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lunes, 27 de marzo de 2023

©EDITORIAL ATRAPADOS POR LA IMAGEN PRESENTA: Mario Kelman

 

"Crónicas sobre Fraternidades" 

Relato inédito de:  MARIO KELMAN


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"Queridos amigos, Editorial Atrapados por la Imagen, es un espacio gratuito dedicado a nuevos artistas"


¡¡Gracias Mario, por confiar en Atrapados, te deseamos muchos éxitos!!





Ilustración y Diseño: Laura Jakulis



"Crónica sobre Fraternidades"

Por Mario Kelman



El largo y generoso pasillo se extiende lánguido y uniforme hasta desembocar en una clásica puerta ancha de maderas y vidrio de pared a pared, que da paso a un patio interno que hace las veces de gimnasio cubierto en días de lluvia. Luego, como tomando un nuevo impulso en un brinco a lo abierto, se arriba con un estallido de vida y sol, al gran patio de la querida escuela.

Resulta extraño recorrerla así. Vacía de su valioso contenido, despoblada de voces y risas; a media luz, taciturna y triste en su soledad nocturna. Quizás sólo se trata de un reposo momentáneo, previo a la nueva jornada.

A ambos lados, se suceden a intervalos iguales las puertas de acceso a las aulas, ordenadas de menor a mayor por los carteles que identifican los grados y divisiones. Las láminas de cartulina y dibujos destacados cuelgan a su lado, compitiendo y adornando la reunión ritual de cada día. Cada aula conserva el espíritu de bienvenida. Amplios ventanales luminosos orlados por cortinas acariciantes que envuelven las filas discretas de asientos con pupitres ya familiares, ante el gran pizarrón de un verde especial que no encandila, en el que es posible escribir delicadamente con tiza blanca. Al costado, el escritorio de la maestra, en suave diagonal, como diciendo que la autoridad está en su lugar pero sin oposición enfrentada. Se trata de la autoridad que suele dar el amor en lo que se hace, nada menos que sostener una transmisión, a pesar del esfuerzo de tantos empeñados en no entender, pujar y destruir.

Funcionarios engolados y burócratas sin formación, que confunden educación con repetición imbécil y acumulación inservible, oprimen el trabajo entusiasmado con el ejercicio vertical del pensamiento único, subordinados al mando de un amo siempre tonto. Actualmente, excedidos por las circunstancias, esperan convertir las escuelas en guarderías sociales para obtener un dudoso beneficio electoral. Trastienda oculta y siempre amortiguada por los docentes y autoridades de cada escuela. 

Cerca de la puerta de ingreso, encabeza el despacho de la Dirección y de la Vicedirección que alternan su presencia. Lugar evitado por todos, al que sólo se ingresa por alguna sanción o correctivo, siempre no desprovisto de una afectuosa severidad.

Al costado de Dirección y a una altura que lo hace visible, el pequeño pizarrón conmemorativo con la efemérides del día. Cada vez, algunos precoces representantes  del arte de los cursos superiores, que se destacan en la bravía labor del dibujo con tiza, ilustran con esmero, un motivo alegórico elegido según la fecha. A la hora de salir, los compañeros siempre miran y se sorprenden con el dibujo que los espera y despide hasta el día siguiente.

El secreto no compartido radica en que los abnegados artistas ansían hacer su obra, para sustraerse de la clase y de las tareas. Al menos, una recompensa cómplice luego del esfuerzo digno de Miguel Ángel.

A mitad de recorrido del pasillo, una abertura y una escalera que lleva al subsuelo incógnito. Se abre un nuevo pasillo subterráneo con nuevas aulas para los cursos superiores. En cada aula irrumpe la luz por ventanales superiores que simulan claraboyas, que parecen ilusoriamente altas, muy altas.

En el recodo de la escalera, una campana mediana, con su soga enroscada y un nudo que evita que se desfleque.

La vieja campana de bronce, cuyo tañido comanda. Suena habilitando el ingreso, la salida y cada recreo.

A su son, de pronto irrumpe sorpresivamente una tromba de niños y niñas corriendo a puro grito y euforia por el largo de la galería, hasta llegar al patio, con reticencia a volver al aula. La carrera contagia y lleva a descubrir imprevistamente el placer del movimiento, el juego compartido y el compañerismo.

Los bolsillos de los blancos guardapolvos poblados de meriendas, los vasos plegables que buscan agua y los bebederos que funcionan a destajo.

Altos, bajos, morochos, blancos, pelirrojos, ricos y pobres, todos valen por cada uno, iguales por ser semejantes.

Primera fraternidad: crecer juntos y de la mano.

Un día, una novedad sorprende. 

La ausencia de Benito. 

Pero no es un ausente más, cuyo nombre se escribe en el margen del pizarrón. 

La muerte irrumpe y golpea. 

Nadie entiende, pero todos entienden. 

Benito, compañero de sonrisa inefable y permanente, muestra los dientes blancos asomando en la sonrisa permanente, entre los labios y la piel morena, siempre con gestos mansos y pausados, con ojos marrones encendidos y entrelazando sus manos sobre su regazo. Llama la atención el morado que resalta bajo las uñas de sus manos, con un mal presagio. 

Nadie sabe sobre el misterio de su no-estar, pero el cuerpo parece saberlo. Una honda tristeza se abre paso desde lo profundo de las entrañas y estalla en el pecho, provocando desconcierto y llanto. Algo conmovedor ha ocurrido.

El vacío toma consistencia y se hace sentir. Nadie habla de ello, ni se busca saber lo que ya se sabe. El aire se vuelve gris y  la pena espesa se despliega cubriendo la vida con un manto penoso.

El ánimo decae y el movimiento decrece, a tan corta edad ¿es posible la muerte? 

Un descubrimiento traumático que sacude el alma.

La escuela, con sus medios invisibles actúa.

Alineados en el patio, el curso permanece sentado en el suelo a un costado de la improvisada cancha de volley ball. Algunos lloran, no se obedecen las indicaciones de los docentes y celadores y nadie se mueve.

De pronto, resuena la voz estentórea del profesor de educación física, erigido sobre sus pies,  tan alto como su elevada estatura, silueta esbelta y delgada, que trae el recuerdo del amiguito entrañable y su despedida definitiva. Suena fuerte, duro, severo, pero como un padre, llama vehemente al regreso a la vida y a la práctica de volley ball, batiendo sus palmas en sonoro ruido que arenga al curso.

¡¡Es hora de volver, entrar a la cancha y darle duro a la pelota!! 

Un tácito acuerdo se extiende reenlazando a todos y a cada uno. 

¡¡Por la memoria de Benito, por la vida!!! 

Cada uno hace su juego con la mayor intensidad y fuerza como jamás lo había hecho antes. Cada pelota, cada pase, cada golpe es un atravesamiento que hace un nuevo futuro, sobreviviendo a lo perdido. 

Al tiempo, se agrega a la clase un nuevo compañero, que recibe el saludo y la bienvenida del curso.

La escuela había actuado.

Tiempo de los mejores amigos y las mejores amigas.

Muchísimos años después, sorprende la llegada de un mensaje de la madre de uno de esos mejores amigos. Una invitación para visitar a Alfredo, ahora postrado en cama por una enfermedad terminal.

Qué oportunidad para comprender cómo pueden coexistir diversas sensaciones simultáneamente. El afecto de estrecharse en un abrazo interminable y el rechazo angustioso surgido de la sombra de la muerte. El respeto por responder a un viejo queridísimo amigo, que ahora llama para un último saludo, conmueve. También para comprobar que ya éramos otros, porque la vida crea distancia con el paso del tiempo. No obstante lo cual, vale siempre recurrir un homenaje a la vida. 

Las pérdidas consuenan y repercuten. La vida también consuena en los destellos fugaces cuando una chispa se enciende y encuentra lugar.

Tiempo también de descubrimiento de la sexualidad en el ingreso a la adolescencia. Tiempo de ensayos y desencuentros. De atracciones, apariencias y miradas cómplices. 

Reuniones, música y modas que hoy lucen anticuadas o remanidas, forman parte del reiterado y eterno juego de seducción. El primer beso, el primer cigarrillo, poses de hombres y mujeres que ensayan, se encuentran y se consienten a su habilitación, haciendo experiencia y descubrimientos.

Al finalizar cada jornada, la salida de la escuela es un nuevo mundo en la vereda poblada de choferes de transportes, padres apresurados y vendedores insistentes. Bandejas de cubanitos ofrecidos repletos de dulce, pop corn crujiente recién hecho, churros resplandecientes, garrapiñada apretada, semillas de girasol saladas y hasta lupines húmedos.

De pronto un estampido de bala que pasa cerca, corridas y desorientación. Nuevamente algo inesperado ocurre. Suena un nombre extraño y hasta entonces desconocido, un tal Onganía. Azul y colorado dejan de ser colores primarios, y atraen tormentas y rayos sobre las gentes. Bastones largos se ciernen en la noche asesina.

Pero antes de la salida, más allá de la Dirección y del portal del pasillo, el Hall de Ingreso, presidido por un busto de insigne poeta y literato, con semblante que sostiene e invita al amor a la lengua italiana. 

Otras escaleras, más importantes; conducen a otra escuela, otro momento de la vida. 

Otra escalera por donde cuarenta años después se desliza la emoción emanada de las voces armónicas del coro, que descienden pausadamente cantando el himno a la amistad, para concluir el encuentro aniversario que la misma escuela convoca a cada clase, porque la escuela tiene memoria y se acuerda de los suyos. 

Una nueva etapa, una nueva escuela, secundaria. Adolescencia plena.

Existe un hecho poco conocido que permanece inexplicablemente en la ignorancia de las gentes, respecto del cual, esta crónica hace justicia publicando lo ocurrido.

Una épica digna de figurar en los anales de epopeyas de Latinoamérica; y por qué no, del mundo. 

El momento más preciado de la escuela secundaria es el viaje de estudios.

Como corresponde a todo comentario que se precie de tal, se comienza la narrativa por su epílogo.

Una tarde-noche de primavera, un ambiente confortable y cálido, con alimentos y bebidas adecuadas, luces que se atenúan y música que distiende.

En forma imperceptible y decidida, cada compañera se aproxima a un compañero. Inesperadamente cada compañero recibe un beso en la mejilla y un obsequio que sorprende, sin distinguir al principio de qué se trata. 

Una medalla plateada de brillo tranquilo, con la leyenda “Comando Pingüino” de un lado y un emocionante “GRACIAS” del otro.

Un gesto inolvidable que envuelve con un abrazo de vida indeleble, inolvidable.  Allí se sella una amistad duradera, de por vida, que enlaza a todos y a cada uno.

El epílogo siempre es conclusivo e introduce inevitablemente la pregunta por lo ocurrido para llegar a semejante circunstancia.

El viaje de estudios se instala como un proyecto colectivo y se decide trabajar para disminuir el aporte de los padres y ayudar a compañeros que no dispusieran de los medios económicos.

Asambleas en los recreos, entusiasmo desbordante, apasionamientos, bromas y delirios permitidos. Así se decide la venta de rifas. Rifas muy curiosas porque nunca importa quién ha ganado ni nadie se presenta a retirar su legítimo premio.

Por fin, la gran propuesta: organizar un baile de sábado. Lugar estratégico elegido, el Salón Dorado del Gran Hotel Europeo.

Promedia la hora convocada y nadie se presenta. Caminatas nerviosas hacia ningún lugar, en medio de la música estridente y las luces multicolores que se mueven a un lado y al otro. Hasta hay luz negra que hace violeta lo blanco y luces estroboscópicas que destellan a repetición, haciendo secuencia de los miembros en movimiento.

Nada. Soledad y preocupación por los gastos comprometidos.

Como en una lluvia de verano, comienza a caer una gota, luego otra y otras más, hasta hacer un diluvio; las gentes inundan el local desbordando a los fornidos compañeros de seguridad en la puerta, que embisten a fuerza de empujones y patadas. Logran cerrar la puerta de ingreso, ante la muchedumbre que puja por ingresar. 

¡¡¡Qué éxito!!!

La recaudación crece y crece.

El baile está animado y con la diversión se disipa el nerviosismo, aflorando sonrisas y festejos.

Como toda fiesta, llega a su fin. Y con el fin de la fiesta, el desastre. 

Tanta gente que quiere irse al unísono, busca su abrigo en el guardarropa. La espera deviene impaciencia y la impaciencia bronca.

Insultos, empujones y maldiciones por doquier. Las ropas devienen marea mezclada como escaparate de ofertas en una tienda.

Las compañeras de guardarropa refuerzan su atención, resisten y responden como pueden. 

Se cierra la noche con un regusto agridulce.

Al otro día esperan reclamos por abrigos faltantes y los correspondientes reclamos a afrontar, que se llevan casi toda la diferencia hecha en la recaudación.

Principio y fin de la carrera empresarial de los espectáculos. No obstante la casi debacle económica, queda un sentimiento de complacencia por la realización lograda.

El viaje depara muchas otras aventuras.

La partida.

La gran expectativa, conocer la nieve en Bariloche, meca de todos los viajes de estudios.

¡¡Pero qué ocurrencia!! ¡¡Viajar a la nieve el único año que nieva en Rosario, lugar de residencia!!!! Si hay nieve en Rosario, imaginen Bariloche….

El primer encuentro con la nieve en el camino, es de festejo, baile, alegría y gritos.

Pero la nieve no cesa de caer.

Nieva, nieva, nieva, nieva, nieva, nieva, nieva, nieva, nieva, nieva…….

Falta un último tramo. La decisión es tremenda. Crujen los sentidos, se tensan los músculos, se excita el razonamiento.

¿Permanecer en Piedra del Águila al abrigo del puesto de gendarmería o lanzarse de esa seguridad hacia la ciudad soñada de destino?

Se decide por la aventura y ¡hacia allá se va!

El camino se vuelve desafiante y peligroso.

A los costados de la ruta, en ese punto difícil de distinguir bajo la nieve, decenas de autos atrapados, con personas y familias en su interior, resisten con la calefacción de uro racionado, hasta que la nafta se agote.

En el interior del ómnibus, el curso se organiza rápidamente.

Se improvisa un baño en el último asiento, oculto a la vista tras una manta. Se raciona la comida y bebida obrante y se distribuye en raciones iguales. Se rescatan viajeros en problemas, priorizando a los bebes y a los niños.

El chofer hace su mayor esfuerzo, pero recibe la ayuda invalorable del prontamente organizado y designado “Comando Pingüino” 

En forma alterna, un compañero con abrigo reforzado, afrontando temperaturas bajo cero, trota delante del vehículo, marcando la ruta y el lugar conveniente, con menor acumulación de nieve, para que éste pase.

Día y noche, y la nieve no cesa de caer, con un cielo nublado que envuelve en el mismo gris el paisaje entero, haciendo indistinguible los bordes.

Nieva, nieva, nieva, nieva, nieva, nieva…. 

Al fin, el amanecer, la tregua, la pausa y al frente ¡¡¡la ciudad de Bariloche!!!!

Festejos, hurras y abrazos. El Comando Pingüino supera con éxito su bautismo de nieve, con la participación y acompañamiento de las bravías e indomables compañeras: las infernales de la pampa húmeda.

Luego, otra historia.

Bailes, encuentros en habitaciones para degustar portentosos y variados chocolates, mates, algún que otro sorbo alcohólico transgresor. En el salón comedor sobresalen los techos de madera, paredes de piedra y maderas, con gruesas vigas, un enorme hogar con fuego reconfortante, mesas interminables, tremebundas milanesas de oveja, papas fritas rebozantes, corderos asados, desayunos con panes de campo recién horneados, manteca fresca y dulces regionales desconocidos que sorprenden gratamente el paladar.

Paisajes que cortan el aliento, lagos, funiculares, montañas. Viaje que descubre la contingencia, bajando del cerro Catedral en el mismo momento de la fiesta de la nieve. Una silueta viboreante de esquiadores con antorchas bajan por la ladera, hasta desembocar en el escenario restallante por sones de la época y música vibrante que mágicamente ponen a todos a bailar.

Por supuesto, la nieve no cesa de caer y ya, a esta altura, deja de ser divertido.

La nieve se convierte en hielo, y el hielo trae consigo el frío que cala los huesos, los resbalones y derrapes inevitables.

Pero esta crónica sería injusta, sin dejar constancia de la épica mayor del Comando Pingüino y las compañeras memorables: La decisiva batalla de la Isla Victoria.

El viaje en lancha se inicia muy temprano en la mañana, en un día con un tibio sol y atmósfera agradable.

El deslizamiento de la lancha en las aguas frías, abre un surco que prontamente se borra para restituir el espejo cristalino. Llegada con amarre al discreto muelle de madera, recepción de un guardabosque de gesto adusto que intenta infundir autoridad e inicio de la caminata en grupo.

Senderos profundos atraviesan la vegetación, entre lomas y hondonadas hasta llegar a un paraje que detiene la respiración por su belleza. Entornando la llamada casita de Disney -paraje donde se filma la película “Fantasía”- los exponentes sobresalientes son los bosques de arrayanes. Árboles que sorprenden por exhibir su madera anaranjada irguiéndose en su añosa existencia, en la extensión silente atravesada por el viento gélido.

De pronto, gentes de allá y de acá, comienza a hacerse escuchar, conformando un vocinglerío en una lengua ajena pero familiar, que indican la presencia de visitantes de un país vecino.

El comienzo de la debacle es una ironía futbolera, a modo de broma provocadora.

La ironía es una forma de lazo no exenta de alguna agresividad.

La provocación fue creciendo hasta devenir un coro exaltado por parte de ambos bandos, ya configurados y enfrentados.

Recuperando aire en una pausa, inesperadamente el sonido apagado de una bola de nieve impactando en un cuerpo. Plop…

Sorpresa.

Se da inicio a una batalla campal en la que bolas de nieve van de un lado a otro y viceversa, como una primitiva batalla con misiles inofensivos.

Hasta que la distancia se estrecha y se confluye en un encuentro cuerpo a cuerpo, en el que arrecian empujones, forcejeos y algún que otro golpe.

Una voz de alto irrumpe. El guardabosque montado en su caballo, pura prepotencia separa los bandos tomando partido injustamente por los visitantes del país vecino.

El regreso es en silencio. Con la caída del sol aumenta el frío, luego de dar cara a la ferocidad de la batalla. La lancha parece no llegar nunca, hasta divisar el muelle del embarque. Con resignación y furia contenida, el Comando Pingüino desciende en hilera de uno por vez, bajo la mirada severa del guardabosque que señala a la policía a algunos participantes de la trifulca que quedan detenidos por la policía local.

Amargo trago, pero ¡¡con resiliencia!! Preludio de la alegría del reencuentro tras la liberación que pone justicia.

Los hechos quedan expuestos y se rinde tributo a tamaña épica del Comando Pingüino.

Tantos hechos, tantas situaciones.

Luego, más años de Dictadura Militar, más prohibiciones y represión. Aún malo, lo peor será por venir, en los años ´70, aunque se sabrá después.                   

Por las orillas del río se esparcen los rumores que suenan y traen las noticias.  

Palabras.

Gran Acuerdo Nacional.

¿Regresa? ¿Le da el cuero?

¿Un Tío? ¿Es que hay un Papá?

Gobierno y Poder se separan, como síntoma de la proscripción.

Perón. Nombre que despierta pasiones antagónicas en multitudes.

¿Ícono de Dictador fascista que aloja y encubre nazis, impone, reprime libertades, amenaza y mata?

¿Revolucionario que reivindica a los postergados, dicta leyes elaboradas por el socialismo, redistribuye las riquezas?

¿Comunidad Organizada? ¿Corporativismo fascista? ¿Tercera Posición?

¿Gorilas libertarios? ¿Antiimperialismos Militantes?

¿Qué hace Pueblo? ¿Qué hace Comunidad?

Dios y Demonio.

Época de profusión de Ideales intensos y ofrendas sacrificiales, en nombre de ideologías. 

Tomas de Escuelas y Universidades, vigilia del Retorno. 

Fervor político. Las Vanguardias populares de los Iluminados, que prestan servicios a la Patria y hoy legitiman retribuciones. 

Entrismo y batalla hegemónica. La Tragedia de Ezeiza.

Liberación de presos políticos de la Dictadura.

Golpes de Estado, Golpes de Mercado. 

Los rumores se entrelazan haciendo una red que no llega a atrapar el agua del río que fluye por los intersticios.

No obstante, Agamben.

El poder del soberano radica en el lazo con el súbdito reducido a una vida desnuda, lazo siempre a punto de caer. El soberano como el César en el ruedo romano, decide en cada momento, vida o muerte.

El poder de la política se condensa en la decisión.

La decisión más grave es la declaración performativa de la Excepción Soberana, justificada como Razón de Estado, que desaplica la ley, dando paso a la discrecionalidad hasta el borde de lo siniestro. 

Hoy la excepción tiende a instituirse como norma.

La segunda fraternidad ocurre con mucha posterioridad al término de la escuela secundaria. Ocurre en tiempos del chat de los sesenteros sociales y en forma retroactiva. En la segunda fraternidad lo que reúne es la declinación común de la vida conservando la dignidad, sobre los lazos afectivos de antaño,  conservados y reanudados.

Pero hay una tercera fraternidad, quizás la más importante; que enlaza a toda una generación, sobrevivientes del Terrorismo de Estado.

¿Cuándo comienza esta pesadilla?

¿La Dictadura Genocida?

¿Y la llamada Triple A? 

………………………………………………………

En esta época, militar implica aceptar poner en juego la vida.

La represión es feroz. Excede largamente un enfrentamiento ocasional. Es la ejecución sistemática de un Plan Organizado para la eliminación de Personas e Instituciones y la aplicación de un Consenso Económico y Social.

Hay enfrentamientos pero no hay Dos Demonios. Hay un solo Demonio y en el gobierno de un país, que en el paroxismo conduce a la Tragedia de Malvinas.

No obstante, cabe la pregunta por la responsabilidad de la clase dirigente de esa época. En algunos casos resulta heroica, pero en otros casos, la crasa ignorancia sólo es comparable a su alta soberbia.

La Tercera fraternidad establece un lazo indeleble en la generación de los sobrevivientes.

Año 1979, momento de regreso a la Universidad, luego de la dispersión y el cuidado individual de la seguridad personal. 

Atravesar nuevamente el umbral de ingreso al gótico edificio de la vieja Facultad parece un esfuerzo insoportable, como si el mundo entero se arrebuja y pesa sobre hombros y espalda. El tiempo transcurrido se siente siglos, pasando por la conciencia en un remolino vertiginoso.

En el ingreso, el atril con los dos vigiladores vestidos de civil pero con riguroso corte de pelo estilo militar, aunque ahora relajados; escuadriñan distraídamente rostros y documentos de identidad; dejando entreveer el arma que portan bajo sus axilas.

El paseo por el patio central es abrumador. 

La soledad desgarra el momento y el espacio. 

Soledad que prontamente puebla el recuerdo y el encuentro aquí y allá con las siluetas irreales de tantos compañeros desaparecidos. 

Cada rincón recrea los grupos, los cuerpos fantasmales moviéndose en silencio, porque cada agrupación estudiantil tiene su lugar de reunión en el patio.

También escenario donde irrumpe fuerzas de seguridad para acorralar y detener estudiantes, porque no hay otra salida que la entrada. Allí no hay salida.

El salón de actos, ahora desierto, recrea las memorables asambleas y tremebundas batallas dialécticas, de quienes sueñan apasionadamente con un mundo más justo. Sueños inverosímiles e incluso, inocentes. 

El recuerdo en el mismo salón de actos lleno de estudiantes; con las butacas ocupadas, los pasillos repletos de personas sentadas en el suelo; y aquellos que afuera escuchan apenas, y se agolpan en la puerta tratando de entrar. La última clase de un querido profesor que a su término debe exilarse, ante las amenazas recibidas. Una clase soberbia, transida por el dolor, el llanto y la impotencia compartida.

Las clases se reanudan, pero hay mucha pérdida, se ha perdido la alegría con que se concurre antaño.

Los encuentros son casuales, apenas saludos con muestras de desconfianza y el duelo compartido. 

Cuesta volver a hablar, volver a confiar, volver a depositar afectos.

Un síntoma frecuente es el olvido de los nombres y el rechazo a dar o recibir datos personales. Herencia de la represión que acecha e inquiere información,

 El vehículo del retorno es el fútbol. El juego, el hacer equipo.

No importan los resultados. Ganar es volver a estar, ¡¡juntos!!

Luego de los partidos se agrega el asado y la invitación a las mujeres.

Por fin la música y…… el retorno a la Democracia!!!!

1984. Fin del oprobio criminal.

Tercera fraternidad, sobrevivientes del Horror.

Lazos que se lesionan en un hecho infausto, el saqueo entre vecinos en 2001. Es un quiebre y una puesta a prueba.

¿Hoy?

Hoy, lo relevante es incorporar lo ocurrido para forjar una ética compartida. De lo contrario, queda una expresión retórica, vacía y habrá sido en vano. 

Una ética que anime a pensar como se vive y vivir como se piensa, con el estilo de los poetas malditos.


Rosario - Argentina 2023



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11 comentarios:

  1. Mario Kelman realiza un recorrido histórico increíble, "Crónicas sobre Fraternidades", se centra entre: los años 60 y 70, donde Rock, adolescencia, amor libre, moda, movimientos hippies y revolucionarios, se topan con la más cruel de las dictaduras. ¡Un relato que no deberíamos dejar de leer!! Muchas gracias querido amigo!! Te deseamos los mejor siempre!!

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    1. Gracias Laura. Quiero destacar lo logrado de la ilustración de tu autoría que acompaña el escrito. Efectivamente, una historia no sin contrastes

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    2. Muchas gracias Mario! Es un gusto muy grande trabajar con vos!!!

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  2. me encantó!! realmente para no dejar de leerlo!!!

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  3. Mario, tu relato, tan rico en descripciones de costumbres , vivencias y sentimientos de la niñez y juventud, enmarcado en el contexto de la época histórica nefasta que vivió el país, nos lleva a la reflexión y a pensar en el futuro, deseando que no todo haya sido en vano. Gracias amigo , te deseo mucha suerte !!

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    1. Gracias Tesi. Comparto el mismo ferviente anhelo, que no sea en vano!! Por el futuro, aún...!!

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  4. Kelman, te estoy viendo! Con guardapolvo blanco, peinado al fijador, excelente alumno y compañero, mi inoxidable Amigo a toda prueba, desde entonces. Me conmoviste fuerte con el minucioso recuerdo de nuestra primaria, obligándome a abandonar la lectura de la segunda y tercera fraternidad, por un buen rato. Nadie podía hacerlo mejor, recreaste todo, con poética meticulosidad. Gracias por traer a Benito y a Alfredo. Aún duelen, mucho y siempre. La Segunda Fraternidad, una página bellísima que merecería autonomía, igual que las otras dos. La tercer Fraternidad, crónica de la historia lacerante de aquellos años, deja espacio -queriendo- a un debate muy bien planteado. Mario, gracias por este texto cargado de emociones puras, sinceras y fuertes. Nuestra fraternidad, hoy, más fuerte que nunca. Te abrazo.

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    1. Gracias querido amigo. Amigo que forma parte del texto producido. Gracias por estar y seguir estando! Abrazo

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  5. Mario, un relato fuerte y conmovedor que resume, desde tu mirada, una época que sin dudas marcó un antes y un después en la historia de nuestro país, muy bien ilustrado con el diseño de Laura. Excelente presentación, felicitaciones a los dos, por este trabajo en conjunto!! Vamos por más!!

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  6. Gracias Luisiana. Comparto su sensibilidad, en una época donde la sensibilidad tiende a escasear. Defendamos la vida, siempre!!

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