jueves, 3 de octubre de 2024

LOS POETAS MALDITOS.

 ¿QUIÉNES FUERON LOS POETAS MALDITOS?

 

 

Se utiliza el título de "Poetas Malditos" para designar a una generación de artistas de origen francés del siglo XIX que,  llevaron a cabo una de las mayores revoluciones estilísticas conocidas hasta la fecha. 

El nombre de esta generación viene de la publicación de Paul Verlaine, "Los poetas malditos", un ensayo en el que el autor hablaba sobre el tipo de vida y literatura que llevaron a cabo seis poetas (él incluido), un camino que les llevó a tener una vida "maldita", es decir, una vida llena de tormentos e incomprensión

Su poesía, dotada de belleza y caracterizada por un aire gótico y altamente destructivo, lejana al romanticismo imperante en la época, se desarrolló gracias a la creación de entornos evocadores y sugestivos. Su estilo, extremadamente ajeno a la lógica y la razón, les granjeó una mala fama e incomprensión en vida que, sólo el pasar de los años pudo depurar.

No sólo su poesía era criticada, sino que el estilo de vida que estos artistas practicaban, les mantenía alejados de una sociedad puritana y clasista. Conocieron en primera persona la enfermedad y el abandono. Y todos ellos rehuyeron la escena pública y oficial de la sociedad francesa.

Embebidos en la drogadicción, el juego y las mujeres, los Poetas Malditos hicieron de este mundo el escenario ideal para sus grandes obras.

 
Con el tiempo, el término acuñado por Verlaine fue generalizado y, hoy en día, denominamos "malditismo" a una condición artística que apunta a aquellos creadores que salen de la norma pautada y que se alejan de la sociedad. Los artistas rebeldes e incomprendidos.

En múltiples ocasiones se ha pretendido crear una lista cerrada de nombres implicados en la revolución estilística promovida por estos artistas, sin embargo, al día de hoy, no se ha llegado a un consenso.

No obstante hay cuatro nombres que marcaron un antes y un después, y son los que abanderan el título de "Poetas Malditos" por encima de los demás:


CHARLES BAUDELAIRE.  (1821-1867), EL MALDITO ENTRE LOS MALDITOS.

 



Charles Baudelaire, considerado al día de hoy, el poeta maldito por antonomasia y de quien Verlaine tomó prestado el término que nos ocupa. En el poema "Bendición", de su obra "Las flores del mal", Baudelaire afirma que "el poeta ha nacido, y lleva con él la maldición que lo condenará".

Baudelaire es, así, el maldito entre los malditos: bohemio y dandy a partes iguales, amante de todos los excesos, desde los carnales a los farmacológicos y, por encima de todo, el gran renovador de la poesía simbolista francesa. Y ya sabemos que toda renovación siempre suele tener a la mayoría en contra, especialmente a esa mayoría que vive de los réditos de la tradición. Fue su carácter desmedido lo que influyó mucho en que se le adjudicase el término de maldito a escritores entregados a las drogas, el alcohol, las pulsiones sexuales y todo aquello que, dejando aparte la literatura, fuese motivo de escándalo social.

La ciudad, para Baudelaire, es el escenario donde el ser humano se embrutece y se aniquila a sí mismo, es el monstruo voraz que, como Cronos, devora a sus hijos. En ella, el artista siente el “spleen”, la palabra usada en la época para denominar el tedio, el hastío, el aburrimiento. Para mitigar este “spleen” (recogido por Baudelaire en su obra "El spleen de Paris") el poeta intenta elevarse a través de sustancias tóxicas y viviendo al límite.

Baudelaire tuvo una relación muy estrecha con su madre y otra muy difícil con su padrastro, hasta el punto de que muchos autores creen que su rebeldía posterior era, en parte, fruto de la animadversión que le causaba el segundo esposo militar de su madre adorada. El poeta presenta un cuadro psicológico complejo (con un posible síndrome de Edipo incluido) que se agudizaba por el consumo de alcohol, láudano y hachís.

Durante su juventud frecuentó el Barrio Latino de París, donde entabló amistad con los grandes intelectuales del momento (entre ellos, el mismísimo Balzac), y frecuentó burdeles, donde contrajo una sífilis que arrastraría toda su vida y que, posiblemente, agravó aún más su estado mental. Tuvo muchas amantes, pero fue Jeanne Duval, una actriz de los bajos fondos, la que ocupó durante más tiempo su corazón. Su relación duró nada menos que 14 años, durante los cuales recibieron la burla de la sociedad parisina por ser una pareja interracial (Jeanne era mulata, de origen haitiano). La joven inspiró muchos de los poemas de Baudelaire y sucumbió a la misma enfermedad venérea que, finalmente, se llevó al poeta en 1867.

 

JEAN NICOLAS ARTHUR RIMBAUD. (1854 –1891) , EL POETA PRECOZ.

 


 Tras una infancia aprendiendo las buenas maneras de practicar la literatura, abandonó su acomodada zona de confort para viajar hasta Europa y terminar conociendo África. La experiencia de tal decisión le sirvió como máxima influencia en su nueva forma de concebir la poesía que daría a luz en el futuro.

Rimbaud poseía una particular y extravagante visión respecto a lo que debía ser un poeta. Para el artista, desafiar sus propios sentidos y ponerlos del revés era la única manera de crear obras de gran impacto sensorial.

Su vida, como la de sus compañeros, no fue ensalzada hasta alcanzada la muerte. Pronto, las nuevas generaciones encontraron en Rimbaud al artista que se conoce a día de hoy.

 

Rimbaud dejó de escribir a los 20 años. Toda su producción literaria, que lo incluye entre los grandes poetas del simbolismo francés, está datada en su temprana adolescencia y su primerísima juventud. Superdotado, inteligentísimo, pero vigilado por una madre viuda estricta y rígida, pronto el joven Arthur se ve asfixiado entre la responsabilidad y sus ansias de libertad; especialmente, de libertad intelectual y creativa. Con solo 15 años se fuga en dos ocasiones de la vigilancia materna, pero es descubierto y obligado a regresar.

De forma parecida a Baudelaire, resulta interesante trazar la semblanza psicológica de este muchacho, inteligente, sensible, con ganas de ver mundo, que vive atenazado por el control de una madre siempre atenta, siempre dispuesta a encerrarlo entre las paredes de su casa. Esto no impidió, sin embargo, que Arthur sacara a la luz sus primeros poemas.

En 1871 llega a París y se instala en casa del también poeta Paul Verlaine y la esposa de este. Con solo 17 años, y quizá sintiéndose por fin libre de las ataduras maternas, Rimbaud empieza a jugar con la vida disoluta de la bohemia parisina (esta vida que arrastraban todos los “malditos”) y pasa las noches entre la absenta y el hachís. Adquiere fama de enfant terrible y escandaliza a la muy respetable sociedad parisina, hasta el punto de que debe regresar a Charleville, su ciudad natal. De nuevo junto a su madre.

No acabó aquí su relación con Verlaine, que lo había acogido en su casa de París. Pocos meses después, el joven Rimbaud inicia con el maduro poeta una relación amorosa. Verlaine abandona a su esposa embarazada y se traslada con Arthur a Londres, donde sobreviven a duras penas dando clases de francés. Su relación es tormentosa y violenta; Verlaine es alcohólico y, cuando bebe en exceso, se vuelve iracundo y peligroso.

Una noche, estando ya instalados en Bruselas (la sociedad londinense, todavía más puritana que la francesa, estaba escandalizada con su relación), Verlaine dispara dos veces contra su amante. El primer tiro alcanza a Rimbaud en la muñeca; el segundo rebota en la pared. Verlaine está bebido, tremendamente bebido, y Rimbaud tiene miedo. Cuando, más tarde, Verlaine vuelve a cargar la pistola contra él, el joven decide huir y denunciarle, lo que provoca que Verlaine termine en la cárcel; no solo por intento de asesinato, sino también por “corrupción de menores”. Recordemos que la homosexualidad estaba penalizada y que Rimbaud tenía solo 19 años.

Los ex amantes solo se volverían a ver una vez más, en 1875. La relación está acabada. Durante la estancia en la cárcel de Verlaine, Arthur ha escrito una obra, "Una temporada en el infierno", un colosal poema en prosa en el que describe su borrascosa relación con Verlaine. "Iluminaciones" (1874) sería su última obra. Arthur Rimbaud no volvería a escribir. Entre sus dedicaciones a partir de entonces, está la poco escrupulosa de traficante de armas. Su estatus de honor en la poesía universal se debe en exclusiva a lo que escribió antes de los 20 años, su único testamento literario. Sin duda, un “poeta maldito” extraordinario. 


PAUL VERLAINE (1844-1896), EL RECOPILADOR DE "MALDITOS"

 

Pauvre Lelian, conocido como Paul Verlaine,  aparece como el último de los poetas de su recopilatorio. Verlaine se incluyó,  a él mismo en su lista, como un “poeta maldito” más. ¿Tenía motivos para hacerlo?

Luego de ver, cómo disparó sobre su joven amante, Arthur Rimbaud, y cuáles fueron sus excesos con el alcohol. Su carácter sanguíneo se inflamaba con la bebida, hasta el punto de llegar al maltrato. Parece ser que Verlaine maltrató tanto a su madre como a su mujer, Mathilde, a quien abandonó en 1871 por el joven poeta. Hasta aquí, vemos suficientes motivos para incluirlo en la lista...


Estando en la cárcel, donde cumplía condena por dos delitos (uno, el intento de asesinato de Rimbaud; dos, por “corrupción de menores”) se convirtió al catolicismo de una forma apasionada. Verlaine es el claro ejemplo de poeta que busca con frenesí la redención y que sólo encuentra en el camino: excesos, visiones y locura.

Literariamente, Paul Verlaine es uno de los grandes simbolistas franceses. Colaboró en su juventud con los parnasianos, uno de los primeros movimientos esteticistas que tomaron su nombre del Parnaso griego; de esta primera época son sus "Poemas saturnianos" (1866). Gozó de cierto nombre durante su vida (en 1894 se le nombró “príncipe de los poetas” y se le otorga una pensión), pero en sus últimos años se encontraba casi en la indigencia y su obra apenas le daba para comer. Su esposa, Mathilde lo había abandonado; así como también  su amante, Arthur Rimbaud. Verlaine estaba solo y enfermo.

En 1896, fallece de una neumonía, con solo 51 años. Los parisinos que asisten a su funeral cuentan un extraño suceso: cuando su féretro pasaba por la Ópera, la estatua que representa a la Poesía, ésta perdió un brazo, que cayó al suelo junto con la lira que sujetaba. Verlaine, poeta “maldito” hasta después de muerto...

 

STÉPHANE MALLARMÉ,(1842 – 1898)

 

 

Al igual que  Baudelaire, dedicó parte de su carrera a la crítica artística y literaria. Su poesía, inscrita en el marco del simbolismo, supuso la culminación y superación de este estilo artístico. Su forma de hacer literatura abrió paso a las futuras vanguardias, sentando un claro precedente estilístico.

Aunque fueron varios los artistas que influyeron en la obra del poeta, no fue sino el gran Baudelaire, el que marcó determinantemente su obra.

Sin embargo, poco tiempo tardó en superar a sus maestros, dando a luz obras más cargadas de detalle y libertad. Acostumbró en vida a reunir a sus discípulos en su casa, y a través de la tertulia hablaron de los grandes cambios que viviría la poesía en el futuro próximo.

Mallarmé, al igual que Baudelaire, Rimbaud y Verlaine, nació con un genio interior, un genio creador, que, a la vez, era una auténtica condena , y prácticamente obligaba a este grupo de “malditos” a llevar una vida trágica, autodestructiva y aislada con respecto a la sociedad.

Mallarmé también trabajó como crítico, tanto artístico como literario, al igual que hizo Baudelaire. Sin embargo también se destacó dentro del mundo de la poesía creando poemas simbolistas que consiguieron una excelencia sin igual. De hecho, se considera que con Mallarmé se consiguió llegar al clímax del simbolismo literario y su obra fue la precedente a que aparecieran las vanguardias literarias. Influenciado por Baudelaire, este autor consiguió crear obras con una gran cantidad de detalles y en las que había un gran deseo de libertad creadora.

Mallarmé murió a los 56 años en Fontainebleau, a escasa distancia de la Ciudad Luz.

 

CARACTERÍSTICAS DE LOS POETAS MALDITOS.

 

 Algunas de las características del estilo más destacadas de los miembros de esta generación. Además de que todos ellos tenían una actitud rebelde hacia la vida y se salían del circuito artístico comercial y reconocido, el tipo de poesía que cultivaban también cumplía con algunos rasgos distintivos como los siguientes:
 

Sentimiento pesimista: los textos que escriben están plagados de una visión pesimista de la vida ya que no se sienten aceptados ni comprendidos en una realidad de la que están muy desvinculados.

Textos oscuros: el tono y el ambiente que se recrean en sus poemas siempre están bañados de un tono oscuro y misterioso. Quieren reflejar esa otra manera de vivir que se sale de la moralidad impuesta por la sociedad cristiana de la época.

Ideología liberal: en sus poemas también hay una fuerte huella de la mentalidad liberal ya que estos poetas promulgaban por una vida mucho más libre, sin tantos prejuicios moralistas.

Actitud de rebeldía: los poetas malditos no aceptan la realidad de la que forman parte y, por eso, su actitud es rebelarse contra ella.

Belleza alternativa: frente a los tópicos de belleza más clásicos y convencionales, estos poetas veían belleza en otros muchos más planos de la vida, incluso en la muerte. En la oscuridad, en las lágrimas, en la noche... La belleza de lo oscuro y lo diferente es un gran signo del malditismo

Poesía metafísica: con la poesía buscaban un significado diferente de la vida, por ello, sus composiciones tienen un aire más trascendental y  tenían como objetivo conocer el misterio de la misma.

Arquitectos del lenguaje: otra de las características de los poetas malditos es que cuidaban a sobremanera, el lenguaje que usaban en su poesía. De las figuras retóricas que más empleaban se destacan: la metáfora y el simbolismo.

 

La influencia de estos poetas malditos se extiende más allá de las fronteras de Francia o del período en el que vivieron. Han inspirado a generaciones de artistas y escritores que buscan en su enfoque un refugio para la exploración de las verdades más profundas y a menudo más oscuras de la condición humana. Figuras como Jim Morrison, Bob Dylan, y numerosos artistas del movimiento beat en los Estados Unidos han citado a los poetas malditos como influencias clave en su trabajo.

Hoy, el legado de los poetas malditos sigue siendo un tema de relevancia en discusiones sobre la libertad de expresión, la función del artista en la sociedad y los límites del arte. En universidades, cafés literarios, y espacios de arte en todo el mundo, se sigue discutiendo y redescubriendo su trabajo, asegurando que, aunque malditos, su voz y su visión sigan resonando en las nuevas generaciones de rebeldes y soñadores. En el corazón de su legado está la promesa de que, la poesía no solo es un reflejo de la realidad, sino una fuerza transformadora capaz de cambiarla

 



Trabajo de Investigación y Edición: Isa Santoro.

Administradora de Atrapados por la Imagen.




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