lunes, 9 de septiembre de 2024

©EDITORIAL ATRAPADOS POR LA IMAGEN PRESENTA: "Brisa" - Jorgelina Presta

 

Cuentos y Relatos Presenta a . . .


JORGELINA PRESTA


"Artista de Atrapados por la Imagen"


en...

"Brisa"


CUENTO BASADO EN HECHOS REALES

 Edición: Editorial Atrapados por la Imagen

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EDITORIAL  ATRAPADOS POR LA IMAGEN


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Imagen libre de la Web

"Brisa"

Jorgelina Presta



Hacía ya un año que vivía allí. Yo era la médica clínica y directora del lugar.

Entró pensando que pronto se iría, pero la realidad era que su única hija, por problemas de salud, ya no podía cuidarla.

Todos la buscaban, siempre estaba rodeada de gente: sus compañeros, las mucamas, las cocineras, las enfermeras, la secretaria, y obviamente quien suscribe. Su nombre era Brisa, pero allí la habían apodado como “la Tata”, yo le decía Tatita.

Sus ojos eran de un color incierto, entre verdes, grises y celestes, cambiaban según su estado de ánimo, el sol, la lluvia y los cambios de estación. Mirarlos era ir más allá, a un mundo maravilloso e inexplicable, o era, quizás, como estar en el más puro estado de paz contemplando el mar en una tarde apacible. O  como entrar en un “bunker”, donde ninguno de nuestros problemas podía abatirnos. Muchos años habían vivido ya, casi noventa, pero seguían intactos y bellos. No así sus pasos que eran lentos, pero seguros.

Cada mañana, yo llegaba, leía el report de enfermería, y hacía una recorrida por los tres pisos para  evaluar a los pacientes que allí residían. Cerca del mediodía cuando terminaba mi tour por el lugar, Tata me esperaba indefectiblemente en  planta baja, en la puerta de mi consultorio. Le daba un beso en la frente, ella me tomaba las manos y me decía:..  "¡Qué manos frías doctora!" "¡Ud. está desabrigada!" Tiene que abrigarse más y desayunar bien! ¡Cuídese, no se vaya a enfermar por favor…! Ante esas palabras, yo moría de ternura……

Ella se disculpaba por estar allí conmigo y hablarme, mientras yo trabajaba, haciendo recetas, llenando planillas, actualizando carpetas, controlando los cardex, y atendiendo llamados... “¡Cuánto trabajo que tiene doctora, no la dejan tranquila, será posible..!”Pero no interfería en mi labor, Tata solo quería estar conmigo porque se sentía protegida y porque sabía que yo era la encargada de “darle el alta “algún día. Yo sabía que eso no iba a poder ser.. , mi corazón se partía.. Y mi cerebro ya no tenía excusas para explicarle  por qué se demoraba su partida.

Todos los días inventaba algo nuevo y lo iba disfrazando:.. Que... porque debía mejorar su anemia, que... porque debía seguir un poquito más con el psicólogo, que... porque debía reforzar más las piernas con el kinesiólogo, que... porque la orden la tenía que dar el psiquiatra…etc. etc.. Todos mis  argumentos eran válidos para ella, y los aceptaba. Pero me insistía:.. “¿y para cuántos días más tengo aquí doctora...aproximadamente…?”,  me lo reiteraba dos o tres veces y luego de mis respuestas se quedaba tranquila y comenzaba a hablarme de su vida, de sus padres, de su infancia, del nacimiento de su hija… de su trabajo como bibliotecaria y de lo mucho que le hubiese gustado estudiar una carrera universitaria, destacando que... ¡Eran otras épocas!, y no era bien visto que la mujer estudiara...  En fin,  podía quedarme horas hablando con ella, que no me perturbaba, todo lo contrario, me tranquilizaba y hacía más llevadera mi tarea.

Ella se quedaba a mi lado, solemnemente quieta y prudente. A menudo me buscaban familiares de otros pacientes para preguntarme algo, o pedirme un certificado; y Tata me seguía. Yo la tomaba del brazo e íbamos juntas. Se quedaba en silencio mirando fijamente a la persona que hablaba conmigo y en ocasiones emitía alguna de estas frases:

-“¡Uyyyy síííí! ¡Pero bueno ya va a mejorar su papá!”

O – “¡Síííí …., gracias a Dios está mejor!” 

O- "¡Usted tiene que hacerle caso a la doctora, que es muy buena!”

¡Ante  estas palabras yo me sentía reconfortada y, a su vez, me mordía los labios para no reírme!

Pasaron los años y Brisa seguía allí... yo le compraba revistas de moda, cosas de mujeres, como decía ella. Cuando cumplíamos años le regalaba alguna bijou, que le encantaban, ¡era muy coqueta! Y su hija me traía medialunas artesanales gigantes y calentitas, que sabía que me gustaban.

Todo se alivianaba con su presencia. Yo pensaba: ¿“hilos invisibles? ¿Dios? , ¿el universo?, ¿el destino?, ¿la vida?, ¡no sé quién , pero alguien seguro me la envió!”

Como la veían siempre conmigo, le decían  las enfermeras: ¡Déjala en paz a la doctora, por favor! Y ella les respondía: “Yo no la molesto, la acompaño, solamente...”

Ahora, cada vez que le dicen algo, respondo: — ¡Déjenla!.. ¡Qué Tatita es mi acompañante terapéutica!

Jorgelina Presta. Octubre 2016.


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Septiembre 2024

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8 comentarios:

  1. Toda forma de vida, aún en la última etapa, cuando es habitada por el amor, no importa donde y cuando
    transcurre. Hermosa narracion

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  2. En un momento donde parece que los adultos mayores son descartables, qué bello mensaje deja tu relato, Jorgelina!! Muy conmovedor!! Felicitaciones y muchas gracias por confiar en Atrapados, para que conozcamos tantas historias de vida!! Abrazo grande!!!💜💚

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  3. Deliciosamente tierna, gracias!!!

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  4. Jorgelina, Es una alegría leer tus cuentos. ¡La calidad humana que transmite tu narrativa es maravillosa, y tan necesaria en estos tiempos! ¡Gracias por presentarnos a Brisa, en esta tierna y conmovedora historia! ¡Querida amiga, me siento agradecida, por haberte sumado en Atrapados! ¡Te deseamos muchos éxitos!

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  5. Muchísimas gracias a vos Lauri,por tu calidez y profesionalismo! Genia!

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