Tu casa no es mi casa. Nunca ha sido
tu obrar para mi bien ni tu desvelo
para cuidar mi sueño ni tu cielo,
techo o pilar que me haya guarecido.
Quiso pensar mi fe que habría un nido
al que tornar feliz después del vuelo;
mal pensaste al creer que era un polluelo
que a por tu bocado había venido.
Mi casa va en mi espalda, son los años,
sus cimientos. Los muros son redondos
porque rueden, las dichas y los daños,
hacia abismos muy hondos. Yo de engaños,
de necios, de tiranos, de sabiondos
me ausento, como pasto entre rebaños.
Ceci Alexander

Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.
Dolor y fuerza liberadora.
ResponderBorrarExquisito!!
Gracias, Leonor!
ResponderBorrarDolorosas y sentidas palabras, la imagen que acompaña, muy atinada y bella. Gracias amiga por tu trabajo.
ResponderBorrar