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jueves, 4 de diciembre de 2025

©EDITORIAL ATRAPADOS POR LA IMAGEN PRESENTA A : PATRICIA BALDA - en “El viaje al infierno de Pere Porter” - Santa Clara del Mar - Buenos Aires - Argentina

 

 ATRAPADOS POR LA IMAGEN


Cuentos y Relatos Presenta a...


PATRICIA BALDA


"Artista de Atrapados por la Imagen"


en...


  “El viaje al infierno de Pere Porter”

   

Edición: Editorial Atrapados por la Imagen

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"La editorial de Atrapados por la Imagen, es un espacio accesible para todos, 
fomentando la participación y el intercambio creativo"

 


Cuento inédito para Atrapados por la Imagen

“El viaje al infierno de Pere Porter”

PATRICIA BALDA


      Muchos años después, ellas sabrán que el Pantano de Sils es el último vestigio de lo que alguna vez fue un lago natural. Que durante siglos trataron de desecarlo por insano, inhóspito, maldito, por ser fuente de toda desgracia. Muchos años después, ellas sabrán que, las aguas del lago reaparecieron una y otra vez, que peleó hasta ser vencido. Que el pantano es su último acto de rebeldía. Que los fotógrafos se levantan al amanecer buscando entre la paja y la niebla revivir la historia de Pere Porter. Sabrán que fue muy loco visitar los Pantanos de Sils.

      Durante meses, ellas fantasearon con el Mediterráneo y Castillos medievales, con el Mediterráneo y Dalí, con el Mediterráneo y la Barceloneta, con el Mediterráneo y Gaudí, con el Mediterráneo y… Es decir, ellas fantasearon con el Mediterráneo. Y, entonces, la vida las encuentra cocinándose bajo el sol de agosto, en España. Sí España, en el pantano de Sils a pasos del azul Mediterráneo, preguntándose si será tan azul, o si habrá algo de verso. 

      La Catalana camina delante, está eufórica, está lejos pero igual habla, no la escuchan, pero igual habla. La Catalana está loca, hace como cuarenta grados y viste jean y botas de cuero, las dos coinciden en eso, está loca. También coinciden en llamarla la Catalana, no fue hasta después de visitar el décimo castillo que cambiaron la forma de nombrarla.

      Ellas tienen un hermano, el Tupa. El Tupa trabaja, la Catalana no. Por eso es la encargada de mostrarles España. En Gerona las llevó a, conocer los baños romanos, la catedral, y a una exposición equina. El primer día que fueron a Barcelona visitaron, el barrio Gótico y caminaron por la Barceloneta, no bajaron al mar. La segunda vez fueron a la Sagrada Familia. Volvieron al día siguiente, al siguiente, y al siguiente. Las llevó al palacio que tienen los reyes y se trajeron una piña real. Fueron al parque Güell, comieron bocatas, biquinis, y tomaron café. El segundo mejor del mundo, el primero es italiano, “aunque habría que ver” dudó la Catalana y agregó “el nuestro ha mejorado mucho”. Luego sin darles respiro, ni lugar a replica, afirmó que las llevará a visitar Figueras, a ver el museo de Dalí. Que irán a Besalú, un pueblo medieval, y que este sí es el primero mejor, el más auténtico. Se enteraron que los próximos días los tendrán ocupados con el Montjuic, el Museo Nacional de Arte, y el estadio del Barza. Que la lista de lugares por conocer es larga, que les esperan días agotadores. De la playa no habló, igual no hacía falta. 

      De su madre heredaron el amor por los libros, de su padre el deseo de viajar. Las circunstancias de la vida las hicieron mejor lectoras que viajeras. Aun así, la madrugada del 23 de agosto del 2008 las encontró en Ezeiza, el viaje tan soñado por su padre lo harían ellas. Hasta ese día, hicieron todo sin gran alboroto, pidieron licencia, prepararon el bolso, cerraron la puerta y dejaron a sus familias casi en silencio. Guardaron las risas y el cotorreo para cuando estuvieran solas. Porque treinta días para el que se va, pasan volando, pero no es así para los que se quedan. Llegaron a Barcelona felices y con algo de sueño. La flamante valija roja de una de ellas tardó en aparecer casi tanto como la cara sonriente del Tupa en medio de la multitud. Unas horas más tarde, ya de noche, tirados en el pasto miraron el cielo de España. El Tupa con la solemnidad de los sabios les dijo “Miren bien: otras estrellas, otro hemisferio, otra vida”. “Otra, otra vez juntos”, completaron ellas y rieron hasta ahogarse.

      Cuarenta grados al medio día, un sol de muerte. La Catalana camina delante, ellas atrás, las tres caminan entre las pajas, colas de zorro, totoras, por la tierra seca, partida, agrietada. La Catalana de jean y botas de cuero, ellas en shorts y ojotas con las piernas arañadas y los dedos de los pies sucios de tierra. Ellas no saben la historia del lago maldito, pero maldicen el pantano, que ese agosto no lo es. Maldicen el monte de eucaliptos que no llega nunca, el puente y la torre de los cazadores que tampoco aparecen. Maldicen el senderismo y a su cuñada. 

       La mañana que iniciaron el viaje del reencuentro, como ellas habían comenzado a llamarlo, llegaron al aeropuerto con más tiempo del necesario. Tomaron un café, rieron como adolescentes, se sorprendieron como niñas, abandonaron el pudor y la compostura, España las esperaba del otro lado del océano. España, el Mediterráneo, el sol, su hermano y su cuñada. 

      De su madre heredaron la capacidad de pensar y la garra, de su padre aprendieron a reírse en la adversidad. La Catalana camina delante, ellas atrás. La Catalana orienta, dirige, guía, ellas atrás, bastante atrás, muy atrás ríen.

      Cuando el piloto saludó a la tripulación ellas rieron, al abrocharse el cinturón volvieron a reír, al despegar el avión comenzaron a desandar el tiempo que vivieron lejos una de la otra. No les costó, nunca les cuesta, llegar a los años que les gustaba llamarse los tres mosqueteros. “Uno para todos, todos para uno” Repitieron casi juntas, como si recuperaran los recuerdos al mismo tiempo. Entonces contaron las horas, los minutos, los segundos y el tiempo se les hizo eterno. Y de tanto sumar y restar, de tanto pensar que cuatro horas son doscientos cuarenta minutos o catorce mil cuatrocientos segundos se olvidaron que tres no es igual a cuatro. 

      El aire caliente, molesto, se levanta, parece brotar de la tierra rajada, ahoga, sofoca, agota. -Es como estar en el infierno, como caminar en el infierno- dice una de ellas y siente que ha llegado al punto de tolerancia cero. Mira a la Catalana que no desiste en la búsqueda de una rana o un sapo que certifique que ese montón de paja seca en algún momento del año se convierte en un pantano. “Es peor que una mula”, piensa “peor que una mula porfiada” y ríe, tiene ganas de llorar, pero ríe. Entonces escucha a su hermana. –Documentá, documentá. Vos que tenés la cámara, documentá. No nos van a creer, cuando lo contemos, nadie nos va a creer. Sumá, sumá, los aéreos más los euros que trajimos, ¿cuánto suma?, mejor no hagas la cuenta. Para ver pajas, pajas. Si es como estar en la laguna de Cota que podemos ir en bicicleta, documentá - La Catalana se ha detenido, y las está mirando. -De que os reís. Les grita, desde lo que debe ser la torre de los cazadores. Ellas no pueden ver sus ojos, pero si adivinar su mirada.

      Se dice que la leyenda es la hermana de la pequeña historia, que mezcla verdad y fantasía, que muta con el tiempo y el relato. Ellas tienen fotos en, el museo de Dalí, Olot, Hostalrich. Fotos en iglesias, paseos, castillos, museos, hasta una en un acuario gigante que no recuerdan el nombre. Fotos del pantano de Sils, fotos de la Catalana, en jean y botas de cuero. También objetos que les recuerdan el viaje. Una conservó la piña real y la otra el resumen de  la leyenda del pantano que comienza así:

“Relación y memoria del espantoso viaje que hizo Pere Porter, payes del pueblo de Tordera, vescomtado de Bas y provincia de Girona, el 23 de agosto de 1608. En el año de la Natividad del Señor, noche y vigilia de Santo Bartolome Apóstol" 

Nunca leyeron más de cuatro o cinco renglones, el texto está en catalán y se vuelve tortuoso.

Después del viaje del reencuentro, ellas, cada vez que desanden el tiempo y vuelvan a los años que les gustaba llamarse los tres mosqueteros, seguirán repitiendo casi juntas, como si recuperaran los recuerdos al mismo tiempo, “Uno para todos, todos para uno”, pero al decirlo, les quedará en la boca un sabor extraño, amargo. Sin haber leído la leyenda, pensarán en “El viaje al infierno de Pere Porter.


Todos los Derechos de Autor y Propiedad Intelectual, pertenecen a: 


©PATRICIA BALDA

Santa Clara del Mar - Buenos Aires  - Argentina

Diseño y Maquetación: Laura Jakulis

Diciembre 2025


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Afectuosamente...


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