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lunes, 18 de agosto de 2025

©EDITORIAL ATRAPADOS POR LA IMAGEN PRESENTA : "Un pasaje, y Pilar…" - de Jorgelina Presta - Rosario, Argentina.

 



Edición: Editorial Atrapados por la Imagen
RL-2022-18030193-APN-DNDA#MJ

REGISTRO DE PROPIEDAD INTELECTUAL



 ATRAPADOS POR LA IMAGEN


Cuentos y Relatos Presenta a...



JORGELINA PRESTA


"Artista de Atrapados por la Imagen"

en. . . .


  (Un relato autobiográfico, futurista, escrito en el año 2045)


"Un pasaje, y Pilar…"


- Cuento inédito -


Editorial Atrapados por la Imagen, es un espacio dedicado al arte.



Imagen libre de la Web.


"Un pasaje, y Pilar…"
JORGELINA PRESTA


“Todo encuentro casual es una cita”

Jorge Luis Borges.


Son las  08 de la mañana  de un día de otoño, como todos los días  me despiertan los relinchos , abro la ventana de mi habitación, siento  la  energía  del vasto verde que me rodea, y  veo , iluminados por el sol, a los alazanes y  a los zainos más brillantes que nunca. Voy a la cocina, me preparo un desayuno casero y embriagada por el calorcito de febo empiezo a escribir:



Hacía ya un año   que me había mudado a ese barrio. El barrio del  Abasto en  Rosario,  se llamaba así , porque  desde  1918 a 1968  fue sede  del mercado del Abasto ,un  mayorista de frutas y verduras que marcó la identidad del lugar; y su historia.

En esa zona  persistían  casas  de añares y  ex conventillos bastante peculiares, como vestigios de ese pasado obrero.

Yo vivía en un edificio, también  antiguo, de tres pisos por fortuna sin ascensor, por  lo cual las expensas eran bajas.  Mi departamento estaba  en  el primer  piso, era de 40 mts. cuadrados, modesto, pero cómodo y  con un lindo y ancho  balcón  a la calle, con ladrillos vistos y hermosos cerámicos.  Vivía con  Josué, mi perro quien me acompañó en momentos terribles, y ya enterrados  de mi vida.  Dios  me salvó, y él.

 Al lado  había un “centro cultural”, no recuerdo su nombre.  Se llenaba de hippies y olía todo el día a marihuana. Eran tranquilos, solo algunos fines de semanas hacían fiestas y    ponían música hasta altas horas de la madrugada. Tenían  talleres de pintura, kermese, y charlas de diversidad de género, esto  último muy de moda en ese tiempo. Hablo de los años 2024-2025. Casi todos los asistentes fumaban y tomaban  todo tipo de  “hierbas” y de “yerbas “en la puerta. También usaban accesorios de color  verde  y los   banderines  de 6 colores.  Era buena gente, y  una compañía en caso de llegar tarde a casa. La cuadra estaba poblada de bastantes árboles, que tapaban el alumbrado público y se ponía peligroso  cuando bajaba el sol. Ese lugar  ocupaba  justo la ochava, donde empezaba el pasaje Americano, el que me inspiró a escribir este relato.

Yo tenía en aquella época, unos 52 años. Trabajaba  en dos consultorios y daba clases en la facultad de medicina. Los fines de semana iba a montar a caballo   y a capacitarme en equinoterapia, una de mis pasiones. 

Fui feliz esos años, aunque no tanto como ahora.

Dos veces por  día y a veces tres, paseaba a mi Josué. Casi siempre doblaba por el  pasaje porque  me gustaba ver la colonia de gatitos callejeros que nacían a mansalva y vivían en la copa de un frondoso y centenario árbol. Siempre tenían comida y agua  en unos  recipientes  rectangulares de plástico transparente, en la vereda, al lado del árbol. Ellos bajaban a comer y luego subían.

Me gustaba mirarlos y sacarles fotos, eran uno más lindo que   otro,  con colores exóticos. Les sacaba fotos con  el celular y las publicaba.

Josué los miraba y se le erizaban los pelos, no le gustaban los felinos, pero pasábamos  tantas, pero tantas veces por allí, que  al final, logré que se acostumbrara  a ellos.

Amaba ver esas casitas, como de cuentos, algunas  de antaño, se notaba el paso de los años, y la humedad característica de Rosario. La mayoría  a 30 o 40 cm del asfalto, no sé si  porque era el estilo  principios del siglo pasado   o sería zona de inundaciones.

Entrar a ese pasaje me recordaba las callecitas angostas y tranquilas de Venecia y me alejaban un poco del bullicio y del  ruido insoportable  de  Avenida  Pellegrini que  estaba a dos cuadras. Tomando ese camino  podía salir  vestida de entrecasa y sacar a Josué cantando  bajito, meditando  o rezando, como era mi costumbre.

Poseía una paz indescriptible. No pasaba casi nadie, eventualmente algunos perritos  callejeros que  nos seguían siempre.

Una mañana de sábado  llamó mi atención una mujer de unos 80 y tantos años, de andar lento y tranquilo, que  salía de  una de las casas del pasillo, le iba a poner comida a los gatos. Me saluda, la saludo. Era de muy baja estatura,  delgada, y de piel muy blanca con  arrugas  finitas en la cara. Sus ojos eran grandes,   pardos tirando a verdosos. Usaba un pañuelito en la cabeza, que dejaba  entrever su cabello blanco y frágil.

Una vez le pregunté su nombre y ella el mío. Me dijo: “me llamo Pilar”. Porque  según ella la habían bautizado en  la capilla de la Virgen del Pilar.

Pasaron los meses, llegó julio, invierno crudo  en Rosario y no la vi más por un tiempo…….

Un domingo  la encontré en misa y nos saludamos, me dijo que por el frío  iba a las 11 de la mañana. Al mismo horario que yo.  Así que nos veíamos los domingos  y nos saludábamos. Ella siempre  se despedía con un  “DIOS TE BENDIGA”. Y me comentaba que  el resto de los meses del   año iba a misa diariamente a las 7 de la mañana.


Un  día me atreví a preguntarle su edad; “89”, me dijo. Empezamos a tener más confianza, era una anciana angelical de voz tenue y dulce,  y  con un temple inefable.

Me gustaba verla y entrecruzar algunas  palabras. Me contaba  que siempre había tenido varios perros  que  el último había fallecido hacía 2 años y no lograba todavía reponerse  y reiteraba, cada vez que nos veía que era  parecido a mi Josué. Trataba de empatizar con ella y cambiarle de tema porque  yo ya había experimentado la tristeza profunda  que uno siente en esos casos.

 Aunque no era muy locuaz, le  gustaba charlar conmigo y a mí   con ella.  A pesar de la diferencia de edad, sentía que  teníamos muchas cosas en común .Y que de alguna manera había un nexo invisible entre ambas.


Una tardecita mientras paseaba a Josué la encuentro sentada en el umbral de su puerta,  y empezamos a conversar,  me contó que había vivido en el campo y que se había dedicado durante casi 40  años a la crianza de  caballos criollos. Pero hacía ya  5 años que  por su edad había decidido dejar el campo y volver a Rosario, a su casa natal (allí en Pasaje Americano) Noté su voz melancólica cuando me lo contaba. 

 No pregunté más nada, solo le hablé de mi pasión por los caballos y le comenté que no podría dedicarme a eso por un tema económico. En ese momento me miró  fijamente. Sentí que mi cara impactaba en su retina y a su vez se  reflejaba en  el espejo de sus inmensos ojos pardos. Luego de escucharme me dijo: “No abandones tus sueños, perseguilos y luchá por ellos, siempre”

Me quede con esas palabras en mi corazón, con la imagen de Pilar en mi mente, y seguí adelante.

 Luego de esa charla no la vi más, pregunté  por ella en el barrio, en la iglesia y nadie sabía nada. Sentí frío y un vacío raro. Le pedí a Dios que me diera una señal,  o al menos encontrar a alguien que me diga qué le pasó, dónde estaba, aunque me imaginaba……

Recordé que nada o casi nada es casualidad. Pero creo que en este caso fue una serendipia haberla conocido.  


 Por eso, después de más de  20 años  escribo este cuento. Y me pregunto: “Pilar sabrá que mi sueño se cumplió? Me estará, mirando desde algún lugar? Ojalá que sí! 

Hoy, me  atrevo a afirmar  que  hay ángeles disfrazados de personas  que se cruzan en nuestra vida en el momento menos pensado,  y nos ayudan a  cumplir un sueño, a encontrar nuestra misión  o  a descubrir  una pasión.

Gracias Pilar.


 Todos los Derechos de Autor y Propiedad Intelectual, pertenecen a: 

©Jorgelina Presta

Rosario - Argentina

Ilustración: Imagen libre de la Web

Edición: Editorial Atrapados por la Imagen
Agosto 2025




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Afectuosamente...


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2 comentarios:

  1. El relato transmite una gran ternura y pone de manifiesto a la creencia como el imprescindible soporte de la existencia. Gracias Jorgelina

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  2. Muchísimas gracias por tu comentario querido Mario!!

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