CONCURSO "SUCEDIÓ EN LA NIEBLA" ATRAPADOS POR LA IMAGEN - Susi Santiago

 Relato para el concurso “Sucedió en la niebla” de: 

“Atrapados por la imagen”

Categoría: Literatura

"La niebla en mí"

Querido J.

Desde esta lejana tierra que usted hizo suya en su memorable visita, necesito contarle hechos insondables y dejarle mi testimonio. ¿Tal vez sea el último?

Ya veo sus ojos verdes brillar por la incógnita y un poco de temor por esta loca amiga. Léame antes de dar su opinión tan valiosa para mí.

Hace una semana, sentada en la mesa redonda en la que compartimos alimentos para el cuerpo y para el alma, (de nuevo me voy en detalles que lo incluyen, señal de que lo extraño y mucho). Escribiendo y buscando esa palabra justa que no llegaba, levanté mi mirada a la ventana. Me sorprendió ver una espesa niebla que hacía desvanecer todo viso de realidad.

Usted, que me conoce tan bien, ya sabe de mis impulsos. Tomé un abrigo liviano y prestamente salí a sentir esa frescura húmeda en mi piel, en mis ojos.

Ya en la calle, empecé a bajar por la vereda de la Aduana hacia el ancho espacio donde reinan los lapachos, la estatua y la fuente.

Era tan espesa la niebla que tenía que ir muy despacio. Bajé a la calzada de adoquines y me senté en el borde de la fuente de la Utopía mirando hacia Diana la cazadora. ¿Recuerda el sitio preferido para nuestros silencios compartidos?

Envuelta en esa nube espesa y oscura, oí un suave silbido y un dolor punzantemente dulce en el pecho. Bajé los ojos y vi la flecha clavada en mí. De la herida surgía un fluido dorado que iba impregnando las partículas que me rodeaban formando un huevo luminoso dónde mi cuerpo era la yema.

Gratamente sorprendida, me levanté y empecé a caminar hacia la Avenida de las tipas, y ahí llegó de nuevo el recuerdo, nosotros caminando sobre el colchón de flores de intenso color amarillo sol, pero sigo con la experiencia.

Al dirigir mi mirada a través de la luz los árboles brillaban, algunos edificios se opacaban con un sólido negro, en otros refulgían algunas ventanas y otras oscurecían. El huevo fungía como un detector de buena luz.

En un estado de plenitud y paz pocas veces sentido, miré hacia el cielo, el huevo se alargó y formó un camino limpio, pura luz y allá en lo alto, Sirio, en todo su esplendor, me invitaba a transitar esa senda. Pero algo llamó mi atención y me hizo volver a la fuente, oí un susurro: “No es tiempo aún”. Me di vuelta y vi a Utopía envuelta en piel y calor humano, descender hacia mí, me cobijó en sus brazos y me dijo dulcemente: “Aún existo, cree en mí”

Supe que el futuro no es predecible ni incierto, simplemente es. Sentí un amor intenso, tan intenso como el desapego y la certeza del tiempo señalado. Por ahora debía estar en el mundo

Cuando se desprendió la flecha, sibilante volvió a Diana la cazadora. Me quedé con ese brillo interno y envuelta en la niebla opaca, volví a mi refugio amado.

MI querido, no sé si en la próxima niebla no aceptaré la invitación de Sirio. El odio y la oscuridad que se han arraigado en nuestra sociedad hacen parecer un futuro temible, pero aún resuenan en mi corazón las palabras: “Aún existo”. Dejaré que las Morias, en su sabiduría, guíen mi destino.

Hasta ese momento, le envío mi amor en un profundo apapacho. Su amiga por siempre

A.

Susi Santiago en el atardecer de algún día de la primavera del 23

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