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lunes, 18 de enero de 2021

Editorial Online de Atrapados por la Imagen presenta: "JULIÁN" - Oscar Zaitch


"Editorial Online de Atrapados por la Imagen, se complace en presentar una nueva entrega del escritor Oscar Zaitch."  



Agradecemos a cada uno de ustedes por sus visitas y valoraciones.


Afectuosamente.

Administración de Atrapados por la Imagen





"JULIÁN"

Julián baila tango. Lo hace muy bien, suficiente como para ser observado por casi todos cada vez que sale al parquet. Pero no es su técnica lo que al principio atrae las miradas, sino su facha. Es que la de Julián recorta un personaje de las milongas de los años cuarenta, incluyendo el desgaste del tiempo transcurrido.

Cubriendo sus disimulados sesenta, la blancura del grueso maquillaje sobresale del pelo tupido, largo y renegrido. Más abajo, un cuello plastrón, un saco negro con solapas de terciopelo, y pantalones anchos a rayas, todo abrillantado por el tiempo, como el  de los zapatos bicolores de taco francés. Los puños blancos asoman luciendo gemelos para terminar la facha en el grueso anillo de malevo que calza el meñique de la mano derecha.

Julián llega muy temprano a la milonga, cuando todavía no hay público y los mozos acomodan y visten las mesas alrededor de la pista. Como no paga entrada, ayuda, estirando dos o tres manteles, o poniendo talco al pie de las columnas, que luego usarán los bailarines para suavizar los pasos. Nadie tiene muy claro el porqué de su acceso gratuito; algunos habitués suponen que su figura pintoresca y el buen bailar le agregan a la milonga un tinte especial que conviene a los organizadores.

En realidad, su principal interés al llegar, es el baño de damas. Allí debe revisar –y borrar- todo letrero atinente a su persona, un acostumbrado producto del tendal de víctimas femeninas que va dejando con regularidad. “Julián vividor, atorrante y mentiroso” y “Cuidado con Julián, es basura.” son los textos que ha debido limpiar de los azulejos esta noche.

Con la milonga ya empezada, Julián estudia con cuidado el plantel de veteranas. No le interesan las conocidas, ya ha probado con cada una de ellas y son asunto concluido. Se concentra en quien puede aparecer por primera vez, a todo efecto un material no contaminado por “las brujas que lo odian y desparraman versiones exageradas sobre su persona”.

Desde hace demasiado tiempo se viene manejando con la idea de que si logra impactar con el baile espectáculo y una parla ingeniosa que ha desarrollado, quedará bien parado a pesar de las prevenciones que ellas recibirán más tarde. 

A pesar de su pericia, se le viene haciendo cada vez más duro avanzar con las nuevas; lo de él no culmina en el baile –ni siquiera en la cama- es una cuestión de mera supervivencia.

 Así es como también apunta a las turistas, aunque sin demasiado interés.  De ellas apenas conseguirá que le compren un par de clases de tango, siempre que no exagere el honorario; también las turistas vienen cuidadosas del dinero.

La milonga ya está avanzada y Julián no ha concretado nada atrayente. Tampoco se ha ocupado demasiado; como buen vago ha empleado bastante tiempo en saludar conocidos, garroneando algún trago en la barra o buscando complicidades en mozos y empleados del lugar.

De haber conseguido algo, dedicaría toda la noche hasta irse con alguien de ser posible. Pero con el marcador en blanco, llama a Rita desde el celular: en media hora ella llegará a la milonga.

Rita es la víctima actual. La sumisión patológica en que se encuentra no la ha llevado a mantener a Julián, pero tapa bastantes hendiduras de su pareja. Cuando quedó enganchada, había sido advertida en detalle, pero siguió adelante.

Ella es rubia y vistosa, muy delgada y con una importante producción apuntada a disimular las últimas dos décadas, sin demasiado éxito. También baila bien, pero acepta ser el complemento de Julián, que reserva para sí el mayor lucimiento en cada pieza.

Los habitués sufren por Rita. No saben gran cosa de ella, es de las que no abren la boca en el baño de damas. No pueden imaginar si lo suyo es un mal de soledad, o si la tiene encandilada el extraño protagonismo que desempeña con Julián, una especie de compulsión a no ser ignorada.

Y salen a bailar, cuando la milonga está en su climax. Nada natural, nada de sentimiento. Una compleja coreografía obviamente ensayada, que no da para circular por el perímetro de la pista, el lugar que queda reservado para los mortales comunes, que dejan el centro libre a Rita y Julián, su escenario exclusivo, con todos los demás espantados del lugar a fuerza de sus figuras vistosas.

Ambos simulan haberse olvidado del mundo, pero a Julián lo traicionan sus ojos escrutadores del público. Va revisando el asombro y  admiración de las mesas de turistas y de locales primerizos. También computa las miradas críticas de quienes saben de tango y las despectivas de los que están al tanto de sus hazañas.

Termina la tanda, que para suerte de Julián sucede estando ellos lejos de su mesa. Puede entonces actuar un regreso parsimonioso con aire de distraídos –ambos- que se nota logrado a fuerza de ensayos. Pasan impávidos frente a la mesa de brasileños ruidosos, que los aplauden con fervor. No queda claro si la pareja disfruta más de los aplausos o de la indignación de los milongueros que saben de lo desmedido del reconocimiento.

Dejan pasar un par de tandas, sin salir; Julián opina que lo bueno debe ir en dosis pequeñas, que hay que hacerse desear.

Recién bastante más tarde deciden la tanda de valses en la que Julián mostrará la velocidad y justeza de sus voleos, seguidos por Rita con sumisión.

Hasta entonces, se ha movido por mesas y barra, anotando los datos de un par de recomendadas, a las que de ningún modo sacará a bailar esta noche.  A menos que la candidata pinte lo suficientemente poderosa como para entonces sí, despachar a Rita. Ella, enterada del posible ”trabajo”, se irá sin protestar.

Pero no sucede nada, tampoco en el siguiente intervalo entre valses y milongas, en el que practicará un estilo “atorrante”, con la mano izquierda en el bolsillo del pantalón, para de nuevo indignar a los milongueros clásicos.

Más tarde, algunos tangos sin demasiado empeño; es que los turistas y primerizos ya se han ido. Quedan solamente los que bailan en serio, los que no interesan a Julián.

El baile languidece a la sombra de la madrugada; la gente se va yendo. Julián ha puesto a Rita en un taxi y se ha retirado a una mesa rinconera.

Cuando se hayan ido todos, cuando no queden mozos ni ayudantes, se acomodará en la montaña de manteles usados para pasar la noche. Hace unos días que no lo dejan entrar a la pieza del convento hasta que no achique la deuda.

Dormirá hasta el mediodía, cuando empiecen a preparar el salón para la matiné siguiente.







6 comentarios:

  1. Excelente cuento, triste vida la de Julián!!!! gracias Oscar por mostrar un retacito de las noches tangueras y sus personajes típicos de Buenos Aires!!! deberíamos advertir a las turistas? o quizás a Rita?

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  2. Una historia divertida, triste, dinámica y atrevida. Me encantó!! Muchas gracias Oscar por esta nueva entrega!!

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  3. Julián...personaje reconocible. Bravo, Oscar! Gracias por llevarnos a compartir sus noches de milonga.

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  4. Oscar un cuento que nos describe muy bien el personaje de un vividor que gusta del engaño para subsistir , y nos sumerge en el ambiente de las noches de milongas. Gracias amigo, y muchos éxitos.

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  5. Un hermoso relato de una época que no estoy seguro que continúe, pero existió.
    Un baile por la realidad y la fantasía de un Julián con una existencia tritona.
    Eso es lo que me dejó el relato.
    Me conmovió!

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