El primero de un millón de besos
Podríamos decir que Elliott Erwitt fue un fotógrafo que impregnaba dosis de humor inteligente a las instantáneas que captaba en la calle, algo que después supo trasladar a sus trabajos por encargo.
Esta imagen fue utilizada casi hasta la saciedad para representar el principio de un amor. Así y todo, resiste el paso de las décadas. Uno se pregunta si este francés nacionalizado norteamericano los capturó con su cámara "in fraganti" o si se trató de una puesta en escena.
La imagen de Erwitt adquiere, con el paso de los años, una carga agridulce añadida. Al verla uno no puede evitar mirar hacia atrás, y asociarla con alguna experiencia personal. Entre el grano de la película en blanco y negro se funden muchos momentos de felicidad en una pareja; pero también los errores, el deterioro y el final de una relación.
Elliott Erwitt se convirtió en un grande de la historia de la fotografía. Todo un fotógrafo que nos abre la mente hacia otras formas de entender la fotografía más allá de la estampa bonita y bien compuesta.
“Lo bueno de hacer fotografías es que así no tengo que explicar las cosas con palabras.”
Elliott Erwitt.
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