempo transcurrido, sus frases son totalmente actuales.¡Parece ser que el ser humano, sigue tropezándose con la misma piedra una y otra vez! esta frase por ejemplo: "Basta con que un hombre odie a otro para que el odio vaya corriendo hasta la humanidad entera", es tremendamente actual! 

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