lunes, 28 de octubre de 2024

©EDITORIAL ATRAPADOS POR LA IMAGEN PRESENTA: JORGELINA PRESTA - "Esa extraña enfermedad"

 


ATRAPADOS POR LA IMAGEN


Cuentos y Relatos Presenta a...


JORGELINA PRESTA 


"Artista de Atrapados por la Imagen"


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"Esa extraña enfermedad"


Relato basado en hechos reales

Edición: Editorial Atrapados por la Imagen


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EDITORIAL  ATRAPADOS POR LA IMAGEN


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"Esa extraña enfermedad"

Jorgelina Presta 



Sí, impresiona como un cuadro neurológico sin dudas, lo clínico había sido descartado. El paciente ingresó a la Unidad de Terapia Intensiva (UTI) con paraparesia, dificultad respiratoria leve y pérdida de conocimiento de inicio abrupto. Yo estaba de guardia del 31 de diciembre del 2000, en uno de los hospitales más grandes de la ciudad, donde también había hecho mi residencia de clínica.

Vi al paciente junto con los neurólogos y los jefes de Terapia. Solicitamos varios estudios de neuroimagen, tomografías, pruebas toxicológicas, análisis inmunológicos y serológicos, cultivos, punción lumbar, electroencefalograma, gasometrías, entre otros exámenes, con resultados normales o poco contundentes. Presentaba buena saturación de oxígeno y signos vitales estables. No logramos ninguna aproximación diagnóstica. Le indicamos un tratamiento empírico y de sostén. En pocas horas su cuadro empeoró y fue necesaria la intubación.

Luego de diez días pudo ser extubado. Cuando despertó estaba desorientado y sus cuatro miembros estaban flácidos, sin motilidad voluntaria.

Todos los exámenes auxiliares seguían siendo negativos.

Ante la dificultad diagnóstica y la no mejoría del paciente, llevamos el caso a un grupo de colegas de Buenos Aires, especialistas en enfermedades raras, pero tampoco dijeron algo concluyente.

Francisco tenía 70 años. Era un hombre rubión y robusto, oriundo de una pequeña localidad de Entre Ríos. De ocupación panadero y muy querido por todos, vivía con su hijo Manuel, de 40 años, y con su perro. Su esposa había fallecido dos años atrás. Solo esos datos pude recabar de los tres vecinos que lo trajeron al hospital. Los únicos que estaban al momento del ingreso eran ellos y su perro. Su hijo Manuel no estaba, pregunté por él y me dijeron que estaba de viaje.

Aunque la gente que lo trajo fue muy amable y colaboradora, poco pude obtener de sus antecedentes médicos. Aparentemente era un hombre sano. Estuve un buen rato con ellos durante la guardia; luego se fueron, tenían que regresar al pueblo. Yo me dediqué a Francisco y lo ingresé a la UTI. Media hora después me llamaron para decirme que no lograban sacar al perro, que les gruñía e intentaba morderlos. Les dije que no podía ocuparme de eso, el paciente estaba grave. Lo que hice fue llamar a portería y preguntar si alguno de los custodios podía hacerse cargo de él por unos días. Uno de ellos, José, amante de los perros, aceptó llevarlo a su casa, pero el animal se rehusó e intentó atacarlo. Así que lo dejó en la puerta de ingreso del hospital, del lado de afuera. Allí se quedó, quieto, atento, con su porte imponente, mirando inquieto hacia adentro.

Pasaban los días y yo pensaba qué iba a hacer con Francisco, ya habían pasado muchos interconsultores, incluso el grupo médico de Buenos Aires, y no se llegaba a un diagnóstico.

Como me faltaban datos médicos, decidí ir al pueblo en búsqueda de su hijo, lo busqué por cielo y tierra, y no pude encontrarlo, entonces hablé con algunos habitantes del lugar.

Paco (así le decían) vivía en una casa grande que incluía la panadería y una huerta que, él mismo había hecho junto a Susana (la esposa ausente). Su hijo Manuel era un hombre de hábitos desordenados y poco adepto al trabajo, aparentemente era viajante. “Beto”, el perro de la familia tenía pasión por Paco, lo acompañaba a todos lados y dormía en una alfombra al lado de su cama. Cuentan que por las mañanas lo despertaba con lengüetazos en la cara y golpeando su larga cola contra la mesa de luz. Era de aspecto callejero, fuerte y robusto.

Cuando Susana falleció, Paco se sumió en una profunda tristeza y soledad, había sido el amor de su vida durante 50 años de compañerismo y amor incondicional. En ese momento, la presencia de “Beto” cobró mayor protagonismo en su vida. Por su tamaño y carácter, era guardián y protector por excelencia. Aunque su ladrido era potente, solo lo hacía ante situaciones de amenaza a la casa o a sus dueños. Eso sí, aullaba como un lobo cuando se quedaba solo o ante alguna situación desagradable.

Eso recabé. No obstante, necesitaba hablar con Manuel, a quien busqué con vehemencia, sin encontrarlo. Necesitaba obtener más datos acerca de los antecedentes del paciente y también comentarle el estado actual de su padre.

Me sentí frustrada por no poder hacer un diagnóstico y por ende no poder instaurar un tratamiento específico.

Paco no evolucionaba bien, estaba vigil, pero desorientado totalmente y seguía sin movilizar brazos ni piernas. Ocasionalmente tenía episodios de disnea que se autolimitaban, pero que no se asociaban a alteraciones en la auscultación, en la saturación de oxígeno, ni en la placa de tórax.

Los días seguían pasando. Yo hacía guardias dos veces a la semana en la UTI, pero cuando estaba en sala general pasaba un rato para ver cómo seguía Paco. Tenía mucho interés por su evolución y los resultados de los estudios diarios.

Un mes después del ingreso, el 31 de enero del 2001 a las 07 am, mientras escribía mis evoluciones, se escuchó un aullido fuerte y prolongado que asombró a todo el personal.

A los pocos minutos una de las enfermeras me avisó que el paciente de la cama 7, Paco, había hecho un paro cardiorrespiratorio. Me levanté de inmediato y fui a reanimarlo junto con el resto del personal y el médico de la unidad coronaria. Lamentablemente no pudimos sacarlo del paro. Sentí, como pocas veces, una angustia inefable.

Busqué desesperadamente a quien avisar. Tenía solo los contactos de los vecinos, y así lo hice. Mientras tanto, pasaban por mi cabeza muchas hipótesis, pero había una, creo la más importante, que no podía contársela a ningún colega, no la entenderían.

Tal vez el único que sabía el diagnóstico, y quien además anunció el desenlace con ladridos desgarradores, había sido “Beto”.

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©Jorgelina Presta

Octubre 2024

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Rosario - Argentina

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18 comentarios:

  1. El pesar nos abruma en las ocasiones en que no aceptamos el encuentro con un límite.
    No saber es un límite en el campo de saber y en el acto médico, por sobre la mas noble intencionalidad
    La muerte es el único absoluto y la vida puede hacer lazo más allá de la especie, vida y muerte aún un misterio infranqueable.
    El relato deja como resto la pregunta por el hijo.

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  2. Exacto Mario. La figura del " hijo humano "Es un hijo no presente. Suele pasar más de lo que uno imagina. Muchas veces ,casi siempre,los animales no racionales nos enseñan a los humanos muchísimooo.No sé si todos los entienden así.Hay q ver un poco más allá..y no tanto. A juzgar como el ser humano está involucionando en empatía y otros valores.No así en ciencia etc.Hay un disbalance en inteligencia emocional vs inteligencia convencional.

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  3. Manuel seguramente siguió su vida sin importar la relación con su padre, pero para beto, paco era su vida. Es para pensar que el vínculo con nuestros perros nos enseñe más sobre incondicionalidad que el que tenemos con muchos humanos!

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  4. Exacto Lucina, ese es uno de los mensajes que el cuento quiere dejar!!! Gracias !!!

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  5. ¡Gracias Jorgelina por este hermoso, pero doloroso relato!
    Muchas veces, ante la perdida irrecuperable de nuestros seres queridos, la tristeza reinante, se apodera de nosotros provocando reacciones inimaginables...!! Su fiel amigo e hijo adoptivo Beto, no pudo ayudar a los médicos, ¿quien escucharía la opinión de un perro?.

    Felicitaciones querida Amiga, te deseamos éxitos totales! te queremos mucho!

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  6. Hermoso cuento profe! Me gustaría saber que pasó con Beto?

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  7. Hola Marisa, gracias por tu comentario.Beto siguió viviendo en la puerta del hospital , siguió esperando .Fue adoptado por la gente que tenía bares aledaños al lugar, ellos le daban de comer y le hacían alguna caricia . Pero nunca pudieron sacarlo de la puerta del hospital, siguió estoico esperando a Paco hasta su último día de vida.

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  8. Ohh que conmovedor! Increíble lo fieles que son! Muchas gracias por responder

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  9. Sí realmente Mari! Tenemos mucho que aprender de ellos.Un abrazo grande

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  10. Es curioso de la manera en que nos vincularnos, cómo y con quién .
    Lo bonito e importante de este relato es de la manera que nos muestra el amor y la lealtad

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  11. Muchas gracias Marta por tu comentario. Sí el amor y la lealtad se muestran a la máxima potencia, es verdad. Muchísimas gracias!

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  12. Conmovedor relato. Gracias! Cómo perrero viejo que soy, me queda una duda. Si Beto hubiese podido acompañar a Paco junto a su cama ¿algo se hubiera conseguido? Lo sé que no es posible dentro de un hospital, pero la duda me queda.
    Felicitaciones Jorgelina!

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  13. Muchísimas gracias por tus palabras Pedro.Acuerdo con vos acerca de Beto

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  14. Hermoso y conmovedor tu cuento, Jorgelina!! Justo pensaba lo mismo que Pedro, ya que los animales sienten lo que les pasa a sus dueños, Tal vez, sean sanadores innatos, pero desde el amor!!
    Felicitaciones!! Siempre tus relatos son muy cálidos!! Abrazo grande!!

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  15. Muchas gracias Isa por haber leído mi cuento!!!!! Un honor para mí tus palabras.Un beso y abrazo grandes

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  16. Muy lindo, la fidelidad del perro y como persiven qué ocurrió algo con su dueño, mucho amor

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