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lunes, 22 de febrero de 2021

Editorial Online de Atrapados por la Imagen Presenta: "ARTE CLAUSTROFÓBICO" Un cuento de Oscar Zaitch




 

"Editorial Online de Atrapados por la Imagen, se complace en presentar una nueva entrega del escritor Oscar Zaitch."  




Agradecemos a cada uno de ustedes por sus visitas y valoraciones.

Afectuosamente:

Administración de Atrapados por la Imagen






"ARTE CLAUSTROFÓBICO"


A Clavel lo metieron de los pelos, pataleando y sin comprender. Lo habían llevado hasta la entrada con engaños pueriles, ésos del tipo "Hay una vista hermosa desde allá". Cuando decidieron convocarlo estuvieron todos de acuerdo en no hablarle del proyecto porque Clavel no podría compartir el espíritu del grupo, el que Nacha acertara en llamar "el afán fundacional". Claudita propuso que se le hablara de "una jornada de paisajes" en una lomada verde y solitaria, para que llevara sus útiles y no se sorprendiera al ver a los demás con los suyos. Sabían que Clavel iría con gusto: sentía por ellos una especie de atracción inexplicable que se superponía al recelo que le causaban con tantas ideas "raras".

Mientras iban hacia la entrada Nacha trató de explicarle todo. Desde las dificultades para obtener apoyo económico, siempre escaso para todo lo que fuera de transvanguardia, hasta los detalles del boceto y los materiales originales que se emplearían, porque "nada podía ser corriente o trillado en una experiencia de frontera". Cuando Clavel respondiera con risotadas debieron haberlo abandonado sin derecho a compartir el hito revolucionario que estaban por producir. Pero siguieron adelante porque pesaría su habilidad para manejar los materiales. O mejor dicho su artesanía, como precisaran Guille y Amelia. No era cosa de darle otro nivel si todavía creía en la pintura corriente, para peor a la acuarela. Lo agregaron al grupo como quien suma un ítem de estructura: Si bien lo principal —la creación— estaría reservado para ellos, Clavel vendría bien para todo eso de trabajoso y arduo que tiene el arte.

También gravitó en su momento la idea de que Clavel era en cierto modo un inocente, sin conciencia de la putrefacción universal, la misma que había hecho del arte una mera imposibilidad. Que su empecinamiento por seguir con lo usual y perimido denotaba una ignorancia absoluta y sólo servía para darle la aureola de los lelos. Por tal motivo había sido que lo incorporaron sin consultarle y lo entraron a la cueva con los demás, por las malas. 

Una decisión que no dio grandes resultados porque el aporte de Clavel consistió en alejarse de todos


 desapareciendo a favor de la oscuridad por galerías y pasadizos durante largos períodos. Lo hizo cada vez que se presentó una situación que no fue de su gusto o que simplemente no llegó a su entendimiento.

No pudo ser sino su inocencia rayana en la tontería la que, apenas clausuraron el único acceso a la cueva, lo llevara a apartarse de las primeras experiencias sexuales. Mal podía comprender el sentido liberador de las mismas, bien definido por Felipe como ritual de limpieza previa, necesario para una mejor receptividad de la inspiración. Por eso había rechazado a Nacha en cuanto ella se le fuera encima, tal vez atraída por su falta de intelectualidad. Y por eso, sin duda, es que desapareciera al principio cuando los primeros escarceos de a dos dieron sitio al todos contra todos que, decían, serviría para aflojar tensiones y volver al primitivismo básico que los protegería de la cultura y de sus daños irreparables.

Clavel debió haber sido un factor perturbador aun escapando hacia las cuevas que nacían en el fondo porque los acoplamientos terminaron en dos días dejando a todos exhaustos pero sin la inspiración prevista y esperada y con la Obra sin comenzar.

Se consolaron afirmando que todo vendría a su tiempo; sólo debían crear las condiciones propicias y tener a mano los elementos necesarios.

La siguiente crisis con Clavel sucedió cuando comenzaron a acumular mierda como soporte básico de los ocres y las texturas densas, con cuerpo, de lo que se pintaría a espátula. Ni intentaron explicarle al torpe el contenido profundo del material que habían elegido por ser de elaboración absolutamente humana, por su sentido literal de excrecencia como vehículo ideal para corporizar

las bajezas de la especie. Tampoco le habrían de hablar de ese arte mierdoso como redentor de lo natural, de lo imposible de repudiar por ser inmanente a la condición orgánica. El disidente gemía por los olores y todos se preocupaban por los mismos, pero los demás por su pérdida inevitable en cuanto se secara el material aplicado. Se discutían métodos de preservación cuando Clavel volvió a desaparecer por unas hendiduras desconocidas, de manera que no se enteró del debate subsiguiente en que se lograron unificar distintos criterios evocativos de inspiración estética. Los mismos, dijeron, serían una reminiscencia babélica, una sensación tribal y primigenia, ecos tamtámicos, percepciones étnicas no catalogables y otras actitudes espirituales que llevarían de la mano a los artistas a enfrentarse con el nuevo arte no contaminado, no culto, ahistórico y anti ideológico. Tales evocaciones serían posibles en la soledad parietal y el apiñamiento rupestre y en la más completa de las oscuridades.

Nada dio resultado. La oscuridad, que al principio fue divertida al confundirlos en los desvíos sexuales, terminó arrasando con el humor de todos y con la integridad de los cuerpos expuestos a las irregularidades de la cueva. Y los días pasaban.

Estaban todos sentados en ronda casi sin verse pues habían decidido economizar lumbre. Algunos jugueteaban con guijarros, otros con trozos de estalactitas, que al principio parecieron útiles para algo. Según como chisporroteara la llama pequeña en el centro se iluminaban rostros desencajados, gestos duros. Se hablaba poco porque como sostuvo Mario las cosas ya estaban dichas. Clavel, de regreso de sus desapariciones, ocupaba un lugar en el círculo, levemente hacia el centro en su afán de ver bien a todos. Los miraba por turno con la boca entreabierta, como buscando en las expresiones las claves que nunca llegó a tener. Durante la primera semana había lanzado algunas preguntas, sencillas como sólo él podía hacerlas. Tal vez demasiado simples como para merecer respuesta, de modo que recibió esas frases que se tiran a los pichichos para que no molesten. Viendo los gestos que predominaban, no se animó a abrir la boca por más que le quemaran algunas ideas. Y los días seguía pasando.

Pepe jadeaba, decía estar sin respiración. No importó que los demás no estuvieran sofocados, él creía que se acababa el aire. Sudoroso, se plantó al lado del fuego para increpar a todos. Mientras gritaba que tenía que salir, que no aguantaba más y que todo había sido inútil los demás lo miraban en silencio. Felix atinó  a arrojarle un par de cantos rodados a los pies. Como pareció la única respuesta, los demás imitaron a Felix mientras Pepe se enardecía y vociferaba. Hasta que Manuel le tiró una estalactita de punta lastimando su vientre. Pepe salió del ruedo con aullidos e insultos. Apoyado contra una roca, los trataba de inservibles; las piedras que ya no eran guijarros comenzaron a arreciar. La ronda era ahora un semicírculo de exaltados rodeando a Pepe contra la pared, tan fuera de si que no atinaba a protegerse de la pedrea y los increpaba a todos.  Cuando recibió una piedra en la cara pareció enloquecer y se inclinó a recogerla. Terrible error,  porque Mario, que tenía levantada una roca grande con ambas manos y vacilaba, al verlo inclinado se abalanzó y  le dio en la cabeza. Pepe cayó boca abajo y no volvió a moverse. Por unos segundos siguió la pedrea y luego quedaron todos inmóviles, en silencio. Hasta que Nacha se acercó y depositó su piedrón sobre la espalda de Pepe. Una muda propuesta que de inmediato fue aceptada, movilizando a todos a hacer lo mismo. Al cabo de un rato estaban frente a un túmulo alargado, dominando un triste desconcierto generalizado,

Reconocieron que ninguna otra cosa habrían de crear. Dieron por terminada la experiencia, esta vez con el alborozado acuerdo de Clavel. Y Salieron. Al alejarse de la cueva tras tres semanas de encierro, mejoró el talante de la mayoría. El propio Clavel alcanzó a burlarse de los demás al informar que en sus sucesivas desapariciones los había retratado a todos en infinidad de frescos. A ellas, bajo el aspecto de vacas, por lo estúpidas que le resultaron. A ellos, como toros, por… parecidos motivos.

Nadie quiso regresar a ver la obra de Clavel, que recién fue conocida bastante  tiempo después, ya cuando el paraje diera en llamarse Altamira. 


Autor: Oscar Zaitch.



6 comentarios:

  1. Un relato excéntrico, que despierta intriga, y cautiva al lector desde su título hasta el final. Felicitaciones Oscar por esta nueva entrega!! Éxitos totales!!

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  2. Un relato original bien resuelto Oscar, te deseo muchos éxitos.

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  3. original de principio a fin!!! gracias Oscar por tu nueva entrega, Atrapados sigue creciendo gracias a la paciencia y participación de todos ustedes!!! nos sentimos muy agradecidas!!! te deseamos éxitos amigo!!!

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  4. Gracias señoras...Las cuevas siempre han sido motivo de intensa atracción para infinidad de artistas en busca de inspiración. Desde el arte rupestre hasta hoy se cuentan innumerables ejemplos de músicos, poetas, pintores y otros, de los que son notables Gaudi, hallando la idea de la Sagrada Familia en la cueva de Monserrat y Werner Herzog, con su “Cave of forgotten dreams” en Chauvet.

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  5. La imagen, en este caso al autor cita las cuevas de Altamira (paleolítico), siguen siendo motivo y disparadores de cuanto duende pueda tener escondido el alma humana dentro de sí.
    Clavel, en este relato cumplió el papel protagónico de esta fantástica y curiosa historia que me indujo leer hasta el final

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    1. Lo que no me cierra, Marta, es el modo en que la oscuridad –o en el mejor de los casos la penumbra que crea una antorcha- puede generar tanto atractivo en los artistas. Tal vez tenga que ver con la conocida afirmación de que en todo gran artista hay también una faceta perversa y sombría…

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