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domingo, 24 de septiembre de 2023

DOMINGOS DE NOVELA PRESENTA: "Cardo Ruso" - CAPÍTULO XII - Marta Puey -


Editorial ATRAPADOS POR LA IMAGEN Presenta: 

DISEÑO DE TAPA - Laura Jakulis

FOTOGRAFÍA DE TAPA  -  Ana Maria Zorzi


Segunda edición 2023



CARDO RUSO


CAPÍTULO 


XII


PH: MARTA PUEY


 Pedro

Habían pasado veinticinco años, un día decidí volver. Como la primera vez, lo hice en tren. El viaje resultó tedioso, la formación llegó a Médanos con más de una hora de retraso, casi a medianoche. Como la primera vez, me detengo al salir de la estación. Ahora hay coches particulares y taxis, abundan, salen cargados de pasajeros y el rumor de sus motores le cambia los tonos a la noche. Elijo ir caminando, no me quiero perder el olor de la tierra mojada, pero las calles, ahora asfaltadas, no perfuman con el rocío. La iluminación abundante deja ver los árboles, siguen pintados con cal hasta la mitad y mutilados por la poda. Médanos ha sido ascendido a la categoría de ciudad. Busco el hotel donde me alojé la primera vez, lo encuentro reconocible pese a haber perdido parte de su identidad por los cambios de su fachada. La puerta vaivén de madera fue reemplazada por una de aluminio y las ventanas de vidrio repartido, convertidas en una amplia vidriera, ahora atravesada por un grosero cartel de letras rojas en el que se lee: “El bar de Roque”. A través de ella se ve una vitrina refrigerada cargada de botellas; el resto, mesas y sillas de caño cromado, piso de calcáreos negros y grises, no ha sido cambiado; tampoco el resto del edificio que en sus laterales sigue mostrando, en hilera, las ventanas originales. Entro, un joven me informa que a los pasajeros se los atiende por la puerta del costado. Salgo a la vereda, voy al lugar indicado, golpeo la puerta que está abierta y deja ver el patio interno y la galería que no han sufrido reformas. De uno de los cuartos sale una mujer, alcanzo a ver un televisor encendido; avanza hacia mí con un manojo de llaves, le explico mi necesidad. Va en busca de un registro, me pide los datos y luego me lleva hasta la puerta de una de las habitaciones, la abre, saca la llave del manojo para entregármela. Entro. Allí tampoco ha cambiado nada.

Desayuno tarde y voy en busca de la fonda de Hercilia. Estoy cruzando el boulevard, ahora tiene bancos de cemento y algunos canteros con plantas. Desde la vereda de enfrente puedo ver un cartel en medio de dos faroles; alguien con pretensiones de fileteador pintó flores y rulos entrelazados con letras para que se lea “Restaurante Hercilia”. Cruzo el boulevard, entro al salón y veo a Ethel detrás del mostrador; el comedor está renovado y atendido por mozas. Parado en la puerta miro las mesas con intención de elegir una. Es Ethel la que viene a mi encuentro, me doy cuenta que me ha reconocido y lo disimula muy bien; me ofrece la mesa que está sobre la ventana, como en los viejos tiempos; me siento, no puedo dejar de mirar hacia fuera.

Hace unas semanas que estoy instalado en el hotel, evalúo la posibilidad de quedarme en Médanos. Sigo durmiendo y almorzando en el mismo lugar. Ethel hace bien su papel de dueña, se acerca a las mesas de sus clientes, en mi caso; con frecuencia hace comentarios informales a los que va cambiando el tono día a día hasta hacerlos más personales. Pasado un tiempo, entre el café y el licor de la casa, símbolo que sigue representando al lugar desde la época de Hercilia, y que ahora comparto a diario con ella, me hace saber que su madre falleció, que la casa la comparte sólo con su padre, ya mayor, y que decidió reformar la antigua fonda porque entendía que en el pueblo un restaurante podía ser buen negocio. No deja de demostrar que se ha convertido en una mujer emprendedora e independiente.

Siguiendo el juego de que nos estamos conociendo sin reconocernos, un día la escucho decir:

-El que falleció hace un tiempo es don Antonio, y su viuda decidió vender la librería e irse de Médanos. -Hizo un silencio y agregó: -Puede ser un buen negocio. Yo estaría en condiciones de comprarla; mi problema es que no encuentro la persona indicada para que la atienda.

Entendí la propuesta, entendí que el camino se iba trazando solo. Ethel sabe avanzar. No me costó mucho decidirme. El capital, que ha sido motivo de conflicto a lo largo de mi existencia, ahora lo pondría ella y yo la fuerza de trabajo. No siento haber traicionado mis ideales marxistas; aceptar la propiedad privada, y el ejercicio del libre comercio, tampoco me parece una idea inmoral.

Ethel cerró rápidamente el negocio con la viuda de don Antonio. Hoy empecé a pintar paredes, puertas, estanterías; recompuse la vidriera. Estoy bajando el cartel que reza: “Librería Mitre” y llega ella.

-¡No le podemos cambiar el nombre, es una tradición en Médanos! -brama.

-Mitre, no -respondo lacónico. Es pedirme demasiado.

-Entonces en las estanterías de atrás se va a poner todo lo relacionado con el material escolar y en las de la entrada juguetes -acota en tono imperativo, buscando recuperar el espacio de poder.

-¿Juguetes? –pregunto mirando hacia otro lado.

-Sí, hay que pasar el verano -responde ella dándome la espalda.

 Entendí que sabía de estrategia comercial más que yo.

En 1983 el pensamiento empezaba a dejar de ser una práctica de alto riesgo y me atreví más que a sugerir a determinar.

-Entonces la estantería del costado será para novelas, ensayos y poesía –respondo mirándola. 

Veo que ella asiente con un gesto; lo entiende, sabe negociar y yo aprendo que los acuerdos disminuyen la plusvalía.

La trastienda fue acondicionada como mi vivienda personal; allí está mi cama, un ropero en desuso que estaba en la casa de Ethel, dos sillas, una mesa pequeña donde apoyo el calentador, pava, yerba y lo que tenga que ver con mi desayuno y los mates de la tarde, espacio al que ella sin esfuerzo le pone orden a diario; es su deporte favorito. La veo estirar las sábanas con el mismo placer que las arrugamos juntos.

Los clientes se van sumando día a día, Josefina ya peina canas y sigue al frente de la Biblioteca Popular Julio Argentino Roca. Es de las primeras clientas, con ella comparto lecturas, análisis y críticas; insiste en hacerme partícipe de la institución como consejero. Ethel soslaya esta relación fingiendo ignorarla, no es su campo y donde no puede competir, sabe neutralizar todo vínculo que pueda molestarle. También llegan otros, memoriosos, que me reconocen y cuando pueden hacen alusión a mi primer paso por Médanos, a rumores ciertos y a otros dudosos; así se va construyendo la memoria del lugar. Me entero de que Victoria murió en un accidente en Francia, que de la familia Arregui sólo queda la hija y hace años que no viene; según escucho, desde la muerte del padre parece estar rodeada de un halo de misterio.

Estoy apoyado en el mostrador de la librería leyendo el diario. El chirrido de las bisagras de la puerta de entrada me hace levantar la vista, es Rufino Barrientos. Fue intendente de Médanos hasta el 55, hombre respetado, político con vocación democrática, eximio jugador de ajedrez, lector interesado en la historia; más que cliente, visitante habitual de la librería.

-Buen día, si se puede decir. Creí que el mal tiempo no me iba a dejar salir de la casa.

-Buen día, don Rufino, ya no lo esperaba -respondo dejando el diario a un lado.

-¿Interrumpo la lectura?

-Para nada, ya estaba por cerrar, busco mi abrigo y salimos.

Es costumbre de Rufino Barrientos llegar a la librería cerca del mediodía, comentar las noticias y luego compartir el vermouth en lo de Roque, antes del almuerzo. Rufino toma el diario, voy a la trastienda y regreso con el saco puesto envolviéndome en la bufanda, busco las llaves, él dobla el diario, lo vuelve a su lugar y comenta:

-Se vienen tiempos de cambio nomás.

-¿Usted cree?

-Estoy convencido de que la apertura a la democracia traerá nuevos aires.

-La democracia que nos quieren vender será un dibujo.

-¿Vender?, convénzase de que es la única forma de salir adelante. La sociedad se merece una oportunidad para cambiar. ¿Por qué dice eso?

-No va a ser fácil arrancar con tanta cuenta pendiente, tanto muerto, tanto desaparecido. Son temas que condicionan.

-Usted se va a los extremos, Pedro, no olvide que nuestro país es rico y fue fundado para ser grande. Observe la Capital, sus edificios; la arquitectura habla por sí misma; provincias pujantes, con capacidad productiva y tradiciones; leyes laborales, que serán rescatadas, y garantizarán el trabajo digno y una educación que nos diferenció, ancestralmente, de otros países de la región. Son méritos innegables. Vea, mi amigo, yo respeto su ideología pero le pregunto: ¿Qué hizo el marxismo, qué hizo el partido comunista?

-Mire, don Rufino, el comunismo y el pensamiento marxista, cuando desembarcó en el país no tuvo la posibilidad de ser entendido por la clase trabajadora. Esto lo digo sin ánimo de ofender, yo soy hijo de inmigrantes, pero ¿quién conocía a principios de siglo a Lenín, a Trosky? Esa era la realidad.

Rufino no dejó escapar la oportunidad de contestarme:

-De esa clase trabajadora alguien se hizo cargo y le dio la oportunidad de que tuviera los derechos que se le habían negado.

-Sí, puede ser, pero ese es el discurso que venimos escuchando desde hace tiempo y que dejó la herencia de recibir sin dar y de obedecer sin cuestionar. La revolución no se logró y no creo que se logre, ya no hay tiempo. Muchos suponen que ahora viene el maná por el sólo hecho de haber pasado épocas aterradoras. Los políticos encaran sus campañas prometiendo lo que no van a poder cumplir, y todos se lo creen. La riqueza se la llevó el desguace intelectual y científico, y no olvide sumar la deuda acumulada, de eso nos tenemos que hacer cargo. Regalamos espacio al populismo, forma de gobierno que lo que menos hizo fue recordar que hay obligaciones. Ahora hablan de estado de bienestar, receta que enseña a producir para consumir, nunca a pensar. Le diría que gane quien gane nuestro destino ya está marcado; tratarán de emparejarnos con el resto de la región, van a lograr la sumisión a cualquier precio y nos van a nivelar para abajo.

Doy vuelta el cartelito que cuelga del vidrio de la puerta; Le cedo el paso, salimos y cierro con llave. Rufino, ya en la vereda, dice:

-No estoy de acuerdo, usted se expresa empequeñeciendo las culturas de la región; en ellas hay una riqueza que ha sido ocultada por razones que no vienen al caso ahora. Déle tiempo a las cosas, tenemos los elementos para construir un gran país, lograr una integración regional. Usted ha perdido la esperanza y es el menos indicado para hablar de esa forma. Sabe que no comparto su ideología, pero un sistema democrático necesita de la participación de todos y, por supuesto, tiempo.

Aunque mi respuesta sonó desalentadora, él no se dio por vencido y continúa:

-Tomo lo de populismo y le pregunto, ¿cómo cree usted que se logra la transición? No se pueden comparar los procesos de transformación sin tener en cuenta el lugar en que se dan. Usted mismo me dice que la clase trabajadora, en este país, a principios de siglo no conocía a los pensadores que en Europa inspiraron los cambios. Puedo equivocarme…

-Mire, aquí la vida es apacible. Observo que la gente se limita a producir; a veces hasta pienso que debería haberme quedado en la ciudad. En fin, no estoy seguro de que se pueda trabajar en lo ideológico y cambiar costumbres…

-Otra vez se confunde. En este país los cambios se tienen que producir desde el interior; hay que desconcentrar, descubrir y poner en marcha el potencial, tan diverso, con el que contamos y hacérselo sentir a la gente.

Sin contestar dejo la conversación ahí… Nuestra generación trabajó para lograr los sueños; las próximas lo harán para el consumo, Rufino es un idealista, un luchador. Ahora el sol quiere asomarse y caminamos en silencio, esquivando charcos de la vereda todavía mojada por la lluvia de la noche anterior. Pasamos frente a la casa de los Arregui, Rufino la observa y dice:

-Es raro que las celosías estén abiertas; hace años que esa casa permanece cerrada, debe estar la Julia ventilando. Ella es la única que entra.

-Ayer a la noche se veían luces encendidas -digo como al pasar.

-Vea, una familia con tanto rango, quién hubiera dicho… El último ruido en esa casa lo hizo el velatorio de Reinaldo, que tuvo más convocatoria que si hubiera presentado su candidatura. Aunque no era de esos, él cuando se hizo cargo de la municipalidad no fue por la voluntad popular. Lo pusieron desde arriba en la época de la Revolución Libertadora .- Se levanta las solapas del saco, hace una pausa: ¿Sabe que está fresco?, está empezando la primavera y el frío no quiere dejarnos. Como le iba diciendo, ejerció el mandato hasta que llamaron a elecciones. Pasados unos años se enfermó, nunca se supo muy bien de qué, y murió. Ese mismo día, después del entierro, pasaron cosas que mejor ni acordarse… Y al día siguiente, la hija, Carmen se llama, se fue y no volvió más. Y es la única heredera de esa fortuna. -Rufino se da una tregua y continúa-: Los campos se los administran en el escritorio de los Carranza; son los mismos de la familia de Horacio Carranza, que también fue intendente, médico reconocido y padrino de la chica. A propósito -acota Rufino con preocupación-, me dijeron que Horacio está muy mal. No creo que pueda salir de este trance. Fue director del Hospital Municipal durante mi ejercicio, siguió siéndolo con el gobierno de la libertadora y últimamente intendente en este último gobierno de facto. Lamenté esta gestión; eso no le quitó la excelencia profesional que lo caracterizó… no sé qué necesidad tenía. Además, se le ocurrió construir la clínica durante su mandato, lo que le valió críticas adversas. Que si la hizo con coimas, que si robó… Usted sabe como es la gente, él no tenía necesidad de exponerse a la opinión pública ni de entrar en nada que pudiera despertar sospechas. Su familia es gente sólida moral y económicamente. Bien pudo hacerla de su propio bolsillo.


Llegamos a la plaza, tiro la colilla del cigarrillo en uno de los charcos de la vereda y lo interrumpo:

-Eso es lo bueno de tener raíces en un lugar. Usted se ha convertido en un registro de los sucesos de Médanos. -La frase me sirve para reparar la contundencia de mi alegato anterior, y a él de estímulo para continuar con la historia de los Arregui. -La vida de ese hombre pareciera ser parte de la historia de Médanos -agrego. Él, interesado en contar la de la familia, continúa:

-Vea mi amigo, las pequeñas historias son las que escriben la historia de los pueblos; allí está el germen de lo que vendrá.- En silencio camina a paso lento y continúa: -Como le contaba, desde que murió Reinaldo los Carranza administran el patrimonio. La amistad entre las dos familias viene de muy atrás, Horacio y Reinaldo compartieron la escuela, el internado en el colegio de Buenos Aires y la etapa universitaria. Los Arregui se habían empeñado en que Reinaldo fuera abogado, pero no lo lograron. Horacio volvió al pueblo con el título de médico. Reinaldo volvió con esposa; esto no les cayó bien a los padres, sobre todo a doña Enriqueta, mujer fina y porteña de nacimiento. Con decirle que cerraron la casa del pueblo y se fueron a vivir a la Capital y no regresaron a Médanos. La nueva pareja se instaló en la estancia; con el tiempo a esa casa la volvieron a abrir y vinieron a vivir la mujer y la hija de Reinaldo. -Llegamos a la esquina del bar.

-Entremos, don Rufino.

Nos sentamos en la mesa de costumbre. Roque conoce la rutina y trae ingredientes, vermouth, fernet, soda. Rompo un silencio largo:

-Hace muchos años, yo estuve en Médanos.

Rufino escucha, trata de ensartar una aceituna y dice:

-¿Acaso andaba de pasada?

Tomé el vaso, bebí un trago antes de contestar.

-No, un año y medio estuve por aquí.

-Y volvió.

-Sí, volví.

Antes de llevarse la aceituna a la boca, dice:

-Los pueblos ofrecen una vida tranquila, para algunos monótona. Yo he nacido y vivido toda la vida en este lugar, y no lo cambiaría por nada.

Terminamos el aperitivo callados, nos levantamos, salimos a la vereda.

-Pasado mañana, a la tarde, después del cierre de la librería ¿hacemos la partida de ajedrez? -pregunté.

-Como guste. Yo siempre estoy dispuesto.

Rufino se despide. Lo veo alejarse por la vereda, la espalda encorvada, la esperanza puesta.





DISEÑO DE TAPA - LAURA JAKULIS

Continúara el próximo domingo.....  a las 15hs en:


Atrapados por la Imagen



EDITORIAL -  ATRAPADOS POR LA IMAGEN - 



Segunda edición 2023




Clasificación Comercial Nacional: LITERATURA / LITERATURA ARGENTINA / NARRATIVA / NARRATIVA CONTEMPORÁNEA ARGENTINA

RL-2022-18030193-APN-DNDA#MJ

REGISTRO EDITORIAL

ATRAPADOS POR LA IMAGEN


Administración:

Tesi Salado

Isa Santoro

 Luisiana Ayriwa

Laura Jakulis




Licencia Creative Commons
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.

8 comentarios:

  1. Marta, es increíble el vuelco que va dando esta historia, cómo va cambiando todo. Personajes que se van...otros que vuelven...y a todos los sigue uniendo Médanos. Me quedo con esta frase maravillosa: [...] "las pequeñas historias son las que escriben la historia de los pueblos; allí está el germen de lo que vendrá."
    Me quedo esperando hasta el próximo domingo y, cómo siempre, dándote las gracias...

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    1. Recuerdas ese proverbio "Describe tu aldea y describirás el mundo", lo estás reafirmando en tu devolución, Gracias!

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  2. Bueno Marta, qué giro nos da Cardo Ruso!!!!!!!Nos metes en la disquisición política......wow, me va enganchando aún más!!!!

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    1. No desesperar querida Susi! en breve redondea, hasta el próximo domingo!!

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  3. Marta Leonor Puey: Cardo Ruso me tiene totalmente Atrapada..... la desaparición física de Víctoria, me dejó muy conmovida. ¡Pero en Cardo Ruso, cada domingo nos encontramos con un giro inesperado, donde los personajes se hacen visiblemente vulnerables!!! ¡Tu novela es irresistible!!! Gracias querida Marta!!!

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    1. Gracias Laura, sí, vulnerables, tu devolucion enriquece, como todas. Gracias!

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  4. En este nuevo capítulo, Pedro regresa a Médanos después de veinticinco años. Observa los cambios en la ciudad, decide quedarse en Médanos y se involucra en la compra de una librería. La autora explora las conversaciones entre el protagonista y un antiguo intendente de Médanos, que revela detalles sobre la historia ,la política local, y sus visiones sobre el futuro político del país.
    La escritora tiene una gran capacidad para describir ambientes que muestran la vida apacible de los pueblos y logra perfilar muy bien a sus personajes . Apreciamos que compartas tu obra con nosotros, y esperamos tus futuras entregas. Gracias por todo ,Marta, éxitos!!!

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    1. A ustedes por darme el espacio, Gracias Tesi!!!

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