miércoles, 3 de julio de 2024

LA VIDA DE FRANK KAFKA, A 141 AÑOS DE SU NACIMIENTO.

  FRANZ KAFKA, UN ESCRITOR ATORMENTADO.

 



Franz Kafka, nace el 3 de julio de 1883, en Praga,  - Kierling, Austria; en el seno de una familia de comerciantes judíos. Se formó en un ambiente cultural alemán. Su padre, Hermann Kafka, había obtenido una cómoda posición con un matrimonio ventajoso y pudo costear una buena formación para el primogénito en uno de los colegios alemanes de Praga. Concluido el bachillerato (1901), el cabeza de familia lo obligó a cursar estudios de leyes, materia por la que nunca sintió el menor interés, y se doctoró en derecho en 1906.

Los años universitarios le dejaron tiempo para cultivar sus aficiones filosóficas y literarias; leyó a numerosos autores y conoció al futuro escritor y crítico literario Max Brod, con quien trabó una íntima amistad destinada a perdurar toda una vida. La personalidad enérgica y activa de Brod, totalmente opuesta a la del temeroso e introvertido Kafka, mitigó su soledad y su marcada tendencia al aislamiento.

Finalizados sus estudios, trabajó en diversos bufetes de abogados y, desde 1908, en una compañía de seguros de Praga. Allí desempeño sus tareas con eficiencia y puntualidad, llegando a merecer un ascenso; sin embargo, carecía por completo de ambición profesional. El aburrido empleo (que no abandonaría definitivamente hasta 1920, a causa de su deteriorada salud) le ocupaba solamente las mañanas y podía dedicar las tardes y las noches a la literatura, su verdadera pasión.
En 1911 conoció a Yitzchak Lowy, actor de teatro yiddish; pronto empezó a interesarse por la mística y la religión judías, que ejercieron sobre él una notable influencia y favorecieron su adhesión al sionismo. Su proyecto de emigrar a Palestina se vio frustrado en 1917 al padecer los primeros síntomas de tuberculosis, que sería la causante de su muerte. El diagnóstico le hizo decidir a Kafka, a romper definitivamente su compromiso matrimonial con Felice Bauer, a la que había conocido en 1912 a través de Max Brod. Durante los cinco años que duró, la relación con Felice, había sido repetidamente abandonada y retomada debido a las interminables vacilaciones de Kafka.

La enfermedad obligó a Kafka a pasar largas temporadas en diversos sanatorios, primero en los Alpes italianos y finalmente en Kierling, cerca de Viena. En uno de ellos se enamoró de la joven checa Julie Wohryzek, pero la radical oposición del padre de Kafka imposibilitó el matrimonio. Este episodio originó el más revelador documento de aquella conflictiva relación paternofilial: la célebre "Carta al padre" que Kafka escribió en 1919. Publicada póstumamente, nunca llegó a ser enviada a su destinatario.

En 1920, el encuentro con la traductora y periodista checa Milena Jesenská se transformó en una relación profunda, testimoniada en las "Cartas a Milena", que verían la luz en 1952. Pero ni Kafka ni la propia Milena, casada con otro hombre, tuvieron el aliento necesario para romper el matrimonio, y a partir de 1921 comenzaron a distanciarse. Se estableció entonces en una casa de campo adquirida por su hermana, en la que escribió "El castillo", publicada póstumamente en 1926. 

En 1923, con la enfermedad ya muy avanzada, conoció a la jovencísima y vital Dora Diamant, el gran amor que había anhelado siempre, y que le devolvió brevemente la esperanza. Pero en abril del año siguiente sus dolencias se agravaron; en compañía de Dora Diamant, de su amigo Max Brod y de su tío Siegfried, falleció el 3 de junio de 1924 en el sanatorio de Kierling.



 Agradable, pero incomprendido

Franz Kafka fue el mayor de seis hermanos y de él se esperaba que en un futuro se hiciera cargo del negocio familiar. Pero los planes del joven eran bien distintos, lo que provocó un violento enfrentamiento con su padre, un hombre dominante y de carácter irascible. Sintiéndose incomprendido, Kafka ocultó sus sentimientos reales en una especie de caparazón para que nadie lo tildara de "bicho raro". Tras abandonar el hogar familiar, plasmó sus emociones más íntimas en "La metamorfosis", obra publicada en 1915.

 

 

Anteriormente en su novela, "La condena" (1913),  narra la historia de un padre ya viejo y aparentemente enfermo que logra recobrar de repente la vitalidad y su autoridad opresiva para maldecir a su hijo, que tan sólo deseaba vivir su propia vida. La particularidad de esta obra es que fue escrita de una tirada, desde las diez de la noche hasta las seis de la mañana. Según cuenta Kafka en su diario personal, cuando la terminó temblaba y tenía las piernas entumecidas de estar tanto tiempo sentado; las pocas fuerzas que le quedaban las aprovechó para irse a la cama y dormir de un tirón.

Dora Diamant, la mujer en cuyos brazos murió Kafka.



Ese relato se lo cuenta a BBC Mundo, Kathi Diamant, autora de “Dora Diamant - El último amor de Frank Kafka”.

El texto de Haas, lo encontró en 1998, cuando revisaba los archivos del periódico alemán Der Tagesspiegel. 

“Me sorprendió que este material existiera. Ese artículo fue publicado, en 1953, por este escritor respetado, que conocía a Kafka, que escribía sobre él, que conocía el Círculo de Praga, que incluso pudo haber sido parte de él”.

Pero, dice la investigadora, los relatos que había sobre la muerte de Kafka no incluían esa información.

“Esta última escena con Dora, se omitió y no debió haber sido así”.

Sin embargo, la presencia de Dora en las últimas horas de Kafka no era desconocida.

Kathi
escuchó por primera vez su nombre en 1971, cuando su profesor de literatura alemana en la Universidad de Georgia (EE.UU.) interrumpió la traducción que hacían de “La metamorfosis”, de Kafka, para preguntarle:

“¿Eres pariente de Dora Diamant?” 

“Probablemente, ¿quién es?”, le respondió la entonces estudiante de 19 años.


“Fue la última amante de Kafka, estaban muy enamorados, él murió en sus brazos. Ella quemó su obra”, contestó el docente.



A lo largo de toda su carrera, la enfermera Anna vio morir a muchas personas, pero el recuerdo de una muerte en particular nunca la abandonó, quedó indeleble en su memoria: la muerte de Franz Kafka.

Ocurrió el 3 de junio de 1924.

Muchos años después, ya retirada, Anna le contó al periodista Willy Haas lo que presenció en los instantes finales del extraordinario autor checo.

Le dijo que Kafka y su doctor, Robert Klopstock, habían llegado a un acuerdo secreto: que cuando se acercara “la última hora” hiciera salir de la habitación a su compañera, Dora Diamant, para que no viera su agonía.

Le administraron morfina al paciente, quien, de repente, empezó a llamar a Dora. La enfermera mandó a buscarla de inmediato, aunque temía que fuese demasiado tarde.

Dora, sin aliento, entró corriendo, directo a la cama.

Todos en la sala, los médicos, la misma Anna, pensaron que ya había fallecido, excepto Dora, quien le susurró que oliera las flores que había traído.

Kafka las olió. “Fue increíble”, recordó la enfermera. Poco después, murió.


  El "albacea"

¿Pero alguien se imagina el mundo de la literatura sin la obra de Franz Kafka? Pues no la conoceríamos en su totalidad si su íntimo amigo, Max Brod, hubiera hecho caso del último deseo del autor: "Mi última petición. Todo lo que dejo atrás [...] en forma de cuadernos, manuscritos, cartas, borradores, etcétera, deberá incinerarse sin leerse y hasta la última página". Estas son las palabras que Brod halló escritas entre los archivos de casa del escritor. Durante su enfermedad, Kafka, no sabía si se recuperaría y le dijo a su amigo que los únicos libros que debían sobrevivirle eran "La condena", "El fogonero", "La metamorfosis", "En la colonia penal", "Un médico rural" y "Un artista del hambre".

Kafka era incapaz de destruir su obra e hizo recaer dicha responsabilidad en la persona de su intimo amigo, Max Brod. Tras el entierro del escritor, su padre firmó un contrato por el que otorgaba a Brod el derecho a publicar póstumamente todas las obras de Franz Kafka. En palabras de Brod: "Debería haber designado a otro albacea si estaba total y completamente decidido a que se cumplieran sus instrucciones". Brod pasó el resto de su vida ensalzando la figura de su fallecido amigo, al cual calificó como: "El más profético (y perturbador) cronista del siglo XX".

 


 

Kafka plasmó sus más íntimos sentimientos en su obra, que fue prácticamente en su totalidad publicada póstumamente a pesar del deseo del escritor checo de verla destruida tras su muerte.

 

ALGUNAS FRASES DE KAFKA

 

 
"La literatura es siempre una expedición a la verdad".

"La desgracia de Don Quijote no fue su fantasía, sino Sancho Panza". 

"A partir de cierto punto no hay retorno. Ese es el punto que hay que alcanzar". 

"El poseer no existe, existe solamente el ser: ese ser que aspira hasta el último aliento, hasta la asfixia". 

"El ocio es el padre de todos los vicios, y es el coronamiento de todas las virtudes". 

"Toda revolución se evapora y deja atrás una estela de burocracia". "Un libro debe ser el hacha que rompa el mar helado que hay dentro de nosotros".

"Cualquiera que conserve la capacidad de ver la belleza no envejecerá nunca".

"Muchas veces es más seguro estar encadenado que ser libre".

"La verdad es indivisible, es decir, no puede reconocerse a sí misma; quien quiera reconocerla, debe ser mentira".

" La juventud es feliz porque tiene la capacidad de ver la belleza. Cualquiera que conserve la capacidad de ver la belleza jamás envejece".

"El gesto de amargura del hombre es, con frecuencia, sólo el petrificado azoramiento de un niño".

"En tu lucha contra el resto del mundo te aconsejo que te pongas del lado del resto del mundo".

" El poseer no existe, existe solamente el ser: ese ser que aspira hasta el último aliento, hasta la asfixia".

"Si encuentras a alguien que te hace sonreír, que te mira a menudo para ver si estás bien. Que cuida de ti y quiere lo mejor para ti. Que te ama y respeta. No lo dejes ir. Gente así es difícil de encontrar"

"Todo aquello que estás buscando, también te está buscando a ti".

"Hay problemas que jamás hubiéramos resuelto si fueran realmente nuestros problemas".

"Lo estoy haciendo mal, lo estoy haciendo bien; lo que tú prefieras".

"Nunca imaginé que tantos días finalmente harían una vida tan pequeña".

"El significado de la vida es que se detiene".

"No dejes que el mal te confunda y creas que puedes tener secretos para él".

"Hay ocasiones en que estoy convencido de que no soy apto para ninguna relación humana".

"Las religiones se pierden como los hombres".

"El soltero se resigna aparentemente por su propia voluntad y en plena vida a un espacio vacío, cada vez más pequeño. Y se muere, le basta el ataúd".

"No desesperes, ni siquiera por el hecho de que no desesperas. Cuando todo parece terminado, surgen nuevas fuerzas. Esto significa que vives".

"Si el libro que leemos no nos despierta con un puñetazo en la cabeza, ¿para qué leerlo? Un libro tiene que ser el hacha que rompa nuestra mar congelada"

"El aislamiento es una forma de conocernos a nosotros mismos".



Trabajo de Investigación y Edición: Isa Santoro.

Administradora de Atrapados por la Imagen.


 

 


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