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lunes, 20 de septiembre de 2021

Editorial Online Presenta : Como todos saben

 

Cuento corto de Pedro Pablo Lilli




Queridos amigos, nos complace compartir con todos ustedes:

                                                Como todos saben


Nuevo relato de Pedro Pablo Lilli, fotógrafo destacado de nuestra comunidad, y autor literario en la Editorial Online de Atrapados por la Imagen, espacio dedicado a nuevos artistas.

¡¡Felicitaciones y éxitos Pablo por esta nueva entrega!!




Agradecemos a todos ustedes por sus visitas y valoraciones.

Afectuosamente.

Administración de Atrapados por la Imagen.




Como todos saben





Soy un tipo de pocas migas. Soy lo que llaman "un duro". Desde chiquito, ¡toda la vida!, como todos saben.


Yo estoy bien, solo y con mi perro Muto.

Acá en casa, no quiero más mujeres. Las únicas que pueden venir son mis dos hijas, mis dos nietas (por parte de mi hijo varón) y mi nuera, mientras no hable de patriarcado, género y esas cosas, como todos saben.


La última mujer que traje a esta casa, la encontré en el parque mientras paseaba a Muto.

Tengo que reconocer que tenía un talento particular, ¡único!, diría: cantaba tangos durante el acto sexual, ¡toda la vida! como todos saben. Iniciaba sottovoce y poco a poco iba in-crescendo, in-crescendo... para llegar a registros ¡increíbles! en pleno orgasmo y terminar con un gemido gutural que hacía salir a los vecinos por los balcones.  "¡Bis! Bis!" gritaban, aplaudían y después del segundo acto "¡ Otra, otra...!" , como todos saben.

El día que nos dejamos, me cantó Balada para un loco...¡Cómo me hubiera gustado que la escuchara Piazzola! ¡Una lástima! La tuve que dejar ir, porque andaba suelta por la casa, dándonos disposiciones a Muto y a mí, que a pesar de ser creyentes somos gente de paz. Pero no nos gusta que nos den órdenes y ¡menos una mujer!, ¡toda la vida! como todos saben.


Desde entonces resisto al avance femenino, porque antes o después, todas  hacen lo mismo: se creen que pueden mandonear. ¡¿ Pero dónde estamos?!  Eso sí: mis hijas me ponen en guardia: "Papi vos cuídate porque sos un buen partido", cosa que hace enfurecer a mi nuera, ¡toda la vida! como todos saben.


El año pasado mi hija, la menor, me trajo "por unos días", una tortuga. El animal había quedado en medio del conflicto de pareja, y "tenía que ponerla al resguardo". Yo que soy tipo de pocas migas, como todos saben, me opuse rotundamente: en mi casa, tortugas ¡No!. No voy a relatar la adaptación de la tortuga a Muto, y  todo lo que tuve que interceder para que el perro no la destrozara.

Claro, yo cometí el error, el primer día, de mirarla a los ojos. Samantha, así se llama el reptil, parecía implorar cobijo. Se desplomaban por su rostro, amargas lágrimas de congoja y yo, que soy un duro, comprendí que necesitaba de mi protección y debía actuar. Hoy conviven bajo el mismo techo, perro y tortuga. Costó, pero impuse orden, y reinó la calma, como todos saben. Bueno...¡la calma!....Una vez que Samantha terminó la adaptación, mi otra hija, la mayor, vino un viernes a cenar con su novio.






Como la noche era espléndida comimos en el jardín de casa. La velada, que transcurría plácidamente, se malogró por culpa de una gata de brevísima edad que, en lo alto de mi naranjo, maullaba para notificarnos que no sabía bajar. Hubo que auxiliarla, y al hacerlo, me raspé todo, casi me caigo de la escalera; me torcí un tobillo y  tres naranjas se estrellaron contra una maceta rompiendo la planta, como todos saben.

Yo quería tirarla del otro lado del tapial, pero el aspirante a yerno me detuvo:

- ¡Tenga un gesto de nobleza, hombre! - dijo con tono melodramático - Mañana pasarán a buscarla.

De ésto hace once meses y todavía estoy esperando que alguien la reclame, ¡ toda la vida! como todos saben.


Jamás atormentaré a nadie narrando la epopeya de la adaptación de Orange ( así se llama la felina ) al reptil y al canino, y recíprocamente. ¡Meses! Pero puse orden, ¡que mierda! Como todos saben.


Yo fui siempre de levantarme a las 5:45 de la mañana, y después de ducharme con agua fría  para vigorizar  mi unidad psicosomática (sea invierno o verano ),  tomar un litro de mate con pan fresco y morcilla. Esta rutina que teníamos con Muto, cambió. Ahora, mientras se calienta el agua, la gata quiere ser acariciada en el cuello, la tortuga en la cabeza y el perro en el lomo. Le sirvo a cada uno su comida para que desayunemos todos juntos. Es increíble, pero a los tres le gusta la morcilla, como todos saben. De 6:45 a 8:00 saco a Muto a la plaza, mientras Samantha y Orange inician sus tareas.


Todo venía bien hasta que cayó la bomba: la hija del vecino del otro lado del tapial, ( un viejo de mierda, que no sirve para nada, un mal llevado ) me comunica que se lleva al padre a vivir con ella, no recuerdo a qué ciudad me dijo; ni me importa tampoco.

- ¿ Se lo lleva?  - le dije sinceramente - ¡Peor para Ud.!

Me abrazó apoyando sus jóvenes pechos contra el mío, y se puso a llorar desconsoladamente sobre mi hombro. Estuvo así un rato largo y la dejé, total ¡a mí que me costaba!. Tenía buen perfume y el cabello sobre mi cuello era sedoso. La verdad que me hubiera quedado así más tiempo. Estaba claro que, consciente de que se llevaba esa porquería, encontraba en mí un hombre recio, de los que hoy no abundan, confiable, que sabía contenerla.

- ¿ Cómo puedo serle útil, hija? - le pregunté mientras la abrazaba.

Se separó de mí, se secó las lágrimas con la mano y me besó en una mejilla, como todos saben.

- Desarmé el gallinero de Papá. Me llevo las gallinas - y recomenzó a llorar, apoyada en mí. Me besó nuevamente, pero en la otra mejilla.

- No me abandone...¡Ayúdeme! Cuide a Plácido. ¡Se lo ruego! - me entregó una jaula y partió en auto, sin mirar atrás. Con su padre y las gallinas. ¡Acababa de dejarme el gallo!


El plumípedo, tenía la costumbre de cantar a las 4:20 de la madrugada alterando el sueño de Muto, de Samantha, de Orange, de los vecinos y el mío. Fueron necesarios varios meses de adaptación.


Para que las chicas Samantha y Orange, como todos saben, pudieran seguir durmiendo hasta la hora del desayuno, comencé a levantarme a las 4:00; para sacar a pasear a Plácido y a Muto, antes que el gallináceo comenzase a cantar y cacarear, despertando a todo el vecindario. A las seis ya estamos todos, desayunando juntos.

Paso un dato de interés: a los gallos también les gusta la morcilla, ¡toda la vida! como todos saben.


Los "duros", los "recios", los "insensibles", como nos llaman a los varones curtidos por las leyes de la calle;  hemos aprendido a estar siempre en guardia contra los golpes bajos. Voy a graficarlo con un ejemplo.

Un día, mi hijo, que todavía no sacó la fiera que hay en él, me interpela:

- Pa, solo vos podés salvar mi matrimonio - Lo miré extrañado, porque él sabe muy bien cual es mi posición frente a las mujeres. Agregó muy serio:

- Hablemos de hombre a hombre - En situaciones como éstas, uno - por "duro", por "recio", por "insensible", etc. - sabe qué es lo que corresponde hacer, ¡toda la vida! como todos saben.

Resulta que la suegra se puso en pareja con un hombre sin casa, sin recursos, y alérgico a no sé qué cosa aviar. Necesitaba encontrar asilo para Paquita, su lora paraguaya. Mi nuera, que está nuevamente embarazada, ¡para colmo de mellizas!, no quiere correr riesgos con animales dentro de la casa; y ordenó que me la trajera a mí. Lo saqué corriendo, de buenos modos. Él no tiene la culpa, pero....¡cómo se le ocurrió casarse con una barra brava del feminismo comunista!. Mientras lo despedía, ella llamó por teléfono. Quería hablar conmigo.

- Cacho, le hablo por algo que tiene que ser un secreto entre Ud. y yo...¿Promete no traicionarme? - La verdad que me dejó helado.

- ¡Soy hombre de códigos!  - respondí con énfasis para transmitirle confianza y seguridad.

- Cachito no tiene que saber que se lo pedí. ¿Ud. podría venir a armar el roperito para las melli, el sábado? Porque Ud. se da maña para todo, es tan prolijo y cuidadoso de los detalles...¡en eso no salió a Ud.!

- ¡Con mucho gusto! - respondí secamente para que mi hijo no se diera cuenta del acuerdo que había cerrado.


- ¡Gracias, Pa! Te dejé la pajarita en la cocina - y salió corriendo como un bellaco.


Con una ira descomunal abrí la puerta de una patada. El perro, la tortuga, la gata y el gallo me cubrían las espaldas. ¡Y ahí la vi! Me miró aterrada, y al cabo de un instante, la lora me preguntó, con voz sensual e irresistible acento guaraní:

- ¿Cacho, querés que te cante una  polka? 



Pedro Pablo Lilli.

Septiembre 2021


5 comentarios:

  1. maravilloso relato, el personaje aunque duro en sus convicciones, revela un corazón más que tierno!!! me encantó sumergirme en su historia, pudiendo adivinar, gestos y circunstancias, gracias a una descripción magnifica del autor!!!! Felicitaciones y muchos éxitos querido amigo!!!! vamos por mucho más!!!!!!

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  2. Un “hombre duro”, especie que aún es ley pese al esfuerzo de los movimientos feministas por derogarlo, asume el protagónico en esta historia.
    Pedro Pablo Lilli, a ritmo constante y de manera desopilante narra los avatares de Cacho, que, sin poder sortear su vínculo con el género opuesto termina abriendo la puerta a un final abierto ante la oferta de una voz sensual dispuesta a cantarle una polka. (¿continuará?)
    Excelente!!!

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  3. Pablo, una narración muy singular, que nos habla de un personaje y sus vicisitudes con las mascotas, que a pesar de definirse como un recio, demuestra su amor por los animales compartiendo con ellos muchos momentos de su vida. Sin dudas un cuento que atrae la atención del lector, le transmite ternura y agrada por sus toque de humor. Bien amigo, te deseo muchos éxitos !!! y gracias por confiar en Atrapados. Un abrazo

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  4. Excelente!! Un relato dinámico y divertido, con una descripción muy rica. Me encantó ir descubriendo tras cada escena, la escancia del personaje, cuya personalidad de hombre rudo y solitario, es solo la coraza un ser que desborda de amor y ternura. Felicitaciones querido amigo por esta nueva entrega!! Gracias por tu confianza puesta en Atrapados. Te deseo el mejor de los éxitos!!

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