Atrapados por la Imagen
Fotografías de autor
miércoles, 20 de noviembre de 2024
martes, 19 de noviembre de 2024
Atrapados por la imagen Presenta: Carrusel de Cuentos y Poemas para Escuchar.. (Subí tu parlante)
Carrusel de Cuentos y Poemas para escuchar...
Hoy tenemos el honor de presentar un nuevo segmento en Atrapados por la Imagen, gracias a la voz inigualable de Laura Rivero quien, sin pensarlo, se sumó de inmediato, al conocer el destino de este nuevo proyecto.
¡Gracias Infinitas!
Cuando pensamos en poemas y cuentos, enseguida pasa por nuestra mente buscarlos en Internet o recurrir a los libros de los distintos autores.
Atrapados por la Imagen cuenta con grandes escritores y nos pareció una gran idea presentar sus textos, a través de una manera diferente, para ir conociéndolos o simplemente recordándolos. Así nació la idea de Carrusel de cuentos y poemas.
(Subí tu parlante)
¡Hacé click, y preparate para escuchar!👇
"Una jineta galopa"
una jineta galopa
sujeta a las crines
negras muy negras
qué busca
qué encuentra
entre la arena y el agua
su cuerpo es un haz a la luz de la luna
mira al infinito cara a cara
la plata perpendicular de las olas la acompaña
un silencio oscuro le trepa por las trenzas
gaviotas dormidas la saludan
suelta las crines y ella las saluda
no se ve la grieta que la abisma
quizás solo es de arena y bruma
una estrella quizás sigue
quizás
logró soltarse de su cadena
Mabel Albesa.
Mendoza Argentina
"Carrusel de Cuentos y Poemas para escuchar..."
Idea original
Atrapados por la Imagen
En la voz de Laura Rivero
Edición y compaginación audiovisual:
Laura Jakulis
Colaboración especial:
Marta Puey
Editora:
Isa Santoro
lunes, 18 de noviembre de 2024
Incoherencias (Serie)
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.
©EDITORIAL ATRAPADOS POR LA IMAGEN PRESENTA A : Mario Kelman - "Crónica de una carrera"
ATRAPADOS POR LA IMAGEN
Cuentos y Relatos Presenta a...
Mario Kelman
"Artista de Atrapados por la Imagen"
en...
"Crónica de una carrera"
Relato basado, en una historia real.
TRABAJO INÉDITO
EDITORIAL ATRAPADOS POR LA IMAGEN
RL-2022-18030193-APN-DNDA#MJ
REGISTRO DE PROPIEDAD INTELECTUAL
EDITORIAL ATRAPADOS POR LA IMAGEN
"Crónica de una carrera"
MARIO KELMAN
PH: LAURA JAKULIS
La tarde es propicia para un paseo por la ciudad.
La claridad del atardecer atenúa el brillo de los colores, otorgando a las superficies un reflejo con textura otoñal y satinada.
La tierra conserva el césped verde seco, aunque raleado por la aridez estacional, pero compensada por multitudes de hojarascas crujientes que se deslizan en remolinos encrespados por el soplo de una brisa morosa.
¡Cuánta simpleza y cuánta magia hay en el encuentro fugaz del viento con las hojas secas! Para el lector desaprensivo se trata de una vulgata de otoño.
Pero si se dedica un poco de tiempo y observación, se capta fácilmente que no es un hecho corriente.
El viento juega, se arremolina, va y viene siguiendo los compases de una música inaudible y de notas invisibles.
Las hojas hacen su parte, mecidas plácidamente por el vaivén, realizan la coreografía de una danza secreta.
¡Cuánta belleza en la naturaleza!
Las gentes de la ciudad se reúnen en la gramilla, formando tribus dispersas en torno a lonas y manteles, con abundantes manjares y bebidas. Buscan un hálito de paz y algún cobijo cálido del sol, que asoma por sobre las nubes.
De pronto se disipa la apacible letanía del paisaje y estalla el movimiento furioso, veloz. El ruido atronador de los motores, encendidos y llevados al máximo de revoluciones, perfora el silencio. De tanto en tanto, se moderan para retomar el ritmo avasallante y embriagador.
Los conductores parecen bultos fundidos sobre las motos, deslizándose sobre un óvalo plateado que serpentea alternando rectas y curvas de diseño inverosímil, que obligan a aminorar y acelerar. Rebajes, rectas y embestidas para pasar rivales o aguardar el momento de un sorpasso audaz, que enfervorice a las multitudes aullantes y contagiadas por el vértigo.
El público se pone de pié. Contemplan el paso raudo de una fila de bólidos ululantes en el moderno circo romano. Uno y otro, y otro y otro…
Al espectáculo dado a ver, se le agrega la mirada.
La televisión ha hecho sus progresos también y todo se muestra, sin pliegues ni opacidades, tal como reflejan grandes pantallas que soportan una profusión de imágenes que se suceden con la misma velocidad.
Han organizado un sistema con infinidad de cámaras. Ojos electrónicos que enfocan el circuito, cada curva y cada recta, a la entrada y a la salida. Cámaras en el chasis de cada vehículo y en los cascos de los conductores. Cámaras que muestran paisajes y la región, y un gran broche final con los drones que aportan su cuota desde la atalaya de los dioses.
El espectáculo es riguroso. Cada movimiento, cada rictus, la gota de sudor, los rostros deformados por el esfuerzo, las manos atenaceadas sobre los manubrios, los cuerpos inclinados y bamboleantes, y las sombras del vértigo.
Para el conductor todo parece a la inversa. La moto se siente inmóvil y eterna mientras las sombras y las luces del mundo pasan extrañamente a su lado, consumiendo el tiempo en una ráfaga interminable. El único indicio sensible de la diferencia, es una vibración sorda que atraviesa jinete y corcel metálico.
No obstante, la televisión es omnímoda. Su sed permite acceder a una imagen real que aplana la realidad y la convierte en contante mercancía presta a consumir de un modo que sea digerible, no exenta de excesos ni adicciones.
Los estímulos repentinos son necesarios para romper la monotonía y mantener la tensión del espectador. El estímulo del riesgo y del accidente, siempre en juego en la carrera real más allá de la meta y la coronación, respecto del fondo oculto de la muerte.
De pronto, lo inesperado ocurre. Un momento en que la vida cambia.
La curva parece desdibujarse con el derrape de los neumáticos, que lanza a la moto y al conductor en un vuelo al vacío, envuelto en una brillante luz blanca. La parábola se ejecuta en un movimiento lento, cada vez más lento hasta quedar suspendido en la vacuidad.
En ese momento detenido, los recuerdos se agolpan, las escenas se suceden y la historia se despliega como una película, en un instante que comprende toda una vida.
La intensidad de la angustia proviene de la búsqueda de una respuesta sobre lo ocurrido. ¿Cómo se llega a esto?
Se presenta la imagen de un niño arrullado por padres que alientan y llaman a continuar un linaje de una familia-estirpe de corredores.
La épica del héroe que se consagra a extender el legado familiar ante un Ideal excesivo y las miradas de ancestros que lo quieren en un podio con la corona de laureles.
La velocidad está en la sangre y no hay límites. ¿Una vida sin límites? ¿Una vida sin lugar?
¿Una vida que pierde su naturaleza?
La velocidad se transmite en los movimientos del cuerpo y hasta en la aceleración con que se habla. La hiperactividad no permite estar quieto. No permite estar ni establecerse. Pasajero fugaz y efímero de la existencia en el mundo en la más absoluta soledad.
Dolor apenas compensado por la satisfacción del triunfo. ¿Triunfo de quién?
Pero la escena del triunfo es apenas un velo que disimula una verdad atroz.
Tras el velo, la verdad es la tentación.
Tentación con el desafío.
El desafío del corredor es acelerar más y más…
El desafío de embarcarse en una prueba de fuerza, acercándose al límite, siempre faltando algo… aún.
La atracción reside en el vértigo, el acortamiento de la distancia con el fin.
Permanecer allí, pujando por mantenerse apenas en la vida, acercándose fascinado con la muerte, hasta casi sentirla. Casi… sin llegar.
Cuando se asiente a esta tentación, se desactiva la causa.
El desafío sustituye la causa propia en procura de una satisfacción mortífera ante lo sin límites, que se consuma en el mejor de los casos, con una errancia a pérdida.
He allí el testimonio de lo que no capturan las cámaras ni se refleja en la imagen de la pantalla. Pareciera una burla costosa a la tecnología.
El hallazgo de una dimensión que humaniza la existencia en un instante de vacuidad blanca y brillante, sustraída al espectáculo televisivo.
De pronto, otra vez el movimiento y el estrépito repentino.
Los cuerpos vuelven a tomar peso, se mueven en la gravedad terrestre y en los tiempos humanos.
La parábola del vuelo retoma su curso.
Se constituye un destino con un final imprevisible.
Todos los Derechos de Autor y Propiedad Intelectual, pertenecen a:
©Mario Kelman
Rosario - Argentina
ATRAPADOS POR LA IMAGEN
2024
Administración de Atrapados por la Imagen.
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.
domingo, 17 de noviembre de 2024
DOMINGO DE CURIOSIDADES. HOY, EL DETRÁS DE ESCENA DE DRÁCULA DE FRANCIS FORD COPPOLA
DRÁCULA, DE FRANCIS FORD COPPOLA: CUANDO EL TERROR VOLVIÓ A LOS ORÍGENES DEL CINE.
La película protagonizada por Gary Oldman demostró que era posible construir una nueva iconografía y contar de forma única una historia, la de la novela de Bram Stoker, adaptada decenas de veces antes.
Estrenada en los cines estadounidenses el 13 de noviembre de 1992, "Drácula de Bram Stoker" , de Francis Ford Coppola, fue la que rompió, la aproximación al clásico gótico de 1897, una adaptación distanciada de las versiones cinematográficas previas que, entre otros hitos, logró cambiar la percepción de un personaje tan asentado en el imaginario popular como el del Conde Drácula, tanto a nivel temático, al hacer de él un antihéroe romántico capaz de pronunciar la frase: “He cruzado océanos de tiempo para encontrarte”, como a nivel estético.
Existen datos curiosos acerca de esta película que, tal vez, desconocías...
Incorporación del nombre del autor de la novela, al título de la película.
Aunque la incorporación del nombre de Bram Stoker al título ha generado, en cierta medida, la creencia de que se trata de la película que sigue más fielmente los acontecimientos de la novela original —en realidad, es un rasgo habitual de Coppola: en "El Padrino" (1972) y "Legítima defensa" (1997) también aparecen los nombres de los autores Mario Puzo y John Grisham acompañando al título—, el motivo en torno al que orbita la trama y que confirió una parte esencial de su identidad a esta adaptación no aparecía en el texto del escritor irlandés.
Por ejemplo, no es cierto todo el contexto del personaje histórico de Vlad Tepes y su caída al infierno por el amor inmortal hacia su amada Elisabeta, eso no existe en la novela de Stoker, al igual que todo su trasfondo de romance trágico. Pero lo que si es cierto es que la estructura de la película de Coppola y su querencia por trasladar su carácter narrativo epistolar y la concatenación de los sucesos que transcurren en la película es la más fiel a la novela original.
Una preproducción diferente
Una de las maneras particulares de trabajar de Coppola es encerrarse con su reparto, meses antes del rodaje, para conformar una suerte de ensayo del guion y convivencias en su finca al norte de San Francisco. Una metodología de trabajo que le sirve a Coppola para que sus actores no sean unos perfectos desconocidos cuando pisen el set de rodaje el primer día y que también proporciona un amplio campo de experimentación e improvisación actoral que luego se ve perfectamente representado en el producto final.
En las reuniones, Coppola le pidió a los actores y actrices principales que leyeran en voz alta la novela completa de Bram Stoker. Se necesitaron dos días completos para completarla.
CURIOSIDADES ACERCA DEL ELENCO.
Disputas.
La relación laboral entre Gary Oldman (Drácula) y Winona Ryder (Mina) tuvo altibajos. El mayor de ellos fue en el rodaje del primer encuentro entre sus personajes. El motivo surgió porque el director quería una reacción auténtica en la mirada de la actriz y habían repetido la toma sin éxito. Según un artículo de Vanity Fair la estrategia de Oldman fue esconder un calabacín cerca de su ingle para rozarla por sorpresa. Aunque la actriz aguantó profesionalmente en el rodaje, el enfado fue colosal. Sin embargo, la toma fue buena para el director e incluida en la película.
Miedo en el plató.
Gary Oldman es un actor muy vehemente. Durante los ensayos era capaz de discutir abiertamente las indicaciones del director o golpearse como parte de la improvisación. Además, sus movimientos podían ser tan intensos que afectaban al fastuoso vestuario. Por ejemplo, durante el rodaje del prólogo, la armadura roja de su personaje saltó por los aires y tuvo que ser reparada.
El grito
El grito del príncipe Vlad después de clavar su espada en la cruz no es la voz de Gary Oldman. Lux Interior, cantante de la banda punk, The Cramps, grabó el grito y fue doblado.
Profesor de canto.
Gary Oldman contrató a un profesor de canto para ayudarle a bajar su voz una octava y darle a Drácula una cualidad más siniestra.
Escena de la navaja.
Gary Oldman estaba borracho durante la escena en la que lame la sangre de la navaja de afeitar de Keanu Reeves, lo que contribuyó al ambiente de la escena.
El Método.
Winona Ryder tenía gran timidez en las escenas eróticas. Durante el rodaje comenzó a recibir clases de Greta Seacat, una coach de interpretación. La introdujo en la técnica del Método, un conjunto de herramientas de actuación desarrolladas a partir del sistema de Stanislavski. Ésta técnica fue popular entre los actores de Hollywood.
Transilvania.
Cuando Mina (Winona Ryder) recuerda su vida anterior como Elisabeta, menciona "una tierra más allá de un gran bosque" , que es el significado literal de Transilvania.
La película.
La película logró un rotundo éxito internacional, con una recaudación de más de 200 millones de dólares, y batió el récord que entonces ostentaba "Regreso al futuro II" (1989) como mejor estreno en un mes de noviembre en EE UU. De esta manera, conjuró los funestos pronósticos que le habían acompañado en la producción (por su excentricidad, las malas lenguas de Hollywood se referían al proyecto como "La hoguera de los vampiros", en alusión a "La hoguera de las vanidades", el enorme fracaso comercial de Brian de Palma de 1990) y los recuerdos de Vietnam de Coppola, que, en la mejor tradición de "Apocalypse Now" (1979), venía de ver cómo el rodaje de "El Padrino III" (1990) también se le iba de las manos y se afanó en ajustar su "Drácula" al presupuesto previsto de 40 millones, entregar la película en el plazo acordado y rodar en estudio con la esperanza de tener mayor control del entorno.
Las escenas.
Cada escena de la película tiene un diseño, una planificación y un montaje que evoca a soluciones formales del cine clásico (por ejemplo, proyecciones de rostros de personas en las que alguien está pensando, sobrepuestas en un lado del cuadro) pero también a la voluntad vanguardista de creación de lenguaje que la generación del Nuevo Hollywood, de la que Coppola fue punta de lanza, exhibió en sus momentos más ambiciosos. En este sentido, el uso de una intensa y colorida iluminación guiando el tono de la historia o los inestables decorados que, durante la acción, se desintegran y reconfiguran.
Censura.
La duración de la película es de 128 minutos. Los productores decidieron censurar algunas escenas por ser explicitas o violentas. De hecho, en la seducción de las amantes de Drácula a Jonathan, la propuesta del director incluía desnudos integrales que fueron vetados.
El cochero
El extraño cochero que recoge a Jonathan Harker para llevarle al castillo de Drácula también fue encarnado por el propio Gary Oldman (la película coincide en ese punto con la novela de Stoker, en donde se insinúa que es el Conde mismo quien conduce su coche de incógnito).
La imagen vampírica
Más allá del aspecto que pudieran conferirle, el interés del director en llenar la película de efectos prácticos y trucos de cámara sin intervención digital tenía una justificación de discurso. En su adaptación, Coppola y el guionista James V. Hart aprovechan la coincidencia temporal de la ficción de Bram Stoker, situada en la última década del siglo XIX, con la invención del cinematógrafo, aparato por el que el Conde Drácula, en su llegada a Londres, demuestra gran interés. Al fin y al cabo, no tiene nada de extraño que un vampiro se interese por un artefacto capaz de preservar intactas en el tiempo a las personas que se colocan frente a él, en movimiento, siempre con la misma edad. Ese deseo de permanecer es inherente a la puesta en escena, donde prescindir de tecnologías modernas y todavía en desarrollo significa, coherentemente, renunciar a elementos de naturaleza caduca.
La vía de interpretación de la novela de Bram Stoker como una historia analógica a la adicción a las drogas ha sido, de hecho, ampliamente explorada a lo largo de los años. La película de Coppola no aborda el tema de forma explícita.
Otro aspecto interesante de "Drácula de Bram Stoker" es su condición de “Drácula de Dráculas”, una adaptación que integra en sí misma hallazgos de películas anteriores, no así la regla de que la luz del sol fulmina a los vampiros, que no está ni en el libro de Bram Stoker ni en la película de Coppola.
Todo ello también conecta con los anhelos nostálgicos del Drácula interpretado por Gary Oldman, al que llegamos a ver vestido con un traje basado en "El beso" (1907-08), el cuadro de Gustav Klimt que representa el intento de Apolo de poseer a la ninfa Dafne antes de que ella se convierta en laurel.
En la evolución de Mina como mujer deseante, y no como pareja virtuosa y pura, es donde la película más se aleja de la fuente original. Además de terminar de darle al romance de Drácula un carácter absolutamente nuclear, el giro permite a "Drácula de Bram Stoker" distanciarse del anticlimático final de la novela, carente de un enfrentamiento.
Winona Ryder, a quien el tema de la represión sexual de las mujeres había llevado primeramente a interesarse por el guion e impulsar su producción ofreciéndoselo al propio Francis Ford Coppola, salió mejor parada de las críticas que su compañero Keanu Reeves. Ambos criados en Norteamérica, sus acentos británicos impostados lograron el mérito de sonar incluso más extravagantes que Gary Oldman fingiendo ser de Europa del Este.
Aunque la segunda mitad de la película también fue criticada por dispersa, a consecuencia de sus licencias argumentales y el cambio en el personaje de Mina, el lugar de "Drácula de Bram Stoker" en la cultura popular moderna actualmente parece tan estable como los cimientos de muchos castillos de Transilvania. O como el matrimonio accidental que, gracias a Coppola y su compromiso con el cinema verité, contrajeron Ryder y Reeves al casarse frente a un cura auténtico de una iglesia ortodoxa en la escena de la boda de sus personajes.
El legado del "Drácula" de Coppola también pasa por la reinserción en el canon de una desacomplejada carga erótica, hasta entonces más propia de películas de vampiros minoritarias o de explotación: todo lo soterrado y sugerente se materializa aquí sin apenas ambages, incluso con escenas de bestialismo. Parte del fondo religioso del libro parece conservarse en el tratamiento del personaje de Lucy Westenra (Sadie Frost), una “concubina de Satán” a ojos del doctor Abraham Van Helsing (Anthony Hopkins), a quien se presenta como mucho más liberada que otras mujeres de la época victoriana… y se ve sancionada narrativamente por ello.
La película es una historia de amor y horror, tejiendo elementos de la novela original con una visión fresca y emocional. La lucha entre el bien y el mal, la eternidad y la mortalidad, se desarrolla en una trama rica y visualmente impresionante que combina pasión y oscuridad en una obra maestra de horror gótico.
Idea, investigación y edición: Isa Santoro.
Administradora de Atrapados por la Imagen.
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.
sábado, 16 de noviembre de 2024
HOMENAJE A JOSÉ SARAMAGO, A 102 AÑOS DE SU NACIMIENTO.
JOSÉ SARAMAGO, UN ESCRITOR DEL MUNDO.
AUTOBIOGRAFÍA.
Nací en una familia de campesinos sin tierra, en Azinhaga, un pequeño pueblo ubicado en la provincia de Ribatejo, en la margen derecha del río Almonda, a unos cien kilómetros al noreste de Lisboa. Mis padres se llamaban José de Sousa y Maria da Piedade. José de Sousa también habría sido mi nombre si el funcionario del registro civil, por iniciativa propia, no hubiera agregado el apodo por el que se conocía a la familia de mi padre en el pueblo: Saramago. (Cabe aclarar que el saramago es una planta herbácea espontánea, cuyas hojas, en aquellos tiempos, en tiempos de necesidad, servían de alimento en la cocina de los pobres). Sólo cuando tenía siete años, cuando tuve que presentar un documento de identidad en la escuela primaria, se supo que mi nombre completo era José de Sousa Saramago… Sin embargo, este no fue el único problema de identidad que tuve que enfrentar en la cuna. Aunque vine al mundo el 16 de noviembre de 1922, mis documentos oficiales señalan que nací dos días después, a los 18 años: fue gracias a este pequeño fraude que la familia escapó al pago de la multa por falta de declaración de nacimiento. dentro del plazo legal.
Quizás porque participó en la Gran Guerra, en Francia, como soldado de artillería, y conocía otros entornos, distintos al pueblo, mi padre decidió, en 1924, dejar el trabajo de campo y trasladarse con su familia a Lisboa, donde se inició. ejercer la profesión de policía de seguridad pública, para la cual ya no se requería “titulación literaria” (expresión común entonces…) que la de leer, escribir y contar. A los pocos meses de instalarnos en la capital, fallecería mi hermano Francisco, dos años mayor que yo. Aunque las condiciones en las que vivíamos habían mejorado un poco con el cambio, nunca llegaríamos a conocer un avance económico real. Tenía 13 o 14 años cuando finalmente vivimos en una casa (muy pequeña) solo para nosotros: hasta entonces siempre habíamos vivido en partes de la casa, con otras familias. Durante todo este tiempo, y hasta la mayoría de edad, fueron muchos, y a menudo prolongados, períodos en los que viví en el pueblo con mis abuelos maternos, Jerónimo Melrinho y Josefa Caixinha.
Fui un buen alumno en la escuela primaria: en la segunda clase ya escribía sin errores de ortografía, y la tercera y cuarta clases se hicieron en un año. Luego pasé al bachillerato, donde permanecí dos años, con excelentes notas en el primero, mucho menos buenas en el segundo, pero estimado por compañeros y profesores, hasta el punto de ser elegido (tenía 12 años…) tesorero de la asociación académica… Sin embargo, mis padres habían llegado a la conclusión de que, por falta de medios, no podían seguir reteniéndome en el bachillerato. La única alternativa que se ofrecía era ingresar a una escuela de formación profesional, y así se hizo: durante cinco años aprendí el oficio de cerrajero mecánico. Lo más sorprendente fue que el plan de estudios de la escuela en ese momento, aunque obviamente orientado a la formación técnica profesional, incluía, además de francés, una asignatura de Literatura. Como no tenía libros en casa (mis libros, comprados por mí, incluso con dinero prestado por un amigo, solo pude tenerlos a los 19 años), eran libros escolares portugueses, por su carácter “antológico”. , que me abrió las puertas al disfrute literario: aún hoy puedo recitar poesía aprendida en esa época lejana. Después de terminar el curso, trabajé durante unos dos años como cerrajero mecánico en un taller de reparación de automóviles.
También
fue por esa época cuando comencé a asistir a una biblioteca pública en
Lisboa durante las horas nocturnas de funcionamiento. Y fue allí, sin
ayuda ni consejo, solo guiado por la curiosidad y las ganas de aprender,
donde se desarrolló y afinó mi gusto por la lectura.
Cuando me
casé, en 1944, ya había cambiado de actividad, comencé a trabajar en una
organización de la Seguridad Social como empleado administrativo. Mi
esposa, Ilda Reis, entonces mecanógrafa en Caminhos de Ferro, se
convertiría, muchos años después, en una de las grabadoras portuguesas
más importantes. Fallecería en 1998. En 1947, año del nacimiento de mi
única hija, Violante, publiqué el primer libro, una novela que titulé La
viuda, pero por conveniencia editorial saldría con el nombre Terra do
Pecado. Escribí otra novela, Clarabóia, que permanece inédita hasta hoy,
y comencé otra, que no pasaba de las primeras páginas: se llamaría O
Mel y Fel o quizás Luís, hijo de Tadeu ... El tema era resuelto cuando
dejé el proyecto: me estaba empezando a aclarar que no tenía que decir
nada que valiera la pena. Durante 19 años, hasta 1966, cuando publiqué
Os Poemas Possíveis, estuve ausente del mundo literario portugués, donde
debió de ser muy poca la gente que advirtiera mi ausencia.
Por razones políticas estuve en el paro en 1949, pero gracias a la buena voluntad de mi antiguo profesor en el momento de la escuela técnica, pude encontrar una ocupación en la empresa metalúrgica de la que él era administrador. A finales de la década de 1950, comencé a trabajar en una editorial, Estúdios Cor, como responsable de producción, volviendo así, pero no como autor, al mundo de las letras que había dejado años atrás. Esta nueva actividad me permitió conocer y entablar relaciones amistosas con algunos de los escritores portugueses más importantes de la época. Para mejorar el presupuesto familiar, pero también por placer, comencé, a partir de 1955, a dedicar parte de mi tiempo libre al trabajo de traducción, actividad que continuaría hasta 1981: Colette, Pär Lagerkvist, Jean Cassou, Maupassant, André Bonnard, Tolstoi , Baudelaire, Étienne Balibar, Nikos Poulantzas, Henri Focillon, Jacques Roumain, Hegel, Raymond Bayer fueron algunos de los autores que traduje. Otra ocupación paralela, entre mayo de 1967 y noviembre de 1968, fue la de crítico literario. Sin embargo, en 1966 publicó Os Poemas Possíveis, una colección poética que marcó mi regreso a la literatura. A este libro le siguió, en 1970, otra colección de poemas, Probablemente Alegría, y luego, en 1971 y 1973 respectivamente, con los títulos Deste Mundo e do Outro y A Bagagem do Viajante, dos colecciones de crónicas publicadas en la prensa, que la crítica ha considerado esencial para la comprensión completa de mi trabajo posterior. Divorciado en 1970, inicié una relación, que duraría hasta 1986, con la escritora portuguesa Isabel da Nóbrega.
Dejé la editorial a finales de 1971, trabajé los dos años siguientes en el Diário de Lisboa por la tarde como coordinador de un suplemento cultural y como editorialista. Publicado en 1974 bajo el título Las opiniones que tenía DL, estos textos representan una “lectura” muy certera de los últimos tiempos de la dictadura que vendría a ser derrocada en abril de ese año. En abril de 1975 comencé a desempeñarme como subdirector del diario matutino Diário de Notícias, cargo que ocupé hasta noviembre de ese año y que fui destituido como consecuencia de los cambios provocados por el golpe político-militar del 25 de diciembre. ese mes, que puso fin al proceso revolucionario. Dos libros marcan esta época: El año de 1993, un largo poema publicado en 1975, que algunos críticos ya se plantearon anunciar las obras de ficción que dos años después comenzarían con la novela Manual de pintura y caligrafía, y, bajo el título Os Apontamentos. , los artículos de contenido político que publiqué en el periódico del que había sido director.
Sin trabajo una vez más y, considerando las circunstancias de la coyuntura política que se vivía entonces, sin la menor posibilidad de encontrarlo, tomé la decisión de dedicarme de lleno a la literatura: era el momento de saber qué podía valer realmente como un escritor. A principios de 1976, me instalé en Lavre, un pueblo rural de la provincia de Alentejo, durante unas semanas. Fue este período de estudio, observación y registro de información el que dio lugar, en 1980, a la novela Levantado do Chão, en la que nace la forma de narrar que caracteriza mi novela novelesca. Mientras tanto, en 1978, había publicado una colección de cuentos, Objecto casi, en 1979 la obra A Noite, que siguió, unos meses antes de la publicación de Levantado do Chão, una nueva obra teatral, ¿Qué haré con este libro? ?. A excepción de otra obra de teatro, titulada La segunda vida de Francisco de Assis y publicada en 1987, la década de los ochenta estuvo íntegramente dedicada a la novela: Memorial do Convento, 1982, El año de la muerte de Ricardo Reis, 1984, A Jangada de Pedra. , 1986, Historia del Sitio de Lisboa, 1989. En 1986 conocí a la periodista española Pilar del Río. Nos casamos en 1988.
A raíz de la censura ejercida por el Gobierno portugués sobre la novela El Evangelio según Jesucristo (1991), vetando su presentación al Premio Literario Europeo con el pretexto de que el libro era ofensivo para los católicos, nos trasladamos, mi esposa y yo. , en febrero de 1993, nuestra residencia para la isla de Lanzarote, en el archipiélago canario. A principios de ese año publiqué la obra In Nomine Dei, todavía escrita en Lisboa, de la que se extraería el libreto de la ópera Divara, con música del compositor italiano Azio Corghi, estrenada en Münster (Alemania), en 1993. Esta no fue mi primera colaboración con Corghi: también es suya la música de la ópera Blimunda, sobre la novela Memorial do Convento, estrenada en Milán (Italia) en 1990. En 1993 comencé a escribir un diario, Cadernos de Lanzarote, de que se publican cinco volúmenes.
En 1995 publiqué la novela Ensayo sobre la ceguera y en 1997 Todos los Nomes y El Cuento de la Isla Desconocida
En 1995 me concedieron el Premio Camões y en 1998 el Premio Nobel de Literatura.
Como resultado de la concesión del Premio Nobel, mi actividad pública se ha incrementado. Viajé por los cinco continentes, impartiendo conferencias, obteniendo títulos académicos, participando en reuniones y congresos, tanto de carácter literario, social y político, pero, sobre todo, participé en acciones que demandan la dignificación del ser humano y el cumplimiento de la Declaración de Derechos Humanos mediante la consecución de una sociedad más justa, donde la persona sea una prioridad absoluta, y no el oficio o las luchas por un poder hegemónico, siempre destructivo.
Creo que he trabajado duro durante los últimos años. Desde 1998, he publicado Hojas políticas (1976-1998) (1999), La Caverna (2000), La flor más grande del mundo (2001), El hombre duplicado (2002), Ensayo sobre la lucidez (2004), Don Giovanni o el Absoluto Disoluto (2005), Las intermitencias de la muerte (2005) y Las pequeños memorias (2006). Ahora, este otoño de 2008, aparecerá un nuevo libro: El viaje del elefante, un cuento, una narración, una fábula.
En 2007, se decidió crear una Fundación con mi nombre en Lisboa, que asume, entre sus principales objetivos, la defensa y difusión de la literatura contemporánea, la defensa y la exigencia de cumplir con la Carta de Derechos Humanos, además de la atención. que le debemos, como ciudadanos responsables, al cuidado del medio ambiente. En julio de 2008 se firmó un protocolo de concesión de Casa dos Bicos, en Lisboa, para la sede de la Fundación José Saramago, donde seguirá intensificando y consolidando los objetivos marcados en su Declaración de Principios, abriendo puertas a la vida. proyectos de descontento cultural y propuestas transformadoras para la sociedad.
Saramago padecía una leucemia crónica por la que escribió Las intermitencias de la muerte en 2005. Nunca dejó de escribir a pesar del avance de su enfermedad y llegó a publicar en vida las novelas, El viaje del Elefante (2008) y Caín (2009). Póstumamente se publicaron Claraboya (terminada en 1953 y publicada en 2011); Alabardas (2014), El silencio del agua (2014) y La viuda (2021). Sus ibros fueron traducidos a varios idiomas como el albanés, alemán, árabe, azerbaiyán, bengalí, búlgaro, cantonés, castellano, catalán, checo, coreano, croata (alfabeto latino), danés, eslovaco, esloveno y euskera, entre muchos otros.
Escéptico e intelectual mantuvo una postura ética y estética por encima de partidismos políticos, y comprometido con el género humano. Una controvertida visión de la historia y de la cultura son el punto crucial de sus obras.
Saramago murió el 18 de junio de 2010 en la isla de Lanzarote, dejando escritas las primeras treinta páginas de su novela Alabardas (2014). Su legado fue donado en 2017 a la Biblioteca Nacional de Portugal para cumplir con su voluntad. Allí se encuentran originales de sus novelas (tanto manuscritos como mecanografiados), cartas, notas y borradores. Una forma de contrarrestar su ausencia que sigue firme para sus lectores, muchísimos en todo el mundo.
JOSÉ SARAMAGO Y SU TIPO DE ESCRITURA.
Por José Saramago
La verdad es que quien se enfrenta con un libro mío, en especial con las novelas, se encuentra en una situación un poco complicada porque yo eliminé toda puntuación. Incluso cuando aparece un punto o una coma, no son señales de puntuación sino son señales de pausa al igual que en la música. Pienso, por lo menos yo lo tengo claro (aunque tampoco quiero que todo el mundo piense igual), pienso que nosotros hablamos como si estuviéramos haciendo música porque la música y la palabra, el hecho de hablar, se hace con sonidos y con pausas. La música más espiritual o la música de peor calidad tiene pausas y sonidos. Cuando yo elimino, prácticamente, toda la puntuación busco que el lector no lea pasivamente sino que construya el texto, gracias a esa voz que debe estar escuchando. Yo propongo al lector un texto incompleto. Aunque todas las palabras que yo quiero se encuentran allí, el texto está incompleto porque le falta esa convención que son los signos de puntuación. El lector cuando lee, debe saber qué está leyendo para recibir todo lo que hay en el texto. Aunque, a primera vista parezca oculto, está allí, si él puede escuchar la voz que habla dentro de su cabeza. El escritor igual que el pintor o el músico, va borrando los rastros que dejó; razón por la que el lector tendrá que abrir una ruta, una huella que jamás coincidirá con la del escritor. Serán otras dudas, otras pausas, otras hipótesis.
ALGUNAS FRASES DE JOSÉ SARAMAGO
"El viaje no termina jamás. Sólo los viajeros terminan. Y también ellos pueden subsistir en memoria, en recuerdo, en narración... El objetivo de un viaje es sólo el inicio de otro viaje".
"La derrota tiene algo positivo, nunca es definitiva. En cambio la victoria tiene algo negativo, jamás es definitiva".
"Las tres enfermedades del hombre actual son la incomunicación, la revolución tecnológica y su vida centrada en su triunfo personal".
"Soy un comunista hormonal".
"¿Qué clase de mundo es éste que puede mandar máquinas a Marte y no hace nada para detener el asesinato de un ser humano?"
"Ahora no hay duda de que la búsqueda incondicional del triunfo personal implica la soledad profunda. Esa soledad del agua que no se mueve".
"Dentro de nosotros existe algo que no tiene nombre y eso es lo que realmente somos".
"No creo en Dios y no me hace ninguna falta. Por lo menos estoy a salvo de ser intolerante. Los ateos somos las personas más tolerantes del mundo. Un creyente fácilmente pasa a la intolerancia. En ningún momento de la historia, en ningún lugar del planeta, las religiones han servido para que los seres humanos se acerquen unos a los otros. Por el contrario, sólo han servido para separar, para quemar, para torturar. No creo en dios, no lo necesito y además soy buena persona".
"No he sentido jamás la necesidad de un triunfo, la necesidad de tener una carrera, la necesidad de ser reconocido, la necesidad de ser aplaudido, no lo he sentido jamás en mi vida. No he hecho en cada momento nada más que lo que tenía que hacer y las consecuencias han sido éstas, aunque podrían haber sido otras".
"Todo el mundo me dice que tengo que hacer ejercicio, que es bueno para mi salud. Pero nunca he escuchado a nadie que le diga a un deportista que tiene que leer".
"Para qué sirve el arrepentimiento, si eso no borra nada de lo que ha pasado. El arrepentimiento mejor es sencillamente cambiar".
"He aprendido a no intentar convencer a nadie. El trabajo de convencer es una falta de respeto, es un intento de colonización del otro".
"El hombre más sabio que he conocido en toda mi vida no sabía ni leer ni escribir".
"Somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos, sin memoria no existimos y sin responsabilidad quizá no merezcamos existir".
"Entraré en la nada y me disolveré en ella".
"Es hora de aullar, porque si nos dejamos llevar por los poderes que nos gobiernan y no hacemos nada por contrarrestarlos, se puede decir que nos merecemos lo que tenemos".
"Cuanto más te disfraces, más te parecerás a ti mismo".
"El caos es un orden sin descifrar".
"La mejor manera de defender los secretos propios es respetando los ajenos".
"El éxito a toda costa nos hace peor que animales".
"Si las conociéramos, las cosas del cielo tendrían otros nombres".
"Yo no escribo para agradar ni tampoco para desagradar. Escribo para desasosegar".
"No es que sea pesimista, es que el mundo es pésimo".
"Yo no escribo por amor, sino por desasosiego; escribo porque no me gusta el mundo donde estoy viviendo".
"Hay que recuperar, mantener y transmitir la memoria histórica, porque se empieza por el olvido y se termina en la indiferencia".
"Nuestra única defensa contra la muerte es el amor".
"Vivimos observando sombras que se mueven y creemos que eso es la realidad".
"El alma humana es una caja de donde siempre puede saltar un payaso haciéndonos mofas y sacándonos la lengua, pero hay ocasiones en que ese mismo payaso se limita a mirarnos por encima del borde de la caja, y si ve que, por accidente, estamos procediendo según lo que es justo y honesto, asiente aprobadoramente con la cabeza y desaparece pensando que todavía no somos un caso perdido".
Trabajo de Investigación y Edición: Isa Santoro.
Administradora de Atrapados por la Imagen.
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.