Cuentos y relatos presenta:
"Crónica sobre pasiones, excedentes y flujos"
Por Mario Kelman
Imagen libre de la Web |
"Todo relato de suspenso que se precie de tal, comienza con un incidente y un misterio".
Qué circunstancia más propicia para la intriga, que las penumbras en una noche cerrada, con sombras que se ciernen sobre la superficie calma de las aguas del río.
Una fina neblina envolvente parece elevarse hacia el cielo oscuro, apenas rasgado en tramos menos densos, por un tenue rayo de luz de luna.
El frío intenso cala los huesos y contribuye a alejar testigos y curiosos, resguardando el secreto depositado en las profundidades con un olor picante esparcido en el aire y un sabor acre que invade los sentidos.
Un secreto en las profundidades ignotas, indiferente, oculto.
¿Se trata de una caja de Pandora cuya revelación amenaza la existencia?
¿Se trata de un tesoro cuyo hallazgo enriquece la vida?
¿Tesoro o peligro?
Termina de caer en la ciudad el pesado manto nocturno, apagando las últimas estribaciones luminosas del ocaso, para extinguirse y renacer por la mañana.
En la calle brillan y parpadean las luces que se reflejan en la humedad de las superficies.
El interior de la vetusta oficina huele a encierro y hastío.
El experimentado detective pone su esfuerzo en mantener los ojos entreabiertos, para enfocar una mirada atenta, pese a sentirse aturdido entre vahos de alcohol y tabaco.
Su vaso siempre sediento, renueva su contenido mezclado con el humo espeso que flota en el ambiente, emanado de los cigarros cuyos restos apretados se acumulan en un cenicero insuficiente y desbordado.
El escritorio desprolijo, plagado de papeles desordenados, diarios viejos, algunas fotos, analgésicos y una jarra de agua.
Del elevado techo pende un largo cable con una lámpara que irradia un cono de luz tenue, extendiendo la forma de la oscura pantalla proyectada sobre su cabeza.
Los pies cruzados sobre el borde de madera, ya gastado, que conserva la marca de los apoyos.
Su cuerpo estirado a lo largo del mullido sillón, en el cual nunca termina de encontrar la posición para relajarse, efectúa un reiterado vaivén que hace crujir los herrajes que le sostienen. Las manos en la nuca con los codos abiertos para extender el plexo muscular de su pecho, respirando profundamente para atrapar y exhalar la mayor cantidad de aire posible, con lo que pretende hallar alivio a su honda frustración.
Nunca escuchó ruido alguno que anunciara su entrada, ni sus pasos, ni su saludo.
Un intenso aroma perfumado golpea su nariz y sacude su letargo.
Al levantar la vista concentra su mirada. De pronto advierte la silueta atractiva de una bella y enigmática mujer.
Con un ademán de su mano, la invita a sentarse en la butaca destartalada frente suyo.
La mujer asiente. Acomoda su vestido con una mano y coloca una cartera sobre su regazo. Con la otra mano, inclina el ala de su sombrero que oculta parte del rostro.
Con voz grave y sensual pregunta si está disponible para esclarecer un caso.
Aguijoneado por la curiosidad y el misterio de la dama, responde preguntando sobre el caso.
— Quiero que investigue una desaparición.
Otra escena se despliega en un alejado depósito de la ciudad.
Nada más inesperado que una visita.
En ocasiones la sorpresa ocurre ante lo inesperado de la llegada del visitante.
En otras ocasiones; el sorprendido es el visitante, ante lo inesperado de lo que se encuentra.
La escena acude y se extiende prontamente ocupando la pantalla de la vida.
La puerta de ingreso se abre automáticamente de par en par, al paso del cuerpo.
Un salón extenso dividido por mostradores y estanterías por doquier, pobladas de mercancías, luces y cámaras.
Los empleados trabajan en silencio y diligencia.
Cuerpos que van y vienen concentrados en la gestión.
Algunos portan carpetas y planillas de stock, pedidos, remitos, facturas y embalajes en un ritmo febril.
En el extremo final de la empresa, una oficina deja entrever tras una cortina americana de finas hojas plásticas y discretamente entreabiertas, una mirada siempre expectante.
Tras el escritorio sobrio y reposando sobre un austero pero fuerte sillón de cuero negro, se balancea el propietario, inquieto, con movimientos impacientes propios de una tensa espera.
Sus manos acomodan nerviosamente los objetos sobre la mesa del escritorio una y otra vez, guardando en los cajones aquellos otros que interrumpen su pretendida armonía.
La luz blanquecina de la computadora portátil refleja la superficie de sus lentes bifocales, grandes y con marcos de carey marrón atigrado. El paso del tiempo dibuja una calvicie profunda que contrasta con la profusión de cabello a ambos costados y nuca, así como en los bigotes de bordes no muy cuidados, entreverados con cuantiosas canas que blanquean su entrada en la vejez.
Su ropa es cuidada aunque austera, cubre con relativa elegancia su delgadez, sólo alterada por una inevitable protuberancia abdominal, fruto de algunos excesos de calorías y alcohol.
Tras un saludo de práctica, el visitante se acomoda en la silla a su medida.
Mientras tanto, volviendo a la gris oficina, el curtido detective pierde la compostura por la interpelación de la dama en su oficina.
La súbita afirmación despeja la modorra, hace incorporar su cuerpo y ahora sí, gana su atención.
—Días atrás, de paseo por la costa del río, acompañada por mi perra, admiraba la vista de la ciudad, adornada por un sinfín de luminarias a lo largo de la sinuosa costanera y los altos edificios. Me detengo un momento para descansar, sentada en uno de los bancos de cemento cerca del puente.
Una bruma húmeda flota sobre las aguas, atemperando el frío; pero que no impide divisar la canoa con dos hombres a bordo, que se desliza sigilosamente en el silencio sólo interrumpido por el chapoteo de los remos cuando se hunden rítmicamente en la oscuridad líquida. En el medio del canal, el remero alza los remos y los acomoda horizontalmente en los costados.
Ambos hombres alzan con esfuerzo, un bulto envuelto en lona, asegurado por cadenas y cerrojos, con pesos bien dispuestos. Con esfuerzo lo arrojan a las profundidades.
Remero y timonel intercambian lugares y retoman la marcha hasta perderse en la lontananza.
No lejos de allí, un relámpago fugaz ilumina el tejado sepia de la vieja casona. Dos torretas laterales rematan su altura en un ventanal respetable, unidas por un almenado que sobresale sobre un alero de pizarra, que confiere al edificio el aspecto de un castillo de época inmemorial.
En su derredor se extiende un desolado campo.
En su interior, varias habitaciones grandes, se comunican entre sí, e invitan a un recorrido pausado, hospitalario. El mobiliario es austero, minimalista, hecho en madera oscura con herrajes de hierro forjado.
Se respira un clima de tranquilidad, con la luz adecuada sin llegar a resultar brillante, con pliegues y recovecos que proyectan sombras traslúcidas.
En una pared, una chimenea enorme irradia calor por la combustión de gruesos troncos apilados, que chisporrotean en una danza aérea que atrae la mirada.
En otra pared, un discreto y solitario reloj balancea su péndulo y hace oír en cada hora, el sonido amortiguado de un gong. Hay tiempo pero no hay prisa.
En la habitación central, una mesa de algarrobo de ancha tabla y forma oval, reúne a un grupo de personas. Preside la mesa un hombrecillo sencillo, entrado en años, con una vestimenta de colores apagados que hacen juego con la palidez de su piel. Sus cabellos grises se arremolinan a los costados, rodeando entradas de su calvicie trabajada por los años. Su frente atravesada por algunas arrugas que se profundizan cuando el gesto evidencia concentración, endurecen los finos labios de su boca en un rictus rígido, entrecerrando sus ojos claros que vuelven enigmática su mirada. La silla en que está sentado se destaca por contar con un respaldo apenas más alto que las demás y apoyabrazos laterales.
Abre la conversación con los interlocutores sentados a su diestra y a su siniestra. Uno a uno toman la palabra. Los argumentos se plantean con una intensidad que aumenta gradualmente. Voces que también claman in crescendo, hasta tornarse un sonido estruendoso en donde dejan de interesar los argumentos.
Cada uno a su turno, despliega los argumentos en defensa de su fe sobre la configuración plana de la Tierra.
Una convención de terraplanistas.
El hombrecillo de la cabecera de la mesa interrumpe el vocinglerío y toma la palabra, en forma pausada y con voz baja, para establecer su credo absoluto.
“Debemos enfrentar la conspiración global que atenta contra nuestra verdad. La Tierra es un disco plano, inmóvil en el centro del Universo.”
Tanto para el anciano, como para su grey, la fe inquebrantable alcanza la evidencia a través de la visión. El horizonte siempre a la altura de los ojos.
La visión ha tomado el comando de la acción humana, prevaleciendo sobre la palabra.
La visión aplana el mundo, con una evidencia reforzada por el abrumador uso de las pantallas. La humanidad se ha acostumbrado al aplanamiento de la existencia, de la vida y de los sentimientos ahora reducidos y fijados a lo básico.
Simultáneamente se disuelve la capacidad de metáfora. Se lee en forma literal, se coagula el sentido y las palabras devienen signos y cosas.
Adiós a la poesía.
La cadencia del discurso continúa aportando sentido.
— La teoría de la Gravedad de Newton, es el inicio de la conspiración de tecnócratas y políticos. La Tierra está fijada en el centro del Universo, sobre la que giran el sol y la luna, con el polo ártico en el centro y los hielos eternos antárticos haciendo una muralla infranqueable en los confines de la manland.
Las versiones clandestinas confirman la existencia de los misterios del más allá, tras la gran barrera de hielo, al que sólo llegaron los nazis mediante la excavación de túneles con una ingeniería avanzada para la época.
La conspiración alcanza proporciones grotescas.
Los viajes en avión constituyen la prueba de la ignominia y el engaño. Si la Tierra fuera esférica y girara sobre un eje, un avión no necesitaría viajar en el espacio. Bastaría con que se eleve, flote en el aire, hasta que el giro de la Tierra le permita descender y arribar a destino. El giro de una Tierra esférica es una gran mentira, sólo comparable a la llegada de una nave a la Luna.
Como es de público conocimiento, se trata de enormes montajes cinematográficos, utilizados para provocar distracciones y la manipulación de las gentes, para obtener réditos políticos y económicos en la competencia por los recursos y el poder.
La formulación terraplanista abre una pregunta inexcusable y de compleja respuesta.
¿Qué misteriosa fuerza lleva la idea expuesta a un estado de certeza en la afirmación conclusiva, certeza inconmovible ante cualquier argumento, interrogante o prueba en contrario?
En una mesa revestida de terciopelo verde, una bola de billar se desliza con la velocidad justa, impacta en otra bola produciendo un ruido seco y característico. Hume nos invita a complejizar la conclusión de que el movimiento de la primera bola sea causa del movimiento de la segunda bola, o que el movimiento de la segunda bola sea efecto del movimiento de la primera bola.
Hume señala que hay sucesión de fenómenos pero pone en cuestión que el movimiento se explique por una relación necesaria de causa y efecto. Causa y efecto serían ficciones para intentar dar cuenta de la ex – sistencia tras la apariencia del fenómeno.
Pero entre la causa y el efecto hay un abismo que aloja lo indemostrable, la contingencia, lo irrepresentable, abismo cuya búsqueda extrema puede conducirnos incluso a la física cuántica. Por más que se extreme la búsqueda, siempre nos deja un resto y un más allá enigmático, indecidible.
Los terraplanistas ejecutan la operación inversa: desconocen la interrogación, fijan y sueldan los términos del dogma congelados en una fe ciega, suprimiendo los tiempos y los intervalos.
La palabra terraplanista llevada por una pretensión al absoluto, aspira a una capacidad performativa de constituir una realidad propia.
Mientras tanto, visitante y propietario son sorprendidos en el depósito, por el desencadenamiento de la acción con fuerte estruendo.
De pronto suena una sirena, las balizas en la parte superior de ambas paredes comienzan a girar, proyectando luces amarillas alternadamente y el cronómetro inicia su marcha de sesenta minutos.
Las puertas se abren de par en par en toda su extensión y se traban al pié. Las estanterías se deslizan una a una, apilándose a los costados y el pasillo central engulle un enorme container bajado hábilmente de un camión propicio para su transporte, estacionado en el lugar reservado cuidadosamente, frente al ingreso.
El vértigo y entusiasmo invade la atmósfera y se traduce en febriles gestos, hasta que la orden hecha con voz sonora y excitada, advierte que nadie abra el gigantesco envase de metal, que yace inmóvil en el centro de la escena, salpicado de rótulos, sellados, abrazaderas, bridas y cierres; con mensajes en inglés y con caracteres orientales.
El propietario tira hacia atrás su humanidad, reposando todo a lo largo, en el mullido respaldo. Lentamente extiende su brazo derecho, toma el auricular de su teléfono mientras marca con la mano izquierda, el consabido número telefónico del cliente apuntado.
La conversación es breve pero intensa.
Luego de un intercambio de algunos minutos en que el movimiento se detiene, el aire se torna más denso y el suspenso agranda el misterio; se escucha la conclusión exitosa.
El trato estaba hecho y una sonrisa inicial comienza a dibujarse en ambos labios empujando hacia arriba las comisuras del propietario.
Luego de dar la orden de reenvío del container, tal como estaba, a su nuevo destino; el dedo índice se posa sobre el cronómetro y detiene su marcha,
Ha transcurrido tan sólo una hora; o como se prefiera, sesenta minutos o tres mil seiscientos segundos.
La sonrisa inicial deja paso a una risa nerviosa y prontamente a una carcajada estentórea.
¡¡Estaba hecho!!
Al fin, el propietario vuelve a notar la presencia del visitante, y tiene una leve consideración hacia éste, compartiendo una reflexión íntima que no suele hacer a menudo.
Casi una confesión que mezcla revelación con ironía y desprecio.
Describe una compraventa hecha en Oriente, adquiriendo bienes por un peso y vendiéndolos ahora por tres.
En sólo una hora hace una diferencia apreciable.
A lo cuál agrega una confesión impúdica e inolvidable.
El comercio es el primer robo oficial y legitimado por el Estado; que incluso se practica entre Estados.
¿Cómo es posible comprar a uno y vender en tres? ¿Qué autoriza semejante invento?
Es un robo, pero es legal y está legitimado; a diferencia del robo que opera cuando hay un despojo bajo coacción de la fuerza.
La sorpresa del visitante por el espectáculo de la reciente hora, sólo se compara con la magnitud de su perplejidad.
— ¿Pero esto es así?
— ¿Acaso es algo obvio?
La visita llega a su fin.
El visitante se retira caminando lentamente por el pasillo central que ya recupera su estado original; mientras escucha a sus espaldas el chirrido del sillón del empresario, con sus pulgares bajo el chaleco, encendiendo su cigarro de hoja y una sonrisa que acompaña casi con un susurro, una frase ininteligible.
Una hora.
Efectivamente.
Mil preguntas sin respuesta se agolpan en su mente.
Se trata de la generación y apropiación de excedentes.
Sed de Poder, sed de excedentes, sed de flujos.
Sed. Sed. Sed. Sed. Sed.
De regreso a la Convención de Terraplanistas, el anciano prosigue su relato.
“No obstante los múltiples desafíos a que nos expone nuestra fe, tenemos que darnos muy por conformes y felices. Hemos obtenido un primer gran triunfo".
Más allá de nuestra batalla primordial, estamos logrando transmitir a la humanidad una nueva lógica, un nuevo modo de pensar basado en la fe inquebrantable asentado en la evidencia a la que adscribimos. Nuestro dogma de fe.
Podemos afirmar que ha advenido al mundo un nuevo procedimiento existencial: el Método Terraplanista, aplicable a cualquier campo epistémico y de experiencia.
Los éxitos más sonoros y restallantes se están relevando en el campo de la Política.
La Política pasa a ser una Pasión por el Poder.
Los apasionados del Poder, ponen en evidencia el elemento pasional que subtiende dicho Método, hundiendo las palabras descarriladas del riel discursivo en las aguas siempre agitadas y tormentosas del mundo pasional.
Ya poco importa lo que se dice. La cuestión radica en el empuje, el arrebato y la imposición para lograr hegemonía con enjundia.
La Pasión es inasible e incontrolable. Converge en una hoguera quemante en la que se inmolan las creencias y los ídolos.
Sólo por la Pasión por el Poder se explica que una divisa política cualquiera contenga versiones ideológicas antagónicas en su seno, para encabezar un movimiento u otro, alojando toda clase de aventureros y oportunistas dispuestos para la conquista, apropiados para cada momento y coyuntura.
Cada consigna, cada insignia de color, cada inspiración de la defensa ocasional de una bandera puede ser cáscara vacía que se desliza por la superficie del río bravío de los intereses ocultos; porque su materialidad es otra, su materialidad está hecha del afán descarnado de Poder.
Para la Pasión Política sólo cuenta el proyecto hegemónico y la pelea despiadada por la apropiación, en el que la Ley es sólo un formalismo evitable que no funciona como límite ni condición, sino que funciona como coartada para la impunidad.
El viejo Príncipe Maquiavelo ha triunfado: el fin justifica los medios.
Todo fin pasa a ser un medio para un único fin: la conquista y manutención del Poder.
Un magnífico ejemplo nos llega con la propuesta de anarco-capitalismo.
¿De qué se trata? Para comprender vale descomponer y analizar cada término, luego de aprehender su premisa esencial.
Axioma 1. El Estado es el resultado del fracaso de los hombres para convivir en paz según un contrato social.
Este axioma contiene una premisa que lee un efecto de verdad. A partir del cual se justifica la supresión del Estado.
Axioma 2. El fracaso del Estado es fuente de nuevos conflictos.
Este axioma también contiene su proporción de verdad, en la medida en que efectivamente el Estado tiene el estatuto de un síntoma que muestra y remienda la falla.
El Estado es un síntoma que surge de la tarea imposible de gobernar. Imposible lógico que debe leerse como límite sobre el cuál apoyarse para abrir el campo de lo posible: He allí el Hogar de la Política.
La propuesta anarco-capitalista, lejos de dirimir diferencias en el campo político de lo Posible propone la eliminación del Estado y de sus instituciones.
En segundo lugar, postula ortopedizar las rupturas de las convivencias humanas a través de normativas surgidas de una moral de mercado, a modo de correctivo no estatuido.
En última instancia, habilita un laissez faire, un dejar hacer; cuyos conflictos se diriman a través de la confrontación en el Mercado, ahora elevado a figura de autoridad.
He ahí el truco del prestidigitador. Sustituir el Estado por el Mercado como instancia de Autoridad Social, lo cual apunta el segundo término del anarco-capitalismo.
El anhelo del anarco capitalismo sueña con una normativa anónima, burocrática, maquinal, que se aplique sin Estado, con ayuda de la tecnología, componiendo una versión pos moderna del Proceso Kafkiano, para disciplinar a la sociedad. La unidad de valor y ponderación, se define por la capacidad individual de producción de resultados en competencia, supuestamente al servicio del bien común y de la comunidad.
Axioma 3- Promoción de la Libertad.
Posiblemente el punto más relevante.
En la mesa de la Convención de Terraplanistas finaliza el discurso por aclamación. Los asistentes se agitan y claman: “— Viva la Libertad, carajo!”
Curiosamente nadie se detiene a reflexionar qué tipo de libertad se invoca y se promueve.
Se concibe la Libertad como lo fuera de límite, que lo aproxima a la libertad en la locura. Libertad que no conviene porque conduce al extravío.
Referencia del fundamento del capitalismo en su fase global.
El capital deviene flujo, ahora potenciado por la tecnología en una circulación vertiginosa, como la savia que circula y alimenta el árbol.
Algoritmos digitales procesan, deciden y mueven enormes flujos de capital en fracciones de segundo inundando las vías habilitadas. Exigen la desactivación de cualquier regulación, condición, frontera de soberanía nacional o jerarquías institucionales que obstaculicen la libre circulación del fluido económico; haciendo del mundo terráqueo un mercado global unificado.
Libertad entonces, embragada en la única ley reconocida de oferta y demanda.
Las consecuencias se despliegan en el espacio conflictivo del darwinismo social, la vieja regla del pez grande devorando al pez chico, la ley del más fuerte.
Antaño, la estrategia ha sido construir instituciones globales en jerarquías sub-nacionales que canalicen los intercambios económicos sorteando barreras de jurisdicción nacional. Hoy la tecnología ofrece ventajas y procedimientos de vértigo, reduciendo la materia a un estado líquido: el flujo se sustrae a cualquier regulación; impulsado por una máquina de concentración económica extractiva, que nunca alcanza a satisfacer una sed insaciable.
Drácula ha regresado del mundo de tinieblas, un Drácula Posmoderno que ahora se anima a presentarse indemne a plena luz del día!!
Esta modalidad de la libertad alimenta una pesadilla social.
Ya no se trata de la mano invisible del mercado reescribiendo lo que escribe la mano visible del Estado. Se propone hacer caer la mascarada del Estado para dar rienda suelta, libre, a la mano ahora visibilizada del mercado.
¿Es posible otro funcionamiento de la economía? ¿Es posible otra política?
En el espacio social y político no se avizoran señales de alternativas.
Finalmente, el sol asoma un nuevo amanecer en la ciudad. El detective enfundado en su impermeable gris y arrugado, enciende un enésimo cigarrillo cuya brasa reverbera tras la fuerte pitada, para dejar salir el humo profuso por el costado de sus labios entreabiertos. Los ojos cargados de fatiga por la larga vigilia a orillas del río.
A lo lejos, los buzos confirman haber encontrado algo en la zona apuntada por la dama en su despacho.
Allí efectivamente yace un cuerpo.
El cuerpo asesinado de la condición humana.
Ganado por el cansancio, gira media vuelta, resignado y aburrido por la repetición del drama, emprende el regreso a ninguna parte.
Una vez más, ha sido testigo involuntario de la pérdida de la dignidad del hombre.
Excedido por los hechos, se consuela pensando que al menos es importante aprehender la época y tomar posición.
MARIO KELMAN
SEPTIEMBRE 2023
¡¡Muchas gracias Mario, por esta nueva entrega!!
¡¡Felicitaciones y muchos éxitos!!
¡Agradecemos a todos nuestros amigos, lectores y seguidores,
por sus visitas y valoraciones!.
Afectuosamente.
Administración de Atrapados por la Imagen.
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.
Mario Kelman, utiliza la figura de un detective para adentrarnos en un tema tan actual que nos resulta increíble!! (¿Se trata de una caja de Pandora cuya revelación amenaza la existencia?) Rescato esta frase, dado que su relato, nos lleva una y otra vez a reflexiones muy profundas, a tal punto de poner en duda si la tierra es plana o no!!! ¡Pero sin olvidar la conducta humana, ante esta y varias preguntas más!! ¡Muchas gracias, querido amigo, tu relato es apasionante!!! Te deseo muchos éxitos!!!
ResponderBorrarLaura agradezco tu comentario y tu trabajo entusiasta para ilustrar los textos y para sostener este blog.
BorrarVemos como la realidad política supera la ficción literaria y las cajas de pandora revelan el revés oscuro de los semblantes ideológicos de la política
Siempre es un placer trabajar con vos!!!! bravo amigo!!!
BorrarEn este nuevo relato el escritor combina elementos de intriga y crítica social. La narrativa se desenvuelve en escenarios nocturnos y oscuros, creando una atmósfera misteriosa.. La narrativa parece sugerir una conexión entre los casos individuales que investiga el detective y las problemáticas más amplias propias de lo contemporáneo,en un contexto de suspenso. Gracias, Mario por esta nueva y atrapante entrega.!!!
ResponderBorrarMuchas gracias Tesi por tu atenta lectura. Lamentablemente la atmósfera oscura pasa a ser un signo de la época.
BorrarUn análisis interesantísimo que aporta mucho al debate político vigente en estos días en nuestro país: "el robo legal", "el dogma del terraplanismo" y "el anarco-capitaslismo", o sea, las tres caras del Liberalismo de Milei. Hilvanados con el gustosísimo protagonismo del detective y su investigación, aporta frescura y originalidad. El lector espera ansiosamente saber si el cadaver en el río es el empresario que hizo el gran negocio en una hora, si es el lider de la reunión de terraplanistas o si es el Director del Banco Central. Pero Kelman nos abre los ojos:
ResponderBorrar"El cuerpo asesinado es el de la condición humana."
Gracias Pedro por tu amistad de siempre. Me dirijo a discursos más allá de nombres y personas. Me preocupa muchísimo la promoción de esta noción de libertad que consagra al mercado como autoridad social, a plena luz del sol. Es la libertad de un más allá de toda condición, que linda con el extravío y la locura. Hay límite, hay finitud, y la libertad que conviene es la libertad de decidir, que nos hace responsables del acto.
BorrarRespecto del terraplanismo, no sólo se dirige a este discurso de la libertad a ultranza, sino a la tendencia a los fundamentalismos imperativos y vacuos que tienden a prevalecer, evidenciando que el rey está desnudo.
ResponderBorrarEn esta historia saltear una palabra para develar la incógnita, es perderse una partícula de las tantas que dan forma a un relato impecable que converge en la gran pregunta del autor: “¿Es posible otro funcionamiento de la economía? ¿Es posible otra política?”, y que a diferencia de una respuesta despierta otra conjetura: ¿Cómo detener el vértigo que diluye la memoria, aplana el pensamiento y nos convierte en manada, restándonos la capacidad de pensar lo distinto para que la política sea el instrumento capaz de lograr otro funcionamiento económico que evite la muerte del cuerpo social?
¿Es tarde enducar para la convivencia y no para la competencia? … pregunto.
Mario Kleiman ¡felicitaciones!
Querida Marta. Coincido con sus apreciaciones.
ResponderBorrarEl vértigo surge de la disolución de la materia a un flujo y hace de la palabra liquida una estafa cínica.
Alentemos cada uno, uno por uno, en nuestra pequeña comunidad de convivencia cotidiana, una toma de posición responsable. Con el tiempo, los acontecimientos se producen más allá de nuestra intencionalidad.
Una de policial de enigma, al estilo Holmes, mezclado con nuestra realidad. Un Sherlock del siglo XXI, que no hace nada más ni nada menos que develar cómo ha sido asesinada, la condición humana!! Muy actual! Muy buen relato. Felicitaciones, Mario, y muchas gracias !
ResponderBorrarMuchas gracias ISA por su lectura y comentario.
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