"Crónica sobre la cancelación de lo traumático"
Alan Kurdi. En memoria de-
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©"Crónica sobre la cancelación de lo traumático"
Alan Kurdi. "En memoria de-"
Por Mario Kelman
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Foto figurativa, no narrativa Extraida de Internet |
La luz mortecina del televisor sumerge la rutina gris del día en la danza agitada de
imágenes, mientras que los colores empalidecen y se extienden sombríos, monocordes,
a la realidad surgida de la sala, con el mismo efecto cansino. La pantalla borra el
borde y proyecta la virtualidad de una matrix infame que hipnotiza y consume a los
espectadores.
Reflejos de hechos que son noticias o noticias que pretenden ser hechos. poder de
archivo diría Agamben, captado en el film clásico "Mentiras que Matan" que devela el
poder performativo de la imagen, mostrando la ficción de una guerra en un país lejano y
una epopeya presidencial que sirve de humeante coartada.
¿Cuál es el recurso oculto de tamaño de poder?
No otro que el poder de la sugestión, por la imposición de una mirada a través de un
dispositivo tecnológico que instituye leyes y reglas de juego, un espacio y una
temporalidad inherente a su naturaleza.
La aceleración de la época deja perder el gesto que nos hace humanos.
El gesto es la palabra apoyada en el cuerpo. El gesto de cortesía, el saludo, la pasión, el
llanto triste, la risa cómplice; son movimientos cuya estela abre el espacio y el tiempo
de una cadencia. Sin gesto, resta la palabra vacía, la cháchara que no dice y el apetito de
la mirada que devora un mundo.
¿Y tras un mundo?
¡Qué desolación!
¡¡¡Mas, el espectáculo debe seguir!!! Debord dixit.
He aquí la siguiente escena en la pantalla respuesta. El viento y la mar bailan su danza
eterna, buscándose uno a otra, reuniéndose en interminables torbellinos que se
ensortijan, se persiguen, se agitan, subiendo y cayendo, avanzando y retrocediendo;
imitando el mismo baile barroco entre las formas y el vacío, o el amor entre un hombre
y una mujer.
Con un ímpetu renovado, ambos cobran brío y la ola se impulsa hasta quebrarse y en un desliz final. La espuma se agolpa hasta alcanzar la arena para dibujar el
contorno de un cuerpo, al que cosquillea y vanamente intenta animar. Es el cuerpo de un
niño de tierras lejanas, que reposa imperturbable en la playa. - ¿Está dormido?
Prontamente su imagen es captada por una foto que se convertirá en un símbolo que
recorre el mundo. Es Alan Kurdi.
Los medios convierten el devenir de la realidad en noticia y la noticia en mercancía;
segmentada, maquillada, envuelta y despachada pret-á-porter para el consumo.
Entonces…poder de sugestión que no sólo enmarca, sino que además, inevitable y
brutalmente, objetiva. Cómo no evocar la banalización de la guerra, presentada con
destellantes luces de infrarrojo verde nocturno, propio de un videojuego. O de tantas
otras guerras que propagandizan regímenes, epopeyas vacuas que eliden
cuidadosamente los cuerpos y los horrores informes de la destrucción y de la muerte
provocada.
El niño de origen kurdo, nacido en Siria, residente en Turquía en camino a Canadá o a
Grecia, con su hermano y sus padres en una endeble balsa, naufraga ante olas bravías e
insalvables; yace ahora desnudo de investiduras de una nación que ampare sus derechos.
Curioso sino del pueblo kurdo, que habita en varios países bajo el estigma reiterado e
incansable de la segregación de las minorías; impedidos de un Estado soberano que vele
por su autodeterminación. Triste destino compartido con otros pueblos; los judíos antes
de la creación del Estado moderno de Israel –aún amenazado en su existencia-; el
pueblo palestinos decidido a coexistir en paz o el pueblo gitano, entre otros.
Dos veces segregado, como kurdo y como migrante, en una región donde poblaciones
desplazadas huyen de terribles guerras y de los fragores de la intolerancia; de Estados
fallidos que se disuelven como la arena de la playa ante el avance del agua, dejando
humanos abandonados y vulnerables, en un estado de inermidad y de indefensión,
desparramados en la costa.
Migrante es el nombre de la exclusión mayor de la posmodernidad, del desamparo más
feroz. El género humano ha inventado un nuevo tipo de refugiado: los refugiados de lo
sin refugio. También se encuentran en el interior de un país, los marginales, los
migrantes propios, los desclasados.
Más acá, costas adentro; águilas guerreras baten tambores que anuncian violencia, alzan
murallas, agitan estandartes con el reverdecer de renovados fascismos, aglutinados en
Racimos corporativos. Antiguos fantasmas renacen y deambulan sin rumbo.
Volvamos al niño.
- ¿Es que está dormido?
Su imagen eternizada en los medios ya no es una metáfora. Su figura coagula la
búsqueda de refugio de un niño de tres años, tan insensata como estéril.
No es una metáfora, es figuración fugaz de lo traumático. Si lo traumático es
inolvidable, qué dice de la época el hecho de que lo traumático pase a ser cancelable;
a pesar de lo cual, retorna una y otra vez. Pero, ¿es esto posible?
Sin embargo, la conmoción legítima que produce, ha sido prontamente asimilada por la
objetivación de la noticia que aplana y reduce el drama abierto y repetido.
Hagamos un esfuerzo; por una vez, mantenemos la abertura del relámpago que hace
visible lo sin refugio, humus humano, muerto tempranamente en las orillas de lo no
nacido, ante un alojamiento posible y negado, de un lugar para habitar.
No obstante, en el instante del fogonazo de la cámara fotográfica, se muestra la
presencia abierta de fulgor y sombra que interpela, interpela, interpela...
La vía ética consiste en sostener y dar respuesta ante lo traumático.
Rosario-Argentina
2022
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Excelente!!!!
ResponderBorrarMuchas gracias Laura, por tu lectura, trabajo y hospitalidad
BorrarTe debo una devolución, más elaborada!!! jaja bienvenido amigo!!!
BorrarSí, ese niño, regordete, con pantalón azul y remera roja..."descansando en la arena". Qué imagen! Cómo olvidarla. Una vez escribí sobre él. Gracias Mario Kelman por no dejarla en el olvido.
ResponderBorrarGracias Patricia por el comentario. Precisamente esa es la pregunta. ¿Se trata de un olvido o de una cancelación de lo traumático? Lo traumático es inolvidable, siempre actual.
ResponderBorrarAtrapante, conmovedor y pleno de sensibilidad. Excelente presentación Mario, felicitaciones!! Éxitos con esta nueva entrega!!
ResponderBorrarMuchas gracias Luisiana.
BorrarMario, tus reflexiones para un recuerdo, doloroso y conmovedor, Gracias por confiar en Atrapados y te deseo mucho éxito con tus publicaciones. Saludos.
ResponderBorrarGracias Tesi. Por el contrario, agradezco a las autoridades del blog, por confiar en publicar mis escritos.
BorrarLa via del arte, entre otras cosas, permite hacer algo con el dolor.
Poesía y dedo en la llaga. Con una bella cadencia poetica Kelman hace foco sobre dramas sociales que se repiten vergonzosamente a lo largo de la Historia y el más reciente, el de la posverdad, que nos impone "una mirada a través de un
ResponderBorrardispositivo tecnológico que instituye leyes y reglas de juego, un espacio y una
temporalidad..." Recordándonos el paradigmático caso de Alan, nos sacude y nos conmueve liberandonos de la objetivación de las noticias y nos invita a ser observadores desde la Etica. Mil gracias, Mario Kelman: me hizo bien recorrer todas estas reflexiones.
Agradezco tus cálidas palabras, amigo.
BorrarObservadores, y por qué no, partícipes desde la Ética. No hay otra garantía que la participación.
Concuerdo: debemos ser partícipes. Abrazo, Mario!
ResponderBorrarMario Kelman remata su crónica diciendo “La vía ética consiste en sostener y dar respuesta a lo traumático”; no sin ante recordarnos una imagen que es símbolo y síntesis de una realidad latente que la memoria convertida en omisión estimulada por una información que corre más que la verdad, nos lincha como conjunto humano
ResponderBorrarMarta, agradezco y suscribo su comentario. La cancelación de lo traumático tiene el correlato de una pérdida de sensibilidad, con efectos deshumanizantes.
ResponderBorrar"la objetivación de la noticia que aplana y reduce el drama..." la noticia repetida hasta el cansancio por muchos que solo buscan un poco de rating, un poco de fama, termina siendo intolerable. Muy buena reflexión.
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