domingo, 10 de julio de 2016

    ENCUENTRO
Se encontró en la reunión solo, había buscado alguien con quien ir hasta último momento, ninguno de sus amigos o conocidos quisieron acompañarlo, no les interesaba el arte o se excusaron por que tenían otras ocupaciones.
Poco a poco la gente se fue agolpando en el salón, entre las vallas puestas para proteger las esculturas que había hecho la señora de su amigo Hugo y las pinturas al óleo de él, casi no se encontraba espacio para moverse, apenas si pudo ir a saludarlos, el mismo gentío lo fue separando, se sirvió una copa de gaseosa, que repartía un mozo, e intentó ver los trabajos.
Caminó entre la gente como pudo, en algunos cuadros se detuvo porque le impactó el colorido o por las expresiones que tenían las personas en ellos representados, como en los mamados del bar, o el de la bailarina clásica, a otros los pasó de largo, casi sin mirarlos, en realidad no entendía mucho.
Salía de una pintura y pasaba a la otra, en algunas se detenía más, en otras menos, como en el caso de la bailarina, por otra parte, sabía perfectamente que no estaba en su medio pero la amistad era más importante que nada; decidió salir de ese gentío e ir al salón de las esculturas.
Giró con decisión y al girar se encontró con ella, quedaron tan cerca que casi se dan un beso, la muchedumbre nos los dejó mover por un instante y forzando el lugar se separó muy poco de esa mujer, lo suficiente como para pedirle disculpas, pero como no podían moverse, comenzaron a reírse de la situación en la que estaban, fue en ese instante en que le sugirió pasar al otro salón, sin saber como hacer para poder llegar, ella aceptó.
Luego de forcejear hasta salir de un salón para entrar en otro, pudieron hablar con mas comodidad, no mucha, allí también había muchísima gente.
Se presentaron, él hizo hincapié en su amistad con Hugo, los muchos años que se conocían y como se apoyaban mutuamente en las cosas que emprendían, pese a tener objetivos muy distintos, el pintor, vivía casi exclusivamente para su arte, aunque tuviera que trabajar de cualquier cosa para poder vivir y él, el caso opuesto, su dedicación casi obsesiva por la computación y su irrefrenable pasión por el tango. Ella dijo no conocer a ninguno de los que exponían, que sólo estaba allí por curiosidad, le gustaba mucho la pintura, disfrutaba y amaba muchisimo el baile clásico, la danza.
Pensó por un instante que era una mujer fabulosa, que físico espléndido tenía, que agradable era, le parecía casi imposible que una cosa así le estuviese pasando, la tenía que invitar a salir, a tomar algo, a poder charlar lejos de tanta gente; así lo hizo, ella aceptó pero quiso que primero fueran a ver otra vez el cuadro de la bailarina clásica y así lo hicieron.
Luchando entre la gente llegaron al lugar, ella quedó cono absorta por esa figura y pasando detrás de los cordones que hacían de valla se puso junto a la pintura en la posición en que estaba la bailarina, eran idénticas, la cara, el pelo, la forma de las manos, el cuerpo, solo faltaba que estuviese vestida con la misma ropa que en el cuadro, la gente comenzó a preguntarle si era la modelo con que se había hecho el trabajo y mientras respondía que no, seguía tomado posiciones de baile, no haciendo más que acentuar su semejanza con la pintura.
La gente comenzó a agolparse junto al cuadro e hizo que un custodio se acercara y la invitara, gentilmente, a pasar del otro lado del cordón; a todo esto Hugo, al que ya le había llegado el comentario de que estaba la modelo con la que él hizo la pintura, también se acercó, se encontró con su amigo, se sorprendió al verla y ambos la convencieron para que dejara ese lugar, trataron de charlar un poco pero no pudieron por las preguntas de la gente, fue cuando el pintor intentó explicar que el cuadro lo había hecho tomando como modelo una muñequita de una cajita de música, que no había tenido la suerte de que tan hermosa mujer posara para él.
Se retiraron los dos saludando a Hugo, el no sabía como hacer para disculpar el incidente. Al salir a la vereda ella le propone ir a tomar algo, charlar un rato hasta que se vaya casi toda la gente y volver para disfrutar más tranquilos de tan hermosa pintura, él acepta, en principio lo que quería era sacarla de ese lugar y conversar con ella de cualquier otra cosa, de ellos, de esa mujer casi excepcional con la que la noche lo había juntado.
Eran recién las 23,30 hs cuando se encontraban entrando a un café literario que él conocía a menos de tres cuadras del lugar de la exposición, se sentaron en una mesa junto a la ventana, había bastante gente, estaban leyendo poesía, a ella eso le importó poco, mejor dicho nada, desde que comenzaron a caminar por la vereda empezó a hablar del baile, de ese baile que tanto la conmovía, que tanto la apasionaba, de las posiciones de las manos, de la de los pies, de que forma debía colocarse el cuerpo para tal o para cual posición, todo era baile en su vida, en su sentimiento, en su alma.
El mozo llegó preguntando que iban a tomar, él pidió un cortado y la dama un agua mineral que casi no tomó, llevó la conversación a lo que le significó esa pintura, como la sintió en lo profundo del alma y lo mucho conque sé identificaba en ella; él no pudo encontrar la forma de sacarla del tema de esa pintura y comenzó a llamarle la atención la casi obstinada idea de ella con ese dibujo.
Se le ocurrió preguntarle por el parecido físico con la imagen, ella al principio lo tomó como para no darle importancia, pero poco a poco fue metiéndose en cada detalle de la pintura, como si verdaderamente hubiese sido la modelo, él no había presenciado el momento en que Hugo lo pintó, pero si supo que estaba haciendo ese trabajo tampoco tenía por que dudar de la palabra de su amigo cuando dijo de donde había copiado el modelo, entonces, ¿de donde ella sabía tanto de ese figura, como era posible que pudiese hablar con tanto lujo de detalle de ese trabajo?
El tiempo pasó rápidamente, fue ella quien insinuó que ya era tiempo de que volviesen a la exposición, tal cual lo habían convenido antes, él llamó al mozo, pagó y salieron del café sin escuchar tan solo una poesía; no sabía que pretendía esa mujer pero de una cosa estaba seguro, no iba a dejarla sola pase lo que pase, era una fuerza irresistible la que lo llevaba y la atracción por esa mujer era cada vez mayor.
Durante las cuadras que los separaban del salón, ella volvió a hacerle una nueva propuesta, se esconderían entre los decorados aprovechando la despedida de la gente y cuando estuviesen solos, bailaría para él en la oscuridad de la sala donde estaba la pintura, iluminados solamente por la luz de la luna que entraría, seguramente, por la inmensa claraboya del techo y por las ventanas, él asintió y mas aún le intrigó el saber como conocía tanto de ese lugar, como había hecho para poder prestar atención a lo que había en el techo. Esa mujer lo atrapaba más a cada momento.
La gente se fue yendo poco a poco y tal cual lo tenían previsto se escondieron con el mayor de los sigilos entre las cortinas que decoraban el ambiente, ella justo detrás de la pintura en cuestión.
Seguramente vieron como se fue yendo el resto de las personas que estaba en el lugar, y sintieron con toda claridad cuando Hugo y la esposa se despidieron de los custodios, también sintieron, algún tiempo después, que algunos de ellos hacía una recorrida por los salones para apagar las luces y retirarse cerrando la puerta con llave, con ese sonido característico de los pesados portones de madera y las llaves al girar. Poco tiempo después, estaban seguros de que en ese lugar no había nadie, estaban solos.
Ella salió sigilosamente de su lugar, lo fue a buscar, lo sacó como muerto de miedo de su escondite y lo llevó, tomándolo de la mano, hasta el frente del cuadro de la bailarina clásica, una vez allí se saco la ropa y comenzó a danzar desnuda en puntas de pie; se empezó a escuchar la música del Lago de los Cisnes y ella, bailando por todo el salón, pasando por cada una de las pinturas, todos los movimientos terminaban indefectiblemente frente al cuadro de la bailarina.
Él sentado en el suelo en posición de buda mira el baile casi sin poder creer lo que estaba pasando, de la inmensa banderola del techo entraba tanta luz que a sus ojos parecía la iluminación de un teatro, ella seguía danzando al compás de esa melodía que no podía entender de donde venía, pero que la escuchaba clara y nítida como nunca la supo escuchar.
Unos de esos hermosos movimientos que ejecutaba la llevó hacia donde estaba él, lo hizo parar y bailó a su alrededor hasta que quedaron tan juntos como cuando se encontraron entre todo esa gente, se besaron, se acariciaron y se amaron con el alma, con el cuerpo y con todos los sentidos hasta que no pudieron más, hasta que les faltó el aire para seguir viviendo.
Quedaron tirados en el suelo mientras la música seguía con todo su esplendor, de repente ella se levantó con ágil movimiento, comenzó a danzar nuevamente exclamando – me llama, me llama -, sus pasos terminaron frente al cuadro de la bailarina; la música cambió, se hizo sonora, potente y triunfal, las luces se transformaron en rayos de colores, en rápido movimiento se transformó, y en un instante desapareció confundiéndose con la imagen de la pintura.
Cuando él reaccionó, ya no había música, la luz que entraba por el techo apenas si alcanzaba para ver donde se caminaba, se acercó al cuadro, lo tocó, buscó por detrás, atrás de las cortinas, pero nada, ella no estaba.
Se echo boca abajo en el suelo y esperó el sol del nuevo día con la ilusión de poder encontrarla.

Texto: Enrique M. Picchio
Imagen: Montaje  por Enrique M. Picchio (Pem)

3 comentarios:

deja tu comentario gracias!