VIVENCIAS DE UN VIAJE

La pasada primavera europea me encontró en la maravillosa Praga, recorriendo sus calles y vericuetos añosos. Me detengo para hacer una toma de su fascinante arquitectura, enciendo mi cámara y al levantar la vista, lo miro y me estaba mirando, lo imagino de condición humilde, de piel oscura, quizá un inmigrante, haciendo un alto en una jornada de trabajo, que por sus ropas raídas imagino también precario, intentando cargarse de energía acompañado de la Red Bull que reposaba a su lado. Me gustó la escena y haciéndole un gesto con mi cámara le pedí autorización para hacer la toma, asintió levemente con su cabeza sin dejar de mirarme, gatillé, le agradecí con un gesto y me perdí nuevamente entre la gente intentando adivinar sobre la historia de mi ocasional modelo.