LOUISA MAY ALCOTT, LA FEMINISTA QUE ESCRIBIÓ "MUJERCITAS"
Louisa May Alcott nació en Germantown, Pensilvania, el 29 de noviembre de 1832. Ella y sus tres hermanas, Anna, Elizabeth y May, fueron educadas por su padre, el filósofo Bronson Alcott, y criadas en el cristianismo de su madre, Abigail May. La infancia de Louisa transcurrió en Boston y en Concord, Massachusetts, donde recibía visitas de ilustres vecinos como Nathaniel Hawthorne, visitaba la biblioteca de Ralph Waldo Emerson o realizaba excursiones a la naturaleza con Henry David Thoreau.
A temprana edad, para ayudar a su familia, comenzó a trabajar esporádicamente como maestra, costurera, institutriz y sirvienta doméstica. Durante muchos años, Louisa hizo cualquier trabajo que pudo encontrar.
Su carrera como autora comenzó con poesías y cuentos que aparecían en revistas populares. En 1854, con 22 años, publicó su primer libro, "Flower Fables" (1855), una recopilación de cuentos escritos para Ellen Emerson, hija de Ralph Waldo Emerson. Un hito en su camino literario fue "Hospital Sketches" (1863), basado en las cartas que había escrito a casa desde su puesto como enfermera durante la Guerra Civil en Washington D.C. En 1860 comenzó a escribir para la prestigiosa revista literaria The Atlantic Monthly.
A los 35 años, su editor en Boston, Thomas Niles, le pidió que escribiera "un libro para niñas". "Mujercitas", la obra con la que alcanzó la fama, se basa en la mayoría de edad de Louisa y sus hermanas, y está ambientado durante la Guerra Civil de Nueva Inglaterra. Su protagonista, Jo March, fue la primera heroína juvenil estadounidense en actuar desde su propia individualidad; una persona que vive y respira alejada del estereotipo idealizado que entonces prevalecía en la ficción juvenil.
En total publicó más de 30 libros. Murió el 6 de marzo de 1888 a causa de las secuelas del envenenamiento por mercurio contraído durante su servicio en la guerra, solo dos días después que su padre, y está enterrada en el cementerio Sleepy Hollow en Concord.
El nacimiento de "Mujercitas".
El destino del libro quedó marcado en el otoño de 1867, cuando el director de la editorial Roberts Brothers, Thomas Niles, pidió a Louisa May Alcott, de 35 años, una escritora talentosa, pero aún no muy conocida, que dejara de lado sus cuentos de hadas para niños y creara una novela dirigida a las jóvenes.
Alcott se tomó su tiempo, porque no se sentía a la altura de aquella tarea. De pequeña era una niña poco femenina a la que le encantaba inventar historias, correr y trepar a los árboles, y muy pronto tuvo que trabajar para ayudar a su familia.
Nunca conoció, en parte por decisión propia, la ligereza de la adolescencia, los bailes de sociedad ni las aspiraciones de las mujeres de la época de convertirse en "perfectas" esposas y madres.
Meses más tarde, en mayo de 1868, Niles prometió a Louisa que, si escribía la novela, publicaría un manuscrito filosófico de su padre, el pastor calvinista Amos Bronson Alcott. Preocupada por la felicidad de su familia, Louisa accedió y comenzó a buscar inspiración.
¿Dónde podía hallar a las protagonistas de su libro? La respuesta era simple: en su propia casa. Su familia se convertiría en la familia March, y las cuatro hermanas asumirían en parte el carácter de las cuatro hermanas Alcott. Aunque "Mujercitas" no era un texto autobiográfico, algunos episodios de la vida personal de la autora acabaron impregnando la historia de Meg, Jo, Beth y Amy.
Así quedó lista la columna vertebral de "Mujercitas". La novela seguía durante un año las aventuras de las hermanas entre el amor, los descubrimientos y los sueños. La novela fue la primera de una saga, en la cual Beth muere prematuramente y las otras tres jóvenes toman caminos distintos: Meg se dedica a la familia, Jo a la escritura y la educación, y Amy al arte.
¿Cómo se entrelaza la vida de Louisa con la ficción?
Louisa May Alcott era la segunda de las cuatro hijas del pastor Bronson Alcott y de Abigail May, una abolicionista y activista por los derechos de las mujeres que fue un modelo para sus hijas.
La primogénita, Anna, fue la única que siguió un camino tradicional y se casó con el actor aficionado John Pratt; de hecho, algunos episodios de su boda recuerdan mucho las nupcias de Meg March. La tercera, Elizabeth, murió de escarlatina con trece años, y la última, Abigail May, se convirtió en una conocida pintora, aunque quedó eclipsada por la fama de su hermana mayor.
Abigail May viajaba a menudo de Estados Unidos a Europa, donde conoció a un rico hombre de negocios suizo con el que se casó en 1878 y del cual poco después tuvo una hija, Louisa May Nieriker, apodada "Lulu". Tras la temprana muerte de su madre a causa de las fiebres puerperales, la niña se fue a vivir con sus dos tías a Concord, en Massachusetts. Y fue a su querida Lulu a quien una Louisa ya famosa, aunque siempre tímida, dedicó sus últimas historias.
Louisa se retrató a sí misma, y a sus aspiraciones, en Josephine, Jo, la hermana más testaruda de su novela. Del mismo modo que Louisa, Jo cultiva el sueño de consolidarse como escritora. Todo lo que Alcott anotó en su diario en 1846 podría referirse perfectamente a la protagonista de "Mujercitas": La gente piensa que soy extraña y salvaje [...].
No he hablado con nadie de mis proyectos futuros, pero tendrán éxito. Jo se enamora del rico Laurie Laurence, y pese a que éste la corresponde ella prefiere evitar un vínculo convencional para perseguir sus ambiciones en Nueva York. Una vez más, el diario de Louisa ayuda a reconstruir las decisiones de Jo: Me gusta la sensación de ser independiente y, aunque mi vida no sea fácil, es libre y me gusta. En Nueva York, Jo conoce al profesor Friedrich Bhaer, con quien se casa y funda un centro escolar en Plumfield, la finca que le había dejado como herencia una tía adinerada.
La decisión de Jo y su marido también parece responder a un episodio autobiográfico de la autora. En efecto, en 1834, cuando Louisa aún era una niña, su padre se mudó con su familia a Boston para abrir la Temple School, un centro basado en la libre expresión y en la asunción de responsabilidades por parte de los alumnos.
Allí, el pastor puso en práctica los preceptos del trascendentalismo americano, un movimiento filosófico y literario según el cual el individualismo, entendido como la constante mejora de uno mismo, se combina con la conciencia de una hermandad universal y de la unión con la naturaleza.
Estos principios, unidos a la aspiración a un bien superior predicada por el calvinismo, guían a las cuatro hermanas de "Mujercitas" y se hallan entre las enseñanzas de la escuela de Jo. Y, según los estudiosos, también dieron forma al camino de Louisa.
Lucha por la emancipación
La escritora había alternado constantemente su trabajo como gobernanta e institutriz con el cuidado de la familia y la escritura de numerosas historias educativas para niños y jóvenes, a menudo publicadas con el seudónimo de A. M. Barnard. Su vida, marcada por un intenso trabajo y por las estrecheces económicas, mejoró gracias al éxito inmediato de "Mujercitas", que en su diario definió como "el primer huevo de oro del patito feo", y del resto de novelas sobre las hermanas March.
Tras lograr cierta estabilidad financiera, Louisa se implicó más en cuestiones sociales y comenzó a colaborar con el importante periódico feminista The Woman’s Journal. También asistió al Congreso de la Mujer en Syracuse (Nueva York), en 1875, y luchó por el derecho al voto femenino, que logró hacer efectivo en Concord por primera vez en la elección de un consejo escolar local.
En una carta del 4 de septiembre de 1873, Louisa afirmó: "Me gusta ayudar a las mujeres a ser ellas mismas, y esta es, en mi opinión, la mejor manera de resolver la cuestión femenina. Es nuestro deber hacer cualquier cosa, y hacerla bien, y no creo que nadie pueda negárnoslo".
En sus obras, Alcott permitió a otras mujeres imaginar alternativas, perseguir sus sueños, preferir un amor sincero antes que el matrimonio para acceder a un estatus social más alto.
Sus heroínas contraen matrimonios no convencionales, como el de Jo y el profesor Bhaer, escriben, viajan libremente y fundan escuelas, siempre con el objetivo de ser mejores personas. Pero sin olvidar nunca al prójimo, sobre todo en tiempos de dificultades, como en la guerra de Secesión norteamericana.
ALGUNAS FRASES DE LOUISA MAY ALCOTT.
“Las mentes humanas están más llenas de misterios que cualquier libro escrito y son más cambiantes que las formas de las nubes en el aire”.
“Lejos, bajo el sol, están mis más altas aspiraciones. Puede que no las alcance, pero puedo mirar hacia arriba y ver su belleza, creer en ellas y tratar de seguir a donde me lleven”.
“La libertad es el mejor marido”.
“Aprende a conocer y a distinguir los elogios que enaltecen de los que denigran”.
“Las mujeres han sido llamadas reinas por mucho tiempo, pero el reino que se les da no vale la pena gobernar".
“El debate es masculino; la conversación es femenina”.
“El mundo esta lleno de mujeres como Beth, tímidas y tranquilas, que aguardan sentadas en un rincón hasta que alguien las necesita, que se entregan a los demás con tanta alegría que nadie ve su sacrificio hasta que el pequeño grillo del hogar cesa de chirriar y la dulce soledad desaparece para dejar tras de si silencio y oscuridad”.
“Es un buen libro aquel que se abre con expectación y se cierra con provecho”.
“Mientras uno encuentra en sí mismo y en lo que persigue, no puede sentirse viejo. El signo más cierto de la vejez es el sentimiento de la soledad”.
“El amor expulsa al miedo y la gratitud doblega al orgullo”.
“Dominarse a sí misma es la obra más difícil”.
"Un amigo fiel es un refugio sólido; y el que lo encuentra, encuentra un tesoro",
"Si el rango y el dinero vienen acompañados del amor y la virtud, los aceptaría agradecida y gozaría con vuestra buena fortuna; pero sé por experiencia cuánta felicidad real se encuentra en una casa pequeña, donde se gana el pan diario y algunas privaciones dan mayor dulzura a los pocos placeres".
"El que cree es fuerte; el que duda es débil. Las convicciones fuertes preceden grandes acciones".
"Siempre existe luz detrás de las nubes".
"La prosperidad sienta bien a ciertas personas que florecen mejor con los rayos del sol; otras, en cambio, necesitan la sombra, y son más dulces y delicadas al recibir el contacto de la brisa helada".
"Todos llevamos cargas, tenemos un camino por recorrer y nuestro anhelo de hacer el bien y alcanzar la felicidad nos guía para superar los contratiempos y los errores que nos separan de la paz".
"El verdadero talento y bondad no pasan mucho tiempo inadvertidos; aunque pasaran, el conocimiento de poseerlo y de usarlo bien, debe satisfacernos, la sencillez es el mejor encanto de todo poder".
"No soy paciente por naturaleza, pero tras cuarenta años esforzándome estoy aprendiendo a no dejar que la ira se lleve lo mejor de mí".
"¡Enarbolad la bandera de la igualdad, mujeres! ¡Luchad por vuestros derechos!"
Trabajo de Investigación y Edición: Isa Santoro.
Administradora de Atrapados por la Imagen.
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