¿Quién es aquella mujer frente al espejo, la que se parece a mí? ¿Por qué tiene mi cuerpo, pero su rostro no lo reconozco? Tengo miedo de la imagen al espejo, y es que falta algo de mí…Hacen falta mis ojos sin juzgar siempre lo que soy.
Polly Penrose
Polly Penrose
es una fotógrafa británica que, conciente de la finitud del ser humano y de
que el tiempo nos cambia a todos, decidió embarcarse en un proyecto llamado “A
Body of Work”, en el que se muestra a sí misma en diferentes posiciones como
parte del paisaje, de la escena que viste la fotografía. Ya lleva siete años en
el proyecto y a pesar de que —en sus propias palabras— es doloroso tener que
correr para colocarse en esas posiciones mientras el timer corre, para ella
estas fotografías se han convertido en una especie de diario en el que refleja
lo que cada momento trae dentro de sí.
Se explica
diciendo: “A veces sólo queremos ser el cuerpo; no la persona, sino el objeto.
Es más fácil mostrar el cuerpo que el rostro, porque el alma se puede ver a
través de los ojos más que de cualquier otra parte. Aceptamos ir con el torso
de frente en vez de con la cara en alto porque nos da vergüenza mirar, porque
da miedo enfrentarse al camino… pero hace falta hacerlo”.
La serie Body
Work, de 7 años de duración (hasta ahora), consiste en hermosos autorretratos,
en los que la fotógrafa está desnuda y se sitúa en poses extrañas y retorcidas.
Su intención era mostrar su lado fuerte y creativo a través de un conjunto de
imágenes espontáneas que la captaran interactuando con el espacio, los objetos
y el ambiente, según su humor y estado de ánimo.
Siempre que
se piensa en desnudez, automáticamente el cerebro te remite a una imagen en
concreto: un dueto de cuerpos sin ropa, mientras se toca a la par alguna
melodía al son de un coito interrumpido. Inmediatamente se vincula a la
desnudez con el sexo porque no se piensa en que la única desnudez que se conoce
al principio es la propia.
Se nace
desnudo; uno se desarrolla en el vientre materno sin otra cosa que no sea el
líquido amniótico que le rodea. Estar sin ropa es, antes que nada, un símbolo
inherente a la intimidad, pero ¿qué intimidad es de la que nacen todas las
demás, si no es primero la que uno mismo tiene consigo? ¿No es la propia
aceptación la que debe existir antes que cualquier otra? Es lo que Polly Penrose quiere mostrar al mundo
con sus fotografías.
A veces hace
falta mirar dentro de uno mismo para darse cuenta de que el desastre que hay en
nuestra vida es porque nace desde adentro. Muchas veces vamos por la vida con el espíritu quebrado e intentamos sobreponernos a ello y continuar como si
nada, pero hace falta valor para ver lo que está mal con uno y mucho más para
afrontar lo que se tiene que arreglar.
Penrose
seguirá fotografiándose hasta que no sea capaz de realizar el menor movimiento,
como bromea ella misma. Quiere seguir explorando su cuerpo con cada foto que
toma y verlo envejecer y cambiar con el tiempo.
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