Cuentos y Relatos Presenta a...
CRISTINA EQUISITO
"Artista de Atrapados por la Imagen"
en...
"Mario, el viejo"
"Mario, el viejo"
Creyó por un tiempo, que no iba ser más que eso, hasta que un día se hinchó por dentro y se puso rígido y sentía una gran atracción por trepar en dirección al cielo.
Mario sintió que ese desánimo que lo
acompañaba desde hacía tiempo, era un sentimiento reiterado, triste,
desesperanzado; el final del trayecto. El cierre de un viaje inexorable.
Ese día
despertó distinto. Sus mejillas se encendieron y un ímpetu inusitado lo hizo
bajar de la cama con rapidez. No dudó. Se bañó y afeitó la barba con entusiasmo.
Desayunó y salió a caminar hacia la
plaza. Quiso retomar un andar distinto, de manera diferente. Vinieron a su
memoria esos jardines floridos con especies tan distintas de colores exóticos.
Se detuvo a contemplar las flores, observar los árboles; siguió caminando y a
medida que avanzaba descubrió lugares que no había registrado a pesar de los
años vividos allí, en su pueblo natal.
Pudo
percibir el aroma de la naturaleza viva; de la gente. Hasta se atrevió a patear
una pelota a un grupo de niños que jugaban. Siguió, se cruzó con algún conocido
de antes, recordó momentos vividos en esas calles y en otras.
Quiso tomar
un café en el bar al que había ido durante años cada mañana a juntarse con
amigos. En un rato la mesa estaba ocupada por tres más; uno de ellos empezó a
recordar los nombres de los que ya no estaban. Mario propuso hablar de los buenos
momentos vividos y empezar a celebrar ese
reencuentro. Los convenció más tarde, de salir a caminar y acompañarlos
en la visualización de lugares que él acababa de descubrir. Lo hicieron durante
largo rato. Contó a sus amigos que ese álamo carolina que había visto crecer a
lo largo de los años, y del que tantas veces les había hablado, hoy tenía las
hojas más verdes y sus ramas más erguidas. También les dijo que muchas de las
preguntas que se hacía a medida que iba envejeciendo encontraron la respuesta
en esta caminata. Supo de la ligereza con la que había vivido una vida donde
cumplió a rajatabla los mandatos
culturales y sociales. Estudiar, recibirse, casarse, tener hijos, nietos,
amigos de pocos encuentros, de historias parecidas, de un recorrido transitado
en armonía. Deseos postergados, acuerdos respetados. Un andar prolijo como solía
decir en las charlas con el dueño del kiosco de diarios. Que nunca se había
detenido a mirar los pájaros ni el brillo intenso de las vías del ferrocarril
que pasaba por detrás de la casa, ni otros árboles que veía desde su ventana
Pero ese día
se despertó distinto. Se pensó para atrás, sin pena, y en medio de aquélla
soledad se llenaba de tantas preguntas como de pájaros a la tardecita.
Igual que el
árbol, Mario se conmovió al ver caer las hojas en ese otoño, pero esta mañana,
algún rayo de luz de la primavera temprana, invadió la cama y sus arrugas.
"Mario, el viejo"
Cuento inédito, Edición Atrapados por la Imagen.
Diseño: Laura Jakulis

Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.
Estupendo relato que hace eco con el álamo Carolina de Haroldo Conti. La vida sensible hace lazo con la naturaleza, pero está atravesada por el tiempo. Suceso y acontecimiento, movimiento y fijeza, pérdida de invierno y renovación de primavera, añoranza y reverdecer, pérdida y ganancia propia del crecimiento. El viejo álamo está sólo, aún cerca de un bosque.
ResponderBorrarRenovación y descubrimiento en la vejez, Mario se da cuenta de que aún puede experimentar asombro y belleza, incluso en la madurez. Cristina tu cuento es muy hermoso!! ¡¡Gracias por publicarlo en Atrapados por la Imagen, nos sentimos muy honrados!! ¡Miles de besos y abrazos!
ResponderBorrarCertera narración que apunta al retazo de vida por vivir, al que le regala un rayo de luz. No es poco.
ResponderBorrarPena de quienes, no logran despertar una mañana "con el ímpetu inusitado" de celebrar la Vida en sus manifestaciones más a la mano y no por ello, menos maravillosas. Pero es cierto: ese soplo vital no aparece en el caminante de terrenos pedregosos, áridos o de arenas movedizas. Aparece en quien ha transitado "en armonía", con "andar prolijo", aún con "deseos postergados", terrenos fértiles a la luz del sol. Gracias Cristina Equisito!
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